Quisiera tener palabras nuevas, es que no sé como expresarme cuando mi conciencia de tu existencia se hace más viva. De ti solo tengo un sentimiento grabado adentro, en algún lugar, en algún momento.
Mi memoria juega conmigo y asegura haberte visto, pero me esconde tu imagen y por más que busco no encuentro un solo destello visible de ti; aun así me dice que estas allí, dentro de ese laberinto de recuerdos impalpables, y yo quisiera describirte, darle forma a ese sentimiento que enciendes, pero no logro hacerlo. He llegado a pensar que esto que llevo adentro es solo un trozo del futuro que se esconde, que me regalaste y como un faro de luz me guía aun cuando me siento perdido.
A veces, esto que siento, lo llamo esperanza, así te siento, y así, algunas veces, te nombro. Y digo: “eres mi esperanza”. Aunque me suena tonto creerte esperanza sin tener nada de ti.
Me pregunto como podré reconocerte si llego a tenerte en frente y algo me dice que lo sabré en su momento. Pero no es fácil, no cuando duele la ilusión sometida a la experiencia, no cando la experiencia está sometida al fracaso, no cuando el fracaso se somete a la culpa. Y un ejército de sentimientos combate contra ti, pero sigues latiendo aquí adentro, sigues doliendo, y ese dolor me hace sentir vivo aunque muero, y ese dolor me dice que existes. Y cuando me dueles quiero tener palabras para razonarte, para convencerme de que eres real, para anclarme en ti, pero no lo consigo.
Es frustrante ser tan inútil, es angustioso. Y frustrado y angustiado te escribo convencido de que me lees, aun sin saberlo. Y me pregunto si podrías verte entre mis letras, si al leerme podrías venir y decirme: “soy yo, soy esa imagen que no ves en tu memoria, yo me veo en un laberinto y he salido a tu encuentro”. Pro me paralizo de miedo al pensar que no es posible, que no hay aquí una palabra, si quiera una letra, que te guíe a mi.
Podría compararte con el atardecer de esta ciudad que despierta mi melancolía mientras camino bajo un cielo soleado; podría decir que eres como mi niñez, felicidad invencible que ahora es recuerdo; o que eres como aquella tierra amada por el sol, emblema de mi regreso deseado; también que eres como agosto que despierta mis manos y me sorprende con cada elemento.
Pero siento que todo eso, y cualquier otra comparación es insuficiente y corta para describirte y para hacer que te veas entre mis letras. Así que solo puedo decirte que cuando te pienso, cuando pienso en esto que siento y que viene de ti, cuando pienso en ese recuerdo del futuro dentro de mí, en ese dolor por no tenerte, en esa frustración y angustia por o saber cómo nombrarte, solo puedo decirte que en esos momentos sé que eres real aun cuando no tengo palabras nuevas para describirte y hacerte saber que, si me lees, te busco a ti.
4 comentarios:
el lector perfecto, la lectora perfecta, ¿eso existe?
EL LECTOR PERFECTO EXISTE, PUES ES EL LECTOR EL Q LE DA SENTIDO, DIRECCIÓN Y ESENCIA AL TEXTO, NO EL QUE LO ESCRIBE... EL ESCRITOR DEJA DE POSEER UN TEXTO CUANDO EL LECTOR SE HACE DUEÑO DEL MISMO... LO HE COMPROBADO CUANDO ESCRBO, CUANDO LEO... ESO VA CON AMOR Q SOY
PARA TI GUS... GRACIAS POR ESCRIBIR TAN BELLO..........DIOS....... ADORNAS EL MUNDO BLOGUERO..........THE QUEEN
Santiago, a veces agosto me dice que sí. Saludos.
Gracias Queen, saludos.
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