sábado, 29 de agosto de 2009

DESEO DE AGOSTO...

Que vengas aquí y borres este maldito cansancio que tengo en el alma. Pesa saber que no estás, duele intentar ignorarlo, duele el dolor, duele el cansancio que es dolor, duele el peso del cansancio, cansa el intento que es dolor, cansa el dolor que pesa, cansa el peso que duele, pesa el intento, pesa el dolor, pesa el cansancio, es que pesa saber que no estás.

No hay forma de borrar mi conciencia de saberte, no sé cómo saber no saberte; contrario a ello sé que pesa, que cansa, que duele. Y no quiero saber, no quiero peso, no quiero cansancio, no quiero dolor. Solo quiero que vengas aquí y te sientes aquí, a mi lado, borra este maldito cansancio.

¿Nadie te ha dicho que es agosto? ¿De nuevo lo ignorarás? ¿Hasta cuando este silencio? ¡Volveré a perderme entre los mares y tal vez ya no regrese! ¿Si luego soy yo quien lo ignora? ¿Si esta vez soy yo quien guarda silencio? ¿Qué tal si encuentro la forma de olvidarte? ¿Qué tal si olvido el camino de vuelta? ¿Y si aprendo a vivir con todo esto? ¿Y si aprendo a morir con esto?

¡Ven que quiero encontrar mi eternidad en ti! ¡Ven que no podré morir sin ti! Yo te dejaré ir si te cansas, solo siéntate a mi lado que no puedo engañarme creyendo que no volveré aquí, lo intenté mil veces y mil veces volví; no podré ignorar jamás el aroma de agosto que me habla de ti, no podré callar cuando, en agosto, de nuevo cansado sienta que ya te acercas, ven y siéntate a mi lado que no podré olvidarte, todos los senderos me hablan de ti… Ven que no aprenderé a vivir con esto, mientras más procuro aprender más te deseo.

CONTRADICCIONES DE AGOSTO...

Es como un río, agitado y profundo; como la lluvia, apresurada y airada. Es como el cielo, despejado, lejano y visible; como el sol, radiante, potente y caluroso. Es como el viento, rebelde, solitario, antiguo y misterioso; como el verano, puntual, triste, devastador y gris.

Es como la noche, densa y oscura; como mi mirada, cansada y melancólica. Es como un recuerdo, intocable, no re construibles y fantasmal; como mi alma, degastada, silenciosa y errante. Es como una promesa, incierta, frágil, dependiente, aplazable; como mis pasos, cortos, cuestionables, inútiles e infructíferos.

Es como la muerte, impredecible y no deseada; como mi espíritu, andariego e inconforme. Es como el fracaso, reprochable, lamentable, confuso; como mi sonrisa, apagada, inconstante, agobiada. Es como el futuro, impredecible, inseguro, imposible de sujetar, sin riendas; como mi camino, espinado, angosto, interminable y desconocido.

Es como mi sed que angustia y me mantiene despierto; como mi insomnio, sin descanso y sin treguas…

Así es agosto sin ti.

RUTINA DE AGOSTO...

Despierto temprano, antes de poder dormir y miro el espacio vacio que te pertenece que nunca has ocupado, pero que es tuyo. Juego contigo, sin que estés aquí, te leo mis poemas, te cuento sobre mis proyectos, sobre mis metas, y bajo la mirada en silencio al darme cuenta que solo está ese espacio. Pero sonrío en la soledad y ensayo las palabras que te diré en cada amanecer, me pregunto si me alcanzará la vida para decírtelas, es que son tantas, es que cada despertar sin ti son décadas de palabras que se van acumulando.

Sirvo el café, dos tazas, por si tocas la puerta y quieres acompañarme. Fuerte el café, apenas comienza el día y si acaso no vienes debo estar alerta en camino por si te veo, no quisiera dejarte pasar sin que me notes, no quisiera que pasaras sin notarte.

No escojo el camino, no confío en mí, solo avanzo. Si un niño me sonríe me detengo un momento para no adelantar mis pasos, sospecho que la sonrisa de un niño es como una señal en el camino que dice que también te has detenido. Luego observo el cielo, las mañanas de agosto por aquí son nubladas. Me siento en alguna plaza, tal vez sea el día de tu descanso y coincidamos queriendo reposar, buscando imágenes entre las nubes, escuchando los secretos de la brisa.

Platico con algún anciano, ellos podrían darme pistas que me lleven a ti. Escucho sus historias para tener más que contarte si al atardecer te encuentro. Imagino la vejez contigo, los dos sentados en alguna plaza, tomados de la mano, sonriéndole al pasado, contando nuestras historias a algún joven buscador de sueños.

Me levanto esperanzado, voy de regreso. Nunca por el mismo camino, sé que eres impredecible. Me detengo frente a un inmenso lago cuando ya atardece y veo el sol reflejándose entre sus aguas y me pregunto si estarás más allá, del otro lado del lago, si llegará el momento de cruzarlo.

Cuando cae la noche y vuelvo sin ti con la melancolía del alguna vez te tuve, reconstruyo mis recuerdo, creyendo que podría encontrarte en ellos. Saludo de nuevo tu ausencia, queriendo jugar contigo, y mientras la madrugada transcurre me pregunto cuánto tiempo más pasará.

jueves, 27 de agosto de 2009

LAMENTO DE AGOSTO...

Y yo presumo de fuerte frente a tu ausencia jactándome de sobrevivir sin ti mientras me desvelo formulando preguntas que me unen a ti. Lucho con todo, sin ánimo, contra las dudas que se esparcen y se reproducen queriendo conquistar mi alma y establecerse en un espacio que te pertenece.

Y yo que presumo de no dependiente mientras mi independencia descansa en ti. Flaqueo, me debilito, duermo, y al despertar me mantengo alerta por si dejas escapar un poco del perfume de tus labios, por si me dejas atrapar el sonido de tu risa. Me esfuerzo para no depender mientras en ti busco mis fuerzas.

Y yo que presumo de indiferente ante tu recuerdo mientras añoro el reposo que me diste una vez cuando con tus manos jugaba, cuando contigo bailaba. Reposo que fue mi origen, porque antes de ti fui otro, porque después de ti nació mi historia. Indiferente vuelvo a ti mi rostro sin encontrarte y mis ojos se pierden entre añoranzas.

Y yo que presumo de hábil, y mientras más trampas armo para protegerme más me enredo y me pierdo entre los susurros que le dan vida a los recuerdos que dejaste. Y ellos restringen mis presunciones, coartan, esparcen, desintegran. Y solo me queda n lamento que a veces llora y a veces ríe, lamento que a veces canta y otras grita, lamento que esconde señales, verdades, cifras, lamento que dice lo que yo soy, y lo que soy es nada sin ti intentando presumir.

ELIAS Y EL ¿DIOS? DE MUCHOS...

Durante años escuché sermones, así los llamaban con orgullo, basados en ese “pasaje bíblico” en el que Elías (a quien me vendieron como el “profeta de fuego¨) enfrenta a sacerdotes de Baal, un dios construido por hombres y que seguro sus sacerdotes nombraban con “d” mayúscula. Lo que hoy me parece curioso es que estos sermones señalaban el desempeño de Elías como protagónico y como la razón de existencia del “pasaje bíblico”, dando a entender que el ¿Dios? de ellos inspiró las Escrituras para resaltar a Elías y hacerlo un modelo para todo aquel que quiere figurar como un hombre de éxito dentro del sistema cristiano. Así se centraban en su desempeño para llegar a la definición del ¿Dios? de ellos, aun cuando yo sospecho que no tenían la menor idea de que en tales exposiciones dibujaban la imagen del ¿Dios? al que dicen servir.

Hoy, mientras recuerdo alguno de esos sermones se me hace obvio: el ¿Dios? que estos me dibujaron era uno del mismo calibre de Baal. La imagen que muchos proyectan de ¿Dios? es la de un ser amante de sacrificios, y este ¿Dios? de los sacrificios “respalda” a todo aquel que logra arrancarle las “señales y prodigios”, “señales y prodigios” son indicadores del apoyo de este ¿Dios? y el apoyo se traduce como éxito y actitudes que agradan a tal ¿Dios? Todo cuanto los servidores de este ¿Dios? interpretan lo hacen con esa formula barata: sacrificios + señales y prodigios= apoyo divino. De manera que la compañía de ¿Dios? y su “intervención” a “favor o en contra” son productos que resultan del esfuerzo humano.

Es obvio para mí, todo esto es un cuadro que nos permite ver el reflejo de un ¿Dios? cuyo atractivo es el “poder” y su poder está limitado a la capacidad humana, un ¿Dios? dependiente de sacrificios y esfuerzos. La imagen de este ¿Dios? es nociva para el hombre y es también útil para sus “representantes” en el intento de manipular a quienes “sedientos y cansados” se inclinan ante sus “coberturas”. Estos representantes por lo general ocultan móviles, se afanan por ser los más reconocidos, los más nombrados, “caciques” de parcelas, y utilizan la imagen de ese ¿Dios? para mantener un orden obsesivo en sus sistemas y para activar la voluntad de sus seguidores a merced de sus metas personales de “crecimiento y orden” variantes que les permite a estos “venderse” dentro del sistema como hombres de “éxito”. Nuestro Creador, tuvo cuidado de alertarnos sobre estos a través de los escritos de los apóstoles.

Según todo este ideal enfermizo y absurdo el fuego que cayó del cielo fue un producto del sacrificio de Elías al exponer su vida al riesgo de retar a los sacerdotes de Baal quienes eran apoyados por el régimen político de turno, sumado al cuidado que tuvo en la construcción y estética del altar donde presentó el sacrificio. Toman cada detalle para simbolizar aspectos que se deben tener en cuenta en el proceso de sacrificio. El argumento supone que un solo error, un descuido, una piedra mal puesta, un paso en falso del profeta Elías y no habría descendido fuego sobre el altar. Y ese mismo argumento es aplicado a los “pasajes bíblicos” en los que el Dios Real y Verdadero se presenta a sí mismo. Ya lo he dicho antes: “todo cuanto interpretan lo hacen con esa formula barata: sacrificios + señales y prodigios= apoyo divino”. Así predican con tono altanero que la sanidad del ciego Bartimeo fue el producto de su sacrificio al enfrentar a la multitud que servía de obstáculo entre él y el Cristo; de igual forma aseguran que la mujer del flujo de sangre “recibió” su milagro gracias a su osadía de tocar el manto de Cristo que suponía un gran sacrificio; para ellos el leproso que se le acercó a Jesús en Marcos 1: 40-42 logró desprenderle a ¿Dios? su sanidad mediante un mecanismo que supone su sacrificio: “Rogó e hincó la rodilla”, y he escuchado a muchos vender este modelo como una formula infalible para obtener “favores” de ¿Dios? siempre con la aclaratoria de que si falla es un problema de actitud humana o “no rogaste lo suficiente ni estuviste con tu rodilla hincada el tiempo necesario”, sencillamente “el poder” de ¿Dios?, el más grande atractivo de este ¿Dios?, depende del esfuerzo humano. Lo que reduce automáticamente, a mi parecer, tal atractivo a un chiste.

