sábado, 29 de noviembre de 2008

CUANDO DULCE ERA LA VIDA...

- Si mueres te llevas mi vida… Sin ti yo estaría muerto.

Alirio sujetaba la mano de su esposa que inconciente era trasladada en una camilla por los enfermeros del Hospital Universitario De Maracaibo. Lo obligaron a esperar en el pasillo, mientras en el quirófano los médicos hacían lo suyo. Caminaba de un extremo a otro, giraba en círculos sobre el mismo punto. Llevaba sus manos a la cabeza y de vez en cuando golpeaba las paredes como para dejar escapar inútilmente sus nervios.

Miraba a la sala de espera y allí nos veía, los amigos y familiares más cercanos a él y a ella, de vez en cuando se acercaba a nosotros y observaba en silencio hacia el pasillo como si no existiera nada más a su alrededor.

No pasaron 30 minutos. Un doctor se acercó a nosotros su cara desnudaba el anuncio entre sus labios. Algunos se acercaron al doctor que se paró justo al frente de Alirio. Yo me quedé sentado detrás de ellos junto a otros amigos. Apenas el doctor dio la espalda Alirio caminó hasta la última silla detrás de mi, ignorando el resto del mundo, y sentado, con sus ojos abiertos, lloró en silencio. Todos lloraban, yo también lloré.

Veintidós años de edad tenía Alirio cuando murió su esposa. Apenas un año atrás se habían casado. Fui caballero en su matrimonio. Hasta entonces fue un joven de temperamento sanguíneo, soñador y optimista. En ocasiones compartimos sueños, nos reuníamos algunos sábados en su casa o en alguna de los que integrábamos el grupo y veíamos películas o jugábamos dominó hasta el amanecer. Pero tras la muerte de Dulce, su esposa, Alirio cambió por completo. Lloró muchas noches durante meses, yo lo vi llorar algunas veces; solo lloraba, nunca lo escuché haciendo preguntas o reproches, nunca pronunció una queja. En ocasiones intenté consolarlo con palabras, pero yo mismo lo sabía, solo eran palabras y hay momentos en las que las palabras estorban.

Un día nuestras vidas tomaron senderos contrarios. Amigos en común, preocupados, me informaban de vez en cuando que Alirio evitaba las reuniones y poco se le veía en las calles. Al parecer su vida se limitaba a la rutina laboral y visitas de vez en cuando a la iglesia donde él le juró amor eterno a su esposa. Yo pensaba “para Alirio, la vida perdió su sabor a Dulce”.

Seis años después perdió literalmente su fuerza. Tal era su condición que en ocasiones se le dificultaba sostener un vaso con agua. Su mirada parecía cada vez más perdida.

Anoche recibí una llamada, la voz de mi hermana menor me decía: “Gusmar, Alirio murió hace una hora producto de un tumor en el cerebro del que nadie sabía nada”.

Hace un par de horas vi su rostro detrás del vidrio del féretro, y, tal vez sean cosas mías, pero me pareció verle sonreír, pensé “tal vez encontró en su muerte el dulce sabor que perdió en su vida”. Y lloré en silencio, sin hacer preguntas o reproches, sin pronunciar una queja, así seguro lo deseó él. Pero no pude evitar, mientras lloraba, recordar aquellos sueños de los que una vez hablamos cuando dulce era el sabor de la vida.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

LO HE DICHO ANTES: ÉL ES MI HÉROE.

Mi hijo preguntó:

- ¿Papi, puedo hacer castillos de arena?

Yo respondí:

- No hijo, ya está oscureciendo. No es hora de hacer castillos de arena.

Mi hijo miró al cielo, supongo que para ver que ciertamente el sol se ocultaba. Luego posó su mirada en el horizonte y tras una pausa silenciosa me miró y nuevamente preguntó:

- ¿Papi, puedo hacer castillos de arena?

