jueves, 26 de noviembre de 2009

VARIOS PARRAFOS ESCRITOS VARIOS DOMINGOS EN UN MISMO HOGAR

Estos párrafos que quiero compartir con ustedes los he extraído de mis notas escritas algunos domingos en mi hogar, cada uno ha generado una reflexión, y pretendo unificar cada reflexión para presentar de una forma más entendible mi idea de una nueva forma de hacer sistemas al servicio del hombre… Ya estuve tentado a desarrollar más la idea, pero no quiero extenderme. En mi “obsesión” he introducido muchas de estas ideas en un nuevo proyecto que intento culminar. Gracias por el tiempo que dedican a la lectura de mis intentos de comunicación y encuentros…


“…La historia se escribe con tinta propia, tuerce, genera, produce, esparce. Se revela a la quietud, evoluciona, avanza, arrincona. El hombre, diminuto entre las garras de la historia, es llevado por los vientos que soplan desde más allá de la misma tierra, desde más allá de la naturaleza, intenta sobrevivir, intenta no desaparecer, y mientras el hombre avanza dentro del tiempo inminente, se enfrenta contra las garras de la historia y va caducando dentro del tiempo. No es la evolución enemiga del hombre, es el hombre su propio enemigo y sin saberlo quizá, en su pretensión de control y poder, hace del progreso un instrumento, de la evolución un desvío y de su propia humanidad un objetivo. Y así la historia, que ya ha dado sus pasos muere para seguir renaciendo, y el hombre enemigo de sí mismo convierte la historia en método”.

“…Ha sido la batalla humana de todos los siglos la imposición de sistemas liberales que se originan por la opresión de sistemas conservadores. Y a sido vicio de todos los siglos que el sistema liberador, siendo joven aun, mute a conservador mediante una ortodoxia sutil y le de continuidad a la batalla de todos los siglos. La aparición, nada accidental, de sistemas liberadores revelan los intentos de la historia por dejar ver su trayecto natural y la mutación de estos sistemas a opresores reflejan los causes que parten desde su trayecto natural y que son nombrados progresos aun cuando sus estructuras desmienten sus nombramientos”.

“…Yo veo la historia así como al tiempo, intocable y que todo lo abarca, y la percibo como una forma de expresión de un lenguaje, y soy tentado a creer en la historia como instrumento de búsqueda y comprensión de ese “alguien” a quien los sistemas religiosos, católicos o protestantes, llaman “Dios”. Y sé que es imposible un siglo sin sistemas pero historia y tiempo, y la lucha de la evolución natural de la historia contra el progreso manipulado, nos han dejado ver algunas de las estructuras que deben ser las bases de un sistema natural y a favor de la cuestión humana, que sea útil y no contrario al hombre y su búsqueda”.

“…Y de esta manera pienso que un sistema ha de ser débil, sujeto a la evolución natural, sin pretensión de inmortalizarse como cauce sino más bien abierto a la necesidad de cambios; también debe plantarse como un escenario de dialogo, lo que supone exaltar como cualidad la tolerancia que la ortodoxia intenta silenciar; ha de hacerse percibir como un camino amplio, de innumerables veredas, despojado de pretensiones de poder y control, en el que política, religión y demás subsistemas sean veredas de libertad y no métodos de progresos esclavizadores”.

lunes, 23 de noviembre de 2009

OTRO DOMINGO, OTRA REFLEXIÓN...

Pienso en aquellos años, cuando la “vida congregacional” era para mí una tradición y un requisito. Una tradición vestida de autoridad, incuestionable, insustituible; un requisito para una “salvación” producto de la sistematización de instrumentos sin “autoridad trascendente” y que solo puede ser “comprendida” cuando elementos como “vida congregacional” pasan a ser vicios de “fácil consumo”. (Pues la autoridad que poseen esos instrumentos, que la necesidad de sistematizar ha hecho trascendentes, en realidad caduca en relación a espacio y tiempo y su utilidad evoluciona ajustándose a los cambios y su posición en el espacio sujetos al tiempo). Así, en aquellos años, la llamada, reclamada, pregonada “vida congregacional” era un instrumento para otros que, adictos también pero en calidad de “distribuidores”, aprovechaban sus “posiciones” y para mí era un producto necesario para “regocijarme en esclavitud”.

Es complicado a veces explicarlo, pues hay términos que “cristianizados” parecen “generalizar” al ser utilizados. Sin embargo, creo que una vida congregacional puede llegar a ser productiva, pero no creo en ello como una tradición que debe ser heredada y mucho menos impuesta como herencia (y mucho menos creo en una “vida congregacional” que para imponerse como herencia es parte de un juego de intereses o apunta hacia un interés mayor que el mismo hombre). Creo en su utilidad más allá de las estructuras ficticias de la “religión organizada” (este termino no es mío, pero lo he tomado de quien lo utiliza, en mi afán de hacerme entender sin que se me perciba enemigo de alguna secta específica, a usted que sabe quién es muchas gracias sus “treguas” y “sutilidad” con la “religión organizada” seguro será fructífera).

Creo en una vida congregacional espontánea, no generada, no producida, no hecha “necesaria”, no al servicio de un sistema (aquí me detengo para aclarar también que si bien esta vida congregacional puede ser una “estructura débil” de un sistema, debe estar al servicio del hombre y no del sistema, de hecho para hacerse débil le es estrictamente necesario estar al servicio del hombre y así adaptarse o aceptarse en medio de los cambios necesarios).

Creo en una vida congregacional desvinculada de intereses políticos o religiosos (o de una política religiosa, esto tomando en cuenta la política como herramienta para conseguir poder y control dentro de la religión). Creo en una vida congregacional que no se rinde a rótulos, que nace en el encuentro, que dirige hacia la evolución mucho más que hacia el progreso (he visto que “progreso” es un término utilizado para apuntar o subrayar el resultado de la “mano del hombre” de acuerdo a sus intereses en relación a lo que se proyecta, mientras que la evolución viene a denotar todo aquello que es avance natural, desprendido de intereses prediseñados, si bien la evolución natural de una cuestión puede ser interpretada a favor de un progreso especifico y de todos los intereses que visten tal progreso, también es cierto que el mismo trayecto que va trazando la evolución natural irá desmintiendo las interpretaciones a favor de algún progreso especifico; la historia ya nos ha hablado de ello y confío en la utilidad natural de la historia que asegura que así seguirá siendo ).