Ahora bien, si un Dios es dependiente del esfuerzo humano, si un Dios necesita de sacrificios para destellar poder entonces a quien se dirigió Elías no fue un Dios, pues quien consumió el altar con fuego lo hizo porque así lo había decidido ya, sin importar lo que Elías hizo o pudo haber hecho, ya Él había decidido hacerlo. Note usted mismo que en ese relato el llamado “profeta de fuego” conversa con nuestro creador y en su conversación u oración afirma haber actuado de esa forma porque Él (quien hizo descender fuego) así lo había ordenado. Su actuación no puede tomarse como un mecanismo o sacrificio, había recibido instrucciones y esto garantizaba que su actuación tendría resultado positivo, así que actuó confiado, el anuncio de los resultados pudo haberle inspirado la confianza y seguridad de que no correría peligro. Elías no tiene merito alguno en esta historia en la que quien la inspiró intenta mostrarse a sí mismo. La compañía de nuestro Creador no se mide por lo que llamamos “intervención”, o “prodigios y señales”, ya que lo que podríamos llamar “no intervención” sería ya una forma de intervenir si ya hemos presupuesto la realidad de su existencia. De insistir en que eso que llaman poder es parte de su atractivo tendríamos que concluir en que actúa por sí mismo y no actúa por sí mismo también, y su no actuación sería ya una forma de actuar.

Si Elías nos visitara hoy y escuchara hablar de ese ¿Dios? dependiente de los sacrificios y esfuerzo sin duda diría: “Ya conozco a ese ¿Dios?, en mis tiempos lo llamaban Baal, es un ¿Dios? muerto, hecho por hombres”.

miércoles, 26 de agosto de 2009

ORACIÓN DE AGOSTO....

Debo decirte que sigo aquí, tal vez lo sepas, aun así hoy quiero decirlo. Las razones se resumen en ti. No he tenido el valor de moverme, y sabes que es difícil para mí no moverme, pero lucho contra mí mismo y a veces me desprecio, y aun sigo aquí. Con mis manos sujeto el pasado, concentro mis fuerzas en ello, mantengo vivo el pasado, juego con el pasado, altero el pasado, lo reconstruyo. Y las promesas agonizan entre la neblina del futuro que se desvanece, pero les doy mi aliento, el poco aliento que me queda, y es que las promesas hablan de ti, me dicen que aquí estuviste y aquí volverás.

Los días bailan baladas, mientras mi alegría pierde su sensatez; la vida se viste de negro mientras es fructífero su intento de burlarse de lo que soy, y cenizas van cayendo entre mis pies, cenizas esparciéndose por los caminos que me niego a recorrer, que no recorreré sin ti. El porvenir esconde su rostro, es que ya conoció mi ira que no menguará hasta que aparezcas.

Si decides volver me encontrarás aquí, sentado, melancólico, acariciando la soledad mientras te espero, jugando el juego de la seducción con tu silencio, amando tu espacio a precio de muerte, protegiendo tus huellas con mi vida.

¡Si vinieras y vieras mis noches! Son cada vez más densas, entre ellas se han perdido mis palabras. Palabras que se desprenden como sangre de mis heridas, palabras que son humo que dice que un día pude tocarte, humo que habla de aquel fuego que ardía. Y mientras se me va la vida voy amenazando el progreso, voy armándome contra la evolución e intento paralizar el caos. ¡Si vinieras y me vieras! Llevo el peso de los años cumplidos, de los que apuestan contra mí,

Debo decirte que seguiré aquí, tratando, con desespero, con angustia, pero tratando. Me mantengo vivo en este abismo, le doy tonos, cuelgo en sus paredes retratos, dándole aire de hogar. He imposibilitado la huida, por si un día me traiciona la desesperanza disfrazada de oportunidades. Las quimeras se ensañan contra mí, rondan mi cansancio, pero no me rindo. Yo aquí, esperando tu regreso me alimento pensando que quieres volver, que sabes el camino de regreso, si un día lo decides ven y juntos pongamos a rodar el futuro.

MISTERIO DE AGOSTO...

Pasan los años por aquí, desfilan airosos, devastadores, pretensiosos; perforan marcas mientras me engaño a mí mismo y creo olvidarte; dejan huellas que quiero ignorar mientras irremediablemente las sigo y me llevan a ti.

Yo, iluso, negando serlo mantengo mis ojos abiertos para ver si te encuentro. Tú, ideal, apareces y te escondes para no dejarme dormir. Así van pasando los años por aquí, tú robándote mi aliento a cuenta de gotas, sin treguas, sin remordimiento; yo, creyendo ser fuerte lo voy entregando todo en cada batalla, en cada victoria que es mía y tu te llevas.

Ladrona de sueños, seduces mi historia y te llevas cada emoción dejado vacíos que me hablan de ti, que hacen viva tu ausencia e irreversibles mis pasos. En ti se unen pasado, presente y futuro y celebran la existencia, sin ti todo sería nada y pospones el encuentro burlándote de la vida, dándole espacio para llevarme a ti. Tú que eres ritmo, que presumes de árbitro; sin duda superior, sin miedo inferior, sin nada que perder te haces igual a mí. Y bailas riendo mientras yo confundido te siento y tiemblo, sin poder verte, y sin querer verte pregunto por ti.

Eres angustia cuando te pienso, tribulación de estar vivo, aflicción de saberte cerca sin saber dónde estas. Paseas a mí alrededor coqueta, te fundes en la densa oscuridad de mis noches, te fusionas con la claridad de mis días, despiertas mi sed, abates mi alma, amenazas mi espíritu. Eres caos que todo lo mueve, que todo lo enciende. Y yo, idealista, aunque niego serlo, sospecho que contigo volveré a nacer, y construyo teorías pensando que en tus brazos se esconde el secreto de mi eternidad.

Pasan los años por aquí, pesan, avanzan, a veces lentos y otras veloces, y sin tener tu imagen a veces creo verte, y voy sintiendo tu atractivo mientras la vida me dice que ya estas tan cerca.

PELIGRO DE AGOSTO...

Si te acercas un segundo no te dejaré ir, confío en mis manos aunque estén cansadas. He planeado en un segundo respirar tu aliento para darles vidas. Con mis manos jugaré con tu cabello mientras tú me dibujas una sonrisa en tu rostro.

Mis dedos caminarán por tus mejillas, tocarán tu sonrisa para recordarla mientras escribo mis historias en las noches que vendrán después de ti, junto a ti. En un segundo mis manos te hablarán al oído mil palabras que he guardado para ti, secretos callados antes de ti, que te pertenecen. Te hablarán en un lenguaje que es tuyo y es mío, un lenguaje que nunca nadie habló.

Si te acercas un segundo no querrás irte jamás. Confío en mis manos aunque hoy sientan la amargura del pasado. He planeado robar de la dulzura de tus labios en un segundo. Jugaré con tus manos entre las mías, mientras tú me muestras a través de tus ojos los silencios de tu alma, mientras aprendo a vivir.

Mis dedos correrán por tu espalda, dibujando la esperanza sobre ella, y medirán tu cintura para recordarla en las madrugadas que vendrán después de ti, junto a ti. Y te dibujaré un mundo antiguo donde viví alguna vez, donde fuiste un sueño, y sujetaré tu cintura para llevarte a ese mundo solo un segundo, no querrás volver. Verás dónde nace el sol, y jugó una vez el mar y la luna y verás el sendero de la brisa antes de desaparecer.

Si te acercas un segundo tienes que estar alerta porque en el descuido de un segundo podrías sufrir el peligro de mis manos.

viernes, 21 de agosto de 2009

TORTURA DE AGOSTO...

Estos días de agosto pasan lentos. Muy lentos, y son una tortura contra la desesperanza. Tu sonrisa gotea sobre mi alma y esparce su luz en mi oscuridad. Así desnuda mis temores que tiemblan de frío por el calor que me das.

Frustras mi dolor con esa mirada, esa, que altiva y tímida enmudece mi voz. Magia hay en tu mirada que aparece y se esconde, magia que asesina mis lamentos. Y sonríes mientras me miras, doble dosis tortura, doble dosis que destruye mi armadura.

Apuntas contra mis culpas y sin remordimiento disparas con tu dulzura. Contra mi amargura te ensañas y en un descuido me sorprendes con tus palabras.

Pasan lentos estos días de agosto y en cada minuto apareces tú, sin treguas te vuelcas sobre mi ira que dócil se rinde ante ti.

Haces doler mi corazón con tu alegría, generas el caos a mi confusión y en medio de la tormenta me quebrantas con tu ilusión. Así mis dudas se convierten a ti, creyendo en ti, confiando en ti; es que tu ilusión las vuelve absurdas.

Tú eres fuego que abraza, sin duda alguna, tortura contra la desesperanza.

jueves, 20 de agosto de 2009

CUENTO DE AGOSTO.

Se sentó a la orilla de aquel gran lago y sintió la lluvia caer. Las gotas parecían quebrar las calmadas aguas del lago, agitadas por un fuerte viento que nació en el sur, sobre las que se esparcía la imagen de la luna.

Tembló al pensar que del otro lado del gran lago que dividía su mundo estaba aquella imagen. Metió sus pies en las aguas y sintió que su alma y el lago eran uno solo. Las gotas de lluvia quebraban su alma, el viento agitaba su vacío, espacio de recuerdos de un futuro escrito y grabado en su alma. Miró la luna y desde el centro de su existencia un sentimiento se esparció dentro de él. Luego miró hacia el sur, alguna vez estuvo allí, no podía probarlo, pero allí sentado con sus pies sumergidos en el agua, lo sabía y no necesitaba probarlo. Era suficiente su nostalgia, su deseo, su vacío. Vacío que le hablaba de ella, de una tarde de agosto en la que el sol brillaría para ellos.

Se preguntó cómo, cómo podía llegar hasta ella, cómo podía alcanzarla, cómo tocarla. Y recordó el por qué estaba allí esa noche. Hablaron las heridas y supo que, aunque lo deseaba, no llegaría a ella. Cada herida era un argumento que imposibilitaba sus pasos: aquel gran lago no podría ser cruzado jamás y su mundo seguiría dividido.

Del otro lado ella, aquella imagen buscada por él e inalcanzable por sus argumentos, sentada también a la orilla del lago, con sus pies sumergidos también; ella era el sur y en ella nacía el viento, era su imagen la que se escondía en la luna, ella era el sentimiento que se esparcía dentro de él, era su dulzura la que goteaba desde el cielo y quebraba su alma y era su esencia la que agitaba el alma de él.

Ella abrió sus brazos y como una libélula proyectó desde el sur su imagen hasta el otro lado de su mundo, acercándose a él. Y él al verla se levantó, y cayeron los argumentos, huyeron las heridas. Se levantó y quiso tocarla, se levantó y caminó.

Era el atardecer del día siguiente, una tarde soleada de agosto, cuando caminando sobre el lago llegó al sur y la vio a ella que dejó caer sus brazos. Fue una tarde soleada de agosto cuando el mundo no estuvo más dividido, cuando un futuro escrito y guardado en dos almas se hizo presente.

miércoles, 19 de agosto de 2009

ME UNO A TU PREGUNTA CARO, ¿SE VALE?

Hablando en estos días de eso que ahora llaman ¿Dios? he leído este post de Carolina García, y decidí postearlo aquí, aun no termino con esta serie, en estos días no he parado de escribir y ya comenzaré a publicar al respecto, pero mientras unos guardamos silencios otros siguen gritando en las azoteas, y seguiremos, pues tal vez con gritos despertemos la conciencia de los hombres que han querido vendernos a un ¿Dios? muerto.
Lo ví pintado en la pared de un gran estacionamiento con grandes letras.
Lo escuché una y otra vez en las prédicas de la que era mi congregación.
Lo escuché en uno y otro congreso.
Lo leí en folletos, libros y materiales "cristianos":

"En la obediencia está la bendición"


Verán que aparece como una plaga si lo buscan en google: ahí está la fraseCita y sus derivaciones; todas colgadas de Deuteronomio y la lógica de la ley mosaica: si cumples, hay bendición y te va bien.
Pregunto:
¿Qué enseñan, trasmiten, piden por obediencia con esta fórmula?

¿Asistencia a reuniones semanales? ¿Congregarse?, ¿Acatar ciegamente lo que dice el liderazgo?, ¿Diezmar, ofrendar (y según la temporada, porque hay que ver que se plantea también la obediencia con tipo de cambio y varios ceros)?, ¿Hacer X en el caso Y, no hacer X´ en el caso Y´?.

La lógica es simplona:

Si pecas [no obedeces], no se te bendice [te va mal].Si haces lo bueno y no pecas [es decir, obedeces], Dios te bendice [te va bien].
Esa lógica no sólo es estúpida de un dios estúpido: es criminal. Duplica el abandono y la carga del que ya sufre, del que ya tiene adversidad, del que ya la pasa mal. Encima de todo lo padecido, la sugerencia que da esa logica es que hay culpa por lo padecido.
Microrrelato de un hecho concreto:
En un hospital, preguntaba una chica de 26 años próxima a entrar al quirófano: [después de estar semanas enteras internadas, con diagnóstico de cáncer, en la recuperación breve de una cirugía, con dolor por heridas, en un ambiente de hospital, contando el dinero, contando cómo se duelen sus familiares y más etcéteras].

"... tengo miedo… ¿eso, se vale?"

Si me permiten, pregunto:
¿Se vale que a punta del beneficio personal de uno cuantos se "venda" la idea de un dios cambalachista, de transacción y condicionalidad reglamentaria?
¿Se vale comunicar un dios que condiciona su bendición según las obras?
¿Se vale presentar a un dios que no admite de su hijos quejas, reclamos, enojos, dudas -es decir expresiones de humanidad-?

¡Eso es lo que no se vale!

Según escribieron: somos llamados a ser perfectos como nuestro Padre es Perfecto.Padre que hace salir su sol sobre malos y buenos, Padre que hace llover sobre justos e injustos.

Esa perfección no cabe en reglamentos y negociaciones del "bien-estar" a cambio del "bien-actuar". Es perfección que brilla en Su misericordia. ¿Que no es eso lo único que vale?

CONFESIONES DE AGOSTO...

Tengo un par de manos vacías, sedientas, cansadas. Que tiemblan en las noches frías, que escriben en las madrugadas muertas, que quieren componer canciones en las tardes soleadas, que lloran cuando te extrañan, que intentan dibujarte cuando es de día, Manos inútiles porque no estas.

Tengo un par de pies ancianos, que caminan insatisfechos, que buscan nuevos senderos, que quieren llegar a ti. Ellos aun viven por la esperanza y anhelan tu compañía. Piensan que tú eres reposo, agua de manantial que refresca los pasos, que eres destino escrito en lo profundo del mar. Pies ancianos con alma de niño, que se niegan a la quietud y el descanso. Pies infructíferos porque no estás.

Tengo un par de ojos trasnochados, marcados por la oscuridad y confusión, heridos por la claridad de tu ausencia. Que cazan historias en las miradas, que construyen imágenes de ti mientras te buscan, que sienten el peso de la vida sin ti, que se inclinan dolidos ante el deseo de ti, ellos quieren mirar el sonido de tu voz. Ojos ciegos porque no estás.

Tengo un par de oídos fracasados, afligidos, solitarios. Que piensan en ti a diario, que lamentan tu silencio, ellos se quejan de las multitudes. Oídos que le temen a la muerte y se mantienen alerta. Mueren por escucharte, confían en la magia escondida en ti. A veces duermen ilusos, queriendo encontrarte en mis sueños, te buscan entre canciones, creen poder leerte el alma y descubrir en ella el secreto de una vida larga. Oídos sordos porque no estas.

Tengo un par de labios cargados, llevan el peso de la soledad sobre sus espaldas, y agotados aun respira, labios tontos con tinta ilusión. Que no se doblegan ante la realidad, que me obligan a creer que tu eres la realidad, que contradicen mis argumentos con sus sentimientos, que guardan palabras para ti. Labios sellados porque no estás.

Tengo un alma hecha pedazos, esparcida por los rincones dentro de mí, vencida por los años pero dispuesta a renacer. Alma turbia por las contradicciones silenciosas, que jura haber vivido junto a ti, que se cree incompleta cuando te extraña, que jura sentirte sin que la toques. Alma que se desvanece a diario pero que permanece viva, creyendo que un día vendrás, y reunirás sus pedazos esparcidos y con tu dulzura los unirás a tu alma, tengo toda una parte de mí, incompleta, esperando que un día vengas a darle sentido a todo lo que soy.

martes, 18 de agosto de 2009

CARTA DE AGOSTO...

Quisiera tener palabras nuevas, es que no sé como expresarme cuando mi conciencia de tu existencia se hace más viva. De ti solo tengo un sentimiento grabado adentro, en algún lugar, en algún momento.

Mi memoria juega conmigo y asegura haberte visto, pero me esconde tu imagen y por más que busco no encuentro un solo destello visible de ti; aun así me dice que estas allí, dentro de ese laberinto de recuerdos impalpables, y yo quisiera describirte, darle forma a ese sentimiento que enciendes, pero no logro hacerlo. He llegado a pensar que esto que llevo adentro es solo un trozo del futuro que se esconde, que me regalaste y como un faro de luz me guía aun cuando me siento perdido.

A veces, esto que siento, lo llamo esperanza, así te siento, y así, algunas veces, te nombro. Y digo: “eres mi esperanza”. Aunque me suena tonto creerte esperanza sin tener nada de ti.

Me pregunto como podré reconocerte si llego a tenerte en frente y algo me dice que lo sabré en su momento. Pero no es fácil, no cuando duele la ilusión sometida a la experiencia, no cando la experiencia está sometida al fracaso, no cuando el fracaso se somete a la culpa. Y un ejército de sentimientos combate contra ti, pero sigues latiendo aquí adentro, sigues doliendo, y ese dolor me hace sentir vivo aunque muero, y ese dolor me dice que existes. Y cuando me dueles quiero tener palabras para razonarte, para convencerme de que eres real, para anclarme en ti, pero no lo consigo.

Es frustrante ser tan inútil, es angustioso. Y frustrado y angustiado te escribo convencido de que me lees, aun sin saberlo. Y me pregunto si podrías verte entre mis letras, si al leerme podrías venir y decirme: “soy yo, soy esa imagen que no ves en tu memoria, yo me veo en un laberinto y he salido a tu encuentro”. Pro me paralizo de miedo al pensar que no es posible, que no hay aquí una palabra, si quiera una letra, que te guíe a mi.

Podría compararte con el atardecer de esta ciudad que despierta mi melancolía mientras camino bajo un cielo soleado; podría decir que eres como mi niñez, felicidad invencible que ahora es recuerdo; o que eres como aquella tierra amada por el sol, emblema de mi regreso deseado; también que eres como agosto que despierta mis manos y me sorprende con cada elemento.

Pero siento que todo eso, y cualquier otra comparación es insuficiente y corta para describirte y para hacer que te veas entre mis letras. Así que solo puedo decirte que cuando te pienso, cuando pienso en esto que siento y que viene de ti, cuando pienso en ese recuerdo del futuro dentro de mí, en ese dolor por no tenerte, en esa frustración y angustia por o saber cómo nombrarte, solo puedo decirte que en esos momentos sé que eres real aun cuando no tengo palabras nuevas para describirte y hacerte saber que, si me lees, te busco a ti.

SI PUDIERA SERIA MI CANCIÓN DE AGOSTO...

A veces me siento tan inútil frente al recuerdo que intento conservar de ti. Es desesperante saber que podrías desvanecerte en mi memoria y convertirte en un espacio vacio que pudiera decirme que hubo un día en el que fuiste real y otro en el que fuiste recuerdo y ya no eres más que eso: un espacio vacío sin imágenes ni sonidos.

Angustiado intento pintarte sobre un lienzo, pero es inútil, no soy tan hábil y eso es frustrante. Entonces arde en mi alma el deseo de intentar componer una canción, una en la que el sonido de una guitarra haga eco de tus ojos, un sonido suave y melodioso, que refleje la nostalgia de tu mirada, mientras las notas vayan brillando en la oscuridad y así transportándome a un mundo dulce y tierno. Porque eso produce tu mirada, tus ojos negros.

Que el sonido de la guitarra me arrope como la noche que hay en tus ojos y me permita sentir la calma que un día proyectaste en mi con tu mirada, y me hiciste sentir todo lo bueno que hay en ti.

Quiero componer una canción en la que el sonido de un piano me permita sentir la suavidad de tus manos cayendo sobre mi alma, y así con mi alma tocar las yemas de tus dedos. El sonido del piano sería como tus caricias que limpian mi incredulidad, que me hacen cerrar mis ojos para sentirte, tus caricias, notas suaves que se esparcen en mi, que hacen ancho mi espíritu, que despiertan mi sed por la eternidad., porque junto a ti el tiempo sería insuficiente.

Se escucharía el sonido leve de un saxofón, discreto, sutil, como tu voz haciendo eco en mi corazón, llenándome de esperanzas, transformando mi ser, alegrando mi existencia.

Y la canción hablaría de ti, de tu alegría, de tu ilusión, de un mundo mejor donde todo es posible, donde estemos juntos, donde el recuerdo es presente constante, hablaría de un mejor mañana, de metas alcanzadas y vidas compartidas.

Si pudiera componer una canción para no perderte, pero no tengo la habilidad, y no quiero perder tu recuerdo que es lo único que me queda de ti.

sábado, 15 de agosto de 2009

NOCHE DE AGOSTO...

Ella es tímida y callada, su silencio seduce el alma mortal con sed de eternidad. Ella me mira de mil maneras y con cada mirada despierta mi melancolía que se ancla sobre su silueta.

Yo me pierdo mirándola a ella. Me transporta a su mundo oscuro; así es su claridad: un laberinto armado con su sencillez hermosa. Oscuro su mundo para mi alma complicada. Oscuro su mundo, tranquilo para mi espíritu enredado, oscuro su mundo de ilusión para mi corazón espinado.