Creyendo oportuno el momento y correcta la lección lo senté en mis piernas y amorosamente le dije:

- Hijo, hay preguntas que, sin importar cuántas veces preguntes, siempre tendrán las mismas respuestas.

Debo confesar que sentí tristeza al decirlo, por él y por mi.

Tristeza por él pues sabía que en verdad quería jugar con la arena, y odio negarle sus peticiones y créanme no exagero en la forma como lo digo, realmente odio hacerlo; tengo serias razones para ello, tal vez un día les cuente, por ahora es una de esas historias que no quiero escribir.

También tristeza por mi porque de inmediato pensé en las preguntas a las que creí haber renunciado pero que nuevamente arden en mi alma por estos días. Pensé en mi vano esfuerzo por ignorarlas y no pronunciarlas otra vez; en mi resignación que no termina de sobrevivir.

Suspiré al ver los ojos de mi hijo al escuchar mi estúpida explicación. Su mirada parecía apagarse al igual que su ilusión de obtener otra respuesta. “Tal vez esa sea la expresión de mis ojos, tal vez algunos lo ven o tal vez no por mi esfuerzo al disimularlo”, no lo pensé en ese momento, lo pienso ahora mientras escribo.

Mi hijo bajó de mis piernas y se paró frente a mí y con una tonta sonrisa y sus brazos abiertos me dijo:

- Pero papi, yo sé que puedes darme otra respuesta… ¿Me dejas jugar con la arena?

Juro que quise llorar, quise hacer mía su tonta sonrisa.

- Ve hijo, ve a jugar con la arena. Yo voy a estar viéndote desde aquí. Todavía no está tan oscuro.

Hoy, tres días después, sigo pensando en ello. Y lo admito, me falta mucho por aprender… Quizá deba sentar a mi hijo en mis piernas con más frecuencia…

Lo he dicho antes: él es mi héroe.

jueves, 20 de noviembre de 2008

LA MIRADA DE NAHUM

Dedicado a Nahum, un día quiero tener tu mirada…

Trabajé hasta las 4:45am y a las 6:00am estaba en el Terminal de Cabimas, con mi maleta esperando un carro “por puesto”, para trasladarme al Consejo de Ciruma donde el pastor Fabio me estaría esperando a las 9am para llevarme a Agua Santa. En Agua Santa visitaría algunos lugares buscando respuestas y al mismo tiempo indagar un poco sobre una historia que estoy escribiendo.

Llegó el carro por puesto y tres pasajeros se embarcaron en los puestos de atrás, yo decidí ir delante, pensaba pagar los dos puestos, a fin de apresurar la salida del vehículo, cuando una joven de unos 26 años de edad llegó y le permití embarcarse primero quedando ella al lado del chofer y yo a su lado junto a la ventanilla. Pasé la mitad del viaje pensando en mi historia, ignorando la notable incomodidad de la chica, mi meditación fue interrumpida por una llamada telefónica. Era mi hermana preguntándome cuánto tiempo tardaría en llegar al pueblo, advirtiéndome que a las 8:15am el Pastor Fabio estaría frente a la casa.

Apenas corté la llamada miré a la chica y con una sonrisa decidí hablarle:

- Se te ha hecho largo el viaje.

Ella sonrió también y respondió:

- Si, bastante largo, ya me estoy volviendo loca.

- Aguanta un poco que en 20 minutos estaremos llegando, sería una lastima internarte en el manicomio del pueblo… No vas muy seguido ¿Cierto?

- En realidad es mi segunda visita, voy a cubrirle una guardia a una amiga.

- ¡Ah! Eres doctora-

- Y tu… ¿Eres psíquico?- Dijo ella con una mirada de asombro y emoción.

Yo reí pues su mirada me hizo más gracia que sus palabras, luego contesté:

- No soy psíquico, solo observo y escucho. El único lugar donde puedes cubrir una guardia un día domingo en el pueblo es en el ambulatorio.