Creo en una vida congregacional que no es el producto de “libertades de bolsillos”, que no es vehículo que conduce por un camino prediseñado y heredado y que ha sido señalado por la misma manía de convertir la tradición en autoridad (hago énfasis en “la misma manía”, no me refiero al hombre que se beneficia de esta manía, me refiero al vicio que lo mueve, muchas veces heredado y no percibido por él mismo). Creo en una vida congregacional que así como no es producto de “libertades de bolsillos” tampoco es nido donde se reparten esos folletos o historietas (“las libertades de bolsillos” llamo yo al resultado de la argumentación e interpretación de hechos históricos mediante métodos sistemáticos dirigidos por intereses diseñados o concluidos antes de recurrir a tales hecho históricos, por lo tanto en el camino de la argumentación e interpretación se someterá el análisis a lo ya concluido y no habrá intereses de extraer conclusiones para establecer un supuesto y a partir de allí continuar el estudio de otros aspectos de la Historia). Creo en una vida congregacional que no estorba, que no causa dependencia, que no cercena libertad y verdad (ambos unidos como un solo término), que no la coacciona, que no la condiciona.

Creo en una vida congregacional que no se somete a un sistema; que no dibuja estrictamente la reunión dentro de un local y mucho menos el cumplimiento de prerrequisitos que sin ellos no puede hablarse del dibujo que es descrito por ese término. Creo que cuando tropiezo con un amigo o amiga y nos permitimos dentro de las dos rutinas encontradas un minuto o dos horas para sonreírnos, para “actualizarnos”, para desarrollar ideas en común o contrarias, le damos vida a la cuestión congregacional productiva; creo que cuando chateo a través de cualquier red social con alguien y “discutimos” sobre puntos de igual interés o de interés opuesto le damos vida a la cuestión congregacional, respetando la libertad suprema, por lo tanto desvistiéndonos del “interés maniático” de convertir al otro a mi interés. He sentido muchas veces un mejor calor bajo esa forma congregacional y he visto mayor utilidad en ella que en lo que fue en aquellos años para mí “vida congregacional”.

Creo que la mejor vida congregacional que experimento es esa que respiro cuando estoy en mi hogar.

sábado, 14 de noviembre de 2009

OTRA MÁS: REFLEXIÓN DE UN DOMINGO EN MI HOGAR...

“Te vendo mi libertad a precio de tu esclavitud”.
Esta parece ser la frase que mejor define la acción e intención de muchos que se dedican a la tarea de mostrarse liberadores en el escenario religioso. Y no me refiero solo a “liberadores” ubicados en una “izquierda de ficción” (ya he explicado que esta actitud es tan ortodoxa como lo es la ortodoxia formal o “dominante” nombrada derecha). También los que dicen ubicarse en una derecha se muestran liberadores. Ambos escenarios (derecha e izquierda) se adornan de tradiciones, crean y proclaman necesidades, se inventan reformas que guardan la esencia de sus tradiciones cambiando solo la forma de presentarlas. He aprendido a no aceptar sus nombres, sino a analizar sus estructuras, y del análisis caigo siempre en el mismo terreno, convenciéndome cada día de que no existen derecha e izquierda dentro de la religión, aunque sí polos, ubicados o agrupados en extremos opuestos (dentro del mismo escenario, por supuesto) pero unidos por un mismo hilo conductual en sus discursos. La imposición de ideas caracteriza a quienes ofrecen libertades, haciendo percibir la libertad como una criatura que clama por ser domada, por lo tanto, según todo esto para conseguir la libertad se hacen necesarios los nombres, mecanismos, esquemas. Y un nombre suele agrupar “todo lo necesario”. En este sentido si le dices a alguien “libertado al cristianismo” que no necesitas ser cristiano para ser libre, te preguntará o se preguntará “¿Entonces cómo debo llamarme?” “¿Qué debo hacer?” “¿Cuáles pasos seguir?”.

He tropezado con hombres que se jactan de no pertenecer a ninguna iglesia “evangélica”, y ahora ser “testigos de Jehová”, otros que se jactan de no ser más “católicos” y ahora ser “evangélicos”, otros que creen haberse librado de las cadenas de la religión con solo decir “no soy religioso, soy cristiano”. Y desde sus sectas proclaman tener la libertad para quienes les rodean y que ésta solo puede alcanzarse mediante la aceptación de los preceptos dentro de sus sectas. No se dan cuenta que solo cambian de formatos, que “una vida de congregación” nada tiene que ver con la libertad.

¿No se puede concebir la libertad siendo libres?

La religión, hasta las nombradas “no religiones”, ofrece libertades de bolsillos, a cambio de la entrega de los individuos a sus dogmas y preceptos. Es una libertad condicionada, por lo tanto no es libertad, así son liberadores de solo nombre, pero sus predicas delatan sus actitudes esclavizadoras. Quienes se auto nombran conservadores parecen más “obstinados” en el afán de esclavizar al individuo a su sistema, quienes se proclaman liberales se trazan el mismo objetivo y pretenden alcanzarlo con más sutileza.

Yo creo en la ruptura de sistemas como proceso para desdibujar la libertad, sin pretensiones de establecer señales en el camino. Y debo confesar que he perdido la fe en los maestros que afirman “predicar” verdades bíblicas pues al final solo te venden “dogmas biblificados”. Creo en la necesidad de una “libertad libre e inédita”, creo en la diversidad de caminos no señalados ni trazados, creo que no existe un único recurso sino herramientas, creo en la comunicación no forzada por una línea de pensamientos, sin objetivos oculto, creo en el placer puro de comunicar. Creo en las brechas que originan las críticas no doblegadas a ningún sistema. Creo necesaria la libertad, amo la libertad, pero no quisiera pretender jamás (espero librarme siempre de ese vicio) libertar a nadie. Solo espero un día mirar y sentir la alegría de observar que muchos han comprendido que la libertad es un camino sobre el cual hay que andar sin detenerse.

viernes, 13 de noviembre de 2009

SECRETOS DE UN RECUERDO EN NOVIEMBRE, DESPERTADO POR RUTH M.

Debo agradecer a Ruth M, conversar con ella es sumergirse en un mundo de lluvias donde siempre podría ser noviembre… Gracias.


Para muchos, Paula Sosa fue una mujer, hasta cierta edad, movida por rencores; de carácter recio, de ojos cargados de cansancios, de pocas palabras y escasas sonrisas. Su mirada la recuerdan perdida y a la vez centrada en un abismo en el que suponían se odiaba a sí misma, la creían presa de remordimientos a causa de lo que han llamado “sus errores del pasado”. Para algunos fue una mujer vestida de una coraza impenetrable; nadie habla de sus abrazos y besos, muchos aseguran no haberlos recibido nunca. Recuerdan sus esfuerzos como respuestas en versiones de los “qué más da” de la vida.