Ella sonríe como una diosa, su sonrisa es tormenta de paz que paraliza mis pasos y confunde mi noción del tiempo. Mirando su sonrisa no sé si fui, si soy o seré. Y me detengo para intentar descubrirme en ella, y no puedo creer lo que de mí descubro en ella.

Ella es profunda y hermosa. Su profundidad juega entre mis manos y ahoga mis nostalgias que casi mueren por ella. Esparce mis letras que buscan reposo en ella y se hace intocable mientras juega conmigo. Es profunda, como la distancia que se hace inalcanzable, como la esperanza que se hace norte inagotable. Y hermosa me conquista adueñándose de lo que puedo ser. Es hermosa, tanto que duele, tanto que es caos.

Y sueño despierto para no perderme de ella un segundo y ruego que el amanecer no nos separe.
Ella es noche de agosto donde se cuelga la luna llena, donde los vientos soplan refrescando mi alma. Noche de agosto, fantasma que atormenta mi soledad y despierta el miedo a perder mis miedos.

viernes, 14 de agosto de 2009

FANTASMA DE AGOSTO...

Dedicado a una persona cuyo nombre no necesito pronunciar…

¿Quién eres y por qué te extraño?

¿Cómo es que mi memoria reclama tu presencia si nunca has estado aquí? ¿Cómo es que mi alma te necesita sin experimentar la dicha que pudieras provocar? ¿Cómo es que mis labios te lloran si no han probado los tuyos?

¿Cómo es que te busco sino me dejaste un rastro? ¿Cómo es que siento tu ausencia sin haber sentido el calor de tu cuerpo? ¿Cómo es que mis manos extrañan la ternura de tu rostro si jamás te tocaron?

¿Cómo es que tengo dibujos para trazar en tu espalda sin tener tus medidas? ¿Cómo es que tengo palabras para ti sin saber quién eres? ¿Cómo es que provocas este sentimiento sin que hoy tenga pruebas de tu existencia?

¿Cómo es que tengo pregunta sino sé si un día me escucharas? ¿Cómo es que mis ojos te nombran sin haberte mirado? ¿Cómo sé que si me abrazas me devolverías la vida sino te tengo cerca? ¿Cómo es que tengo tu olor si aun no te respiro?

¿Quién eres y por qué te extraño?

¿Por qué siento que ya estuviste aquí? ¿Por qué tengo tanta fe en lo que puedes hacer en mi alma? ¿Por qué sueño con la dulzura de tus labios? ¿Por qué veo en cada rincón pedazos de ti? ¿Por qué me siento adicto a tu cuerpo?

¿Por qué tengo la imagen de un millón de sonrisas que te pertenecen? ¿Por qué tengo tu silueta entre mis manos? ¿Por qué hablo con tu silencio en las noches de luna llena? ¿Por qué este sentimiento me dice que existes?

¿Por qué lanzo preguntas en la soledad? ¿Por qué tengo tu nombre grabado en mi alma si saber pronunciarlo? ¿Por qué quiero aferrarme a ti en mil abrazos? ¿Por qué el olor a lluvia me atrae a ti? ¿Por qué me seduce el sonido de tu voz sin haberte escuchado?

¿Quién eres y por qué te extraño?

Hoy, más que nunca, siento que eres real y que en algún lugar, y en algún momento naciste para mí. Y estos vientos de agosto se unen a la luna de agosto para proyectar en mi alma el fantasma de quien tú eres.

jueves, 13 de agosto de 2009

LUNA DE AGOSTO.

Veo la luna, hoy se detuvo frente a mí… La veo y lloro porque en ella se reflejan millones de historias que quisiera contar.

Luce plateada, como la sonrisa que espero ver un día en tu rostro mientras me dices que siempre estuviste aquí, que me esperabas cada noche, que también veías la luna.

Luce llena como mis manos, llenas de caricias que son tuyas, que esperan encontrarte y vaciarse en ti.

Y yo frente a ella luzco cansado y triste, porque ha sido largo el camino, porque he sido derrotado en mil batallas, porque no estás aquí a mi lado.

Aun así sonrío, porque frente a la luna el cansancio va desvaneciéndose, porque la tristeza danza al ritmo de una canción de esperanza que es tuya y es mía.

Sé que un día te veré, y juntos, bajo un cielo despejado, frente a la luna llena y plateada cantaremos nuestra canción, y desde ese momento, juntos, escribiremos un millón de historias.

ALMA Y ARGUMENTOS.

Turbia, así es el alma de quien se niega a aceptar que encontró lo que se niega a buscar.

Lo comento porque no puedo callarlo.

Es que esta noche mientras intento escribir golpean recuerdos que confunden mis manos, es que esta noche se desbordan sentimientos sujetos a la negación de la búsqueda y el encuentro.

Inútiles son los argumentos que mantienen a salvo a quien irremediablemente ha vivido perdido en la seguridad de un equilibrio absurdo y sin sentido; inútiles son, según el propósito por el cual se les ha creado. Y se convierten en brújulas útiles en sentido opuesto.

Tiembla la tranquilidad del alma distraída, cae la falsa estabilidad del razonamiento que por ser lógico atentó contra la esperanza sin ser desesperanza.

Y no intento darme por entendido, solo distraer al alma turbia de la realidad que representa la caída de sus argumentos.

ESTOS VIENTOS DE AGOSTO...

Estos vientos de agosto…

Uno nunca sabe.

A veces suaves y cálidos, otras veces recios y fríos.

Sujetos a nada, solo a la suerte que no puede ser sorteada.

Es que uno nunca sabe que traen consigo y es mejor no saberlo y enfrentar con un quien sabe la batalla contra los esquemas de la memoria.

Agosto, mes de luchas inciertas, mes del reposo distraído, mes de vientos que soplan y despiertan sentimientos dormidos. Y el alma despierta intenta no sortearse a la suerte mientras pretende sujetarse a ella.

La suerte, un payaso que llora, un niño hambriento que ríe, viento que se te escapa de entre las manos cuando nunca lo atrapaste.

Alma, que se rinde ante las caricias recias y frías, que se agita por el toque suave y cálido.

Agosto, una mujer linda y adolescente que sonríe con ilusión, una niña que te mira con alegría que duele, que baila jugando mientras extiende sus manos.

Estos vientos de agosto… Que soplan en el alma y todo lo remueve, que te hacen chocar contra el destino y ponen en jaque a la soledad y el silencio.

Soledad, compañía grata que desespera, abismo que asciende…

Silencio, espacio infinito que se hace hondo mientras te pierdes al encontrarte.

Estos vientos de agostos que juegan conmigo mientras se esconden dejando rastros que me seducen… Y yo me pregunto a donde van estos vientos de agosto que ya termina.

Y sopla el viento que no se cansa y acaricia el alma que se esparce a todas direcciones al ritmo del viento.

miércoles, 12 de agosto de 2009

SED DE TI...

No es ira lo que llevo dentro y tú lo sabes. Yo podría callar y conformarme con que lo sabes, pero estoy cansado de guardar silencio y tengo la esperanza de que al escucharme te animes a romper el silencio. Es que necesito escucharte hoy.

Hazme recordar esta noche, porque yo no puedo olvidar más, el espacio de mi olvido está lleno y ahoga. Las dudas forman un ejercito que ya ataca y viene con todo, no quiero esconderme, no me importa perder otra de mil batallas ya perdidas.

He aprendido a no temerle a las heridas, tampoco le temo a tu silencio. Y sé que me entiendes, yo podría conformarme con entender que me entiendes, pero estoy cansado de solo entender y tengo la esperanza de que al ver mi confusión te animes a explicarme. Es que necesito escucharte hoy.

No es dolor lo que llevo dentro, aunque duele esto que llevo, podría callar y no admitir que duele pero estoy cansado de hacerme el fuerte y tengo la esperanza de que al verme débil decidas tocarme. Es que necesito que me toques hoy.

Hazme sentir que sigo vivo y vale la pena vivir. Es que el tiempo perdido se acaba y no tengo más nada que perder. Y mis perdidas se reúnen y planean venir a burlarse, no me importa una burla más, aprendí a reír con ellas, tampoco le temo a tu ausencia, lo que sucede es que quiero sentirte.

Ven y acompáñame en esta batalla contra las dudas, ven que yo sospecho que es la última. Ven y riámonos juntos de estas burlas. Ayúdame a construir los recuerdos. Sé que si vienes, si me hablas, si me tocas, esto que llevo dentro se calmará. Ven que no es ira ni dolor. Y sé que lo sabes, y podría conformarme con saber que lo sabes, pero hoy te lo diré para ver si te animas a venir; ven que tengo sed de ti.

EL ¿DIOS? DE SISTEMAS...

A veces, cuando es necesario dentro de lo innecesario, digo que soy un ex cristiano intentando seguir a Jesucristo. Y no soy el primero ni el único que lo dice. Me sorprendió haber leído hace algunos meses un artículo escrito al respecto escrito por Claudia Lama, a quien considero mi amiga. Y siempre que digo que soy un ex cristiano intentando seguir a Jesucristo siento la motivación de recomendar el blog de mi amiga.

Lo menciono hoy porque el cristianismo ha reclamado, y así lo ha declarado, tener la razón en cuanto a toda cuestión de ¿Dios? El cristianismo se ha autodefinido como un movimiento fundado por el Cristo, teniendo en cuenta que ese Cristo es el Hijo de Dios y el movimiento dice “seguir al Cristo Hijo de Dios”. Si le preguntas a una persona que ha sido formada dentro del cristianismo por qué sigue al Cristo Hijo de Dios te responderá de la forma más natural: “porque es la salvación”.

Aclaro, el presente artículo no tiene como objetivo atacar a ninguna de las denominaciones o representantes del cristianismo en general, sino mostrar un defecto que ya no debe ignorarse más y que deforma en el hombre la imagen del Creador y lo reduce a la posición de un ¿Dios? más. Entiendo que algunas personas en el lugar de “cristianismo” leerán con la figura de ¿Dios? en sus mentes, y sentirán que mis argumentos atacan al ¿Dios? del cristianismo. El ¿Dios? del cristianismo parece estar ligado y dependiendo del cristianismo mismo, así que atacar al cristianismo y mostrar sus defectos es ciertamente demostrar que la imagen que han dibujado de ese ¿Dios? es una distorsión “grosera” del “Yo Soy” que inspiró las Escrituras y que además se hizo hombre.

El cristianismo ha venido a ser un sistema del que se desprenden doctrinas, dogmas, o más bien doctrinas dogmaticas, ideas, principios y una serie de “artículos” más que rigen directa o indirectamente a todo aquel que se encierra dentro de ese sistema en el que nada puede ser cuestionado aun cuando todo es cuestionable. Es un sistema opresivo, una vez dentro el individuo interna una serie de argumentos prefabricados y éste siente la necesidad de mantenerse dentro del sistema para continuar con vida y agradar al ¿Dios? del sistema. Yo he llamado a ese sistema “mundo de cristal”, y en mi blog personal hablo en algunos artículos con más detalles sobre las razones por las que debe ser considerado un mundo de cristal.