- Tienes razón pero igual pudiste pensar que soy enfermera y no exactamente doctora.

- Supongo que tengo algo de psíquico.

Se quitó la prenda con la que sujetaba su cabello, luego lo acarició como estirándolo para finalmente sujetarlo de nuevo.

“Se siente cómoda conversando, y tal vez quiera seguir conversando”, pensé al ver lo que hizo con su cabello, así que pensando estar en lo correcto pregunté:

- ¿Alguna experiencia digna de ser contada en tu primera visita al pueblo?

- La verdad si. Fue en horas del mediodía, cubría la guardia sin novedad cuando un señor de unos cincuenta años de edad llegó con su hijo de catorce años, tenía dificultades para respirar y llevaba casi cuatro horas con un dolor de cabeza nada normal. Su padre me dijo que hacía poco más de un año a su hijo le diagnosticaron leucemia. Pero en los dos últimos meses no había presentado ningún tipo de complicaciones y ellos habían sido constantes con el tratamiento. El estado del adolescente era grave, ante su gravedad decidí ordenar su traslado con urgencia al Universitario de Maracaibo. Mientras daba las instrucciones al enfermero escuché al adolescente decir: “papi dile a mamá que recuerde que yo estaré bien”. De inmediato volteé hacia ellos y vi en los ojos del adolescente una tranquilidad que te juro me asustó. Su padre le tomó la mano y así lo llevaron adentro de la ambulancia, acompañándole en el viajo su padre y un enfermero. ¿Sabes qué sucedió?

Antes de que ella continuara su relato le respondí:

- No llegó al universitario, justo en el momento en que la ambulancia iba a cruzar el puente sobre el lago el adolescente murió y su padre ordenó a la ambulancia que volviera al pueblo, pero antes de morir, el muchacho con notable esfuerzo y ya casi sin voz dijo nuevamente a su padre: “recuérdale a mamá, papá, recuerdale…”-

Ella me miró, esta vez con serio asombro:

- De verdad, ¿no eres psíquico?

- No lo soy, conozco a Humberto Medina, el padre de Nahum, el adolescente que atendiste. Su abuelo, Guillermo Medina, es amigo de mis padres.

- Pasé muchos días pensando en la mirada de ese muchacho- Interrumpió ella reflexivamente- Me he preguntado cómo alguien puede tener tanta paz presintiendo su muerte y cómo podía él pensar en la tranquilidad de su madre. Porque yo sé que él presentía que iba a morir…

- Lo sabía doctora. Ese mañana, Nahum se levantó con un gran dolor de cabeza, pero le preparó el desayuno a su madre y luego le leyó el capítulo 14 del libro de Job. Al culminar la lectura le dijo a su madre: “Mamá, yo voy a morir, pero estaré mejor, debes estar tranquila, yo estaré bien”. Su medre le suplicó que no repitiera eso y él la abrazó. Luego durante el almuerzo Nahum le repitió lo mismo, y agregó “este dolor de cabeza no se lo deseo a nadie”. Su madre se alarmó y llamó a Humberto, y bueno, ya sabes lo demás.

Ella me miró y me dijo:

- Pues parecía estar verdaderamente seguro de que estaría bien.

- Estaba seguro. Estaba más seguro de su destino que de la misma muerte.

- ¿A qué religión pertenecía? ¿Era católico? ¿Evangélico?

- No doctora, ni lo uno ni lo otro, fíjate no le dio tiempo de ser católico ni evangélico, ni musulmán, ni budista, ni testigo de Jehová… No tenía religión, pero tenía la seguridad de que un Dios bondadoso y amoroso había enviado a su hijo Jesucristo para expiar mediante la muerte la culpa del hombre, creyendo así que después de la muerte su destino era, digamos, el paraíso. Por eso reflejaba esa mirada durante todo el padecimiento de su enfermedad e incluso el día de su muerte, por eso tuvo valor para infundirle ánimo a su madre.

