martes, 4 de enero de 2011

A CHEFINA... ALMA DE UN CERRO...

Dedicado a Josefina Campos (Chefina), alma del cerro Quebrada Honda…

Allí la encontré, sentada, silente, observándolo todo, al verla pensé que buenas historias habían en su memoria, que buenos momentos escondía su alma y vi en sus ojos la sabiduría de la niñez… Mirándola recordé imágenes junto a ella, me pregunté cómo ahora podía estar tan quieta y tranquila si antes fue activa en todo momento, creí que tal vez la venció el destino, que quizá no tuvo fuerzas para combatir y se rindió…

Aquella sería la última tarde que la vería, de repente vi en ella el carácter de aquel cerro, como si ella, allí sentada fuera el alma de una montaña milenaria que decidió ser hogar de los Crespos. Sonreía y me miró a los ojos, y pude ver mi reflejo en ella, como puede verse uno en el río de Monte Cristo y descubrirse cambiado en cada viaje. Sentí vergüenza al verme en sus ojos, quién soy yo me pregunté, cómo es que he cambiado tanto. Tuve deseo de volver a mis senderos y recuperar la niñez que se me escapó. Ella sonreía, con bondad, con amor. El mismo amor que derramaron sus manos cuando la tierra creyó que habría sequía.

Yo la llamé Chefina, como todos los hijos de aquel cerro, y ella vio los años doblarse sobre mí, sobre ellos, y sus manos suplieron las caricias de la madre que faltó, del hermano que partió, de la brisa que se detuvo. Fue madre de generaciones, que hoy llevan su imagen y su esencia, y que agradecen, y yo agradezco, su existencia y su capacidad de encontrar su destino, siempre a tiempo en el espacio que reclamaba su presencia.

Hoy sé que no se rindió, que fue su decisión sentarse y burlar la muerte, sin mostrarle temor ni miedo, sabiendo que su momento había llegado y que ella no lucharía cuando tocaba esperar. Y pienso en mi vida, cuántas veces he temblado frente a la quietud, cuántas veces me he escondido del silencio y la soledad cuando toca abrazarlos y esperar, he creído ser valiente siendo un cobarde… Le recordamos hoy, pero no la sentimos ausente, ella supo hacerse eterna fusionándose con cada momento y cumpliendo con su propósito en cada ciclo, dándole sentido a lo que no entendimos… Porque hoy entiendo que aun la muerte glorifica a aquellos que saben vivir… Hoy pienso ella, quiero aprender a vivir…
Hoy escucho tanto hablar de ella, sigue presente en el cerro,

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