viernes, 7 de agosto de 2009

EL POBRE ¿DIOS?

En los locales conocidos como congregaciones cristianas, los que están por este lado del sur, les temen a lo que ellos llaman “canciones mundanas”. Y no voy a hablar de eso porque sinceramente me agota el tema, es que me parece tan tonto escuchar a un joven decir, como si fuera un experto en el asunto, que no escucha músicas “mundanas” porque contienen mensajes subliminales, por supuesto lo dice sin tener la menor idea de la amenaza de lo que llaman “canciones cristianas” que venden doctrinas realmente peligrosas.

De verdad me agota el tema, que si fulano de tal es “fuera de orden” porque escucha a Bocelli, que si la estación radial fulana está “descarriándose” porque un tal Gusmar tiene un programa en el que coloca temas de Tiziano, y tantas tonterías más. Y da pereza detenerse a explicarles tantas cosas que de plano no quieren entender y menos escuchar. Solo por ejemplo, y aquí cierro este asunto, ¿qué tal si eso de los mensajes subliminales no es más que una estrategia del mercado “cristiano” para desplazar las ventas de producciones que ellos no consideran cristianas entre los creyentes y así posicionarse en las esferas cristianas? Es solo un ejemplo de lo que podríamos pensar respecto al tema. Allí lo dejo y voy a lo que me interesa hablar.

Comento todo esto porque cuando la bautizada, en los locales llamados cristianos por este lado del sur, “diabólica” Shakira lanzó su tema “Octavo día” sonaron las alarmas en los escenarios cristianos.


Les dolió la frase: “…Quién se iba a imaginar que el mismo dios al regresar iba a encontrarlo todo en un desorden infernal Y que se iba a convertir en un desempleado más De la tasa que anualmente está creciendo sin parar...”.


Les dolió la frase: “...Si a falta de ocupación o de excesiva soledad Dios no resistiera más y se marchara a otro lugar Sería nuestra perdición, no habría otro remedio más Que adorar a Michael Jackson, a Bill Clinton o a Tarzan...”.


Pero lo que más les dolió, lo que realmente les dolió fue esta: “...Pobre de dios que no sale en revistas Que no es modelo ni artista o de familia real...”

Y es que ésta mujer hablaba precisamente del ¿Dios? de ellos, del pobre ¿Dios? De ese que está obligado a utilizar el recurso de los milagros para hacerse atractivo, de ese que parece desesperado por la fealdad de su imagen y la poca hermosura en su personalidad y debe hacer morisquetas para compensar su desventaja. Ese que no espera ser conocido, incapaz de sostener una conversación interesante, que se limita a esperar una oración de fe y así impresionar con sus actos. Ese ¿Dios? que parece haber plasmado en la Escritura una serie de formulas que activan un mecanismo que resulta en la dinámica de su poder.

Ese ¿Dios? no parece estar interesado en dar a conocer su identidad, parece alguien inseguro, tímido y torpe en el juego de la seducción, de esos tipos que conocen a una chica y no estrechan su mano con seguridad ni sonríen para decir: “Hola, mi nombre es...”; parece más bien del tipo que tímidamente se presenta diciendo: “Soy médico, trabajo en una clínica reconocida de la ciudad, mi turno es el mejor y llevo veinte años ejerciendo y tengo un montón de recursos”. No dice su nombre, intenta impresionar con lo que hace, y da la espalda aliviado y pensando haber dejado una buena impresión sin importarle no haber dicho su nombre o el hecho de que la chica tal vez ni se acuerde de él a menos que necesite un contacto en la clínica, personalmente yo lo vería de lejos presentándose a la chica y pensaría “¡Qué perdedor! ¡Pobre tipo! Y eso es lo que pienso de ese ¿Dios? desesperado porque conozcan su poder y lo que hace, que no le interesa que el hombre se detenga a conocerle, que se esconde en el cielo, para mi es un perdedor, un pobre ¿Dios?, un don nadie. Y ese no es el ¿Dios? de las Escrituras; es más bien el de las más famosas, si tristemente las más famosas, “canciones cristianas”, el que le teme a los interpretes diabólicos, el que le teme a quienes escriben del Verdadero, del Creador, del Inmutable, el que necesita ser defendido por fanáticos, el que se limita a actuar dentro de un local cristiano, que le da miedo mezclarse con la rutina humana.

¡Pobre ¿Dios?! ¡Pobres hombres que confían en su pobre ¿Dios?!

Y los dejo con una frase extraída por otro de los intérpretes que llaman diabólicos, y seguro es una de las frases que deben estar doliéndole al pobre ¿Dios?:

“…Para acudir a la fortuna te venden dioses novedosos…”.

3 comentarios:

Ruth Carlino dijo...

Sí Gusmar, pobre Dios, aquel que predican, aquel del que se les llena la boca hablando mil maravillas. Sí pobre ese Dios.
Pero maravilloso aquel otro Dios que no necesita de tantas exigencias mundanas, aquel que es capaz de reflejarse en el rostro de un mendigo, drogadicto, prostituta, maravilloso el Dios que acurruca sus almas huyendo del escenario del protagonismo.

Besos.

GUSMAR SOSA dijo...

No voy a agregar nada más a tu comentario porque está perfecto. Y tienes razón, por ese ¿Dios?.Un abrazo

Dionisia De La Rosa dijo...

Pobre ¿Dios?.
:(

Saluditos...!!!!