martes, 11 de agosto de 2009

MUCHO MAS QUE UN ¿DIOS?...

Hoy quiero aclarar a quienes vienen leyendo la serie que estos artículos no tienen como objetivo culpar al Creador de los cielos y la tierra de la muerte de mi abuela, ni de los infortunios propios o ajenos. Tampoco negar la existencia de un Creador, de alguien superior que se hizo hombre y se nos mostró de diversas formas, entre ellas a través de la persona de Jesucristo. Lo aclaro no por tener la necesidad de hacerlo, es decir, no intento cuidar mi imagen o dar excusas, como me dijo hace poco un hombre a quien considero mi amigo “estoy sano en salud”. Lo aclaro más bien para que los objetivos de esta serie puedan lograrse en quienes leen, y en quienes leen con cierto prejuicio.

Continúo. Los infortunios vividos y vistos en quienes me rodean causaron en mí, en cierto tiempo, confusión, decepción y frustración. Estos sentimientos surgieron en mí como consecuencias de mis creencias relacionadas a ese ¿Dios? que me pintaron y que yo, iluso y fanático, acepté sin cuestionar nada. Pero estos sucesos despertaron mi sed, o mejor dicho: me hicieron más consciente de mi sed. Y esta sed me llevó a caminar, a emprender la búsqueda de agua para saciarme. Me obligó a salir del conformismo que me hacía aceptar todo cuanto vendían sobre ese ¿Dios?, hecho por hombres. Me di cuenta que hablar de Él como un ¿Dios?, según la imagen que me había construido de un ¿Dios? incluso con “d” mayúscula, no era hablar de Él, no era hablar del Creador, del que se hizo hombre. Este conflicto me llevó a preguntarme ¿sino es un ¿Dios?, y no es un humano, si tampoco es una cosa, entonces qué es?

Para entonces tenía claro que debía percibirlo y buscarlo como a “alguien” y no como a “algo”, como alguien no humano y tampoco ¿Dios?, repito: según la imagen que me había construido de un ¿Dios? incluso con “d” mayúscula.

Encontré una confusión parecida en un hombre llamado Moisés, de quien se habla en las Sagradas Escrituras.

Cuando el Creador, el ¿Dios? Verdadero, el que se muestra así mismo en las Escritura, el que Vive, es decir, el que no depende de nuestro raciocinio para vivir, el que Existe por sí mismo, cuando Él comisiona a Moisés para la tarea de libertar a los hijos de Israel, Moisés se preguntó y le preguntó a Él: “Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé?”.

Sabía que era real quien le hablaba, porque le hablaba, pero cómo le explicaba a sus paisanos sobre la existencia de aquella voz. Es curioso porque Moisés pudo obviar ese asunto y conformarse con dibujarles la idea de un ¿Dios? “zarza ardiendo en fuego”. El dibujo pudo haber sido atractivo para los suyos. Sin embargo, Moisés sabía de dioses, e incluso tal vez de dioses con “d” mayúscula, y aquel que hablaba no se sentía ni lucía como un ¿Dios? de esos conocidos.

La respuesta de aquella voz fue la que me llamó más la atención en ese pasaje. Él respondió a Moisés: “Yo Soy El Que Soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo Soy me envió a vosotros”.

No lo envió una “zarza ardiendo en fuego parlante”, ni siquiera una voz, lo envió alguien que Es, alguien con identidad definida y no dependiente del tiempo, es decir, alguien que no depende del pasado, presente o futuro. Cuando leemos que “Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos”, no debemos pensar en que esas palabras nos revelan una formula para conocer el patrón de ¿Dios?, no se trata de sus actos, no nos dice que como Él “obró” así Él “obra” y “obrará”. Esas palabras nos hablan de Él, de su identidad que no está sujeta al tiempo.

Ningún ser humano puede afirmar “yo soy”, sin obviar que su identidad y todos los elementos que la componen cambian constantemente de acuerdo al tiempo que transcurre, y que incluso su comportamiento dependerá de su identidad. Cuando fui niño yo era como un niño porque fui niño, cuando fui joven yo era como joven porque fui joven, cuando soy adulto yo soy como adulto porque soy adulto, cuando sea anciano seré como anciano porque seré anciano. Y en cada etapa vamos cambiando, y lo que somos irá dependiendo de muchos factores que están sujetos al tiempo. El Yo Soy es un ser no dependiente ni sujeto a nada.

En este sentido hablar de quien inspiró las Escrituras, de quien se hizo hombre manifestándose en la persona de Jesucristo, es hablar del Yo Soy, llamarlo ¿Dios? sería acertado siempre y cuando estemos consciente que no es un ¿Dios? sujeto a “leyes” que ya a “lanzado al mundo”, que tampoco es un ¿Dios? comprometido “a su palabra”, es decir, no es ese pobre ¿Dios? que se hace atractivo a sí mismo queriéndose mostrar como una especia de genio. No es un ¿Dios? comprometido con un sistema al que quieren llamar “¿Dios? de orden” (luego hablaremos de ello). Llamar ¿Dios? al que Es, sería hacerlo entonces consciente y aclarándole a quienes nos escuchan hablar de Él que no es un ¿Dios? hecho por hombres y esquemas.

Por esta razón yo prefiero decir que no es un ¿Dios?, para mí es mucho más que eso que ahora llaman ¿Dios?

Si nos vamos entendiendo, entonces continuemos en esta búsqueda. La serie continua.

1 comentario:

THE QUEEN TAIS dijo...

POR COSAS Q ME ESTAN PASANDO, NO QUIERO SABER (POR AHORA) NADA QUE TENGA UN TEMA "DIVINO", DESPUES TE CUENTO... PASABA POR AQUI PARA QUE LE DES CLIP A MI LINK A VER SI ASI TE ABRE MI BLOG... LA DIRECCION Q TE PASE AYER ESTAB MAL..........TE DEJO.......BESOS..... THE QUEEN