Tu libertad pasea frente a mis ojos en ocasiones, cuando lo hace me siento libre, libre pero me alcanzan el dolor y la frustración, dolor porque aunque pasea cerca la percibo inalcanzable, frustración porque sé que la ofreces, que vienes aquí y bailas frente a mí para seducirme con tu rescate para mostrarte alcanzable, e invitarme al paseo de tus miradas…
Tu libertad es como la brisa que danza entre las garras del tiempo, sin temor a los peligros, porque es libre de temores, porque ignora aquello que puede manchar su autonomía, porque viene de ti, linda e intocable por los tiempos; como los niños que desconocen a los dioses todopoderosos y omniscientes, que se burlan con sus risas de las reglas del mundo real construido a base de verdades sin fundamentos y lógicas indestructibles…
Y voy observando esa libertad en tu mirada, que brilla como los soles de cada amanecer, como las estrellas de los anocheceres, soles y estrellas que pasean entre los vacíos que forman el cielo, que guían a las almas perdidas entre la densidad de los laberintos que recorro sin libertad… Y envidio, te confieso, a veces envidio a quienes tocas con tu libertad…
Y quiero ser de nuevo un niño, para jugar con tu mirada mientras sonríes, para inventarme un mundo que solo nos pertenezca a ti y a mí, un país de libertades junto a ti, sin dioses que estorben en nuestros juegos, sin reglas que limiten nuestras mentiras… Un niño para mirarte sin dolor, para disfrutar sin frustraciones de esa libertad que se asoma desde tu alma a través de tus ojos lindos…
Tu libertad es como la brisa que danza entre las garras del tiempo, sin temor a los peligros, porque es libre de temores, porque ignora aquello que puede manchar su autonomía, porque viene de ti, linda e intocable por los tiempos; como los niños que desconocen a los dioses todopoderosos y omniscientes, que se burlan con sus risas de las reglas del mundo real construido a base de verdades sin fundamentos y lógicas indestructibles…
Y voy observando esa libertad en tu mirada, que brilla como los soles de cada amanecer, como las estrellas de los anocheceres, soles y estrellas que pasean entre los vacíos que forman el cielo, que guían a las almas perdidas entre la densidad de los laberintos que recorro sin libertad… Y envidio, te confieso, a veces envidio a quienes tocas con tu libertad…
Y quiero ser de nuevo un niño, para jugar con tu mirada mientras sonríes, para inventarme un mundo que solo nos pertenezca a ti y a mí, un país de libertades junto a ti, sin dioses que estorben en nuestros juegos, sin reglas que limiten nuestras mentiras… Un niño para mirarte sin dolor, para disfrutar sin frustraciones de esa libertad que se asoma desde tu alma a través de tus ojos lindos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario