Aquí, escribiendo mis ochenta, preguntándome dónde estás tú… En este lugar, en el que siempre supe estarían mis ochenta, ya sabrás dónde, perdido en este lugar donde siempre estuvo mi refugio… Fumando un cigarrillo para intentar darle la tranquilidad a mis manos, tranquilidad que necesitan para escribir aquí sin ti… No me acostumbré, nunca, lo intenté estos años, me rebelé en contra de los recuerdos pero ellos me invadían los días mientras yo corría en el tiempo intentado ganarle y llegar a este lugar pensando que aquí ya tu ausencia no dolería, pero la verdad es que soy un anciano que a sus ochenta escribe a diario para ti, por si un día me lees entiendas que el tiempo no pudo borrarte de mi alma…
Se interrumpen mis sueños por las noches, demonios se visten de interrogantes, y sin compasión hieren mis sueños, es el precio que pago por mi cobardía… Pude haber luchado por mí, pero soy cobarde, pude haber luchado por ti, pero llamé tú bienestar a mi cobardía… ¡Y hoy me pregunto dónde estás como si saberlo a mi edad sirviera de algo! ya ves, en esta frase sigo gritando de cobardía… Siempre fui valiente para escoger la cobardía, para cargar sobre mis hombros el fracaso e ignorar la felicidad que tocó a mi puerta… Huí de las heridas que pudieron asesinar mis días y huyendo me convertí en asesino de mis posibilidades… Y así, hoy me sobran los días vividos y me falta tu compañía…
Hoy, sentado bajo las sombras de la muerte, con ochenta años a mí alrededor, escucho las preguntas que intenté callar, me pregunto qué hubiera sido de mí si aquella mañana de mis treinta te hubiera buscado. Preferí huirle a tu sonrisa, pensando que el cielo no debía sonreírle a quien pasea entre los infiernos, así, aquel agosto, caminé en sentido contrario con la maldita excusa de cuidarte a ti de mí…
He visto la vida desfilar esta mañana frente a mí, y sé que pronto mis días descansarán, aquí solo quedaran los demonios suspendidos en el tiempo, tal vez esperando otro encuentro, otro despertar… Si en otra vida yo, tropezara contigo, juro romper los vicios de mis tiempos, juro acercarme a ti un agosto y reconciliar nuestras almas perdidas por mi cobardía…
Se interrumpen mis sueños por las noches, demonios se visten de interrogantes, y sin compasión hieren mis sueños, es el precio que pago por mi cobardía… Pude haber luchado por mí, pero soy cobarde, pude haber luchado por ti, pero llamé tú bienestar a mi cobardía… ¡Y hoy me pregunto dónde estás como si saberlo a mi edad sirviera de algo! ya ves, en esta frase sigo gritando de cobardía… Siempre fui valiente para escoger la cobardía, para cargar sobre mis hombros el fracaso e ignorar la felicidad que tocó a mi puerta… Huí de las heridas que pudieron asesinar mis días y huyendo me convertí en asesino de mis posibilidades… Y así, hoy me sobran los días vividos y me falta tu compañía…
Hoy, sentado bajo las sombras de la muerte, con ochenta años a mí alrededor, escucho las preguntas que intenté callar, me pregunto qué hubiera sido de mí si aquella mañana de mis treinta te hubiera buscado. Preferí huirle a tu sonrisa, pensando que el cielo no debía sonreírle a quien pasea entre los infiernos, así, aquel agosto, caminé en sentido contrario con la maldita excusa de cuidarte a ti de mí…
He visto la vida desfilar esta mañana frente a mí, y sé que pronto mis días descansarán, aquí solo quedaran los demonios suspendidos en el tiempo, tal vez esperando otro encuentro, otro despertar… Si en otra vida yo, tropezara contigo, juro romper los vicios de mis tiempos, juro acercarme a ti un agosto y reconciliar nuestras almas perdidas por mi cobardía…
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