Aun así, muchos hablan aun de ella, en reuniones familiares, en encuentros casuales, en las veredas del sector catorce de San Jacinto, en los cerros de Yaracuy, hasta en el Consejo de Ciruma se ha hablado de ella… En muchos lugares su nombre aun sigue sonando. Escucho de ella relatos como si hablaran de un mito. Y escucho en silencio cuando hablan de ella, y en silencio lloro, guardando un secreto: mi recuerdo de ella, de Paula Sosa, mi abuela. Secreto que llega a doler aun más en noviembre, que siempre por alguna razón despierta con más fuerza. Del que no hablo con frecuencia por no saber cómo expresarlo. Pero hoy quiero intentarlo, no para librarme de las lágrimas pues no me pesan, me hace bien llorarla, sentir su ausencia, me redime, no sé de qué, pero mientras lloro su ausencia me siento redimido y vuelvo a ser niño. Algunas veces creo ver sus ojos, sé que los veo, aquí adentro los veo, contemplo en ellos la ternura con la que siempre me miró esperando mucho de mí.


Yo la recuerdo anciana, sentada en su silla mecedora, sonriendo a cada mirada mía; levantándose lentamente para recibirme con un abrazo y un beso y susurrarme al oído un “tu eres mi nieto”, que podía repetir mil veces y mil veces hoy lo entiendo de forma diferente; la recuerdo caminando luego al refrigerador, sacando un vaso de “toddy” con el que a diario expresaba de forma sencilla su amor. La recuerdo con su “espero no hayas almorzado” en sus labios mientras servía la mesa y se sentaba frente a mí para verme almorzar, como si todo su mundo girara en ese instante (¡cómo redimen estas lágrimas!). La recuerdo contando historias, con una elocuencia que siempre le envidio, sin palabras que estorbaran, dibujando la vida, señalando caminos.


Paula Sosa caminaba en las mañanas, todos hablan de ello, dicen que era por su salud, pero sus caminos eran sin rutinas, y lo hacía porque buscaba, observaba, vivía mientras caminaba, escuchaba mientras lo hacía, se reconocía a sí misma. Sus esfuerzos fueron siempre intentos de brillar fuerte, para seguir viva en su ausencia, ella amó la eternidad, descubrió que uno se hace eterno a través del recuerdo, como también supo siempre que es vicio humano recordar los esfuerzos y no interpretarlos.


Paula Sosa se volcó sobre mí, con métodos propios, cuando yo solo era un niño, ella confió en la capacidad del ser de buscar y encontrar dentro de los recuerdos, su confianza ha dado frutos en mí. Ella creía en los sueños, aunque nadie la recuerda soñando, desprendió los sueños de sí misma, soñaba con el futuro, y nosotros, quienes le recordamos, quienes hablamos de ella, éramos el futuro.

























jueves, 12 de noviembre de 2009

CAOS DE NOVIEMBRE... GENERADO POR CAROLINA GARCIA...

Carolina García me ha preguntado en algunas oportunidades “¿De dónde sacas tantas palabras?”. Hoy cito su pregunta sin ánimo de alardear, y tal vez puedan entenderlo más adelante. Antes bien, siento la necesidad de alabar, al mismo extremo en el que ya adoro, su capacidad de elaborar preguntas. Son certeras sus preguntas y ya que nunca he podido entregarme a la suerte del idealismo, no puedo afirmar que conozco el propósito de su pregunta.

Sé que algunas preguntas surgen naturales, como respuestas tal vez; también sé que alguien que puede lanzar preguntas sin blancos, y con ellas generar caos, es alguien que ha caminado mucho, y que si bien puede desearlo, se niega a detenerse; es alguien que ha entendido que la libertad no se somete a estacionamientos, que es tan “incompleta contantemente” como es “continua la construcción y comprensión” del ser; es alguien que observa, que realmente observa, que lee más allá de las palabras pues sabe que las palabras son solo figuras, dibujos con los que alguien pretende mostrar la realidad propia. Hablo de esa realidad de adentro, verdadera y no colectiva aunque se vende a la interacción. Así comprendo hoy a quien representa el nombre Carolina García, quien a generado este caos que pretendo explicar, dar a conocer, compartir como respuesta a su favor porque creo en la necesidad de compartir lo propio, en este caso mi caos. Necesidad propia que no se pretende necesidad de nadie más, así como un niño sonríe no por regalar una sonrisa, no porque pensó en los beneficios de una sonrisa, sino porque simplemente (aquí lo simple viene a ser sublime) te mira y desea, siente y necesita sonreír (yo amo la sonrisa que de mis hijos: Efraín y Benjamín).

¿De dónde surgen mis palabras? Tomaré prestada la expresión que una amiga me lanzó ayer sin anestesia como producto de una de esas conversaciones que uno no puede permitirse olvidar (De lo que les hablaré luego en otro artículo). Surgen de “un hueco hondo, un vacío cuyas dimensiones desconozco”, que no sé ubicar, porque la palabra alma ya me parece inútil; surgen de un choque entre las creencias que “heredé sin opciones” (sistema de creencia completo, no me refiero solo a “creencias religiosas”, no solo las estructuras heredadas de una religión es creencias, también lo es la concepción de amor, vida, etc.) contra la “realidad de adentro” que desnudan las creencias heredadas haciéndolas temblar de puro frío. Surgen de la pena de no poder, por no saber aun definir mi realidad, de la pena de verme inútil, de la vergüenza de saberme desconocido en cada choque, surgen de ese deseo natural, al que uno muchas veces se opone, deseo de encontrar lo que aun uno no sabe nombrar; surgen de la frustración que comprendida y aceptada motiva y enciende.

Y escribo cada palabra que surge para darle figura a mi búsqueda, para no perderme de la perdida dentro de este laberinto. Es contrario a un desahogo, es más que vaciarme; es adentrarme en el vacío, es ser un desahogo, es llenarme de miedos para tener el valor de huir de la estabilidad que desestabiliza la esencia del ser, es decir, del uno ser. Le temo, entre un millón de cosas más, a la comodidad y a las bases que afirman en un solo lugar el crecimiento, así nombrado pero que refleja descenso, contra evolución, avance que retrasa. Escribo cada palabra que surge porque tengo la absurda y despreciable idea de que un día podré agotar las palabras para un mejor entendimiento.

Yo creo en el caos como comienzo, y mientras escribo me siento inmerso en la tempestad de inutilidades, devastado por la tormenta de ineficacias. No tengo nada que alardear, antes bien, a veces, cuando caigo en la tentación de leer lo escrito, a veces, me doy cuenta de lo hondo del hueco hondo, y de lo incalculable que son las dimensiones del vacío que no sé calcular.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

PASADO EN NOVIEMBRE...

Mientras alguien dijo sobre la juventud que se iba para no volver, la mía parece asaltarme y atracar en mis costas cuyas arenas comienzan a esparcirse hacia todas direcciones, despertadas por los fueres vientos de orígenes legendarios, a veces desconocidos, pero que invitan al reencuentro, de caminos no trazados.

El pasado se agita, se hace presente, y no hablo de metáforas. Mi pasado regresa, sí, regresa aunque pudieran decirme que no es regreso sino estuvo en este tiempo, pero ¿acaso no fue tiempo presente el pasado? Vuelve para echarme en cara que es poderoso y bondadoso, que puede ofrecer oportunidades, rompiendo así con toda interpretación prediseñada en mí respecto a él.

Antes del hoy, lo pensé enemigo, ya saben esa maldita manía tonta y sin frutos de lamentar los fracasos, las perdidas, los desaciertos, las distancias, los olvidos, los silencios forzados, aparentemente indestructibles. Sin embargo, aquí está el pasado, manifestándose a través de reencuentros accidentales, de encrucijadas repetidas, de proyectos antes desechados, negándose ahora a la desidia, asomándose por medio de oportunidades que habían dejado de ser deseadas.

La fuerza parece resurgir orientando los deseos que habían dormido aparentando morir. La frustración se quita sus mascaras para mostrarse desnuda, nombrándose motivación, que ahoga, que desespera, que te obliga a contemplar el camino que antes quiso ser ignorado.

Hoy, frente a mí, el pasado expone sus principios, con retorica hermosa, con una prosa pensada imposible y anhelada. Se hace maestro, exige silencio para ser escuchado, entendido, inevitablemente obedecido. Le da sentido a la soledad que ya debe marcharse. Habla un lenguaje que antes no comprendí y me enseña que solo a través del tiempo se desarrolla el arte de comprender sin palabras, que solo a través del tiempo se aprende a observar. Así voy ubicándome, mientras escucho al pasado decir que no se pude vivir sin pasado, que las marcas que uno llama heridas pueden y deben ser interpretadas como indicadores, que suelen ser útiles, que lo que fue no dejará de ser jamás, pues será siempre nombrado pasado, que existió la posibilidad de su no existencia antes de su origen, que de no haber existido sería innecesario al presente, pero que “haber sido” lo hace estrictamente necesario y de necesaria y estricta interpretación a favor de.

Y es juventud aceptar el pasado, su poder y su bondad, es juventud aprender su lenguaje, es juventud callar los lamentos… juventud, sin duda divino tesoro, y es cierto que te vas, pero no siempre es para no volver.

RELATO DE NOVIEMBRE...

En noviembre suelo caminar más de lo común. Despierto temprano y temprano estoy sobre las calles que parecen más largas y sin final en este mes. No lo hago por mi salud, aunque deberá; lo hago por mis manos que, aunque cansadas por las letras nocturnas, despiertan con sed de uvas historias; lo hago por mis ojos que, aunque trasnochados por el sueño corto, despiertan queriendo observar.

La primera mañana de este noviembre, después de tanto caminar, llegué a una plaza y decidí sentarme en uno de sus bancos. Ella daba vueltas alrededor de la plaza con un ritmo de diosa de otros tiempos. Sin poder evitarlo la observé en su recorrido, preguntándome cómo pudo aprender tan sublime andar, queriendo descubrir todo lo que escondía su ritmo. Sus ojos eran del color del mismo cielo, despejado, suave, azul. Su cuerpo hablaba de belleza, de esa que es espontánea, natural, belleza que no puede imitar el esfuerzo. Su piel me hizo recordar la niebla que cubre los cerros del centro de este occidente perdido y arrinconado. La perdí de vista mientras me sumergía entre los recuerdos de aquellos días alegres los pies del abuelo que una vez sembró en mí historias que siempre cuento.

Ella me asaltó con un ataque no esperado por mi derecha y la descubrí sentada a mi lado, respirando lento. Con su toalla acariciaba su rostro de diosa y su voz le dio un matiz diferente a la mañana.

-¿Cuál es tu signo?

Preguntó, sin aviso y sin mirarme, ocupada en las trenzas de sus tenis, con una seguridad en sí misma que se reflejaba en su voz y en sus movimientos agraciados.

Y yo que nunca le h entregado mi suerte a los astros ni a nada que no pueda entender m quedé por un segundo sin respuesta.

-¿Mi signo? El de interrogación.

“¡qué tonto soy!”, pensé al escucharme responder.

-Interesante.

Dijo ella, esta vez mirándome con el cielo de sus ojos.

-Atormentador.

Respondí yo, de nuevo sin pensar antes de hacerlo. (¿Por qué no puedo usar mejores palabras frente a una chica de ritmo de diosa de otros tiempos?).

-Lo sé, es una tormenta que no se puede esquivar.

Quedé sorprendido al escucharla. M enamoré de su “lo sé”, me enamoré como un niño se enamora y sale todas las mañanas a observar a la niña que ama mientras ella pasea en su bici alrededor de la plaza disimulando no verlo. Sentí que realmente ella sabía de lo que hablaba, hasta pensé aquella mañana que yo sería l tema de una historia escrita por ella. Vi en ella esa misma sed que me llevó a caminar. Tuve cuidado de no tener cuidado en mis próximas palabras y me entregué, tal vez por primera vez en muchos años, a la suerte de lo desconocido. Sentí alivio mientras me expresaba sin miedo a no ser entendido. Me vaciaba de las palabras no exactas, algunas tan tontas como “libertad”, “verdad”, “cansancio”. Olvidé por qué me senté en ese lugar, olvidé preguntarle su nombre y si volvería allí al amanecer. Ella parecía tan distraída como yo; mientras conversábamos sentía que escribíamos sobre un mismo papel y con la misma tinta y prisa de quien no se permite olvidar una palabra y no quiere dejar escapar una sola idea, al mismo tiempo parecíamos compartir la lectura de un libro sagrado, de esos que o puedes dejar de leer, de los que si nunca lees no habrías vivido.

La vi marcharse, ella sonreía como quien se sabe observado y lo ha deseado.

Su andar, lo supe, su andar de diosa es de quien ha comprendido que la libertad es un camino y la verdad es libertad.

martes, 10 de noviembre de 2009

OTRA REFLEXIÓN DE UN DOMINGO EN MI HOGAR...

Intento volver a los poemas, pero será la “maldición de noviembre” que no me permite distraerme de estos asuntos.

Constantemente recibo y escucho comentarios de personas que parecen no interpretarme bien, me perciben defensor de algo inexistente, y en sus comentarios, incluso interpretaciones de mí, parten de estructuras tan inexistentes como lo es aquello de lo que me perciben defensor. No pertenezco a ningún grupo, y no podría, al igual que muchos (sí, sé que son muchos) no encajo dentro de algún sistema, y no deseo hacerlo.

