Hace algunos años pensé que sí, que éste era un camino solitario. Y cada vez que me reúno con alguien que ha despertado y ha logrado mantener con vida su búsqueda, luego de sufrir las decepciones al descubrir las ficciones e incongruencias estructurales del cristianismo heredado, me doy cuenta que también lo pensó al despertar.
Es lógico que así sea. Como muchos de ellos, y tal vez como tú, yo estuve inmerso en un mundo de cristal, un cristianismo construido sobre bases y filosofías que por tradición se aceptaban sin confrontación, cuyas incongruencias se justificaban con argumentos sin argumentos, de hecho llamados argumentos por su “antigüedad”, sin importar que su permanencia a través de los años se debe precisamente a que nadie se atrevió jamás a cuestionar su racionalidad; estuve inmerso en un mundo de cristal rodeado de gente que al igual que yo creía con sinceridad que aquel era el camino correcto, gente que tenía una sed de encontrar respuesta y cuya sed fue perdiendo su agonía al ser calmada con “sustancia ortodoxas”, sustituyendo aquella sed por un sentimiento tonto de miedo a encontrar la verdad fuera de un espejismo mal llamado verdad. Fue difícil descubrir y aceptar que aquellas bases y filosofías contradecían al mismo a quien reclamábamos como fundador del sistema que reconocíamos como único camino y única herramienta de búsqueda, fue dificultoso reconocer que aquel sistema incubaba actitudes en nosotros que nos hacían actuar de forma contraria a las actitudes y comportamiento del “fundador” del sistema; mucho más difícil fue reconocer que esa figura y dibujo de historieta a quien llamábamos Cristo no era el mismo de quien realmente hablaban los relatos bíblicos, pues ese Cristo nunca habló de un sistema, ni siquiera mostró interés en fundar uno o ser registrado como autoridad por algun sistema.
Una vez que descubres estas cosas y aceptas la realidad, sientes que todo un mundo ha dejado de existir, te preguntas si habrán otros que hayan escapado de aquella fantasía. Pero no termina allí, queda un vacío, ya hay conductas viciadas, comportamientos condicionados, temores que se anidaron en tu sistema de pensamientos y de alguna forma aquella fantasía te mantenía distraído del vacío, justificaba tus vicios y generaba las condiciones para los comportamientos aprendidos y aceptados como apegados a una ética doctrinal que regía aquel sistema de pensamientos. No sales al mundo real gritando que crees haber descubierto una gran mentira, ni creando un movimiento paralelo para intentar apegarte a nuevas expresiones éticas que te permitan justificar tu comportamiento, no si realmente has despertado. Sales al mundo real queriendo descubrir, sí, pero intentando no influenciar a nadie porque ya has visto el peligro de influir sobre otros llevándolos por un camino equivocado, o pregonándolo camino exclusivo; te cuidas también de ser influenciado, vas aprendiendo que existen muchas expresiones del camino o la ruta que crees que debes seguir, y que muchos solo intentan alimentar su ego mediante la satisfacción de ser reconocidos guías en algunas rutas.
Observas a tu alrededor, te das cuenta que puedes respetar las herramientas y camino de búsqueda de cada quien, de momento te asombras, pero reconoces que es parte de la dinámica de aceptarte en un mundo real en el que la pluralidad es constante, no puedes vivir luchando en contra de todo lo que te rodea, eso no es amor ni seguir la paz. Pero sucede algo más, sientes que aquello que oprime al hombre debe ser oprimido, y debe ser erradicado porque precisamente eso atenta en contra del hombre. Intentas clasificar cuáles son las estructuras que hacen opresivo un sistema: aquellas que para mantenerse erigidas reclaman el sometimiento a ciegas de la voluntad humana, aquellas que para ser útiles deben apuntar en contra de la pluralidad, las que para mantener al sistema vigente y bien posicionado van en contra de la inclusión y fomentan la competencia, las estructuras que justifican la exclusividad y reclaman márgenes que mantengan distantes al hombre de las corrientes y pensamientos contrarios al sistema que sostienen. En resumen te das cuentas que las actitudes ortodoxas, dogmaticas, proselitistas, excluyentes y absolutistas son precisamente actitudes de un sistema cuyas estructuras apuntan en contra de un escenario más humano y social.