Ella se quedó en silencio unos segundos y luego con gran sinceridad y como decepcionada de su meditación dijo:

- Suena muy sencillo, ¿Cierto? Quiero decir, no puede ser tan fácil.

- Técnicamente doctora, no es tan fácil, ¿no ves que se te hace difícil aceptar tan sencilla verdad? Se llama “Gracia” y ha sido el tema de todos los tiempos y todas las religiones, así que podríamos creer que es cierto, pues no es tan sencillo creerlo.

- Dime, ¿tú crees que sea así?

Esta vez fui yo quien quedó en silencio. Esa pregunta me a sorprendido tantas veces…

- Me conviene creerlo, si lo creo…

- Si convencerme de ello hará que mis ojos brilles como los de aquel muchacho, vale la pena intentar creerlo.

Y yo pensaba: “este retiro sin duda alguna será fructífero, ya comienzo a hallar respuestas”.

El auto se detuvo frente al ambulatorio y bajé del auto para abrirle paso.

- Fue un placer- Me dijo extendiéndome su mano.

- El pacer fue mío- Le dije. Pensé en darle mi nombre para conocer el suyo, pero preferí no hacerlo, para creer que aquella doctora fue solo un ángel anónimo dándome la bienvenida a lo que sería unos días de encuentro conmigo y con Dios.

sábado, 15 de noviembre de 2008

TRES O CUATRO DIAS...

Estaré ausente.

Seràn tres o tal vez cuatro días.

No es que esté cansado de bloguear, eso no pasará, pues no podría cansarme de escribir, sería como cansarme de respirar (en el sentido literal).

Simplemente me alejo de la ciudad unos días, y de mucha gente, para ver si me acerco un poco más a mí.

Y no es que publicar en el blog me estorbe para ello…

… Sencillamente tengo sed… Mucha sed…

Gracias por pasar, aquí estaré en tres o tal vez cuatro días.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

ÁNGELES QUE SONRÍEN

Dedicado a Maryurys, un ángel que roba historias a cazadores de historias…

- Déjame conocerte, no sientas temor- Dijo ella con dulzura y sinceridad. Atraída por el misterio en los ojos de él, sospechando que su silencio era el llanto de un alma herida y su sonrisa un maquillaje. Obsesionada por descubrir el origen de esas heridas, creyendo que podía curarlas con un toque.

Él la miró fijamente y su sonrisa se borró, como sintiendo una amenaza detrás de aquellas palabras.

- Disculpa, debo atender algunas cosas- Y así se excusó él. Lo dijo sin mirarla a los ojos, tal vez por temor, fingiendo distracción. Se levantó sin pronunciar una sola palabra más y abandonó la plazoleta de la facultad caminando de espalda a ella.

Ella lo observó salir y pararse frente a la parada de los buses estudiantiles.

Yo frente a ella observaba en silencio, sonriendo. Pensando que es absurdo proteger las heridas que no nos protegen, sino que nos privan de buenas experiencias; que a veces nos acostumbramos al dolor que las heridas nos producen; que inconciente o concientemente en ocasiones decidimos no renacer sino sumergirnos aun más dentro del mundo del dolor, creyendo que transitamos mas cómodamente por él porque ya conocemos sus veredas.

Pensaba también en que a veces nos resignamos a soñar con nuevos amores, sin querer despertar; que construimos logros deseados, en un mundo de fantasías que viene a constituir nuestra entera realidad; que establecemos metas por alcanzar, sin ánimo de dar el primer paso hacia las mismas.

Y ya no podía dejar de pensar, veía la silueta de aquel joven esperando su autobús y divagaba: preferimos crear personajes exitosos y audaces, leer historias de nuevas oportunidades, cualquier cosa antes de trazar nuevos intentos; a veces confundimos la soledad con el aislamiento, y otras veces rechazamos la ayuda de verdaderos ángeles que jamás sumarían daños a nuestras actitudes.