No tengo palabras constantes, no puedo adherirme a una forma o estilo de léxico, no confío en palabras establecidas porque detrás de cada palabra hay una estructura que debe ser analizada y por lo general miente en relación a la palabra que lo define, o tal vez miente la palabra en relación a aquello que es definido. Vivo en un laberinto de palabras, eso sí, moviéndome entre estructuras, huyendo tal vez constantemente al mismo ritmo que me voy descubriendo. Le temo al dogmatismo, al que se impone y al que soy tentado imponer. Creo en una libertad aun no encontrada, que me obliga a redefinirla, que me niega su figura como lugar y me habla de caminos que no se cansan; creo en una verdad que no defino, que me obliga a pensar que la verdad es indefinible, que no se puede nombrar, que una vez que se encuentra en una aparente totalidad deja de ser verdad para convertirse en pequeñas mentiras sin un valor real. Creo en la escasez de las palabras, y en ocasiones, en lo innecesario de ellas, en la ineficacia de ellas. No entiendo las formulas porque se contradicen, porque se aplican a contextos permanentes para ser útiles, contextos que no existen pues tiempo y espacio no se detienen y considero que eso merece atención.

Creo en el lenguaje y la comunicación como vehículos que conducen más no como instrumentos de opresión, como medio de imposición. Amo el arte, no el propio pues carezco de habilidades, pero amo y creo en el arte, en el que nace de la interpretación de la belleza, en el que surge espontáneamente y con el único propósito de ser lenguaje y comunicar, de brindar belleza. No creo en el arte que pretende ser instrumento de sistemas, ya su origen miente, no es arte, es banalidad, esclavitud en sí que pretende esclavizar. Yo amo el arte espontaneo, verdadero, puro, infinito en todo lo que ofrece, así como es la verdad que no sé describir. Creo que un artista no se nombra a sí mismo e intenta apartarse de su creación al momento de crear, que llega a despreciarse en cierta medida frente a su obra y ese desprecio de “sí” frente “a” genera amor “hacia”.

Creo en la sed, en la sed desnuda, en la sed natural. Esa que te mueve, que busca, que es como tiempo y espacio, que te distrae de pretender tanto, que te cuida de pretender poco, que no te conforma a nada. Creo en las interrogantes, pienso que se generan a sí mismas cuando uno se niega a sí mismo, creo que las interrogantes trazan un camino que no se sospecha y que no se deben asesinar con presupuestos, que las interrogantes son útiles contra toda herencia, que permiten hacer “camino al andar”, creo en esas interrogantes que asaltan, que atracan en la tranquilidad y causan erupción de la existencia, en esas que surgen sin vicios. Odio los vicios, tanto que en oportunidades he llegado a odiarme a mí mismo, odio los vicios que tienen su origen en la ambición, los que tienen su cuna en las comodidades.

Respeto la historia, la que no se somete sino que se refleja a sí misma, acepto que sea frágil y modificable, pero confío en su poder de sacudirse de toda interpretación y del mismo caos que le genera la retórica. Aprecio la retórica como arte. La exposición de argumentos me aburre, pero intento prestar atención. Me decepcionan, me cansan más allá del mismo cansancio, los argumentos no propios, sin orígenes, sin el aval de la experiencia, sin la disciplina de la búsqueda verdadera, sin el toque suave del arte puro. Admiro la existencia y lo que ella proclama. Admiro los objetos y de dónde provienen y a dónde conducen.

Entiendo que como yo muchos perciben, muchos aman, muchos odian. Comprendo que podemos encontrarnos en el punto de algunas creencias, pero definitivamente no me uniría a nadie como defensor de lo que percibo, de lo que amo y de lo que odio, porque entonces podría pasar que deje de prestarle atención al tiempo y espacio…

lunes, 9 de noviembre de 2009

REFLEXIÓN DE UN DOMINGO EN MI HOGAR...

No soy liberal ni liberador. No pretendo influir en el despertar de nadie, o sumar a su estado dormido. Entiendo que muchos al leerme o escucharme juzguen mi acción como un intento de “convertir a otros”. No es mi intención.

Solo puede ser libre quien desee serlo, se desea ser libre cuando se entiende la opresión de la que no solo se es esclavo, sino muchas veces libertado, digamos, atado libremente. Existe una esclavitud que regocija, una que se fundamenta en una serie de conceptos y ficciones que visten de conocimiento la ignorancia y altera la capacidad que tiene el ser de percibir sus ataduras. Ayuda mucho a esta esclavitud la compañía, yugos grupales, cadenas corporales. Cuando el ser, estando oprimido, atado (dormido), se siente en compañía, habiéndose modificado los conceptos que estructuran la libertad, surgen sentimientos que silencian la sed por verdadera libertad, convirtiéndose la compañía en un consuelo que refuerza la conformidad a la opresión.

Yo comparto sin pretensión de darme a entender, sino de ser entendido, de ser entendido por quien no necesita entender, por quien no necesita leerme, así lo que comparto, escrito o pronunciado, pueda traducirse en un encuentro. Ya no quiero cargar sobre mis hombres con el peso del despertar de nadie (hubo un tiempo en el que si quise llevarlo, peso que es producto de la ortodoxia que heredé de la derecha, y que al salir de la derecha, siendo de izquierda, queriendo ser librador, llevé también, con otros nombres quizá. Hoy no encajo ni en una derecha ni en una izquierda y no pretendo hacerlo, como tampoco pretendo seguir llevando el peso de “liberar” ni con ese ni con ningún otro nombre).

No es “algo lindo” que alguien despierte a causa de lo escrito por uno o hablado por uno, es más bien lamentable que el ser humano siga cultivando dependencia en cualquiera de sus expresiones, dependencia que esclaviza, que se traduce en comodidad y pereza.

¿Qué pasa cuando alguien cree despertar a causa de uno? Sencillo, su intento de mantenerse despierto seguirá dependiendo de uno, antes de saberlo renunciará a la habilidad natural que tiene el ser de generar su propia libertad. Al mismo tiempo se atraviesa por el riesgo de sucumbir ante la tentación de crear un imperio propio, un sistema, de ser esclavizador con el método de vender libertades a precio de fortunas.

Hoy, en este trayecto, creo más en lo encuentros, aclaro que “creo” no es que tengo fe en ellos como método, sino que al momento de compartir por medio de las palabras escritas o de las palabras pronunciadas lo hago para tropezar con gente despierta, que sepa ya de lo que hablo, o sino lo sabe, que esté en la búsqueda constante de lo que yo digo buscar, y que su busca no se adhiera en ninguna manera a la dependencia. Mi pretensión no es una utopía, por medio de los senderos de las palabras escritas y habladas he tropezado con personas que buscan, otras han tropezado conmigo. De allí surge una amistad, sin ser la amistad una dependencia, pues la amistad verdadera no buscar servirse, no es el objetivo de una amistad. Cuando sucede, cuando dentro de la amistad uno parece servirse del otro, el servicio es accidental, no buscado ni generado. No hay yugos en la amistad. Yo creo en la amistad pretendida por quien despierta, así creo en el encuentro entre unos con otros, por medio de los senderos que uno se hace para buscar, creo que es más productivo que el sometimiento constante o cualquier otro grado de dependencia. Yo creo que quien al leerme o escucharme piensa que empieza a entender algo es porque ya lo había entendido antes de tropezar conmigo, así que si en verdad ha sucedido así su búsqueda seguirá continua e independiente.
Querer liberar, pienso, es ya una actitud ortodoxa. Así los llamados de izquierdas los interpreto como otra manifestación de la ortodoxia, de hecho la izquierda dentro de un sistema defiende el mismo sistema, reformando, rediseñando los conceptos y estructuras a favor del grupo que intenta imponerse sobre el grupo que ha estado impuesto sobre ellos. Los conservadores también pretenden liberar en su empeño de “atraer”, “convertir” encerrar a otros en sus círculos. ¿Qué ofrecen liberales y ortodoxos? Con otros conceptos pretenden lo mismo, tienen el mismo propósito, ofrecen el mismo sistema. Entre derecha e izquierda, liberales y ortodoxos, dentro del cristianismo, no hay una verdadera ruptura, ambas desean constantemente imponerse como sistemas, trazarse como esquemas, generar dependencia.

