sábado, 31 de marzo de 2012

HISTORIAS DE ABRIL: I.

Ella camina por las calles de aquella ciudad, sus ojos atestiguan el amanecer y sus pasos le dan el ritmo al transcurrir del tiempo. Su mirada señala los paisajes que no alcanza a ver, sus lamentos no son suficientes para ser escuchados; su voz hermosa se deja escuchar, a cuentagotas, su voz es una canción que habla de los tiempos que confundidos se pierden en la misma memoria del futuro. 


A veces la sueño, su voz. Y siento que viene a mí, que soy paisaje que su mirada no alcanza y junto a la brisa se acerca, tocando mi melancolía. Y me veo rodeado de lunas distantes, que se reúnen en el mismo cielo sobre mis ojos, y me acusan de cobarde. Pero su voz despierta el coraje que nunca tuve y los lamentos se disipan para abrir paso a mis pasos, y mis pasos me van llevando a ella. La sueño, y soy paisaje, cuyas aguas se levantan tercas, ignorando las leyes que dicen que no puedo, que no debo, que no es cierto. Y me pierdo en mis sueños mientras ella camina por aquellas calles. 


Alguna vez fueron nuestras aquellas calles, fue nuestra la ciudad donde ella hoy juega. Algunas vez no fueron calles debajo de sus pies; fueron senderos, angostos, estrechos, suficientes para los dos. Fue aldea, rodeada de montañas que pensaron ser omnipotentes, pero el tiempo las degastó; y con ellas fue desapareciendo el paisaje, desaparecí yo, desapareció ella. Ella, que hoy camina tan lejos de mí; yo, que hoy sueño tan lejos de ella. Tal vez transcurrimos en tiempos diferentes, suelo equivocarme siempre; tal vez no es tan grande el espacio que nos opone, suelo mirar con ojos cansados y el cansancio termina venciéndome. 


Ella camina y es vida, con gracia camina. Es armonía, linda armonía que da vida, agraciada vida que camina. Alguna vez presumí de ella, y hoy el futuro se burla de mí; su ausencia es el argumento del futuro, su ausencia es el génesis de mi melancolía. Yo sueño que aquella ciudad le habla de mí, que quedaron algunas huellas de lo que fuimos; a veces me gusta pensar que no fuimos, que somos recuerdos de un pasado que sin existir pretende respirar, que somos el aire dispuesto a ser exhalados por el tiempo… Y que tan pronto seamos reales el tiempo morirá prestándonos su vida… Tal vez un día, mis sueños y sus pasos tropiecen, justo a tiempo, sin importar dónde…

jueves, 29 de marzo de 2012

SI ME VIERAS...

A veces creo encontrarte, si me vieras.


Una alegría tonta danza en mí, como la brisa sobre las olas del mar una tarde soleada. Danza, tonta, inocente, desconociendo el temor; ignorando los prejuicios, desafiando el peligro que no conoce, que no comprende, que no le interesa… Así danza.


Yo creo encontrarte y soy alegría que es suficiente, y en un segundo se me resume la eternidad; soy alegría descarada cuando te encuentro, que no llora las miserias porque siendo alegría no existen las miserias…


Y la nostalgia celebra, tendrías que verme. Sonríe bonito, como si naciendo no existieran conceptos, como si muriendo todo es suficiente. Celebra porque respira vida, encuentra en ti reposo, paz. Y te siente hogar, hogar donde pueden colgarse los recuerdos y disfrutar los olores.


Yo creo encontrarte y soy nostalgia, y me sonríe la luna, y me invita a soñar la noche. Se me esparcen los tiempos, y me sobra mi vida porque sólo deseo la tuya. Me provoca fundirme en tus ojos y ser mirada tuya… Si me vieras como me llena la paz de mi ilusión. Soy niño de nuevo, conforme, confiado, extendiendo mis manos para ser tuyo…


A veces creo encontrarte y me pregunto cuántas veces más… Cuántas veces más…

viernes, 23 de marzo de 2012

EN MARZO... EN MI...

En marzo la noche es gris.


