Es un día normal para ti. Hace frío, te distraes, juegas con la felicidad y sonríes. Estas rodeada de gente. Niños corren frente a ti, ellos corresponden a tu sonrisa, como cómplices de un recuerdo por suceder… Para ellos eres niña, así te perciben y es comprensible. Es que tu mirada refleja pureza y tu sonrisa, que me enamora, tiene la magia de la inocencia.
Le dices buenos días a un niño, tu voz es como una canción de cuna, de esas que uno no olvida, y que al escucharla despierta lo mejor de ti.
Ancianos están sentados en unas bancas, al otro lado de la calle, ellos te miran mientras caminan. Susurran algunas palabras entre ellos. Tu caminar es de otros tiempos, de esos cuando la libertad fue verdadera y la verdad inédita, ellos te miran y admiran tu andar. Y yo suspiro mientras tu andas, respiro tranquilidad, aun sabiendo el final, para mí te haces cercanas aunque no estés…
El frío aumenta allí donde tu estas, tu sigues jugando mientras caminas, yo te observo sonriendo, estoy sentado más adelante. Pero es un día normal para ti, nada a pasado. Te detienes, a una cuadra de nuestro encuentro, y yo soy tentado a avanzar…
Te das cuenta, has llegado al mismo punto cientos de veces, has querido avanzar otras tardes, sientes allí, en ese punto, el calor que yo he guardado para ti… Los niños sonríen a la espera, los ancianos se levantan de sus bancos, la brisa se detiene y el tiempo se hace eterno en un segundo. Yo podría avanzar, pero confío en los trayectos, sé que pasará un día, así que no me apresuro, sigo sonriendo, tu sientes el vacío, lo reconoces, reconoces también las veredas que has transitado, y miras hacia acá, donde yo estoy…
Observa bien, que yo aquí estoy, a veces sentado, otras caminando también, esperando un error en el tiempo prediseñado, esperando la perfección del tiempo natural, apostándole a un encuentro que cambiará tus días normales, pues yo haré de tus días una fiesta de sueños que tu deseas cuando me sientes a una cuadra de tus andares…
Le dices buenos días a un niño, tu voz es como una canción de cuna, de esas que uno no olvida, y que al escucharla despierta lo mejor de ti.
Ancianos están sentados en unas bancas, al otro lado de la calle, ellos te miran mientras caminan. Susurran algunas palabras entre ellos. Tu caminar es de otros tiempos, de esos cuando la libertad fue verdadera y la verdad inédita, ellos te miran y admiran tu andar. Y yo suspiro mientras tu andas, respiro tranquilidad, aun sabiendo el final, para mí te haces cercanas aunque no estés…
El frío aumenta allí donde tu estas, tu sigues jugando mientras caminas, yo te observo sonriendo, estoy sentado más adelante. Pero es un día normal para ti, nada a pasado. Te detienes, a una cuadra de nuestro encuentro, y yo soy tentado a avanzar…
Te das cuenta, has llegado al mismo punto cientos de veces, has querido avanzar otras tardes, sientes allí, en ese punto, el calor que yo he guardado para ti… Los niños sonríen a la espera, los ancianos se levantan de sus bancos, la brisa se detiene y el tiempo se hace eterno en un segundo. Yo podría avanzar, pero confío en los trayectos, sé que pasará un día, así que no me apresuro, sigo sonriendo, tu sientes el vacío, lo reconoces, reconoces también las veredas que has transitado, y miras hacia acá, donde yo estoy…
Observa bien, que yo aquí estoy, a veces sentado, otras caminando también, esperando un error en el tiempo prediseñado, esperando la perfección del tiempo natural, apostándole a un encuentro que cambiará tus días normales, pues yo haré de tus días una fiesta de sueños que tu deseas cuando me sientes a una cuadra de tus andares…
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