La dependencia es el alimento de todo sistema, se nutre de la dependencia, cuando un liberal u ortodoxo predica libertad ridiculizando la dependencia a un sistema de creencias establecido, lo hace para causar la necesidad de independencia hacia ese sistema de creencia y atrayendo al individuo hacia la dependencia del sistema de creencia propia. Es irónico que la ortodoxia se crea a sí misma como sistema real basándose en una serie de ficciones, así crea un “sistema mundano” como enemigo contra quien luchar y a su vez de quien alimentarse, luego, se desprende de la ortodoxia un grupo llamado liberal que ha aprendido las “mañas” de la ortodoxia y que al parecer no tiene interés de “cambiar sus actitudes” y se declara a sí mismo amigo del “sistema mundano” y libertador del mismo a través de sus “ideologías” apunta contra la ortodoxia como enemigo contra el cual luchar y a su vez de quien alimentarse, pero tanto uno como el otro son parte del mismo sistema, así que ofrecen la misma opción: la opción de hacer sentir el regocijo de la esclavitud.

Creo que despertar equivale a no generar dependencia, creo que las criticas de uno que ha despertado deben estar libres de la pretensión de venderse a sí mismo como opción, como libertador.

sábado, 7 de noviembre de 2009

¿QUÉ HACES JESÚS? ¿POR QUÉ TANTA DISCRECIÓN?

Leo y leo los registros históricos a manera de testimoniales llamados tradicionalmente “evangelios” y encuentro una obsesión no muy normal en el Jesús de los “evangelistas”, una “aparente” obsesión con la discreción, con no llamar la atención.


Partiré de la concepción de Juan, “el evangelista”, el “testigo”, “el historiador”. En su registro interpreta su percepción del Jesús como un verbo, parte de un lenguaje, de una forma de expresión. Vislumbra, y lo deja notar, una manifestación en él (en el Jesús que percibe) de alguien externo a él. Esta manifestación a sido llamada “su divinidad”. El Jesús de los evangelistas estaba consciente de su posición, cualquiera que fuera. Su obsesión parece estar ligada con su posición, con la forma como quiere darse a entender o hacerse percibir, es un interés extremo, necesario, a favor de un propósito. Su obsesión parece marcar una línea que delimita su “obra”, su “propósito”, separándolos (“obra” y “propósito”) de su “persona”, “existencia”, “paso por la historia”, su “vida mortal” dirían algunos en el intento de mantener intocable e incuestionable la credibilidad en su “100% hombre, 100% Dios”. Mediante esta obsesión el Jesús percibido y aparentemente dibujado en los “evangelios” se permite mostrarse como una palabra del lenguaje de otro, como una figura en la forma de expresión de otro, cuidándose de centrar la atención sobre sí mismo.


Entendemos que su viaje, el trayecto que recorre, lo lleva directo a la cruz, y hacia allí, parece, quieren guiarnos los “evangelistas”, recordemos que ellos escriben la historia luego de observarla, su registros no son diarios, no es el resultado de sus apuntes diarios durante la convivencia del Jesús percibido, por lo tanto podemos presumir que escribieron luego de asimilar de alguna forma todo lo vivido y observado, después de crearse un propósito y pretender sus registros como una herramienta útil a su propósito. Dejan notar a través de sus “intervenciones” en los registros (esos pasajes en los que, como narradores, dejan ver sus opiniones con respecto a lo que se va narrando) que quieren guiar hacia la cruz. En ese viaje, ese trayecto del Jesús percibido por ellos, se deja ver que la discreción del Jesús se relacionaba con la cruz también, cuidaba la cruz, como si esta cruz fuera una palabra más del lenguaje al que pertenece, de la expresión de la cual él (Jesús) forma parte. En ocasiones declaró ser “uno con el Padre”, no “ser el padre”, lo que parece ser un intento por darse a entender manteniendo la “tal vez ridícula obsesión”. Sus declaraciones con respecto a su posición y relación con el “padre” no me parecen congruentes con las doctrinas de trinidades (si, “doctrinas de trinidades”, en plural), no me parece que expresa: “hay un “dios” “padre” y yo soy un “dios” “hijo” y eso no es todo, prepárense, viene un “dios” “espíritu”.


¿Cómo quiso darse a entender Jesús, según lo que se percibe de la percepción de los evangelistas plasmada en sus registros? Si la interpretación de Juan es correcta la respuesta es precisamente su interpretación: quiso darse a entender, quiso ser conocido, según su “obra” y “propósito”, como parte del lenguaje del “Padre” (Lo que quiso decir, o a qué se refería con “Padre” no es asunto aquí y ahora). Por eso podría decirse que en sus declaraciones plantea una “unidad” a él, unidad en intención, en “obra y propósito” y ambas “obra y propósito” vendrían a ser caracteres de esa palabra que vino a ser él, como parte del lenguaje de otro. En este orden diríamos que la cruz, hacia donde parecen guiarnos los evangelistas, es un carácter también de esa palabra. La cruz hablaría de amor, al igual que todos los caracteres manifestados en el Jesús y por el Jesús de los evangelistas, de amor mucho más que de “cielo” y “salvación”. Veo entonces que seguir al Jesús interpretado por Juan, al dibujado por los evangelistas, es mucho más que intentar imitarle, y mucho más que “sacar lo mejor de él (cielo y salvación, redención ¿?), es más bien intentar entenderlo como palabra, por lo tanto intentar entender el lenguaje al que él, como palabra, pertenece. Su “vida mortal”, “histórica”, su “paso por la tierra”, su “existencia”, viene a ser, según lo planteado, un carácter de él como palabra. Él (el Jesús percibido) es verbo, mucho más que “el poder” de “dios” que “mueve”, más que “el poder” de “dios” que “sana”, etc. Como verbo es dibujado, sencillamente, (lo sencillo viene aquí a ser sublime) como una expresión de otro.


