martes, 10 de agosto de 2010

NOCHE DE AGOSTO...

La noche, viene a hacerme compañía… Viene a platicar conmigo, a decirme que aun eres mía… La noche entiende mis temores, se abraza a ellos y los calma, prepara una fiesta para alegrarlos, me invita a bailar con tus recuerdos… Ella entiende que te extraño, su mirada es compasión… Y la brisa llega cantando una canción, nuestra canción… Yo escucho la letra escrita con el lenguaje del tiempo, cada letra, cada palabra es un sentimiento, y voy reconociendo cada sentimiento como una vida que viví a tu lado, como una historia que ya fue escrita, como un cauce que me lleva a tus brazos, y comprendo que no es a ti a quien extraño, sino que el lugar donde estoy es extraño, que el tiempo en que vivo es extraño porque no estás aquí, pero la noche me dice que te acercas…

La noche me cuenta de sus secretos, no le estorba la oscuridad, me dice que allí nací, que soy oscuridad… Oscuridad que avanza durante el día, oscuridad donde se origina mi vida, donde se refugian miedos y culpas, temblando de miedo, muriendo de culpas… Me cuenta su historia, como aguarda el momento del gran milagro… La noche me dice que es escenario, que observa tranquila, que espera paciente… La noche ha visto desfilar las almas perdidas, buscando el lugar, intentando completar las historias pendientes, provocando el origen del gran milagro… Ella sonríe notando el afán, viendo los accidentes en el tiempo, las coincidencias que llaman suerte…Ha visto la vida y la muerte, que son una misma, principio y fin, vida tal vez el fin, muerte quizá el principio…

La noche se embriaga a mi lado, respira el aire que tú no respiras, me dice que tu aliento me dio la vida y yo sonrío porque comprendo que soy aliento tuyo, y no estás aquí para respirarme… Pienso en los días que me faltan por vivir, preguntándome en cuál de ellos volverás, y tomo del licor de la noche… Danza mi alma, desde aquí la observo cuando bebiendo abrazado a la noche revivo momentos de otros tiempos, embriagado entiendo que eres mi aliento, que estás aquí, que somos uno, que te di vida cuando en otros mundos fuiste tú mi compañía, y me tranquiliza saber que no comenzaré a vivir que la muerte no podrá avanzar hasta que en este mundo tus manos se unan a las mías y tus labios me presten la dulzura de los días que hoy recuerdo…

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