El mayor de los problemas, y es el que me motiva a escribir este capítulo, es que las doctrinas, dogmas, ideas, principios y todo el conjunto de “artículos” dentro del cristianismo han sido creados para resguardar la imagen de un ¿Dios? moldeado al sistema, así el sistema se divorcia de la necesidad de encontrar al Verdadero y Único y abraza más bien la oportunidad de presentar al ¿Dios? que se han creado, cuya imagen les ayuda a mantener vivo el sistema.

La salvación es dentro del cristianismo la idea central y la herramienta más útil para el adoctrinamiento. El individuo acepta como cierto e incuestionable todo el conjunto de “artículos” creados porque estos aseguran la garantía de la salvación. El ¿Dios? del sistema es entonces un ser cuyo único valor es “salvación”. Y como los artículos vendidos dentro del cristianismo son presentados como extraídos del “corazón de su ¿Dios?” todo lo que éste ¿Dios? ha generado ha sido para cumplir su única razón de ser: la salvación.

La salvación garantiza la vida eterna. Y así ¿Dios? pasa a segundo o cualquier otro lugar. Todo cuanto el individuo debe hacer, lo debe hacer pensando en la salvación y vida eterna. Dentro de ese sistema la Escritura inspirada ha sido inspirada por supuesto por el ¿Dios? del sistema y es un laberinto que lleva a la salvación y por lo tanto a la vida eterna. Salvación y vida eterna dentro de ese sistema son elementos externos a ¿Dios? Entiendo que por esta razón la gracia se hace insuficiente o modificable. Pues de ser suficiente o de ser tal y como es el sistema perdería su sentido y su ¿Dios? también. Así la gracia, cualidad del Verdadero y Vivo, es contradictoria dentro del cristianismo.

Todo esto nos lleva a formular una pregunta: ¿Es necesario seguir a Cristo en nuestra búsqueda y necesidad de conocer al Creador? Es necesario seguirlo, y para seguirlo no es necesario “hacerse cristiano”. Es necesario seguirle entendiendo en primer lugar que seguirle es intentar conocerle, es iniciar y mantener una relación. Es necesario seguirle entendiendo en segundo lugar que Jesucristo es el “Yo Soy” que se le presentó a Moisés. Y así al someter al ¿Dios? de sistemas ante la persona de Jesucristo encontraremos que tal ¿Dios? es un ¿Dios? muerto, de ficción. Este Jesucristo, el “yo Soy” hecho hombre, nos da el sentido correcto de la Escritura e incluso de la “salvación y vida eterna” y ese sentido rompe con el empeño del ser humano de crear sistemas para alcanzar “salvación y vida eterna”. Jesucristo dice: “Escudriñad las escrituras porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna y ellas son las que dan testimonios de mi”.
No sé si pueden notarlo, pero esas palabras colocan todo en su orden. El asunto de la salvación y vida eterna que es considerado un elemento externo a ¿Dios? que debe alcanzarse mediante el cumplimiento de una serie de requisitos que forman parte de un supuesto plan es colocado aquí dentro de Jesucristo que es el Creador hecho hombre. Es decir, Jesucristo no niega que en ellas (Escrituras) está la vida eterna, aun cuando aclara “a vosotros os parece”, pero aun así afirma y concluye en que “ellas son las que dan testimonio de él”. Si en ellas hay salvación y vida eterna es porque hablan de él. Él es el tema central de la Escritura. La salvación y vida eterna es parte de su atractivo, por lo tanto la forma de hallarlas está en él, no en sistema ni en ningunos de sus “artículos”. Está en su ser, así como la gracia misma está en él y no se desprende de él.

El Creador no es un ¿Dios? de sistemas, y ni la persona de Cristo ni la Escritura inspirada fueron intentos por crear sistemas, por lo tanto aceptar que para conocerle es indispensable y extremadamente necesario “ser cristiano” es desde ese momento salir al encuentro de un ¿Dios? hecho por hombres.

martes, 11 de agosto de 2009

MUCHO MAS QUE UN ¿DIOS?...

Hoy quiero aclarar a quienes vienen leyendo la serie que estos artículos no tienen como objetivo culpar al Creador de los cielos y la tierra de la muerte de mi abuela, ni de los infortunios propios o ajenos. Tampoco negar la existencia de un Creador, de alguien superior que se hizo hombre y se nos mostró de diversas formas, entre ellas a través de la persona de Jesucristo. Lo aclaro no por tener la necesidad de hacerlo, es decir, no intento cuidar mi imagen o dar excusas, como me dijo hace poco un hombre a quien considero mi amigo “estoy sano en salud”. Lo aclaro más bien para que los objetivos de esta serie puedan lograrse en quienes leen, y en quienes leen con cierto prejuicio.

Continúo. Los infortunios vividos y vistos en quienes me rodean causaron en mí, en cierto tiempo, confusión, decepción y frustración. Estos sentimientos surgieron en mí como consecuencias de mis creencias relacionadas a ese ¿Dios? que me pintaron y que yo, iluso y fanático, acepté sin cuestionar nada. Pero estos sucesos despertaron mi sed, o mejor dicho: me hicieron más consciente de mi sed. Y esta sed me llevó a caminar, a emprender la búsqueda de agua para saciarme. Me obligó a salir del conformismo que me hacía aceptar todo cuanto vendían sobre ese ¿Dios?, hecho por hombres. Me di cuenta que hablar de Él como un ¿Dios?, según la imagen que me había construido de un ¿Dios? incluso con “d” mayúscula, no era hablar de Él, no era hablar del Creador, del que se hizo hombre. Este conflicto me llevó a preguntarme ¿sino es un ¿Dios?, y no es un humano, si tampoco es una cosa, entonces qué es?

Para entonces tenía claro que debía percibirlo y buscarlo como a “alguien” y no como a “algo”, como alguien no humano y tampoco ¿Dios?, repito: según la imagen que me había construido de un ¿Dios? incluso con “d” mayúscula.

Encontré una confusión parecida en un hombre llamado Moisés, de quien se habla en las Sagradas Escrituras.

Cuando el Creador, el ¿Dios? Verdadero, el que se muestra así mismo en las Escritura, el que Vive, es decir, el que no depende de nuestro raciocinio para vivir, el que Existe por sí mismo, cuando Él comisiona a Moisés para la tarea de libertar a los hijos de Israel, Moisés se preguntó y le preguntó a Él: “Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé?”.

Sabía que era real quien le hablaba, porque le hablaba, pero cómo le explicaba a sus paisanos sobre la existencia de aquella voz. Es curioso porque Moisés pudo obviar ese asunto y conformarse con dibujarles la idea de un ¿Dios? “zarza ardiendo en fuego”. El dibujo pudo haber sido atractivo para los suyos. Sin embargo, Moisés sabía de dioses, e incluso tal vez de dioses con “d” mayúscula, y aquel que hablaba no se sentía ni lucía como un ¿Dios? de esos conocidos.

La respuesta de aquella voz fue la que me llamó más la atención en ese pasaje. Él respondió a Moisés: “Yo Soy El Que Soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo Soy me envió a vosotros”.

No lo envió una “zarza ardiendo en fuego parlante”, ni siquiera una voz, lo envió alguien que Es, alguien con identidad definida y no dependiente del tiempo, es decir, alguien que no depende del pasado, presente o futuro. Cuando leemos que “Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos”, no debemos pensar en que esas palabras nos revelan una formula para conocer el patrón de ¿Dios?, no se trata de sus actos, no nos dice que como Él “obró” así Él “obra” y “obrará”. Esas palabras nos hablan de Él, de su identidad que no está sujeta al tiempo.

Ningún ser humano puede afirmar “yo soy”, sin obviar que su identidad y todos los elementos que la componen cambian constantemente de acuerdo al tiempo que transcurre, y que incluso su comportamiento dependerá de su identidad. Cuando fui niño yo era como un niño porque fui niño, cuando fui joven yo era como joven porque fui joven, cuando soy adulto yo soy como adulto porque soy adulto, cuando sea anciano seré como anciano porque seré anciano. Y en cada etapa vamos cambiando, y lo que somos irá dependiendo de muchos factores que están sujetos al tiempo. El Yo Soy es un ser no dependiente ni sujeto a nada.

En este sentido hablar de quien inspiró las Escrituras, de quien se hizo hombre manifestándose en la persona de Jesucristo, es hablar del Yo Soy, llamarlo ¿Dios? sería acertado siempre y cuando estemos consciente que no es un ¿Dios? sujeto a “leyes” que ya a “lanzado al mundo”, que tampoco es un ¿Dios? comprometido “a su palabra”, es decir, no es ese pobre ¿Dios? que se hace atractivo a sí mismo queriéndose mostrar como una especia de genio. No es un ¿Dios? comprometido con un sistema al que quieren llamar “¿Dios? de orden” (luego hablaremos de ello). Llamar ¿Dios? al que Es, sería hacerlo entonces consciente y aclarándole a quienes nos escuchan hablar de Él que no es un ¿Dios? hecho por hombres y esquemas.

Por esta razón yo prefiero decir que no es un ¿Dios?, para mí es mucho más que eso que ahora llaman ¿Dios?

Si nos vamos entendiendo, entonces continuemos en esta búsqueda. La serie continua.

DOS SIGLOS...

Ella lo miró directo a los ojos e intentó descubrir los por qué de un misterio, y él estaba seguro que jamás lo descubriría. Él no esquivó su mirada, su alma: impenetrable y sin miedo.

Pensó que antes de poder descubrirlo ella tendría que enfrentar mil huracanes, atravesar un millón de desiertos, sufrir tempestades, ser víctima de la sequía. Y en un minuto definitivamente ella no podría saberlo. Mientras cruzaban su mirada él sí pudo ver dentro del alma de ella, conocer sus secretos, secretos que solo una criatura de dos siglos podía descubrir en un minuto.

Ella confusa preguntó por qué. Y él sonrió antes de responderle. Y tras una pausa, luego de acariciarle el rostro le dijo:

-Tendrías que vivir dos siglos.

Ella esquivó su mirada. Él lo lamentó, y sin sospecharlo la escuchó decir mientras la veía levantar el rostro y mirarlo de nuevo a los ojos:

-Viviré dos siglos.

Su alma se hizo vulnerable y sintió el alivio de un miedo que jamás, en dos siglos, había sentido.

sábado, 8 de agosto de 2009

DE LA MANO DE RUTH...

Ruth es una buena amiga con la que a veces tengo el grato placer de encontrarme, acostumbra a publicar en su blog EXODO: La llamada del desierto. Hace unos días me envió este cuento y no pude evitar pedirle que me permitiera publicarlo aquí para compartirlo con mis visitas, así que de la mano de Ruth LA NINFA Y EL GUERRERO.


Había una vez una ninfa que vivía en un valle frondoso lleno de alegre vegetación y adornado por un río que daba vida a aquella bonita estampa en la que siempre era primavera.

La Ninfa vivía sola en su valle, y apenas era visitada por algunos caminantes, ya que antes de llegar al valle había que atravesar el abismo de los dragones, y sólo unos cuantos osados conseguían llegar hasta allí; eran aquellos que al pasar y ver la hermosura de aquel rincón les entraban unas ganas irrefrenables de instalarse junto con la ninfa, pero desgraciadamente siempre acababan marchándose después de saciar su hambre y su sed, porque aquel lugar acababa antojándose aburrido a fin de cuentas.

