Cuando leo en las Escrituras la actuación de Cristo y sus palabras frente a las sectas que emergieron del judaísmo, y que se convirtieron en las predominantes para el contexto político-religioso que rodeó a Cristo, me siento atraído por su carácter y su intención, sus palabras eran misiles dirigidos contra las estructuras de las religiones organizadas que pretendían controlar la sociedad a través de sus doctrinas, doctrinas que validaban con sus interpretaciones de las Escrituras y de las bases del judaísmo.
Observo tres estructuras doctrinales de las que se desprendían las enseñanzas de estas sectas y a través de las que mayormente se apoyaban para controlar la vida social y utilizaban para instaurase progresivamente como autoridad y religión oficial; de no haber sido por la rivalidad entre saduceos y fariseos alguna de éstas se habría convertido en la única expresión del judaísmo y fortalecido hasta el punto de hacerse casi irrevocable del alma del pueblo judío, pero la rivalidad llevó a los representantes de cada secta a tal extremo de fanatismo que no les importaba rayar en lo irracional con el propósito de contradecirse entre ellos, el solo hecho de que los saduceos afirmaran alguna doctrina era ya una razón para que los fariseos levantaran argumentos contra tales doctrinas o viceversa, sin importar lo insostenible o ficticio de los argumentos. Aun así lograron construir un mundo de cristal, un campo religioso y respetable apoyado en las interpretaciones tocantes al templo, al día de reposo y a los diez mandamientos o decálogo que Moisés dejó como herencia, tres de las columnas fuertes del judaísmo.
El carácter de sus interpretaciones resultaba de sus intenciones proselitistas, por estas razón se mostraban rigurosos, ya que la flexibilidad debilitaría las estructuras de la secta y por lo tanto facilitaría su evolución lo que cual no era sinónimo de progreso, la evolución se mide por la adaptabilidad de la secta al tiempo y espacio, lo que implica constantes reformas de normas, y consideraciones en los aspectos doctrinales que pudieran amenazar la continuidad de los mismos y asomar el surgimiento de nuevos aspectos, esto resultaría en la aniquilación constante del sistema religioso y el renacimiento de otro sistema, u otra manera de expresar el sistema, adaptado al tiempo y al espacio; por otra parte el progreso se mide por la capacidad o cualidad que puede tener la secta o sistema de mantener intactas sus estructuras a través de tiempos y espacios, para lo cual se hace imprescindible protegerse como tradición a través de métodos dogmaticos. Como consecuencia del carácter riguroso de sus interpretaciones todo aquel que quería abrazar con seriedad la hermandad dentro de estas sectas irremediablemente reflejaba incongruencia entre lo que enseñaba o defendía como enseñanza y lo que practicaba, por lo que la hipocresía era ya una conducta condicionada por el contexto al cual se sometía cuando asimilaban la secta como su mundo y sus estructuras como leyes naturales dentro de tal mundo. El ambiente de estas sectas estimulaba una actitud de competencia que otorgaba el derecho de reclamar la admiración y el respeto, adjudicaba el deber de actuar con arrogancia y transfería la atribución de menospreciar a aquellos que consideraban inferiores.
Jesús, el Cristo, denuncia la intención y el carácter de estas sectas al referirse a escribas y fariseos diciendo: “porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas… ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mt. 23: 4; 15).
Jesús no solo denunció repetidamente el carácter y la intención de fariseos y saduceos sino que también disparó contra las estructuras haciendo polémicas declaraciones que le restaban importancias e incluso ridiculizaban las interpretaciones proselitistas y dogmáticas que erigían en torno a las columnas del judaísmo heredado y venerado históricamente. Cuando los fariseos acusaron delante de él a los discípulos por arrancar espigas y comerlas un día de reposo no solo ridiculizó la forma en la que interpretaban este aspecto de la ley sino que también apuntó contra la importancia que le daban al templo, por ser el templo para entonces una de sus imágenes o emblemas, les respondió: “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí” (Mt. 12:5,6). Con esta declaración Jesús no cuestionó la utilidad del templo como lugar de congregación pero sí desacreditó el templo como emblema y escudo para una secta, dando a entender que mayor era su vida porque su vida era la razón de ser del templo. Jesús no menospreció las sinagogas como estrategia para acercar al pueblo a una vida congregacional ya que él mismo visitó las sinagogas enseñando (Mt 4:23; 12:9).