Examinas la ambición de un sistema viciado con esas actitudes, y comienzas a soñar con un sistema reconciliador, o más allá de eso, con un escenario que permita la libre actuación del hombre y libertad en su búsqueda, sueñas con que ese escenario pueda servir como cuna del nacimiento de una nueva sociedad, por lo tanto de un nuevo hombre, una expresión más humana de las características y condiciones de la sociedad, que arroje sistemas de orden social más productivos y afines al bienestar humano y a la evolución de sus sistemas políticos, éticos, económicos, etc.
Piensas que tal vez la decepción de un camino auto nombrado espiritual y que dista de la realidad humana te ha llevado a vincular tu búsqueda con un extremo terrenal, así que guardas silencio, decides hacerlo por mucho tiempo porque crees que estás solo, que pregonar tu conclusión sería exponerte a la burla por iluso, que tu “descubrimiento” es utópico, que tus argumentos se confundirían con presupuestos liberales, y no saliste de un bando ortodoxo para militar en filas liberales, ambos son sistemas opresivos, la expresión liberal dentro del cristianismo y otros sistemas tienen sus versiones de actitudes ortodoxas, dogmaticas, proselitistas, excluyentes y absolutistas. Así que crees estar solo porque no perteneces ni a ortodoxos o conservadores ni a liberales, porque no reconoces un conjunto de doctrinas como autoridad y te niegas a aceptar alguna percepción del cristianismo como infalible.
Te das cuenta que no es importante ser cristiano, después de todo el concepto actual del cristianismo dista de lo que con su obra Cristo señaló. Así que te niegas también a ser etiquetado, pero ves que todos a tu alrededor son agrupados o se agrupan bajo las sombras de alguna etiqueta, así que piensas que estás solo…
Es lógico que así sea. Como muchos de ellos, y tal vez como tú, yo estuve inmerso en un mundo de cristal, un cristianismo construido sobre bases y filosofías que por tradición se aceptaban sin confrontación, cuyas incongruencias se justificaban con argumentos sin argumentos, de hecho llamados argumentos por su “antigüedad”, sin importar que su permanencia a través de los años se debe precisamente a que nadie se atrevió jamás a cuestionar su racionalidad; estuve inmerso en un mundo de cristal rodeado de gente que al igual que yo creía con sinceridad que aquel era el camino correcto, gente que tenía una sed de encontrar respuesta y cuya sed fue perdiendo su agonía al ser calmada con “sustancia ortodoxas”, sustituyendo aquella sed por un sentimiento tonto de miedo a encontrar la verdad fuera de un espejismo mal llamado verdad. Fue difícil descubrir y aceptar que aquellas bases y filosofías contradecían al mismo a quien reclamábamos como fundador del sistema que reconocíamos como único camino y única herramienta de búsqueda, fue dificultoso reconocer que aquel sistema incubaba actitudes en nosotros que nos hacían actuar de forma contraria a las actitudes y comportamiento del “fundador” del sistema; mucho más difícil fue reconocer que esa figura y dibujo de historieta a quien llamábamos Cristo no era el mismo de quien realmente hablaban los relatos bíblicos, pues ese Cristo nunca habló de un sistema, ni siquiera mostró interés en fundar uno o ser registrado como autoridad por algun sistema.