No es tan oscura como para perderme entre sus sombras. El cielo parece abierto a posibilidades, indeciso… El cielo parece dispuesto a renunciar a la noche en cualquier momento, como sino supiera, como perdido…


En marzo, gris es mi mirada, perdida es mi mirada… Que nublada se extingue, que extinta renace…


Es gris la noche, en marzo. La luna jugando con los espacios que ceden, presume que hiere el alma del infortunio… Despierta deseos de miradas mortales, inspira los sueños que vagaron perdidos, dispara esperanza buena, de esa que da muerte a las resignaciones y baila con las nostalgias…


En marzo el día madruga, despierta cansado de tanto cansancio y avanza dispuesto a perderse y saberse perdido…


La tarde se extiende, se explaya hacia la nada, deseándolo todo, sin saber qué es todo, sin creer en la nada… La luz del sol se opaca y débil recorre las calles de los pueblos. Está nublado el día, dicen los seres de los pueblos…

Está cansado el día, digo yo que no soy de ningún lugar, que camino sin rumbos, que desconozco destinos…


Marzo llora escondido, se esconde detrás del descuido del día… Marzo lamenta el final de sus tiempos, anhela la inmortalidad de sus días…

lunes, 19 de marzo de 2012

NI POETA, NI ESCRITOR, NI COMBATIENTE...

No, poeta no, atormentado por los laberintos del tiempo... Azotado por las agonías de los caminos... Cansado de la distancia que me separa del hogar...

No, escritor no… ¡Cobarde! Que intento escapar de mis agonías disfrazándome de mundos, de tramas, de vicios e historias…

Condenado a respirar aire que no me pertenece, a soñar ilusiones que no alcanzo… Condenado a vivir prestado, a caminar pausado… Condenado… A luchar para desconocer lo que conociendo desconozco, a librarme de las libertades que con libertad me esclavizan… No, poeta no, escritor no…

Atormentado, por las muertes que me amenazan, por la vida que se extingue… Por las memorias frágiles… Por no querer ser olvidado… Condenado por tormentos… Atrapado por abismos…

Como peregrino siempre andando, con esa sed que no se sacia sino es con un abrazo en el hogar… Sed que gime con letras, que sangra sobre hojas que voy desechando, como recuerdos que se van disipando…

Extranjero, con espejismos que respiran la fuerza que voy perdiendo… Mi mirada cansada… No se a dónde mirar, no se si quiero mirar… Confuso es el horizonte, tanto que duele, tanto que voy doliendo…

No, combatiente no… Me falta valentía, me faltan fuerzas… Sólo me escondo… Sin refugios, me escondo… Sin fortalezas, me escondo… Mi santuario es un camino que me va alejando de los combates… Mi santuario, ni siquiera es mío… No tengo nada, todo lo suelto, todo me suelta… No, poeta no; no, escritor no… No, combatiente no…

Incompleto, inconcluso… Sin comprender ni comprenderme… Dibujando con letras mis agonías, torpemente, marcado por las dudas… Vencido por el tiempo… Siempre voy perdiendo… Siempre perdido… Cansado y ausente, queriendo encontrarte... Al encontrarte tal vez seguiría cansado y ausente, atormentado, condenado; pero estaría en tus brazos...

EN VALLES DE SOMBRAS...

Demonios me rodean, fantasmas que torturan… Ausencias que se burlan y fracasos que celebran…

Frustraciones gritan con furias y mi coraje deja ver su cobardía…

Días oscuros que regresan, heridas con memorias que no guardan silencio… Abismos despiertan… Lamentos que sonriendo se lamentan…

Intentos sin frutos, consecuencias que aplauden decisiones erradas… Sentencias que rompen las cadenas del olvido…

Temores apagan su sed bebiendo de mi ignorancia…

Distancias bailan con arrogancia, promesas que no cumplí lanzan sus dardos…

El frío de la soledad congela mi sangre… La muerte susurrando sus canciones en mis oídos, echándome en cara sus victorias… La agonía apretándome el cuello…

Los errores llamándome tonto con sus miradas… Y yo con una frase prestada que no termino de pronunciar: “aunque ande en valles de sombras de muertes…”

Y me interrumpe un “por qué me has abandonado…” que salta en mi pecho… Y una esperanza de un Cristo sonriendo, extendiendo su mano…

Pero ellos me dicen que es sólo eso, una tonta esperanza… Y esa tonta esperanza me basta y termino la frase, que ya no es prestada, que ahora es mía: “…no temeré mal alguno…”

domingo, 18 de marzo de 2012

TU ETERNIDAD ES MÍA...