Sucedió una mañana que la ninfa estaba lavándose los pies en aquel río, cuya agua cristalina devolvía el paisaje verde de la vegetación, que de repente, sin haber escuchado tan siquiera unos pasos al acercarse, vio reflejada una imagen junto a la de ella en el agua. Entonces la ninfa, lejos de asustarse, posó su profunda mirada sobre el reflejo de aquellos ojos oscuros que la miraban desde el agua; durante un instante en el que los relojes dejaron de marcar todas sus horas y se inmortalizó el tiempo, la ninfa vio pasar ante sí las muchas cicatrices de todas las batallas libradas por aquel guerrero. Pero ella mejor que nadie sabía, que el mejor bálsamo para curar todo tipo de heridas, era el amor, el cariño y la ternura; y de eso ella tenía mucho que ofrecer a aquel guerrero que seguía hipnotizándola desde el agua.

El guerrero acogió con agrado las muchas atenciones de aquella bella ninfa y empezó a sentirse mucho mejor al recobrar todas aquellas cualidades de antaño. Y en sus ojos volvió a brillar aquello que llaman “esperanza”, algo que había perdido batalla tras batalla por mucho que algunas hubiesen terminado en grandiosas victorias.

Los días pasaban y el guerrero se sentía feliz, optimista, confiado, alegre y lleno de vida; y la ninfa descubrió que a medida que iba suavizando las heridas de su amado guerrero, iban cicatrizando las suyas propias; heridas que ella misma tenía escondidas en el fondo de su alma, heridas que nadie había osado descubrir jamás, pero que aquel intrépido guerrero llegó a vislumbrar y a recubrir con el mismo bálsamo, que de la ninfa, había aprendido ha elaborar.

Y así sucedió que aquella ninfa, que era algo marisabidilla, consiguió comprender que aquel guerrero no estaba allí para sanar sus propias heridas, sino para curarla a ella y con ello rescatarla de aquel destierro sin fin, al que voluntariamente se había entregado.

EL ¿DIOS? MECANICO...

Durante mucho tiempo me enseñaron, y yo quise aprender, que la Biblia era la “garantía del creyente”, “la regla de fe”, una “enciclopedia de sanas doctrinas”, un “conjunto de formulas”. Según algunos, y son muchos estos algunos, el ¿Dios? que inspiró lo que llamamos Sagradas Escrituras es, al parecer, un ¿Dios? mecánico.

Repito: lo que llamamos. Aunque duela y aunque los algunos que todo lo encajonan se nieguen a entender que es importante aclarar en ciertos casos que mucho de lo que afirmamos es sencillamente lo que llamamos. ¿Estoy negando que eso que llamamos las Sagradas Escrituras ha sido inspirada por quien creó los cielos y la tierra? No, simplemente estoy diciendo que según algunos “lo que” inspiró eso que llamamos las Sagradas Escrituras fue un ¿Dios? mecánico. (Y note que digo “lo que” espero hacerme entender a continuación).

Muchos han decidido creer que esa cosa, ese “lo que” y no “el que”, lanzó un montón de leyes que se rigen por sí solas y así el ¿Dios? mecánico puede atender los cantos angelicales con títulos “tres veces santo” y no se distrae con los asuntos humanos, evitando contaminar su divinidad.

¿Quieres presentarte delante ese ¿Dios? mecánico?

Sencillo, descubre los misterios de sus formulas, asciende al nivel tres en el que serás perfecto y merecedor de su atención.

¿Quieres un favor de ese ¿Dios? mecánico?

Más sencillo aun, puedes elegir entre ayuno, clamor, vigilia o pactos. Intenta con la ley “siembra y cosecha”, esa es una forma infalible y si falla el defecto está en ti.

Pero ni se te ocurra verlo como alguien, pues está claro que no es alguien, es algo. La idea de conocer a ¿Dios? para quienes lo ven tan mecánico es impensable, ridícula e innecesaria. Es perder el tiempo. De cualquier forma en este caso no piensan en conocer sino en descubrir y la única forma de descubrirlo es otra formula: analiza sus actos, descubre el esquema “bíblico” de su actuación. Tal y como se puede conocer un objeto mecánico. Y como es el mismo ayer, hoy y por los siglos conócelo por su ayer registrado en las Sagradas Escrituras. Y es que la forma en la que percibimos a ¿Dios? define la forma como interpretamos lo que produce (pero en este caso, en el caso del ¿Dios? mecánico, lo que ha producido, ya no produce todo es consecuencia de aplicar correctamente las formulas inspiradas).

Lo que queda por decir lo diré en otras oportunidades, por ahora para culminar postearé una carta que le escribí a mi madre hace ya algún tiempo y que guarda relación con lo dicho anteriormente. A pesar del avance en el camino en estos años en algunas de las siguientes líneas, he decidido postearla sin modificaciones, (solo obviando algunas líneas de la carta) excepto los signos de interrogaciones en el caso de ¿Dios?

“…Madre, la Biblia no es la regla de fe del creyente, ni un conjunto de formulas, mecanismos o sistemas. La Biblia es el testimonio de ¿Él? Es un espejo del Verdadero. No es la garantía de cómo actuará, es su eco llamando nuestra atención, intentando pararse frente a nosotros diciéndonos: “Quiero que sepas que Yo Soy, conóceme, tengamos una relación, una real, dejemos a un lado ese asunto de lo que yo puedo hacer, dejémoslo en segundo lugar. Soy más de lo que puedo hacer, muero por ti porque te amo, me hago hombre no porque puedo hacerlo, no para impresionarte con un nacimiento virginal, sino porque Soy amor, porque quiero que me toques, que me veas llorando, caminando, porque Soy”.

…Pienso que por eso a veces nos enredamos con las supuestas contradicciones de ¿Dios?, porque queremos definir sus actos y a través de ellos conocerlo. La “fe cristiana” ha generado numerosas doctrinas y pretendemos que nuestra comprensión de lo que llamamos ¿Dios? dependa de ellas, y lo peor es que ¿Dios? parece no ajustarse a todas ellas… Así hemos ido diseñando un ¿Dios? de acuerdo a las doctrinas que surgen del intento de interpretar sus actos, por eso tantas incongruencias. Las doctrinas pretenden mantener a salvo un sistema… Y ¿Dios? sigue allí, siendo el que es. Y sigue el eco de su llamado original.

Madre hemos intentado conocer a ¿Dios? mediante los planes que hemos creído descubrir, hemos deformado la imagen de ese ¿Dios?, hemos generado otros ¿Dios?...”

viernes, 7 de agosto de 2009

EL POBRE ¿DIOS?

En los locales conocidos como congregaciones cristianas, los que están por este lado del sur, les temen a lo que ellos llaman “canciones mundanas”. Y no voy a hablar de eso porque sinceramente me agota el tema, es que me parece tan tonto escuchar a un joven decir, como si fuera un experto en el asunto, que no escucha músicas “mundanas” porque contienen mensajes subliminales, por supuesto lo dice sin tener la menor idea de la amenaza de lo que llaman “canciones cristianas” que venden doctrinas realmente peligrosas.

De verdad me agota el tema, que si fulano de tal es “fuera de orden” porque escucha a Bocelli, que si la estación radial fulana está “descarriándose” porque un tal Gusmar tiene un programa en el que coloca temas de Tiziano, y tantas tonterías más. Y da pereza detenerse a explicarles tantas cosas que de plano no quieren entender y menos escuchar. Solo por ejemplo, y aquí cierro este asunto, ¿qué tal si eso de los mensajes subliminales no es más que una estrategia del mercado “cristiano” para desplazar las ventas de producciones que ellos no consideran cristianas entre los creyentes y así posicionarse en las esferas cristianas? Es solo un ejemplo de lo que podríamos pensar respecto al tema. Allí lo dejo y voy a lo que me interesa hablar.

Comento todo esto porque cuando la bautizada, en los locales llamados cristianos por este lado del sur, “diabólica” Shakira lanzó su tema “Octavo día” sonaron las alarmas en los escenarios cristianos.


Les dolió la frase: “…Quién se iba a imaginar que el mismo dios al regresar iba a encontrarlo todo en un desorden infernal Y que se iba a convertir en un desempleado más De la tasa que anualmente está creciendo sin parar...”.


Les dolió la frase: “...Si a falta de ocupación o de excesiva soledad Dios no resistiera más y se marchara a otro lugar Sería nuestra perdición, no habría otro remedio más Que adorar a Michael Jackson, a Bill Clinton o a Tarzan...”.


Pero lo que más les dolió, lo que realmente les dolió fue esta: “...Pobre de dios que no sale en revistas Que no es modelo ni artista o de familia real...”

Y es que ésta mujer hablaba precisamente del ¿Dios? de ellos, del pobre ¿Dios? De ese que está obligado a utilizar el recurso de los milagros para hacerse atractivo, de ese que parece desesperado por la fealdad de su imagen y la poca hermosura en su personalidad y debe hacer morisquetas para compensar su desventaja. Ese que no espera ser conocido, incapaz de sostener una conversación interesante, que se limita a esperar una oración de fe y así impresionar con sus actos. Ese ¿Dios? que parece haber plasmado en la Escritura una serie de formulas que activan un mecanismo que resulta en la dinámica de su poder.

Ese ¿Dios? no parece estar interesado en dar a conocer su identidad, parece alguien inseguro, tímido y torpe en el juego de la seducción, de esos tipos que conocen a una chica y no estrechan su mano con seguridad ni sonríen para decir: “Hola, mi nombre es...”; parece más bien del tipo que tímidamente se presenta diciendo: “Soy médico, trabajo en una clínica reconocida de la ciudad, mi turno es el mejor y llevo veinte años ejerciendo y tengo un montón de recursos”. No dice su nombre, intenta impresionar con lo que hace, y da la espalda aliviado y pensando haber dejado una buena impresión sin importarle no haber dicho su nombre o el hecho de que la chica tal vez ni se acuerde de él a menos que necesite un contacto en la clínica, personalmente yo lo vería de lejos presentándose a la chica y pensaría “¡Qué perdedor! ¡Pobre tipo! Y eso es lo que pienso de ese ¿Dios? desesperado porque conozcan su poder y lo que hace, que no le interesa que el hombre se detenga a conocerle, que se esconde en el cielo, para mi es un perdedor, un pobre ¿Dios?, un don nadie. Y ese no es el ¿Dios? de las Escrituras; es más bien el de las más famosas, si tristemente las más famosas, “canciones cristianas”, el que le teme a los interpretes diabólicos, el que le teme a quienes escriben del Verdadero, del Creador, del Inmutable, el que necesita ser defendido por fanáticos, el que se limita a actuar dentro de un local cristiano, que le da miedo mezclarse con la rutina humana.

¡Pobre ¿Dios?! ¡Pobres hombres que confían en su pobre ¿Dios?!

Y los dejo con una frase extraída por otro de los intérpretes que llaman diabólicos, y seguro es una de las frases que deben estar doliéndole al pobre ¿Dios?:

“…Para acudir a la fortuna te venden dioses novedosos…”.

OTRA CARTA A MI AMIGA BEATRIZ...

