martes, 4 de enero de 2011

VIVIR...

Mientras los días avanzan o así parece me voy convenciendo que la vida no es un concepto o una estructura, que es imposible definirla y tal vez ni siquiera sirva llamarla vida para entenderla, no sé cuándo me obsesioné por saber qué es, y obsesionado dejé de vivir, porque una cosa sé hoy, o al menos creo saber: no es lo mismo estar vivo a vivir. Tal vez pendejadas mías mientras viajo por este sendero que me lleva a una ciudad donde los atardecer traen nuevos colores al cielo y desafían las sombras de oscuridad que impacientes esperan su turno para mostrar que el cielo no es cielo sino un abismo. Tal vez eso sea la vida: un abismo.

Miro a mi alrededor mientras paisajes desfilan frente a mis ojos y me pregunto en qué momento dejé de vivir, cómo fue que me sedujo esa idea destructiva de definirlo todo y de darle sentido a una vida cuyo sentido sea tal vez el no sentido. No sé si es así, pero hoy quiero pensar que puedo vivir sin entender las cosas que no entiendo, que no necesito saber tanto, que no necesito tener tanto, que tengo lo suficiente y que mi eternidad puede que la consiga disfrutando los momentos que llegan y que al llegar ya amenazan con irse porque no es amenaza es un aviso que nos alerta a vivir.

Es como la muerte, ya anunciada junto con la vida, estos días he visto el tiempo transcurrir en retroceso, veo que cada día que pasa es uno menos que queda, me pregunté anoche por qué celebramos el paso de un año con tanto entusiasmo, y hoy creo entender que sí, que merece ser celebrado, cada día, cada minuto y que no hay mejor forma de celebrar que vivir… Hoy quiero vivir, y voy sonriendo, con alegría, renunciando a mis obsesiones, capturando los momentos y robando la esencia de ellos.

Quiero ser un peregrino para no perderme de las bondades del camino, para aceptar con regocijo que debo cambiar de lugar y debo buscar mi lugar, sin quejarme por la soledad en algunos callejones o por el silencio en otros, o por el encuentro de ambos en algunas encrucijadas donde he pensado que falta la compañía para decidir. Quiero aceptar con alegría la compañía y las palabras en otros lugares, quiero vivir sencillo, sí, vivir solamente, como cuando fui un niño, aprovechar las plazas para jugar, los bancos para sentarme, los espectáculos para asombrarme y saber que vivir es asomarme desde mi abismo y respirar… Sí tal vez pendejadas mías mientras ya me acerco a esa ciudad y el atardecer me saluda sonriendo con mil colores…

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