Mi eternidad está en tu mirada… Distante, perdida, cansada, es mi mirada… Buscando reposo en tus ojos, que sobre mí una vez apuntaron y llovió tu bondad. Yo te recuerdo cuando en marzo cae la lluvia, y atento te busco detrás de las cortinas de agua, pero no estás, no me miras… Yo extraño tu mirada.

Yo voy recordando los días que fueron buenos, y alimento mis pasos mientras recorro desiertos, mientras me escondo en los valles, mientras me pierdo en los bosques… Y aun aquí adentro, en mis infiernos silentes, tus bondades me alcanzan… Desde el pasado, vienes como un fantasma, dibujas tu paz en mí, tus caricias se hacen brisa, como tu alma lloviéndome en marzo…

Mi eternidad es reposo escondido, y como un refugio te anhelo… Te sueño y deseo, te pienso y me pierdo… Porque eres camino, porque eres destino… Yo peregrino sin brújula, me guía la esperanza, el rastro de aquella mirada… Me guían tus soles, espejismos en mis noches… Y cada noche me hiere y el amanecer me redime, me redime la esperanza de otras veredas…

Allá donde estás, donde sea que estés, está mi eternidad… Yo, mortal y finito, soy la cercanía de tu distancia, que dejará de ser, que caerá rendida… Y cuando tus ojos me contemplen sabrás que yo soy el porqué de tu eternidad…

DIME TU NOMBRE.

Borracho estoy, he bebido las letras que escribieron tus manos, esas que como agonía respiran encendiendo la ira de mi paciencia… He esperado paciente encontrar tu nombre, he caminado con miedo sin detenerme… ¿Dónde estás?

El miedo me habla de ti mientras transito, mis miedos te extrañan. Sienten miedo de no encontrarte, porque sólo tú eres refugio… ¿No sientes mis miedos caminar entre tus sueños?

Me atormenta tu ausencia, esa presencia de tu existencia que no se toca.

Cansado estoy, he agotado mis respiros, mis vidas se van rindiendo, como se rinde la noche eterna, eterna y cansada, eterna y dormida; como se rinde el sol a los pies de lo infinito, escondiéndose del horizonte que puede ser observado. Ven y observa como me rindo, que yo te ofrendo ésta mi última vida, ésta mi luz cansada… Que yo te ofrendo mis letras que dicen nada.

Dime tu nombre, eterno silencio… Ven, dale un fin a mis andanzas, mis miedos y yo haremos fiesta si tú dibujas con tus manos tu nombre en mi alma. Ven, bebe de mis letras, danza junto a mis miedos, déjame descansar en ti mientras te toco, y toma mi respiro como tu aliento. Que dentro de ti es mi destino, que con tu alma tengo un romance…

sábado, 17 de marzo de 2012

¡BENDITO CIEGO Y BENDITA MUJER!

¡Benditos los ojos del ciego! La oscuridad que nublaba disipada fue… Bendito ciego, que se atrevió a responder un “qué quieres que te haga” pronunciado por el mismo cielo… ¡Qué suerte la suya! Llamado desgraciado, apartado del redil, obligado a estar lejos… Los prejuicios de los hombres lo arrinconaron, arrojándolo a los brazos del Cristo…

Échame pues, lejos de los rediles; nómbrame desgracia y vergüenza, dispara tus dardos, tonto prejuicio… Que dices estar más cerca del cielo, que dices que mio es el infierno… Ni cielo ni infierno, míos son los caminos que tanto desprecias. ¡Cobarde! Le temes a la verdad, por eso le das la espalda a la agonía de no tenerla, por eso te escondes entre las luces que tú mismo enciendes, para protegerte de las sombras inciertas y de la verdad que a nadie le pertenece…

Bendita la mirada de aquella mujer… Ella que vio la bondad que no administra, que no esclaviza ni condiciona… ¡Mujer bendita fuiste! Que tu vergüenza impuesta, que no era tuya, ridiculizó la arrogancia de aquellos que se impusieron frente a ti… Mujer libre, tu libertad amenazó la esclavitud de los hombres, y ellos con piedras quisieron callarte. Pero el silencio te exaltó, el silencio del Cristo pronunció tu nombre. Adúltera te llamaron ellos, pero él te dijo mujer, mujer sé libre, mujer ve en paz…

Ven frente a mí tonto prejuicio, con tu disfraz de siervo, con tu pretexto de santidad… Ven con todas tus excusas y apunta tus piedras; que uno viene a llamarme libre… Su silencio pulveriza tus piedras que ya no hieren porque me dijo “ve en paz”… Ven pues y alimenta tus fronteras, y llámanos pobres a los que andamos afuera, pobre eres tú y pobre tu dios que depende de ti.