Y mientras voy leyendo sus palabras contra las sectas que querían instaurarse como oficiales y únicas medidas para encontrar redención encuentro también su actuación a favor de la sociedad y me atrae su interpretación de la ley, de la vida y del amor. En un contexto en el que los temas referentes a la religión eran fríos y donde los intérpretes de la ley construían con sus interpretaciones muros inmensos que separaban al hombre del Creador, en un momento histórico en el que seguir a algún rabí significaba ser víctima de su arrogancia y endurecer el corazón para llegar a imitarle y ser merecedor de su aprobación, Jesús logró crear una atmosfera distinta a su alrededor, mostrando un sentimiento y un carácter en sus palabras desnudo de proselitismo, demostrando que querer comprender los asuntos espirituales e iniciar una búsqueda de las verdades alrededor de la divinidad no son cuestiones que deban separar al hombre de la comunidad y hacerlo indiferente a aquellos que le rodean, que el deseo de comprender tales asuntos y el interés de encontrar verdades debe más bien vincular al ser humano con su entorno y el prójimo, o dicho de otra forma debe hacerlo consciente de tal vinculo existente y que la práctica de la religión sistemática y dogmatica le hace olvidar.
No sé ya si soy cristiano o no, y la verdad a dejado de interesarme saberlo, quienes me conocen saben que adverso las estructuras heredadas del cristianismo que hoy llaman único camino, pero también saben que no lo menosprecio, que lo prefiero escenario, que lo pretendo como vereda, que lo sueño libre de actitudes dogmaticas y pretensiones proselitistas, libre de métodos e instrumentos pregonados infalibles, que lo creo más útil exento de vicios tradicionalistas, lo deseo sin progreso, en cambio evolucionando.
Observo tres estructuras doctrinales de las que se desprendían las enseñanzas de estas sectas y a través de las que mayormente se apoyaban para controlar la vida social y utilizaban para instaurase progresivamente como autoridad y religión oficial; de no haber sido por la rivalidad entre saduceos y fariseos alguna de éstas se habría convertido en la única expresión del judaísmo y fortalecido hasta el punto de hacerse casi irrevocable del alma del pueblo judío, pero la rivalidad llevó a los representantes de cada secta a tal extremo de fanatismo que no les importaba rayar en lo irracional con el propósito de contradecirse entre ellos, el solo hecho de que los saduceos afirmaran alguna doctrina era ya una razón para que los fariseos levantaran argumentos contra tales doctrinas o viceversa, sin importar lo insostenible o ficticio de los argumentos. Aun así lograron construir un mundo de cristal, un campo religioso y respetable apoyado en las interpretaciones tocantes al templo, al día de reposo y a los diez mandamientos o decálogo que Moisés dejó como herencia, tres de las columnas fuertes del judaísmo.
El carácter de sus interpretaciones resultaba de sus intenciones proselitistas, por estas razón se mostraban rigurosos, ya que la flexibilidad debilitaría las estructuras de la secta y por lo tanto facilitaría su evolución lo que cual no era sinónimo de progreso, la evolución se mide por la adaptabilidad de la secta al tiempo y espacio, lo que implica constantes reformas de normas, y consideraciones en los aspectos doctrinales que pudieran amenazar la continuidad de los mismos y asomar el surgimiento de nuevos aspectos, esto resultaría en la aniquilación constante del sistema religioso y el renacimiento de otro sistema, u otra manera de expresar el sistema, adaptado al tiempo y al espacio; por otra parte el progreso se mide por la capacidad o cualidad que puede tener la secta o sistema de mantener intactas sus estructuras a través de tiempos y espacios, para lo cual se hace imprescindible protegerse como tradición a través de métodos dogmaticos. Como consecuencia del carácter riguroso de sus interpretaciones todo aquel que quería abrazar con seriedad la hermandad dentro de estas sectas irremediablemente reflejaba incongruencia entre lo que enseñaba o defendía como enseñanza y lo que practicaba, por lo que la hipocresía era ya una conducta condicionada por el contexto al cual se sometía cuando asimilaban la secta como su mundo y sus estructuras como leyes naturales dentro de tal mundo. El ambiente de estas sectas estimulaba una actitud de competencia que otorgaba el derecho de reclamar la admiración y el respeto, adjudicaba el deber de actuar con arrogancia y transfería la atribución de menospreciar a aquellos que consideraban inferiores.
Jesús, el Cristo, denuncia la intención y el carácter de estas sectas al referirse a escribas y fariseos diciendo: “porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas… ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mt. 23: 4; 15).