Beatriz, ya me conoces, y sabes lo que sucede cuando combino mi insomnio con el café. Sé que lo sabes, a veces pienso que ese ancho mar no nos separa, lo digo por las historias y todas esas cosas que ya sabemos. El asunto es que aquí estoy de nuevo: café en la derecha, humeando con la izquierda y en mis ojos el peso de un millón de noches. Aquí estoy, tratando de ver el futuro, esa quimera que uno no acaba de atrapar y que cuando crees haberla atrapado se te va de entre las manos.

Las habilidades me pesan cada vez más, y sabes que las cambiaría. Sigo armando mis propias trampas para mantenerme a salvo, al menos así intento hacerlo y no sé si me sirve de algo. Te preguntaría si sirve de algo, pero lo sé, aun no tienes respuesta. ¿Crees que conseguiremos respuestas válidas algún día? Yo comienzo a creer que todo se complica cada vez más y que mientras más se complica más asustan las respuestas.

Sé que escribo como un anciano, a de ser el café, o tal vez la noche, o lo que me han dicho estas noches de agosto. Y es que cuando el bienestar amenaza uno parece no estar preparado y cuando uno cree estar preparado viene el bienestar y se para frente a ti y te dice que solo juega, y mientras ríe uno llora.

Y eso hago, mientras por mí memoria pasan las imágenes de todo lo que he visto mientras anduve caminando. Beatriz, ¿has visto en los ojos de otras personas pedazos de ti? Si la vida, por aquel lado del mar, conserva aun su humor oscuro, al que muchos llaman ironías, me dirás que sí. Y pregunto si por aquel lado porque de este lado del mar la vida está en coma, y no sé si muere o se fortalece.

Mientras tanto yo alucino, tendrías que sospecharlo: café y noche, insomnio y lágrimas. Trato de construir algo con esos pedazos de mí que he visto en otros ojos, pero no tengo ni el valor suficiente ni el miedo necesario. Aun así es imposible no sentirse infeliz si la felicidad no coquetea contigo, así mismo no te darás cuenta de lo peligrosas que son tus trampas hasta que ellas mismas estorban tu avance. En este punto, chamita, es en el que alucino. Imagino qué pasaría si mis días estuvieran contados. Es que uno no conoce la muerte hasta que la vida, aun estando en coma, se asoma tímida pero coqueta, y si se asoma a través de otros ojos no te queda de otra que odiar la muerte.

Comencemos. Digamos que son tres meses los que me quedan. Hoy me entero. Salí de la consulta con el medico y la noticia en verdad ni me angustió. No es valentía Beatriz, es la más cobarde de las cobardías. Decido caminar, mi casa queda a muchas cuadras, pero no importa, quiero caminar. Y veo alrededor, las mismas calles que he visto en otros lugares, las mismas fachadas aunque tengas otros colores, veo arriba y es el mismo cielo que he visto toda mi vida. Y camino, sin cansarme, sin querer llegar a ningún lugar. Y no voy construyendo planes para los próximos tres meses, ni preguntándome cómo será la muerte y todas esas cosas que se preguntan cuando uno está vivo.

Finalmente llego a casa. Me encierro en mi habitación, me siento en la cama, intento dormir y me río de la pura ironía, del humor negro de estas cosas de dormir y morir. Y en ese momento me siento de nuevo en la cama y veo aquella fotografía. Veo su sonrisa, y sonrío también, es que su alegría contagia. Imagino por qué sonríe y es fácil, solo tengo que ver la vida como ella la ve, su capacidad de sorprenderse, su habilidad de ilusionarse. Suspiro, es que he perdido ambas cosas, y por más que camino y por más que observo no aprendo a recuperarlas. Han intentado venderme formulas, pero no soy bueno con las fórmulas, tampoco con los métodos. Dirás que es libertad, pero ¿tiene que doler tanto la libertad? Llevo marcas, marcas aquí adentro, marcas de la libertad, y no sé ya si soy libre y no sé ya si quiero serlo. Este humo que me empaña el alma me aleja del tema, mejor voy por otro café, cerrero Beatriz, porque hoy la noche es eterna. Y tú sabes de esas noches, sedientas, que respiras y se te meten en el ama negándose al amanecer, esas que son densas y oscuras, intensas, que parecen estar vivas o robarte la vida hasta que te sientes como la nada., dispuesto a perderte. Voy por el café…

Sigamos. No me canso de ver su sonrisa, imagino que allí, en la foto, sonríe por mí. Me pregunto por qué, y entonces voy a sus ojos. Es la forma como me ha visto, allí están esos pedazos de mí que he perdido, y en ese momento recuerdo y me doy cuenta que solo me quedan tres meses de vida. ¿Qué puedo hacer? ¡Son solo tres meses! Sin valor suficiente, pero ya el miedo va creciendo y se hace el necesario. Tres meses y el bienestar amenaza y… ¿qué tal si solo juega? ¿Y qué sino estoy preparado?

No soy un anciano esta noche, Beatriz, esta noche soy alguien que comienza a temerle a la muerte, a odiarla, y solo tengo una fotografía, habilidades que pesan, trampas que estorban y una quimera a la que llaman futuro. Créeme Beatriz, a veces pienso que sería más fácil si me quedaran tres meses.

jueves, 6 de agosto de 2009

CAE LA LLUVIA...

Y cae la lluvia, baila al son de un viento recio, y trae consigo la frescura de tu alma, la magia que, a través de tus ojos, refleja tu espíritu.

Cae la lluvia y su fragancia me habla de ti, de tu ternura joven, de las caricias de tus manos, de la dulzura de tus besos.

Cae la lluvia y mis ojos se cierran para respirarte, para imaginarte y creer que me visitas. Imagino que cantas y sonríes mientras bailas entre la lluvia. Imagino que me miras con amor, como si siempre me hubieras amado, aun cuando no estuviste aquí. Imagino que extiendes tu mano derecha y me tocas, tocas mi alma, y duermes mis heridas y despiertas mi esperanza.

Cae la lluvia y yo me encuentro entre las gotas, asombrado, sorprendido, disfrutando como un niño tu visita. Y sonrío mientras cae la lluvia, y olvido lo que fue antes, y recuerdo lo que será después. Desafío con promesas el presente. Rompo con mi fe la lógica del tiempo. Invento con mi inocencia un nuevo espacio.

Cae la lluvia y no quiero crecer nunca más, quiero seguir siendo un niño, quiero que estés aquí siempre, ¿Es qué no ves que me desespero de solo pensar que se irá lluvia y ya no estarás aquí?

Cae la lluvia y un viento recio me susurra al oído que esta noche habrá luna llena y yo como un loco te buscaré, no dormiré, te extrañaré porque mientras llovía te vi bailar, sonriendo y cantando, y lo juro no habrá un día de lluvia en el que no piense en ti.

ESCRIBO CON MIS OJOS CERRADOS...

Hoy cierro mis ojos mientras escribo, es que quiero encontrarte y ya estoy casado…

De nada sirven mis sentidos, inútiles mis habilidades, tontas mis pretensiones, ilusa mi alma, terco mi espíritu, cortos mis pasos, débil mi esperanza, vacías mis manos.

Pero quiero encontrarte aquí, ahora, cansado sigo buscándote, te quiero junto a mi para respirar tu aire y purificar mis emociones, para bautizarme en tu aliento y darle vida a mis sentimientos muertos que quieren vivir dos siglos más junto a ti y borrar así las marcas de haber vivido dos siglos sin ti, dos siglos trágicos e incoherentes.

Hoy cierro mis ojos, ya no quiero ver el tiempo transcurrir, ya no quiero sentir el espacio hondo que alguna vez ocupaste y que hoy reclama tu presencia.

Infelices mis palabras, mártires mis pasiones, grises mis historias, oscuros mis senderos, vulnerable mi existencia.

Pero quiero encontrarte aquí, ahora, sin tiempo ni espacios; y solo tengo de ti un segundo, un destello de luz en la oscura y larga línea de mi vida, un segundo que inmortalizo cuando cierro mis ojos y anclo lo que soy en tu sonrisa. Tu sonrisa: prueba única de tu existencia, evidencia suficiente de un futuro mejor, llama que arde, que quema aquí adentro; aquí adentro: donde un nuevo mundo es posible; mundo de sueño y deseos, donde nada es necesario porque tu eres suficiente…

Hoy cierro mis ojos, creyendo que me escuchas, creyendo que me sientes, y desde aquí necesito decirte que todo lo que quiero está en ti y de ti solo tengo tu sonrisa, y la tengo cuando cierro mis ojos.

SI PASAS POR AQUI... DETENTE.

Si pasas por aquí detente un momento que escribo para ti… He lanzado mis letras al azar porque no me quedan recursos y he hecho una tregua con la suerte, si me conocieras sabrías que es una ironía: nunca antes colgué mis guantes ante la suerte. Y sonrío al pensar que no soy el mismo.

Detente un momento que nunca escribí con tanta ilusión, han de ser estos días lluviosos que se llevan mi terquedad y fatalismo. Y no creo que sea tarde, después de todo nunca fui puntual, y a juzgar por mi pasado el tiempo es una quimera y tiemblo al pensar que apenas comienza a correr; aun así yo no correré, y es que mis fuerzas no son las mismas, tampoco mi ritmo al caminar.

Detente y tal vez notes que mi andar es distraído, antes no fue así, pero es que ahora suelo olvidar mis obsesiones, y debo admitirlo, es mas ligera la vida, tanto que comienzo a rendirme y sospecho que rendirme es solo el inicio. Si me conocieras sabrías que es una burla contra mi historia: he perdido un millón de batallas, pero las he perdido luchando. Y suspiro al pensar que he perdido el control sobre mi destino.

Si pasas por aquí detente y escucha mi esperanza que se asoma, tímida y lastimada por los años, pero dispuesta a embriagarte si te detienes, han de ser estos vientos recios que borran las huellas que los años van dejando sobre la arena. Y no creo que sea corto el tiempo que me resta, después de todo nunca he calculado mis pasos, y a juzgar por mi presente el futuro es siempre incierto; aun así no me obsesionaré por descifrarlo, y es que mis habilidades no son las mismas.

Si llegas hasta aquí sé que te has detenido, si conocieras mi pasado ya sabrías que no soy el mismo, que comienzo a creer que el azar te a traído, que mi esperanza te detuvo y que mi ilusión es la misma que tu has soñado y la razón por la que hoy, rendida, distraída y entregada a la bondad de la suerte pasaste por aquí.

miércoles, 5 de agosto de 2009

EL ¿DIOS? DE MI PADRE...

El año en el que tomé la decisión de desatarme de la camisa de fuerza llamada religión fue el mismo año en el que mi padre decidió entregar sus credenciales y romper todo vinculo con la organización cristiana a la cual había servido durante veinte años como reverendo ordenado. Seis años habían pasado desde la muerte de mi abuela. Recuerdo que su decisión fue interpretada como un acto de rebeldía contra el ¿Dios? de los reverendos. Un boletín informativo corrió por todo el territorio nacional advirtiéndoles a las iglesias afiliadas a la organización que Gustavo Sosa, mi padre, ya no contaba con la cobertura de ellos y la razón era sencilla: El ex reverendo era un hereje.

Yo vivía en una ciudad lejos de la casa de mis padres. Ese año mi padre me visitó y por primera vez hablamos de la muerte de Paula Sosa, mi abuela. Le pregunté cómo había podido llegar a casa tranquilo, comiendo un helado, para darnos la noticia de su muerte, le pregunté cómo podía seguir creyendo en su ¿Dios? a pesar de que éste no había echo nada a favor de su madre, le pregunté cómo era que aun cuando sus ex colegas lo difamaban él seguía sirviéndole a ese ¿Dios?

Aquella conversación vino a ser como mi estrella al norte para guiarme en el camino que empezaba a recorrer. El día de la muerte de mi abuela mi padre salió de casa a visitarla al hospital, esa mañana él iba rogándole a su ¿Dios? que hiciera un milagro sobre la vida de su madre; durante las tres semanas que ella estuvo en como más de una docena de reverendos hablaron en nombre de aquel ¿Dios? diciendo que ese “todopoderoso” levantaría a mi abuela de la cama, pero que la prontitud del milagro dependía de la fe de la familia, por supuesto, el poder del “todopoderoso” pintado por hombres dependía de la capacidad del hombre. Mi padre me dijo que aquel no era su ¿Dios? y que al llegar al hospital encontró a su madre muerta. Claro que sintió dolor, ni siquiera pudo verla viva esa mañana, ni siquiera pudo estar con ella en el momento de su muerte. Pero él no creía en su ¿Dios? por lo que éste podía hacer o por lo que quería hacer, lo amaba por lo que era.

“Lo conocí a mis diecisiete años, y desde entonces lo he amado”, me dijo.

Esa mañana, mientras hablaba con mi padre comprendí que yo necesitaba conocer al Creador de los cielos y la tierra para amarlo, no conocer sus actos, tampoco sus decisiones o su poder, yo necesitaba saber quién es él y cuál es su nombre.

Tres jóvenes judíos le conocieron, y aun cuando ese ¿Dios? permitió el cautiverio de la nación de estos jóvenes y aun cuando estaban siendo amenazados con ser echados a un horno de fuego sino adoraban a un dios dependiente de los hombres y al que tal vez llamaban dios con D mayúscula ellos declararon que el ¿Dios? a quien ellos conocieron tenía el poder de librarlos del horno de fuego y aclararon además que si él ya había decidido no librarlos igual no adorarían a ese dios echo por hombres. La historia dice que fueron echados al horno de fuego el ¿Dios? de ellos manifestó su compañía. He escuchado a muchos relatar esta historia, y cuando lo hacen muestran mayor asombro en el hecho de que esos jóvenes no fueron consumidos por el fuego, les asombra el poder del ¿Dios? de esos jóvenes y basándose en ese hecho dibujan a un ¿Dios? que premió la osada declaración de los jóvenes judíos.

Mi padre me hizo entender que lo importante de ese relato es que el ¿Dios? de ellos, que es el ¿Dios? de mi padre, los acompañó dentro del horno de fuego. Y ese es el mismo ¿Dios? que siglos más tarde acompañó a Juan el bautista en una celda hasta el día de su decapitación aun cuando ese Juan el bautista había señalado al Cristo como el Cordero de Dios. Comprendí que necesitaba conocer a ese ¿Dios? que conocieron aquellos jóvenes, a ese que había estado conmigo hasta ese día y de quien yo solo había anhelado sus actos. Comprendí que la historia del Lázaro resucitado no era tampoco tan asombrosa por la resurrección de ese hombre, sino porque ese ¿Dios?, el ¿Dios? de mi padre, manifestó su presencia, hecho hombre, a dos hermanas dolidas, y más asombroso aun: lloró con ellas. Y a pesar de que estas dos mujeres no hicieron alguna declaración victoriosa, o como la de aquellos tres jóvenes, decidió resucitarle al hermano.

Ese es el mismo ¿Dios? de quien Jacob, anciano y cansado, dijo: “…el ¿Dios? que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal…”. Y lo dijo a pesar de que, como dirían los reverendos, ese ¿Dios? “permitió” que su hijo desapareciera por años y “permitió” creerlo muerto, éste Jacob se expresó de esa forma a pesar de que, como dirían los reverendos, ese ¿Dios? “permitió” que Jacob viviera años sintiéndose culpable por la supuesta muerte de su hijo amado. Sin duda Jacob a su ¿Dios?, al ¿Dios? de mi padre. Y ese ¿Dios? no se cansó de presentarse a sí mismo como el ¿Dios? de Abraham, de Isaac y de Jacob; tres hombres que nunca hicieron una declaración de victoria, que murieron creyendo en una promesa que nunca vieron cumplida, que no serían tomados en cuenta jamás por una revista de hombres exitosos, que cometieron errores que hoy no les sería perdonado por ninguna organización religiosa, tres hombres que caminaron errantes, pero tres hombres que respondieron a la necesidad de tener una relación y conocer no a un ¿Dios? cuya imagen dependía de cómo ellos lo dibujaran, sino a un ¿Dios? que se presenta a sí mismo, a un ¿Dios? cuyo nombre e identidad es suficiente para desear conocerle y amarlo, de quien no es tan importante obtener favores, y sobre estos tres hombres dice la Escritura: “…Por lo cual no se avergüenza de llamarse ¿Dios? de ellos…”.

Han pasado nueve años desde aquella conversación con mi padre y esa conversación sigue siendo mi estrella al norte en este camino.

martes, 4 de agosto de 2009

MI PROBLEMA CON ESE ¿DIOS?...

Mi problema con ese ¿Dios? que me pintó la religión es que es muy grande y está en el cielo: es tan grande que no tiene nada que ver con mi insignificante realidad, es tan grande que no puede entrar en mi diminuta existencia; está en el cielo, donde todo es canto de “tres veces santo”, donde todo es celestial, con ángeles, querubines, y todas esas cosas que se le hace difícil y poco atractivo venir aquí y estar a mi lado las madrugadas como estas, cuando siento la melancolía y culpa ante mis errores. Y fueron tantos años y tan sistemática la doctrina con la que la religión me pintó a ese ¿Dios?, con “D” mayúscula, que a veces se me hace difícil olvidarlo.

La religión me jodió (Si hermano: me jodió; si hermana: me jodió). Mi problema con ese retrato es que no puedo ignorar la realidad. Recuerdo aquel domingo de mis trece años cuando mi padre llegó a casa con un helado en su mano que dejó sobre la mesa donde con mi madre y mis dos hermanas esperábamos escuchar la razón por la que nos reunió allí. Sus ojos parecían que iban a explotar en cualquier momento y con su voz quebrada nos dijo: “Abuela Paula murió”. Recuerdo que mis hermanas comenzaron a llorar al instante y mi madre abrazó a mi padre, yo me levanté de la mesa y caminé hasta la sala, allí tomé una de las sillas y la lancé con toda mi fuerza contra la pared, luego corrí a la habitación, la misma donde durante las tres semanas en las que mi abuela estuvo en coma yo hacía “vigilia y ayuno” por la sanidad de mi abuela, y en mi habitación le grité a ese ¿Dios? mis por qué, nunca me respondió. Aquel domingo comencé a despertar y a darme cuenta de las incongruencias de ese ¿Dios?

Me habían dicho que ¿Dios? concedía todo lo que uno pedía en nombre de su “hijo”. Durante el acto fúnebre un reverendo de ese ¿Dios? me dijo que su ¿Dios? había permitido lo mejor. ¿Cómo podía ser eso lo mejor para un adolescente?

Hoy oigo el eco de la religión que me dice: “Declara que estás en victoria, ¿Dios? bendice a aquellos que están en victoria”. ¿Yo debía declararme en victoria mientras me moría de dolor al ver la urna con el cuerpo de mi abuela descendiendo dentro de un hoyo? ¿La resucitaría ese ¿Dios? si yo me declaraba en victoria? ¡Por favor, no me jodan más!

Estoy realmente harto de ese ¿Dios? para perfectos, justos y fuertes. Estoy harto de ese ¿Dios? a quien hay que pagarle un precio por sus favores, estoy harto de ese ¿Dios? al que debo buscar por conveniencia y que al parecer es tan lastimosa su imagen que se hace atractivo a sí mismo por lo que puede hacer y no por lo que es.

Me dicen los “tele evangelistas” que se auto proclaman embajadores de ese ¿Dios?: “ayuna, vigila, rómpete las rodillas haciéndole tus peticiones, demuestra tu “fe”, tienes que ser un vencedor”. ¡Por favor! No me digan que debo pasar toda una madrugada de rodilla dándole lastima a su ¿Dios? porque fueron miles las madrugadas en las que apliqué sus formulas mágicas y solo pude lograr confundirme. ¿Y qué me dicen de mi amiga que debe ver a su madre todos los días sobre una cama desconociéndolo todo? ¿Puede ese ¿Dios? decir que es amor y exigirle a ella que no sienta dolor y que se sienta en victoria? ¿Puede exigirle que se rompa las rodillas cuando su alma está hecha pedazos? ¿Qué me dicen de mi amiga que después de diez años de matrimonio escuchó a su esposo decirle que se va y que simplemente no la ama? Han pasado seis meses y aun se siente sola y fracasada. ¿Ese ¿Dios? no está con ella porque es débil y se siente fracasada? ¿Qué me dicen del adolescente que sin padre y sin hermanos sufrió hace tres meses la muerte de su madre y lloró en mi hombro haciéndome mil preguntas que nunca podré responderle? Hace unos días lo vi de nuevo y sigue triste y con sus preguntas ¿Qué le dice ese ¿Dios? al adolescente? ¿Supéralo y olvida la muerte de tu madre para poder estar contigo? ¿Lo ven?

Mi problema con ese ¿Dios? es que premia a los fuertes, a los justos, a los victoriosos, al que tiene el valor de engañarse a sí mismo diciéndose que está bien, distrayéndose de su propia realidad porque es pecado ante su ¿Dios? sentirse miserable, porque para entrar en la “esfera de poder” de ese ¿Dios? debe vivir como grande y como en el cielo, de la misma forma que se supone vive ese ¿Dios?

Son muchos más los problemas que tengo con ese ¿Dios? La religión me dijo que si ese ¿Dios?, que si Él, (con E mayúscula porque así me lo dibujaron) está conmigo actuará siempre a mi favor. Si ¿Él? Hubiera resucitado a mi abuela, entonces estaba conmigo y por consecuencia yo podría ser considerado un hombre de “fe”. Pues no soy un hombre de poder y el asunto de mi abuela fue solo el principio; no soy justo, perfecto ni fuerte, no puedo ignorar la realidad que me golpea a diario y menos decir con descarada hipocresía y una sonrisa de “señorita América” que me siento en victoria cuando madrugadas como estas me siento cansado de intentos fallidos y lamento tantas cosas.

Definitivamente ese no es el de quien nos hablan las Escrituras, pueden escribirlo que D mayúscula, pueden decirme que se llama Dios, pero no es el que creo los cielos y la tierra, no es el que se hizo humano para andar entre nosotros y mostrarnos su imagen, su amor.