Un ciego y una mujer escucharon su voz para ser libre; y tú, por la misma voz reprendido… Sujeta con fuerzas tus piedras y apunta en mi contra porque te lo diré: yo prefiero ser ciego y adúltero y no encarnarte a ti, tonto prejuicio…

LO DICE MI ALMA.

Dicen que la luna agita al mar porque la extraña… Que desde acá contempla su luz que se cuela desde la misma oscuridad… Dicen que el mar tiene memoria, que recuerda mientras arrulla con sus aguas la danza de la brisa… Y recordando sueña que regresa a aquellos tiempos cuando día y noche fueron uno, cuando luna y mar se abrazaban…

Lo dice mi alma que es mar agitado mientras la noche me invade… Que te extraña, a vos te extraña... Luz de luna que viene a despertar mi furia, y yo rebelde voy desconociendo los días que se arrojan en mi contra en una carrera que es vida, con un afán que me lleva a la muerte… Y vos también oscuridad, mi vida, mi muerte…

Yo quiero ser uno con vos, así como el día y la noche cuando todo fue origen… Y recorrerte mientras perdido voy de tu mano… Y ser nostalgia que acaricia tu alma mientras tu mirada se extiende más allá, hasta alcanzar la nada y confundirlo todo… Yo quiero ser aliento tuyo, y darte de mi vida que siempre fue tuya…

Déjame verte así, sin distancias; ven, agita, destruye que yo me encargo de los sentidos, que tengo caricias que buscan eternidades y pretenden encontrarlas en ti. Ven que mi alma lleva la vida cantando canciones tuyas, lamentos míos que son tuyos…

Dicen que un día el mar con rebeldía romperá las cadenas, y sus aguas rozarán la luna, que ella sonriendo lo abrazará… Lo dice mi alma que sigue soñando con vos…

LEJOS DE MI

Y voy caminando porque para eso vine aquí, para recorrer los mundos buscándote, para desafiar los mares hasta encontrarte… Porque en ti está mi identidad verdadera, y no saber quién soy me arroja a los valles, me quita las vidas. Y yo sin vidas sólo soy un recuerdo que quiere suspirar en tu memoria, y yo sin vidas sólo soy un pensamiento que alguna vez fue eterno y alguna vez seré en ti… Yo fui inmortal mientras estuve en tus labios y hoy moribundo camino…

Tal vez soy el aliento que escapó en tu origen, ahora forastero buscando tus labios; y tu alma el hogar de mi alma, que te pronuncia; tú, sin nombre, tú, silencio… Que sin ti yo no soy... ¿Entiendes que soy una expresión de tu existencia?

Mi pasado tú, que te extiendes, destino de mis miradas, horizonte de mi horizonte… A ti apuntan mis pasos mientras perdido avanzo; extranjero con agonías yo, que sigo perdido, que tiento al olvido. Y voy caducando, una vez más…

¿Cuántas veces he de morir hasta encontrarme en tus brazos?

¿Soy noche eterna expuesta a la luz?

¿Soy un mar entre los mares que se agita cuando se asoma la luna?

Voy caminando, mientras caduco de nuevo, desafiándome, desprendiéndome… Perdido tal vez, lejos de mí, podrás encontrarme…

domingo, 11 de marzo de 2012

HECHOS 8: 26-40, UNA LECTURA LEJOS DEL REDIL...

