sábado, 29 de agosto de 2009

RUTINA DE AGOSTO...

Despierto temprano, antes de poder dormir y miro el espacio vacio que te pertenece que nunca has ocupado, pero que es tuyo. Juego contigo, sin que estés aquí, te leo mis poemas, te cuento sobre mis proyectos, sobre mis metas, y bajo la mirada en silencio al darme cuenta que solo está ese espacio. Pero sonrío en la soledad y ensayo las palabras que te diré en cada amanecer, me pregunto si me alcanzará la vida para decírtelas, es que son tantas, es que cada despertar sin ti son décadas de palabras que se van acumulando.

Sirvo el café, dos tazas, por si tocas la puerta y quieres acompañarme. Fuerte el café, apenas comienza el día y si acaso no vienes debo estar alerta en camino por si te veo, no quisiera dejarte pasar sin que me notes, no quisiera que pasaras sin notarte.

No escojo el camino, no confío en mí, solo avanzo. Si un niño me sonríe me detengo un momento para no adelantar mis pasos, sospecho que la sonrisa de un niño es como una señal en el camino que dice que también te has detenido. Luego observo el cielo, las mañanas de agosto por aquí son nubladas. Me siento en alguna plaza, tal vez sea el día de tu descanso y coincidamos queriendo reposar, buscando imágenes entre las nubes, escuchando los secretos de la brisa.

Platico con algún anciano, ellos podrían darme pistas que me lleven a ti. Escucho sus historias para tener más que contarte si al atardecer te encuentro. Imagino la vejez contigo, los dos sentados en alguna plaza, tomados de la mano, sonriéndole al pasado, contando nuestras historias a algún joven buscador de sueños.

Me levanto esperanzado, voy de regreso. Nunca por el mismo camino, sé que eres impredecible. Me detengo frente a un inmenso lago cuando ya atardece y veo el sol reflejándose entre sus aguas y me pregunto si estarás más allá, del otro lado del lago, si llegará el momento de cruzarlo.

Cuando cae la noche y vuelvo sin ti con la melancolía del alguna vez te tuve, reconstruyo mis recuerdo, creyendo que podría encontrarte en ellos. Saludo de nuevo tu ausencia, queriendo jugar contigo, y mientras la madrugada transcurre me pregunto cuánto tiempo más pasará.

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