miércoles, 5 de agosto de 2009

EL ¿DIOS? DE MI PADRE...

El año en el que tomé la decisión de desatarme de la camisa de fuerza llamada religión fue el mismo año en el que mi padre decidió entregar sus credenciales y romper todo vinculo con la organización cristiana a la cual había servido durante veinte años como reverendo ordenado. Seis años habían pasado desde la muerte de mi abuela. Recuerdo que su decisión fue interpretada como un acto de rebeldía contra el ¿Dios? de los reverendos. Un boletín informativo corrió por todo el territorio nacional advirtiéndoles a las iglesias afiliadas a la organización que Gustavo Sosa, mi padre, ya no contaba con la cobertura de ellos y la razón era sencilla: El ex reverendo era un hereje.

Yo vivía en una ciudad lejos de la casa de mis padres. Ese año mi padre me visitó y por primera vez hablamos de la muerte de Paula Sosa, mi abuela. Le pregunté cómo había podido llegar a casa tranquilo, comiendo un helado, para darnos la noticia de su muerte, le pregunté cómo podía seguir creyendo en su ¿Dios? a pesar de que éste no había echo nada a favor de su madre, le pregunté cómo era que aun cuando sus ex colegas lo difamaban él seguía sirviéndole a ese ¿Dios?

Aquella conversación vino a ser como mi estrella al norte para guiarme en el camino que empezaba a recorrer. El día de la muerte de mi abuela mi padre salió de casa a visitarla al hospital, esa mañana él iba rogándole a su ¿Dios? que hiciera un milagro sobre la vida de su madre; durante las tres semanas que ella estuvo en como más de una docena de reverendos hablaron en nombre de aquel ¿Dios? diciendo que ese “todopoderoso” levantaría a mi abuela de la cama, pero que la prontitud del milagro dependía de la fe de la familia, por supuesto, el poder del “todopoderoso” pintado por hombres dependía de la capacidad del hombre. Mi padre me dijo que aquel no era su ¿Dios? y que al llegar al hospital encontró a su madre muerta. Claro que sintió dolor, ni siquiera pudo verla viva esa mañana, ni siquiera pudo estar con ella en el momento de su muerte. Pero él no creía en su ¿Dios? por lo que éste podía hacer o por lo que quería hacer, lo amaba por lo que era.

“Lo conocí a mis diecisiete años, y desde entonces lo he amado”, me dijo.

Esa mañana, mientras hablaba con mi padre comprendí que yo necesitaba conocer al Creador de los cielos y la tierra para amarlo, no conocer sus actos, tampoco sus decisiones o su poder, yo necesitaba saber quién es él y cuál es su nombre.

Tres jóvenes judíos le conocieron, y aun cuando ese ¿Dios? permitió el cautiverio de la nación de estos jóvenes y aun cuando estaban siendo amenazados con ser echados a un horno de fuego sino adoraban a un dios dependiente de los hombres y al que tal vez llamaban dios con D mayúscula ellos declararon que el ¿Dios? a quien ellos conocieron tenía el poder de librarlos del horno de fuego y aclararon además que si él ya había decidido no librarlos igual no adorarían a ese dios echo por hombres. La historia dice que fueron echados al horno de fuego el ¿Dios? de ellos manifestó su compañía. He escuchado a muchos relatar esta historia, y cuando lo hacen muestran mayor asombro en el hecho de que esos jóvenes no fueron consumidos por el fuego, les asombra el poder del ¿Dios? de esos jóvenes y basándose en ese hecho dibujan a un ¿Dios? que premió la osada declaración de los jóvenes judíos.

Mi padre me hizo entender que lo importante de ese relato es que el ¿Dios? de ellos, que es el ¿Dios? de mi padre, los acompañó dentro del horno de fuego. Y ese es el mismo ¿Dios? que siglos más tarde acompañó a Juan el bautista en una celda hasta el día de su decapitación aun cuando ese Juan el bautista había señalado al Cristo como el Cordero de Dios. Comprendí que necesitaba conocer a ese ¿Dios? que conocieron aquellos jóvenes, a ese que había estado conmigo hasta ese día y de quien yo solo había anhelado sus actos. Comprendí que la historia del Lázaro resucitado no era tampoco tan asombrosa por la resurrección de ese hombre, sino porque ese ¿Dios?, el ¿Dios? de mi padre, manifestó su presencia, hecho hombre, a dos hermanas dolidas, y más asombroso aun: lloró con ellas. Y a pesar de que estas dos mujeres no hicieron alguna declaración victoriosa, o como la de aquellos tres jóvenes, decidió resucitarle al hermano.

Ese es el mismo ¿Dios? de quien Jacob, anciano y cansado, dijo: “…el ¿Dios? que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal…”. Y lo dijo a pesar de que, como dirían los reverendos, ese ¿Dios? “permitió” que su hijo desapareciera por años y “permitió” creerlo muerto, éste Jacob se expresó de esa forma a pesar de que, como dirían los reverendos, ese ¿Dios? “permitió” que Jacob viviera años sintiéndose culpable por la supuesta muerte de su hijo amado. Sin duda Jacob a su ¿Dios?, al ¿Dios? de mi padre. Y ese ¿Dios? no se cansó de presentarse a sí mismo como el ¿Dios? de Abraham, de Isaac y de Jacob; tres hombres que nunca hicieron una declaración de victoria, que murieron creyendo en una promesa que nunca vieron cumplida, que no serían tomados en cuenta jamás por una revista de hombres exitosos, que cometieron errores que hoy no les sería perdonado por ninguna organización religiosa, tres hombres que caminaron errantes, pero tres hombres que respondieron a la necesidad de tener una relación y conocer no a un ¿Dios? cuya imagen dependía de cómo ellos lo dibujaran, sino a un ¿Dios? que se presenta a sí mismo, a un ¿Dios? cuyo nombre e identidad es suficiente para desear conocerle y amarlo, de quien no es tan importante obtener favores, y sobre estos tres hombres dice la Escritura: “…Por lo cual no se avergüenza de llamarse ¿Dios? de ellos…”.

Han pasado nueve años desde aquella conversación con mi padre y esa conversación sigue siendo mi estrella al norte en este camino.

8 comentarios:

Dionisia De La Rosa dijo...

Waooo...Tremendo Guzmar.
Gracias por compartir estas cosas, en este momento me estan sirviendo de mucho.
Te he escrito a tu email, espero la respuesta.

Feliz Resto del Dia.

Keila dijo...

Wow! Uno de los mejores posts que he leído. ¡Gracias!

GUSMAR SOSA dijo...

Hola Dion@, acabo de responderte, espero sirva de algo, cuidate y por aqui estoy a disposiciòn, escribe siempre que lo necesites.

GUSMAR SOSA dijo...

Keila, siempre un honor saber que estas cerca!!!
Un abrazo.

febe* dijo...

Aiii! tan fácil y tan difícil que nos lo ponemos!
'proseguiremos en conocer a Jehová'.

Gracias! :)

GUSMAR SOSA dijo...

Cierto Febe, bueno que se lo ponen, pues nosotros ya vamos directo a la fuente de conocimiento, cierto?

febe* dijo...

espero no desviarme del camino a la fuente... a veces parece fácil distraerse del trazado...
pero, cierto, vamos a la fuente! :)

GUSMAR SOSA dijo...

Ei!!! donde estas que no te veo???
Saludos.