La primera vez que estudié “Historia Eclesiástica” fue más bien una catedra de adoctrinamiento para mí. La profesora, licenciada en teología y acreditada por la misma institución para la labor pedagógica, partió desde el presupuesto de que la iglesia “primitiva” fue la institución que el Cristo fundó, que su ministerio, su muerte y resurrección apuntó a la institución de la iglesia y a su organización, y que ésta es reconocida en la Escritura como “la esposa del cordero”. Al mismo tiempo yo veía materias como “Epístolas I”, “Escatología”, “Hermenéutica” entre otras. Todo el sistema educativo de la institución subordinada a una enorme organización de escala internacional, estaba destinado a fabricar “creyentes con una fe sólida e inquebrantable”. Así pretendieron que yo aceptara “el modelo primitivo de la iglesia” como uno impuesto por Dios, porque era descrito en las “Sagradas Escrituras”, inspiradas por el mismo Dios. Pero yo tenía un gran problema: desde mis trece años venía anidando amargura en mi corazón en contra de los presupuestos establecidos pues iba descubriendo a través de mis experiencias que ellos mentían.

El concepto de iglesia era condicionado, se reconocía que el creyente era la iglesia del Cristo, pero sino comulga las normas de una congregación local, y no se reúne en las iglesias, así nombradas en rótulos, entonces en nada es iglesia de Cristo. Se enseñaba a los “futuros teólogos” a no cuestionar, pues para aquellos hacer teología es repetir los presupuestos heredados, lo demás es herejía. Y así, mi romance con la teología de aquellos terminó; pasé a ser un “hereje”, un “contrario a la fe”, a veces “ateo”, otras veces “perdido y confundido”, “zarandeado por satanás”, “descarriado”, “indigno”, “débil”, “siervo del anticristo”, “cortado de la congregación”, y en una oportunidad hasta por escrito fui “oveja negra, rebelde y desobediente”.

Hoy estoy lejos del redil, sí, del redil de aquellos. Ellos sostienen que el Cristo es el pastor de ese redil, aunque desde acá los observo desconociendo el amor pastoral del Cristo, yendo en contra del derecho a la diversidad, de la igualdad del prójimo, desconociendo la responsabilidad con el bienestar social y la construcción de mejores escenarios para la sociedad. El asunto es que lejos del redil mi fe no está condicionada, y a pasado a ser como un grano de mostaza, pequeña, débil, dispuesta a la renovación y transformación; tan débil y endeble que con ella no puedo apuñalar al prójimo y condenarlo con pretensión a un lago de fuego o qué se yo; tan débil es mi fe que no puedo asegurar que el Cristo apuntó hacia la construcción de un sistema o institución, tan débil que puedo observar su amor como base para el progreso social, para un mejor porvenir, tan débil que no tengo aliento para contradecir lo que él en actos y palabras demostró.

Pero hoy, lejos del redil quiero leer Hechos 8: 26-40.

¿Lo has leído? Yo lo leí decenas de veces mientras mediante la historia eclesiástica se me vendía la eclesiología como sagrada, mientras se me enseñaba que sin iglesia institucionalizada en el escenario mundial el apocalipsis se hacía más inminente, mientras me decían que no importaban los errores en las estructuras de la iglesia institucionalizada, que no estaba llamado a cuestionarla, pues lo importante era ser parte de ella para “no perder la salvación alcanzada”. La hermenéutica que me enseñaban al mismo tiempo y ritmo que la historia eclesiástica sirve como pilar para las doctrinas que defienden la institución eclesiástica como elemento vital del cristiano. Así que mi lectura de Hechos 8: 26-40 estaba estigmatizada y en cierto grado viciada. Incluso, las palabras del Cristo como “sígueme” eran fórmulas hermenéuticas al servicio de la institución que no debía ser cuestionada y cuyas doctrinas debían ser respetadas porque ellas eran garantías y ayos de la salvación.

Me pregunto hoy, débil de fe y enfermo de dudas, qué era aquel “sígueme” pronunciado por el Cristo. “Sígueme” tal vez era un “huye”, “escapa”, “ven por este camino que es libertad”, “sacúdete las enfermedades del sistema”, “no le temas a las etiquetas”. Cristo se convirtió en la opción no oficial de su época, se convirtió en el camino contrario a las normas y la institución, el Cristo fue el “hereje” (sólo que ese término aun no era empleado), se convirtió en el “pastor de los descarriados”. “Sígueme” fue un desafío, porque así es la libertad, es un constante desafío. Y sé que la hermenéutica ortodoxa abusa del “sígueme” para apuntar hacia el camino a la institucionalidad de la iglesia. ¿Pero entonces cómo explicarían la aparente contradicción entre el “sígueme” y el “ve en paz” pronunciados por el mismo Cristo? En una frase el Cristo parece adherirlos a él y en otra parece arrojarlos en sentido contrario a él. Esta aparente contradicción es una burla a la hermenéutica ortodoxa. (Y a veces me gusta pensar que el Cristo lanzó esas burlas desde su presente hasta nuestro futuro para demoler las pretensiones dogmáticas). Y esta aparente contradicción nos dice que su “sígueme” no era una especie de condición, sino una opción contraria a la oficial, a esa que se sostenía sobre pilares fuertes, tan fuertes que resultaban en opresión al pueblo.