Una vez que descubres estas cosas y aceptas la realidad, sientes que todo un mundo ha dejado de existir, te preguntas si habrán otros que hayan escapado de aquella fantasía. Pero no termina allí, queda un vacío, ya hay conductas viciadas, comportamientos condicionados, temores que se anidaron en tu sistema de pensamientos y de alguna forma aquella fantasía te mantenía distraído del vacío, justificaba tus vicios y generaba las condiciones para los comportamientos aprendidos y aceptados como apegados a una ética doctrinal que regía aquel sistema de pensamientos. No sales al mundo real gritando que crees haber descubierto una gran mentira, ni creando un movimiento paralelo para intentar apegarte a nuevas expresiones éticas que te permitan justificar tu comportamiento, no si realmente has despertado. Sales al mundo real queriendo descubrir, sí, pero intentando no influenciar a nadie porque ya has visto el peligro de influir sobre otros llevándolos por un camino equivocado, o pregonándolo camino exclusivo; te cuidas también de ser influenciado, vas aprendiendo que existen muchas expresiones del camino o la ruta que crees que debes seguir, y que muchos solo intentan alimentar su ego mediante la satisfacción de ser reconocidos guías en algunas rutas.
Observas a tu alrededor, te das cuenta que puedes respetar las herramientas y camino de búsqueda de cada quien, de momento te asombras, pero reconoces que es parte de la dinámica de aceptarte en un mundo real en el que la pluralidad es constante, no puedes vivir luchando en contra de todo lo que te rodea, eso no es amor ni seguir la paz. Pero sucede algo más, sientes que aquello que oprime al hombre debe ser oprimido, y debe ser erradicado porque precisamente eso atenta en contra del hombre. Intentas clasificar cuáles son las estructuras que hacen opresivo un sistema: aquellas que para mantenerse erigidas reclaman el sometimiento a ciegas de la voluntad humana, aquellas que para ser útiles deben apuntar en contra de la pluralidad, las que para mantener al sistema vigente y bien posicionado van en contra de la inclusión y fomentan la competencia, las estructuras que justifican la exclusividad y reclaman márgenes que mantengan distantes al hombre de las corrientes y pensamientos contrarios al sistema que sostienen. En resumen te das cuentas que las actitudes ortodoxas, dogmaticas, proselitistas, excluyentes y absolutistas son precisamente actitudes de un sistema cuyas estructuras apuntan en contra de un escenario más humano y social.
Examinas la ambición de un sistema viciado con esas actitudes, y comienzas a soñar con un sistema reconciliador, o más allá de eso, con un escenario que permita la libre actuación del hombre y libertad en su búsqueda, sueñas con que ese escenario pueda servir como cuna del nacimiento de una nueva sociedad, por lo tanto de un nuevo hombre, una expresión más humana de las características y condiciones de la sociedad, que arroje sistemas de orden social más productivos y afines al bienestar humano y a la evolución de sus sistemas políticos, éticos, económicos, etc.
Piensas que tal vez la decepción de un camino auto nombrado espiritual y que dista de la realidad humana te ha llevado a vincular tu búsqueda con un extremo terrenal, así que guardas silencio, decides hacerlo por mucho tiempo porque crees que estás solo, que pregonar tu conclusión sería exponerte a la burla por iluso, que tu “descubrimiento” es utópico, que tus argumentos se confundirían con presupuestos liberales, y no saliste de un bando ortodoxo para militar en filas liberales, ambos son sistemas opresivos, la expresión liberal dentro del cristianismo y otros sistemas tienen sus versiones de actitudes ortodoxas, dogmaticas, proselitistas, excluyentes y absolutistas. Así que crees estar solo porque no perteneces ni a ortodoxos o conservadores ni a liberales, porque no reconoces un conjunto de doctrinas como autoridad y te niegas a aceptar alguna percepción del cristianismo como infalible.
Te das cuenta que no es importante ser cristiano, después de todo el concepto actual del cristianismo dista de lo que con su obra Cristo señaló. Así que te niegas también a ser etiquetado, pero ves que todos a tu alrededor son agrupados o se agrupan bajo las sombras de alguna etiqueta, así que piensas que estás solo…
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