Aun así no me arriesgué a juzgarlo. Me distraje perdiéndole de vista. Miré dentro de mí y vi heridas aun abiertas para las cuales no he admitido cura. El recuerdo me señaló trayéndome la imagen de un ángel que una vez me sonrío. La memoria se unió al ataque presentándome un informe de las últimas obras que he leído, de los personajes que he creado, de las historias que he escrito, de los intentos ausentes y las oportunidades rechazadas que suman mis logros inexistentes. Al final del inventario estuve conciente de mi morbosa comodidad ante el dolor.

Cerré la obra que tenía en mis manos, la que leía antes de notar la presencia de aquella pareja frente a mí, y leí en la portada: “Los Hijos del Capitán Grant, de Julio Verne”. Entonces sonreí preguntándome desde cuando dedicaba tanto tiempo a la lectura de obras de aventuras. Levanté mi mirada y me di cuenta que ella aun estaba allí, sentada frente a mí, me regaló una cordial sonrisa que correspondí y al instante sentí que había visto esa sonrisa antes, en otro rostro. En ese momento vi al joven regresar hasta ella, no me había dado cuenta que mientras miraba dentro de mí él había dejado pasar el autobús que cubría la ruta hasta su casa decidiendo volver a la plazoleta a reencontrarse con ella que lo esperaba como segura de que volvería.

- Tal vez un restaurante sea mejor lugar para que me conozcas mientras almorzamos, ¿te parece?- Dijo él, luego de arrebatar los libros que ella sostenía en sus manos apoyándolos en sus piernas.

Ella se levantó con rapidez y lo abrazó sin decir nada, luego se separó de él y los vi caminar hasta la salida de la facultad.

“Solo es cuestión de decidir”, pensé. Busqué en el directorio de mi celular el número del ángel que una vez me sonrió. Contestó la operadora diciéndome que ella no podía atender mi llamada, que dejara un mensaje y a la brevedad posible me devolvería la llamada.

Corté sin dejar mensaje, “tal vez otro día”, me dije mientras guardaba nuevamente mi celular, y seguí leyendo el capítulo 7 de “Los Hijos del Capitán Grant”

martes, 11 de noviembre de 2008

¿QUÉ SERÍA DE KEY?

La encontré acostada en una hamaca colgada en el porche de su casa. Me acosté a su lado quedando mis pies junto a su cabeza y los suyos junto a la mía. Sus padres salieron al porche y nos encontraron en plena batalla de cosquillas.

-¡Gusmar!- Exclamó su padre al verme- ¿Cómo estas?

- Bien, gracias y ¿ustedes qué tal?

- Estamos bien- Esta vez respondía su madre sonriendo, y luego su padre me preguntó:

- ¿Me acompañas al servicio esta noche?

- Seguro no hay rollo, pasas por mí.

Así se embarcaron en su camioneta y salieron dejándonos solos a Key y a mí. Y antes de poder reiniciar la batalla pendiente ella me miró, la forma como lo hizo anunciaba alguna tragedia.

Key es una niña de 20 años muy linda e inteligente, la conocí cuando ella tenía siete años de edad y yo trece. Sus padres son pastores en un pueblito llamado “Agua Santa”, amigos de los míos. Por mi costumbre de andar de “trotamundo” no atesoramos muchos recuerdos en común, pero si suficientes para reírnos de muchos desaciertos y reflexionar en lo poco que hemos compartido. Para mi es como una de mis hermanas. Si alguien se atreve a insinuarle que entre nosotros hay algo más que amistad ella responde: “él es como mi hermano”, y yo afirmo: “si no la hubiera conocido cuando era una “triponcita” tal vez” y ella termina golpeándome con su codo en mi estomago.

Tras aquella mirada la escuché decir:

- Me caso el 29 de este mes.

La noticia me alegró al instante, ya mi hermana menor me había comentado semanas atrás que ella pensaba casarse, no me pareció buena idea de momento, pues pensé que era muy joven para emprender tal viaje, pero igual me alegré por ella, y escucharla decírmelo personalmente me llenó de emoción por ella, la cual disimulé un poco ya que ella mantenía aquella mirada. Resultó confuso para mí por unos segundos y antes de manifestar mi confusión ella llevó sus manos a su vientre dándose tres palmaditas y fue suficiente para entender, aunque hubiera preferido que no hubiese nada que entender.

- ¿Te casas por eso?- Pregunté preocupado.

- Ya veníamos planeando casarnos hace unos cuatros meses. Tuvimos que adelantar la fecha.

Quedé en silencio por casi un minuto, sin dejar de ver sus ojos. Podía hacerle un millón de preguntas, o hacerle escuchar un sermón, reprocharle por no haber tenido cuidado y esperar hasta el matrimonio, podía decirle algo como: “has decepcionado a tus padres”, o “tu falta es un grave pecado”, pude haber hecho un “acto de confrontación” o tantas cosas más. Y la verdad, tuve deseo de hacer alguna de estas, no acabo de entender por qué, pero antes de hacerlo caí en conciencia de que seguro sus padre ya lo habían hecho, ya ella había escuchado todo el sermón al respecto, también pensé en estas alturas debió haber enfrentado la directiva de la pequeña congregación que pastorean sus padres, de seguro se le había impuesto cierta medida disciplinaria, y conozco el mecanismo y las sentencias de este tipo de directivas que muchas veces terminan alejando la esperanza de perdón y un mejor porvenir. Por la expresión en su mirada supe también que ha reflexionado mucho al respecto. Así que dejé a un lado el disimulo de mi emoción y con toda sinceridad y una gran sonrisa le dije:

- Un hijo es una bendición. Me alegro- Su mirada cambió al instante, como si hubiera estado esperando una reacción así. Al ver de nuevo el brillo en sus ojos le dije:

- Tendré que prepararte un “pollo con vegetales” para celebrar- Me reí pues siempre bromeamos con esta receta, y ella me golpeó en la cabeza con sus pies mientras reía también.

Se levantó de la hamaca y corrió al interior de la casa regresando rápidamente con un ecograma que mostraba el resultado del embarazo y una prematura foto de la criatura en formación.

- ¡Tienes diez semanas! Te falta poco ya- Dije riendo.

Ella me mostraba cada parte de la criatura de tres centímetros, presumiendo que si ya los brazos se están formando, que si lo otro, yo la escuchaba atento.

- Entonces el 29 se me casa una hermanita.

El resto de la tarde se me fue durmiendo al lado de ella, me sentía seriamente cansado por el trabajo nocturno previo al domingo. Al despertar ya sus padres habían llegado y ella me tenía una torta y un jugo de piña que disfruté.

De regreso a casa pensaba en qué sería de Key sin la corrección y apoyo de sus padres y la comprensión de sus amigos. Creo que he visto la respuesta en muchas jóvenes frustradas y abandonadas… ¿Por qué no extenderles la mano en señal de apoyo?

sábado, 8 de noviembre de 2008

OH BENDITA ESPERANZA...

Y siguió caminando… Solo y sin vida, perdido y sin destino.

Sin sospechar que los brazos de la esperanza siempre están abiertos.

Tarde o temprano caería rendido ante ella, que es compañía y respiro, que es camino y refugio.

Sin saber que abrazado por ella volvería a vivir… Y vivo seguir caminando tendría sentido...

¡OH bendita esperanza mantén tus brazos abiertos!

viernes, 7 de noviembre de 2008

SOLO QUIERO ENCONTRARTE...

Anoche llegué cansado y derrotado… Y quise encontrarte…

Quise tenerte entre mis brazos y escucharte hablar en tu idioma, dulce idioma, extraño idioma, ese que me enseñaste y que una vez hablé, idioma de un corazón puro y sencillo, con el que me contaminaste y me arrancaste de este mundo.