Ir en paz es igual a seguirle, y sólo se puede ir en paz cuando contemplamos su rostro frente a nosotros, rostro que nos habla de bienestar y libertad. ¿Cómo contemplamos el rostro del Cristo? Alguien me dijo en estos días que el Cristo no está en medio nuestro porque no ha salido por CNN, sin embargo, el Cristo está caminando por las calles de la América Latina, está extendiendo su mano a través de individuos que se han arrojado a las calles para construir un mejor porvenir, a través de grupos que no tienen interés en que se les reconozca como “camino oficial” o “interpretación oficial” sino que más bien están interesados en que se conozca el ejemplo del Cristo y sus palabras y actos como una canción para el bienestar.

La historia relatada en el libro de hechos es otra burla a la hermenéutica ortodoxa y su pretensión proselitista. Felipe recibe instrucciones que lo acercan a un etíope, y no a cualquiera, sino a un funcionario de la reina. El etíope iba a Jerusalén a adorar y según el pasaje iba sediento e interesado en comprender las Escrituras. Felipe le explica, responde a sus preguntas, le habla del Cristo y lo bautiza. Pero no tuvo tiempo de señalarle a dónde ir, no pudo apuntarle la dirección de una iglesia, no le habló de la “necesidad de congregarse para su salvación o crecimiento”, al parecer no era prioritario el tema pues mientras pudo haberlo hecho y no lo hizo, y al parecer a quien lo envió a esa misión tampoco le interesó pues antes de que pudiera hablarle al respecto fue arrebatado y el etíope no lo vio más. Y lo último que se dice del etíope es que “siguió su camino con gozo”.

No dejo de pensar desde hace tres días en el etíope, en su camino de búsqueda, tropezando con un Felipe cuya vida no estaba vendida a ningún sistema. Tuvo suerte el etíope, en nuestro tiempo la opción de seguir su camino gozoso habría sido condicionada... Es como el "ve en paz" del Cristo... ¿A dónde apuntaba su "ve en paz"? ¿A dónde señala su "ve"? ¿Y su "sígueme" en congruencia con el "ve", a dónde nos enviaría?

También me dijeron hace días que me seduce la teoría del caos, que promuevo la anarquía. Me han dicho tantas cosas, y no estoy en la obligación ni me preocupa en lo más mínimo excusarme o dar explicaciones a quienes las exigen con arrogancia. Sin embargo, más que el caos y la anarquía me seduce el Cristo y su libertad, me seduce la idea de que congregarse sea mucho más que vendernos a un sistema que pudre el alma humana y origina actitudes inhumanas, actitudes fronterizas, separatistas, dogmáticas, egoístas. Me seduce más la opción de seguir nuestros caminos con gozo, de ir en paz, de seguir a un Cristo que en nada se parece al que me venden muchas instituciones. ¿Me seduce la llamada “iglesia primitiva”? Mucho más que las expresiones actuales de “iglesia”, pero no la veo como un modelo impuesto, sino como una respuesta al contexto, basada en la actuación y las palabras del Cristo. Creo que nuevas respuestas deben surgir, respuestas a nuestra época, al contexto, respuestas a los problemas hoy, respuestas basadas en las palabras y actuación del Cristo.

Pero ¿se puede institucionalizar? Siempre y cuando la institución sea un reflejo del Cristo y no una construcción que opaca el esfuerzo renovador y en beneficio del hombre, que hizo el Cristo, siempre y cuando la institución siga el ejemplo de ser el sentido contrario a la opresión en todas sus expresiones, incluso en su expresión eclesiástica... De cualquier forma es sólo mi opinión, tal vez otros tienen mejores respuestas...