jueves, 29 de julio de 2010

CARTA ABIERTA...

No sé cuánto ha pasado, no acostumbro ya medir el tiempo, no le encuentro sentido desde que no estás, es como acariciar las heridas que van apareciendo mientras el tiempo transcurre, es como aliarse a ellas y junto a ellas burlarme de lo infeliz que soy desde que no estás. No sé cuánto, pero sé que camino por las mañanas, buscando aquel lugar, camino jurando ya no ser iluso mientras sueño con aquella luna que sonriendo jugó en la oscuridad envidiando el destino nuestro, sueño que tu mano me toca y mientras lo hace cierro mis ojos para soñar, dentro de mi sueño, con el perfume de tu voz que al hablarme refresca mi alma, alma anciana que cansada me acompaña en mis recorridos cada mañana…



Y voy caminando ciego, confundiendo las calles, los rostros, atento a no dejar escapar los recuerdos, pues es lo único que me queda de ti. Y sin medir el tiempo sé que transcurre porque veo mis manos azotadas por el tiempo, y siento mis pasos lentos, mis ojos lloran ya sin fuerzas para evitarlo, sin interés de evitarlo. Y lloran tu ausencia, mientras los recuerdos van desfilando por las calles que fueron nuestras, aquellas donde tus manos sujetaban mis miedos, y tus ojos me mostraban la magia de la oscuridad, manto que nos cubrió con bondades… Y tú te acercas, en otros tiempos, por estas calles, y me miras sonriendo, como la luna, y yo te digo que en otros tiempos caminé solo soñando contigo, pero es un recuerdo, lo único que me queda de ti. Y avanza el tiempo, lo sé porque siento el dolor que ríe a carcajadas dentro de mí, yo me detengo a veces y me siento en algún lugar, como esperándote, como si existiera alguna promesa no pronunciada, como si pretendieras llegar…



Intento rendirme cada tarde, he jugado con el sol, interpretando sus tardes, justo cuando cae en el horizonte y decide esconderse yo juego a esconderme también, cuando cae la noche me encierro y embriago mi alma, me sumerjo en silencios, amarro mi ira con lazos de soledad, y hago danzar mis culpas… Son interminables las noches sin ti, trazan sobre mí torturas que hablan de ti, de lo que fui junto a ti, de lo que pude ser, señalan los rincones que fueron nuestros y yo voy perdiéndome como la luz que va desvaneciéndose aquí dentro mientras el dolor del tiempo dentro de mí va aumentando… Algunas noches me asomo para ver la luna, y dejo escapar mis lamentos…


Otras noches escribo cartas que no leerás jamás, y cada letra es un símbolo que esconde las ansiedades que crecen mientras me acerco al fin. Y ya no temo al fin, juego con mi memoria, insisto en engañarla, y hay un recuerdo que me dice que allí segundos antes del fin estás tú, y valdrá la pena acercarse si tu voz perfuma mi alma… Ya no mido el tiempo y no temo el fin, pero negando ser iluso y convencido de que no leerás mis letras, sueño escondido, mientras embriago mi alma, sueño que vuelves porque mis letras te atraen y con tu voz y tus manos alejas los miedos que me atormentan…

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