martes, 11 de mayo de 2010

AQUELLA CANCIÓN...

…Y bailamos, al ritmo lento sin saber que bailamos, sin saber si quiera, que es lento el ritmo, no lo sabemos, y a veces sin escuchar la melodía que se nos presta por estos caminos que durante los siglos se han construido. Sin saber cómo y cuando, o un por qué o para qué…

Inventándonos métodos y lugares, así bailamos, nombres que nos hacen sentir seguros, seguridad que aun con nombres no llenan los vacíos, vacíos de una canción de infinito principio y de constantes finales que no se rinden, y nos inventamos razones que creemos razonables, lógicas basadas en orígenes que se han perdido, y sufrimos de perdidas ilógicas, de orígenes irrazonables, de caminos que siendo predecibles se hacen sorpresivos porque no abrimos los ojos, porque no despertamos…

Y ante los miedos que delimitan la realidad prestada nos detenemos, cuántas veces estuvimos allí… Cuántas veces nos detuvimos… Miedos, fantasmas de estos mundos que nos impiden mirar lejos, que nos hacen bailar lento, que nos obligan a desconocer la canción, aquella que fue cantada una vez, esa que hace eco adentro, donde no hay limites, donde nada es real ni existente, donde alguna vez fuimos antes de ser… Aquella canción que ahoga los miedos, que arde la nada y nos hace inexistentes… superiores… superiores a los caminos, a los miedos, a los tiempos…

Hoy despierto y escucho aquella canción… Hoy me burlo de los miedos, de esos que me impiden llegar a ti…

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