martes, 31 de agosto de 2010

BRISA DE AGOSTO...

Frente a mí pasea tu recuerdo, no sé de dónde viene, pues no recuerdo recordarte…

Frente a mí, con arrogancia presumen tus ojos, imagen de dos lunas en un agosto perdido, lunas suspendidas en el cielo, cielo vestido de negro, como guardando luto por aquellos momentos sepultados en el tiempo, dos lunas que comentan entre sí que pronto, de la muerte del tiempo, nacerá el momento… Ojos que brillan, y su luz baña mi alma, juran que fueron míos en una promesa pronunciada al final, justo donde inicié ésta búsqueda que consume mi alma y junto a ella mis mejores días…

Y paseas, invisible, dejando sentir tu aroma, dejándome ver los recuerdos mudos, confusos, recuerdos que vienen perdidos, porque los caminos divagan en el tiempo y sirven de puente entre realidades que se miran a los ojos y deciden reconciliar sus paredes mientras yo me derrumbo, tu recuerdo ileso yo herido… Colecciono las heridas que nacen con tus recuerdos, y digo que son evidencias de la existencia de una realidad de otros tiempos, garantías del regreso de aquellos momentos que niegan la muerte…

Frente a ti, sin arrogancia, mis ojos lucen cansados, imagen de dos soles que mueren y ciegos buscan el lugar donde está la luz, soles perdidos en un espacio infinito que estorba entre los dos, espacio inquieto, laberinto donde soy inquilino obligado a pasear… Frente a ti, sentado esperando el amanecer, llorando la muerte de los encuentros que no se encontraron, aquí estoy, sin saber si estás o pasas, sin poder tocar nada de ti, sin poder asegurar, sin certeza… Aquí estoy, queriendo creer que frente a mí paseas cuando la luna y su reflejo en el mar agitan el alma de mi alma y siento la brisa suave de la noche acariciando mi rostro…

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