Hay quienes se enredan con los títulos de ese Jesús. “Hijo de Dios” entre otros títulos, viene a ser una expresión que nace, en quienes así lo nombraron, que se origina por la forma como le percibieron, estos títulos no describen su posición, no son un “inferior a” o un “igual a”. Notemos la forma como Pedro le percibe, mientras que los otros dicen que el Jesús percibido por Pedro es un profeta o maestro o cualquier otra cosa, Pedro responde con un “eres el hijo del dios viviente”, y Jesús lo alaba. ¿Por qué? Tal parece que la razón es porque Pedro no recurre a datos y tradiciones para responder, porque su respuesta no está viciada por el sistema que hasta ahora reclamaba suya la “interpretación” de la “escritura”. Pedro responde “desde adentro”, Pedro expresa su percepción no “atada a nada”, no “libertada a nada”. Es un “Hay algo aquí adentro, yo siento, creo, percibo que estas íntimamente ligado al “Padre”, al “viviente”, que eres lo que para un padre es un hijo”. Según la interpretación de Juan, del Jesús percibido, según el sentido que los llamados evangelios parecen tener en relación a la cruz y a todos los actos del Jesús, según la misma obsesión del Jesús, lo importante no es si su nombre es Jesús o Francisco, si es maestro o profeta, su nombre dejaría de ser, otros llevarían su nombre también, su profesión dejaría de ser. Pero los caracteres que conformaban la palabra que vino a ser, debían ser recordados, para así entender el lenguaje del cual él vino a formar parte, el lenguaje de otro. Así él es vestido de “evangelio”, no la “cruz”, no sus “enseñanzas”, no sus “milagros”, que fueron solo caracteres, como ya he dicho, de él.


El Jesús se cuidó como palabra, la pregunta es por qué, ¿a todas estas, su obsesión obedecía a qué propósito exactamente?


Yo sugiero, entre otras cosas, tomando en cuenta el contexto en el que esta pregunta me ha asaltado, que se cuidó de ser un “dios”, de ser “objeto de idolatría”, de desviar la atención hacia “su vida mortal”, hacia su “paso por la historia”, hacia “su nombre”, hacia “los títulos que nacían por la interpretación de la percepción de cada quien”. De echar a perder la “obra” y “propósito” como “palabra” de un lenguaje por medio del cual “otro” intenta expresarse. En este contexto la obsesión del Jesús ha sido burlada por los sistemas que irónicamente abrazan al Jesús de los evangelistas como bandera o fundador.


Mi objetivo no es “convertir a alguien a mis planteamientos”, solo abro el dialogo, y muestro mi apreciación, de la que declaro no es un pilar inconmovible de mis “creencias”. Es solo una apreciación mientras camino por estas veredas en busca de lo que aun no sé nombrar. Y esta dinámica de búsqueda me permite desechar, afianzar, escribir, borrar, sin sentirme amenazado. Por esta razón te invito a comentar con libertad en relación a lo expuesto.

viernes, 6 de noviembre de 2009

NOTICIA DE NOVIEMBRE...

Hago una pausa para compartir con Uds., amigos que me leen, una noticia que solo pudo ser en noviembre… Mi novela Rubia ha clasificado como una de las cinco finalistas dentro del concurso “Premio Grupo Nelson de Ficción 2009”. Con humildad les regalo dos párrafos de mi pequeña, y luego el link que los llevará a la pagina donde se publicaron estos resultados.

“No importa el mundo fuera de ella y el suyo se ha detenido, el futuro tiembla y se inclina junto al presente, el pasado reina y se burla; el espacio es un vacío reducido a la medida de los interrogantes, donde no caben sueños y deseos, donde muere la sonrisa y brota el dolor. En ella, el sol es odio inclemente que empaña el alma con su calor y el valle, es su corazón que llora la ausencia de la brisa”. (Pág. 6, Parte Primera).

“Sentada frente al río, Rubia escucha el agua cantar entre las rocas y disfruta de la brisa que recorre el valle. Cristal está a su lado, jugando con la tierra. Se siente tranquila, por primera vez en su vida. Tiene paz, y la saborea contenta. Este lugar, al que casi le tenía miedo, se ha convertido en uno de sus rincones favoritos, y le gusta pasar algunas tardes con su hija, para que lo conozca, y siempre tenga un buen recuerdo de él”. (Pág. 138, Prefacio).

Debo y quiero, siento y necesito expresar mi agradecimiento a Febe Mendoza, quien me acompañó durante el viaje y con paciencia se dedicó a la tarea de corregir continuamente el manuscrito, ella estuvo en la sala de parto. A mis amigos blogueros que tuvieron entre sus manos el manuscrito en sus distintas versiones hasta llegar a ser lo que hoy es mi pequeña Rubia, muchas gracias. Hay alguien especial de quien no creo sea un titiritero del mundo, cuyo nombre aun no aprendo a nombrar (como quisiera tener las palabras), de igual forma no necesita verse nombrado en esa nota pues aquí adentro desconociendo su nombre lo nombro a diario (y por ahora me limito a tantas cosas), en este momento siento repetir las palabras de aquel cansado anciano “El Ángel que me liberta de todo mal…”.

http://premiogruponelson.wordpress.com/

jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA DE NOVIEMBRE...

Beatriz, no sé por dónde comenzar y eso ya es suficiente para que entiendas en qué punto me encuentro. Sé que puedes entender si te digo que estoy donde no pertenezco ahogándome entre los qué habrían sido.

Tal vez deba empezar por aquella mañana cuando abandoné al niño que fui, en la ciudad donde fui. Mi ciudad, Beatriz, mi lugar, a donde espero volver y no entiendo por qué rayos no he vuelto. Tal vez es miedo, tonto y absurdo miedo que se convierte en un abismo sobre el cual no puedo saltar; miedo de encontrarme, de enfrentarme, de medirme, y finalmente aceptar que el tiempo ha pasado, que todo ha cambiado, que me he perdido en un trayecto tonto como tonto es este miedo. O tal vez es miedo a no saber cómo y por qué dedo manejar la realidad, descubrir que no hay control, que es obsceno pretender controlarlo todo, que no tengo las fuerzas, las habilidades, que no es necesario aun cuando sienta que lo necesito.

Presumo de libertad, pero la verdad soy esclavo de mis caminos, lo sé hoy, porque hoy necesito detenerme y no sé cómo, no sé cómo aceptar el cansancio y no luchar más contra él. Sueño de nuevo, Beatriz, de nuevo con aquel lugar, de nuevo con aquel niño y es una tortura despertar y ver el abismo, no saber reconciliar el pasado, no dejarlo morir o más bien asesinarlo. ¿Es necesario, Beatriz? ¿En qué punto percibimos el pasado como a un enemigo? ¿Por qué? Es absurdo, pero sigue siendo. En mi sueño me observo escondido, y lloro mientras me siento ausente, quiero tocar al niño pero siento pena de ser observado. Despierto escondido y llorando, con un sabor amargo.