¡Cómo extraño sentirme teniéndote aquí! Y por más que lo intento no consigo sentirme de esa forma sino estas, es que el recuerdo no me alcanza.

Extraño tu pequeña vida, suficiente para darle vida a mi vida que sin ti me sobra.

Solo quise encontrarte anoche y choqué contra esa pared, una y otra vez choqué, como si quisiera herirme yo mismo, para poder herir mi recuerdo de ti y que no me duela más al recordarte y así no verme obligado a esconder mi dolor, porque si bien duele, más duele esconderlo…

Sigo jugando como un día lo hicimos pero me faltan tus manos y estorban mis lágrimas… Sigo llamándote como si al escucharme pudieras venir, me guindo de ojos pequeños como si en ellos pudiera sostener tu alma, donde escondí una parte de la mía.

Solo quería encontrarte… ¿Por qué sentí como el peso de un pecado?

¿Qué hay de malo en querer encontrarte para suicidar esta maldita vidasinti?

Se acerca el día que no fue más día sin ti… Y otra vez querré encontrarte…

jueves, 6 de noviembre de 2008

ENSEÑAME A CONFIAR...

Muy bien, no respondas a mis preguntas…

No exigiré más explicaciones.

Intentaré creer con certeza que lo que haces y aun lo que dejas de hacer es por mi bien…

O tal vez por el bien de los dos…

Así que buen Dios, en ti deposito mi confianza… ¿Podrías enseñarme a confiar?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DEL BLOG DE AVA... INSPIRACIÓN SILENCIOSA...

Ava, como le conozco a través de su blog, es una talentosa joven, cuyos relatos fluyen de una inspiración silenciosa que logra poner en manifiesto infinitos sentimientos con los que todo ser humano puede identificarse. Me gusta visitar su blog, que además de buenas letras, ofrece cambiantes diseños, haciéndome sentir, en cada visita, como si entrara por primera vez.

He decidido tomar de su blog uno de los tantos relatos que me han gustado, para elegirlo he tenido que leer mis favoritos una y otra vez, queriendo postearlos todos, pero les dejaré éste, con una cordial invitación a que visiten su blog y descubran relatos impresionantes e inspiradores…
A continuación SEGUNDO SUEÑO: UN ADIOS...

Solo logré vislumbrar tu espalda cuando te fuiste, partiste tan rápido que apenas si pude ordenar mis pensamientos con las frases fulminantes que me dirigiste.

-No me esperes, no volveré, continua con tu vida porque yo ya no perteneceré a tu mundo.

Por lo menos, mi corazón logro deshacerse de tu imagen que me hacia llorar cada cinco minutos, tus palabras que tanto me destruyeron fueron borradas de mi mente y de mi alma, todo para evitar querer arrojarme al vacío. Ahora observo las cosas de otra forma, me di cuenta que no valía la pena, pero cuando a una le ciegan los sentimientos la mente deja de razonar y se siguen los impulsos.

Quisiera ser más fuerte, poder esconder mis emociones pero mis ojos me traicionan y las viejas heridas siempre amenazan con volverse abrir, a volver a herir; la vida es un delicado hilo que uno deja de aprender cuando deja de existir, porque mientras vivimos aprendemos algo nuevo sobre nosotros y sobre todo lo que vemos, escuchamos y sentimos.

martes, 4 de noviembre de 2008

LOS OJOS DE UN LOBO...

Anoche vi un lobo caminando por las montañas de Yaracuy. Su caminar pausado, desesperadamente pausado… Como calculando cada paso, pero en realidad, solo estaba cansado y, al parecer, un poco asustado…

Aun, cansado y tal vez asustado se negaba a detenerse. Lucía anciano, eran sus ojos, sí, en sus ojos se veía la vejez de su alma. A simple vista sus ojos destellaban ira y ferocidad, pero me bastó detenerme solo unos segundos y observarlo directamente a los ojos y se desnudaba la vejez de su alma.

… Silencioso… Agotado… Solitario… Lastimado…

Caminaba sediento, sin embargo, evitaba el río de quebrada honda, que cruza las montañas de Yaracuy. Pero lo supe, otra vez al ver sus ojos lo supe, no eran las aguas de río las que evitaba, era el reflejo que proyecta el río, no su propio reflejo.

¿Qué puede asustar a un anciano lobo que ha librado grandes batallas?

Seguí observando al lobo y me di cuenta que en su caminar evitaba los senderos delimitados entre los árboles, como si tales caminos fueran demasiados seguros para él. Pero la verdad, es que este lobo prefería estar bajo la sombra de los árboles…

¿De qué se esconde un lobo?

Caminaba sin detenerse, pero no pudo evitarlo…

De repente se vio en la cima de una montaña, donde nace aquel río… Donde no hay árboles debajo de los cuales esconderse…

Y frente a él, y reflejada en el río, estaba ella… La luna… Una hermosa luna llena…

Lo vi como temblar por un momento… Intentó retroceder, pero en cambio soltó aterradores aullidos… Sentí temor por un momento, creí necesario alejarme un poco. Pero miré una vez más sus ojos. Y vi de nuevo a través de ellos, aullaba de miedo, miedo a la luna, de quien se escondía mientras caminaba. Pensé que es estúpido que un animal tan feroz y temible tiemble ante la presencia de la luna… Allí desperté.

Al despertar tenía en mi mente la imagen de sus ojos, como si aun estuviera frente a mí. Miré el reloj y eran las tres de la madrugada… Luego vi la ventana y supuse que la luna estaba detrás de ella, temblé por un momento y retrocedí en mi cama…

sábado, 1 de noviembre de 2008

DESDE LA OTRA PARTE QUE SOSTIENE SUS MANOS...

Ayer apenas publiqué el post titulado: SOLO QUIERO PREGUNTAR, recibí un comentario a mi correo. Lo primero que leí fue:

“Mira las confesiones que me arrancaste cuando leí tu post...si te sirve para escribir algo… ya sabes…”

No me extrañó eso de “si te sirve para escribir algo”, es que lleva tiempo haciéndolo, con una sola frase, o con una historia ella me ha inspirado en muchas oportunidades, pero ayer cuando leí sus confesiones por un momento las confundí con las mías. Yo acababa de terminar algo que publicaré el lunes o martes y me asombró que el sentimiento que su confesiones (que son sin dudas las mías) reflejaba es el mismo que me llevó a escribir.

Y aunque un mar inmenso nos separa he llegado a creer que ella lleva en sus manos una parte de mí, tal vez por eso tenga sentido mis andares incansables… Antes de dejarlos con lo que ella me envió permítanme agradecerle por tan valiosa amistad que me brinda, por sus letras que confundo con las mías muchas veces, por las historias que me ha permitido escribir, por ser en ocasiones el deposito de tantas preguntas que nacen y parecen morir, gracias amiga… Tus confesiones que son mías son exactamente una buena apertura para este mes:

"Hoy me duelen mil cosas y se revuelven dentro de mi…

Me duele la ausencia, la nostalgia…

Me duele esta dualidad de tener que vivir con los pies en un lado y el corazón en otro.

Me duelen tantos fracasos y decepciones, me duele no tener sueños.

Me duele dormir y no querer despertar, me duele reír con esa cosquilla amarga en el pecho.

Me duele no ser lo que otros esperan, lo que otros quieran, no ser lo que yo misma (o) había soñado, me duele ser tan débil, me duele amar tanto, querer tanto, pensar tanto.

Me duelen las heridas, las viejas, las nuevas, las cerradas y las que aun están abiertas. Me duele el daño, el golpe, la memoria traicionera y punzante. Me duele sentirme lejos, aislada (o), perdida (o). Me duele la vida, y me duele no amar más la misma Vida en mi vida".