Hace un par de horas estuve reunido con un amigo, la verdad, tenemos algunos meses compartiendo por el chat, aprovechando que vine a Barquisimeto a visitar mi familia decidimos reunirnos y conocernos personalmente para conversar sobre un tema de mutuo interés: el cristianismo.
Fue refrescante conversar con él, fue un alivio.
Conocí algunos detalles de un movimiento que está naciendo, a mi parecer, justo dónde y cuándo agoniza el cristianismo heredado. Movimiento que desconoce muchas de las estructuras que considero dañinas del cristianismo, entre ellas desconoce la ortodoxia como método y el proselitismo como ambición.
Regresé pesando que algo está sucediendo, que realmente algo sucede. Que estamos pisando sobre un suelo y caminando en una era de transición. Lo que logremos hacer del cristianismo, puede que defina su destino como modelo para otros sistemas, así lo creo, así lo veo. Considero que ya ha sucedido. Que la concepción del cristianismo en otras eras a definido la evolución de las mismas en muchas ocasiones y creo que hoy muchos podemos ser los responsables y tomar nuestra posición como forjadores, cada quien en lo suyo. Sé que suena iluso, pero creo que hay un grupo de personas distribuidas accidentalmente en muchas regiones de Latinoamérica que están construyendo a su ritmo nuevos modelos de expresión de lo que heredamos como cristianismo, que están abriendo brechas y trazando camino hacia la formación de un mejor escenario; suena iluso, pero he visto a muchos de ellos actuando y he conocido muchos de los avances de otros… Y hoy conocí a uno de los que quizá la historia algún día reconocerá como forjadores de una expresión del cristianismo que pudiera afectar la concepción total de una nueva era.
En la conversación él me recordó que una vez Jesús señaló que “nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres”. Eso me hizo pensar, y sigo pensando. Tal vez no pueda hacerse nada desde adentro de este cristianismo prediseñado y malformado que pretende y ha pretendido instaurar mediante sus doctrinas una realidad inexistente, tan de ficción que podría solo ser una interesante historieta, tal vez sea ua perdida de tiempo intentar adherir a su sistema nuevas intenciones y estructuras para erigir desde su existencia una mejor expresión. Seamos realistas, este cristianismo conocido y pregonado como camino no es aliado de Cristo, más bien parece levantarse como una pared entre la conciencia humana y la obra de Cristo, disfrazándose de mediador para entender a quien se quiso dar a conocer como único mediador. ¿No es acaso una ironía? Y creo que urge demostrarlo, solo como un ejemplo si la obra de Cristo fue la de reconciliar al hombre y hacerlo consciente de su deber de amar sin condición, solo porque amar es parte del “destino humano”, entonces ¿por qué heredamos un cristianismo que parcela sus tierras, que levanta murallas, que se separa “del resto”? Y aun así predica amor, reclama amor, propone amor. Yo no veo a un Cristo cuyos actos fuero incongruentes a sus palabras…
Tal vez, en esta era de transición toque diseñar odres nuevos, nuevas construcciones, sobre nuevas estructuras, preparar el escenario para que luego la historia pueda escribir con libertad el inicio de un nuevo mundo, un nuevo orden… Por qué no, un nuevo hombre… No más cristianismo de historieta.
Fue refrescante conversar con él, fue un alivio.
Conocí algunos detalles de un movimiento que está naciendo, a mi parecer, justo dónde y cuándo agoniza el cristianismo heredado. Movimiento que desconoce muchas de las estructuras que considero dañinas del cristianismo, entre ellas desconoce la ortodoxia como método y el proselitismo como ambición.
Regresé pesando que algo está sucediendo, que realmente algo sucede. Que estamos pisando sobre un suelo y caminando en una era de transición. Lo que logremos hacer del cristianismo, puede que defina su destino como modelo para otros sistemas, así lo creo, así lo veo. Considero que ya ha sucedido. Que la concepción del cristianismo en otras eras a definido la evolución de las mismas en muchas ocasiones y creo que hoy muchos podemos ser los responsables y tomar nuestra posición como forjadores, cada quien en lo suyo. Sé que suena iluso, pero creo que hay un grupo de personas distribuidas accidentalmente en muchas regiones de Latinoamérica que están construyendo a su ritmo nuevos modelos de expresión de lo que heredamos como cristianismo, que están abriendo brechas y trazando camino hacia la formación de un mejor escenario; suena iluso, pero he visto a muchos de ellos actuando y he conocido muchos de los avances de otros… Y hoy conocí a uno de los que quizá la historia algún día reconocerá como forjadores de una expresión del cristianismo que pudiera afectar la concepción total de una nueva era.
En la conversación él me recordó que una vez Jesús señaló que “nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres”. Eso me hizo pensar, y sigo pensando. Tal vez no pueda hacerse nada desde adentro de este cristianismo prediseñado y malformado que pretende y ha pretendido instaurar mediante sus doctrinas una realidad inexistente, tan de ficción que podría solo ser una interesante historieta, tal vez sea ua perdida de tiempo intentar adherir a su sistema nuevas intenciones y estructuras para erigir desde su existencia una mejor expresión. Seamos realistas, este cristianismo conocido y pregonado como camino no es aliado de Cristo, más bien parece levantarse como una pared entre la conciencia humana y la obra de Cristo, disfrazándose de mediador para entender a quien se quiso dar a conocer como único mediador. ¿No es acaso una ironía? Y creo que urge demostrarlo, solo como un ejemplo si la obra de Cristo fue la de reconciliar al hombre y hacerlo consciente de su deber de amar sin condición, solo porque amar es parte del “destino humano”, entonces ¿por qué heredamos un cristianismo que parcela sus tierras, que levanta murallas, que se separa “del resto”? Y aun así predica amor, reclama amor, propone amor. Yo no veo a un Cristo cuyos actos fuero incongruentes a sus palabras…
Tal vez, en esta era de transición toque diseñar odres nuevos, nuevas construcciones, sobre nuevas estructuras, preparar el escenario para que luego la historia pueda escribir con libertad el inicio de un nuevo mundo, un nuevo orden… Por qué no, un nuevo hombre… No más cristianismo de historieta.
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