Beatriz, cada mañana, sigo golpeándome contra la realidad, y voy escondiendo las cicatrices esperando que nadie pregunte cómo y por qué. ¿Has estado en se punto? ¿Has sentido que las preguntas duelen más que las cicatrices que aun sangran? ¿Te ha pasado que un simple y rutinario “cómo estas” te mueve y te deja en silencio? Respiro profundo cada mañana, me entrego a una rutina sorteada y solemne, intentando negarme, ignorarme, pero no es fácil, no logro concentrarme en estar distraído y me espantan fantasmas que sonríen frente a espejos y mares. Y pienso, hoy frente al espejo, ya es noviembre y nada pasa mientras todo va pasando. Aun en el vagón, Beatriz, aun en el último, esperando, envejeciendo, muriendo, contando el tiempo en reversa…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

PEQUEÑA Y FRAGIL.

Fuiste tú, pequeña y frágil, quien le dio grandeza y fuerza a mi mundo.

Tú y nadie más podría, inocencia y sabiduría, esencia sin vicios. Que sin palabras hablas a mi corazón y me haces cantar cada noche, vivir cada día. Tus ojos me llevan al lugar donde nace la magia y todo es posible. Pequeños tus ojos, firme tu mirada. De ti nada escapa, todo lo mueves, huracán cálido es tu mirada.

Yo me pierdo cuando me miras, me lleno de alegría, de alegría inédita y espontanea, verdadera, de esa que nunca tuve antes de ti que no volvería a vivir sin ti. Te extrañé siempre sin saberte, te quise siempre sin tenerte, y ahora que estás aquí eres la dicha que yo anhelé, que llegó a tiempo, que burló el tiempo. Que se hizo real y vistió de realidad todo cuanto he sido.

Y has venido a ser luz en tinieblas, disipando los enredos que intentan ahogarme. Tú eres mi hogar, ese por el que moría, ese que no sabía, pero que esperaba encontrar, y viniste a mí, dulce hogar donde reposo, donde el descanso es posible, donde soñar es grato. Y soy familia contigo, sin yugos, sin pesos, unidad que no se rompe.

Fuiste tú, pequeña y frágil.

martes, 3 de noviembre de 2009

TÚ, FUTURO Y NOVIEMBRE...

Veo el futuro mientras camino, mientras avanzo por estos senderos que se han abierto y que sé, me llevan a ti. Por eso camino, por eso avanzo, porque veo el futuro.

Me niego a aceptar el pasado tal cual quiere mostrarse, lo modifico a diario, juego con él, busco la forma de que apunte hacia ti, descubro o invento rastros de ti en el pasado, dirás que es una locura, yo digo que es desespero, desespero por ser quien debo y quiero ser y que solo seré cuando frente a ti descubra quien soy.

Ignoro el presente, sí, lo ignoro, lo sujeto a mi esperanza, renuevo su apariencia a diario, lo desecho e invento, construyo y derribo, lo hago inconstante, mutante, sin treguas, no hay punto medio ni salvedades, porque veo el futuro y no puedo aceptar menos que eso, busco entre las densas arenas del presente tus huellas, huellas frescas de tu rastro reciente.

Soy feliz viéndote en mi futuro, feliz se hace mi pasado y baila una canción de noviembre, de caminos y destinos, de búsquedas y encuentros, de esperanza alcanzada. Feliz se hace el presente que se llena de colores, que descansa de los andares, que se sienta a orillas de un mar amplio y bondadoso, que observa la luna cálida y legendaria, que abrazado con el pasado encuentra en la mirada del sol la seguridad de un futuro presente.

Y el futuro sonríe sabiendo que un día ya no veré el futuro, que un día el futuro mirará hacia nosotros, envidiándonos, queriendo ser más que futuro, tal vez pasado o presente. Y no veré más buscando el tiempo, mi mirada se detendrá en tus ojos, donde está escrito mi destino, más claro y con un lenguaje de otro mundo. Y me perderé a través de tus ojos en tu alma, allí mi orgulloso será nada, allí mis fuerzas serás tú, allí mi espera será frutos de ti. Serás anhelo cumplido, constantemente anhelado.
Tú eres el futuro que veo, tú eres mi mirada, el lugar de futuro. Y hoy me faltan las palabras para explicarlo, sé que un día, tú mi futuro, tú mi mirada, serás mi lenguaje, y en silencio te contaré de aquellos días en los que caminando veía en ti lo que ahora, siendo futuro, vivo contigo.


lunes, 2 de noviembre de 2009

SE ABREN NUEVOS CAMINOS LLAMADOS NOVIEMBRE...

Se abren nuevos caminos, ya lo sabes, es noviembre. Yo comienzo mi guerra, ya lo sabes, me duele estar tranquilo porque la tranquilidad me deja sentir que no estás aquí. Que solo te asomas, allá en la distancia, que solo envías recuerdos cuando la brisa de noviembre roza mi cara, recuerdos de un futuro alguna vez soñado, pronto compartido, al menos esa es mi esperanza.

Intento no dejar rastros, por si un día me rindo y quiero regresar, sé que si regreso estaría perdido, tal vez distraído, quizás jugando a vivir y esperando morir, edificando mañanas, pero perdido. Prefiero la guerra, opto por seducirte mientras camino, por buscarte, cazar tu sonrisa, buscar en los rincones de cada camino tu voz, tus ojos, tu rostro que grabaste aquí adentro y que le dan letras a este sentimiento que no podría describir ni en doscientos años más, pero que, feliz, haría el intento si llego a encontrarte. Aquel encuentro sería el inicio de una vida, una verdadera vida, yo te daría lo mejor de mí, aquello que guardo y custodio mientras camino.

Esta vez recorreré veredas no repetidas, tocaré la brisa a ver si descubro su lenguaje, sentiré la lluvia mientras cae y me perderé en su aroma, escucharé las canciones de la luna… Me alimentaré soñando con tus labios, con la dulzura de tus labios, con la sonrisa que dibujan tus labios, con los besos que robaré a tus labios… Y esperaré encontrarte, esta vez, caminaré como si este fuera el último camino que me queda, como si mis años llegaran a su fin y mis días se retiraran para siempre. Y ha sido ya larga la espera, lo sabes, pero voy a encontrarte lamentarás mi retraso en el camino, y reirás de solo estar entre mis brazos…

Se abren nuevos caminos, llamados noviembre, y voy con una vida aun sin estrenar, no quiero poderes, ni cielos azules, no quiero refugios, ni asientos en primera fila...yo ambiciono mas, apunto mas lejos...yo quiero tu amor, yo quiero amarte siempre despierto...