martes, 8 de diciembre de 2009

DEDICADO A AROA, LUGAR DONDE NACÍ...

Dedicado a Aroa, lugar donde nací, donde aprendí que la tradición debe transmitirse como arte y libertad como caminos…

En Yaracuy, Estado ubicado en el centro-occidente de Venezuela al pie del cerro Quebrada Honda, está Aroa. Pueblo modesto, escondido entre mitológicas sierras, cuna de las minas del Libertador Simón Bolívar, escenario de históricas disputas; territorio que una vez dominó el tigre, a dónde se desliza lentamente la neblina que cubre el cerro dispuesta a conquistar las noches del pueblo; testigo de la competencia entre las cuencas del río Yaracuy y del río Aroa, cuyos recorridos se extienden a una distancia de 130 kilómetros y tributan hacia la vertiente del mar Caribe. Rodeado de selvas tropicales, donde yacen grandes e imponentes árboles como caobos, jabillos, bucares, y mijaos. En Aroa se consume el café con un respiro, la caña de azúcar derrocha su fruto y las fresas adornan el camino.

Desde Aroa se aprecia El pico El Tigre, que domina con sus 1800 metros de altura a toda la Sierra de Aroa, tramo occidental de la Cordillera Central. Indiferente al inmortal invierno que lo azota, se sirve de éste para alimentar a los grandes árboles que crecen clavando las raíces en su piel, incrustándolas en el corazón del alto monte.

Cuenta la leyenda, conocida por cada habitante del Estado Yaracuy, que María Lionza fue una doncella, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda, porque sino vendría la ruina perpetua y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo, y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con veintidós guerreros que la vigilaban e impedían su salida.

Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua. Pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salió de la cueva y caminó hasta el lago, descubriendo su propio reflejo. Ella estaba encantada con su visión. Así, despertó al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia sí. En el lago, María Lionza y la poderosa serpiente, celebraron una comunión espiritual y mística. Cuando su padre descubrió la unión, intentó separarlos. Entonces, la Anaconda creció, se hizo enorme y estalló, provocando una gran inundación que arrasó la aldea y su gente. Desde ese día María Lionza se volvió la diosa protectora de las aguas dulces, los bosques y los animales salvajes. Se dice que una parte de la serpiente cayó en la Montaña de Sorte, donde nace la Serranía Interior que junto con la Cordillera Lateral conforman la Cordillera de La Costa.

En Aroa, lugar donde nací, aprendí que las leyendas y mitos son el lenguaje del “alma” de un pueblo que intenta mantener sus pasos sobre el trayecto natural de la historia… Que no se pretende con este lenguaje dominar la habilidad de creer, y tampoco sistematizar una serie de creencias (aunque el hombre empeñado en cauces se obsesiona con hacerlo), que solo se pretende transmitir tradición como arte y libertad como caminos…

1 comentario:

Erica Nohemi dijo...

Que lindo tu Blog y en especial este articulo porque es de mi pueblo por supuesto te felicito eres un excelente escritor me sorprendistes no pensé que aquel niño tuviera tanto talento bendiciones Erica Quero desde Aroa la tierra que fluye leche y miel ja ja ja