Jesús no solo denunció repetidamente el carácter y la intención de fariseos y saduceos sino que también disparó contra las estructuras haciendo polémicas declaraciones que le restaban importancias e incluso ridiculizaban las interpretaciones proselitistas y dogmáticas que erigían en torno a las columnas del judaísmo heredado y venerado históricamente. Cuando los fariseos acusaron delante de él a los discípulos por arrancar espigas y comerlas un día de reposo no solo ridiculizó la forma en la que interpretaban este aspecto de la ley sino que también apuntó contra la importancia que le daban al templo, por ser el templo para entonces una de sus imágenes o emblemas, les respondió: “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí” (Mt. 12:5,6). Con esta declaración Jesús no cuestionó la utilidad del templo como lugar de congregación pero sí desacreditó el templo como emblema y escudo para una secta, dando a entender que mayor era su vida porque su vida era la razón de ser del templo. Jesús no menospreció las sinagogas como estrategia para acercar al pueblo a una vida congregacional ya que él mismo visitó las sinagogas enseñando (Mt 4:23; 12:9).
Y mientras voy leyendo sus palabras contra las sectas que querían instaurarse como oficiales y únicas medidas para encontrar redención encuentro también su actuación a favor de la sociedad y me atrae su interpretación de la ley, de la vida y del amor. En un contexto en el que los temas referentes a la religión eran fríos y donde los intérpretes de la ley construían con sus interpretaciones muros inmensos que separaban al hombre del Creador, en un momento histórico en el que seguir a algún rabí significaba ser víctima de su arrogancia y endurecer el corazón para llegar a imitarle y ser merecedor de su aprobación, Jesús logró crear una atmosfera distinta a su alrededor, mostrando un sentimiento y un carácter en sus palabras desnudo de proselitismo, demostrando que querer comprender los asuntos espirituales e iniciar una búsqueda de las verdades alrededor de la divinidad no son cuestiones que deban separar al hombre de la comunidad y hacerlo indiferente a aquellos que le rodean, que el deseo de comprender tales asuntos y el interés de encontrar verdades debe más bien vincular al ser humano con su entorno y el prójimo, o dicho de otra forma debe hacerlo consciente de tal vinculo existente y que la práctica de la religión sistemática y dogmatica le hace olvidar.
No sé ya si soy cristiano o no, y la verdad a dejado de interesarme saberlo, quienes me conocen saben que adverso las estructuras heredadas del cristianismo que hoy llaman único camino, pero también saben que no lo menosprecio, que lo prefiero escenario, que lo pretendo como vereda, que lo sueño libre de actitudes dogmaticas y pretensiones proselitistas, libre de métodos e instrumentos pregonados infalibles, que lo creo más útil exento de vicios tradicionalistas, lo deseo sin progreso, en cambio evolucionando.
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“Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.” Salmo 138:3
Estaba a la espera de una respuesta que podría mejorar mi calidad de vida. No era nada extraordinario, pero si necesario. Es uno de los más típicos pedidos de los que Dios recibe a diario de los millones de pedidos que recibe cotidianos que llegan al cielo. Era un pedido bastante común. Cuando se acercaba la fecha estimada de respuesta, la expectativa creció mucho. Generalmente para respuestas negativas se anticipan. Pero si se prolonga es porque en general la respuesta es positiva.
El lunes tiene la respuesta, fue el aviso que me habían dado. Así que fue un fin de semana muy expectante. El lunes fue muy lento, pero el teléfono no sonaba. A medida que pasaban las horas, la ansiedad se incrementaba exponencialmente. Pasó el lunes sin noticias y comenzó la preocupación. Si no llaman es porque algo no anda bien. Y la preocupación dio paso a la angustia. Era previsible una negativa.
Finalmente, dos días después llegó la respuesta, y como era de esperarse, fue negativa. Había pedido una cadena de oración por este tema, era un pedido justo y necesario, había muchos hermanos y hermanas clamando por esto. Pero la respuesta llegó tarde y fue un no. La angustia se convirtió en enojo y la espera en tristeza. ¿Por qué algunos reciben lo que piden tan rápido y otros tienen que esperar tanto? ¿No es que al justo todo ayuda a bien? ¿No es que Dios responde cuando le pedimos algo?
Al día siguiente, la situación lejos de mejorar empeoró. Los cuestionamientos eran mayores y las respuestas ninguna. No encontraba una justificación que lograra calmar mi ánimo. Y cualquier argumento que pensara solo terminaba dándome la razón. Fue entonces cuando Dios me mostró este texto.
David también tenía reclamos justos y necesidades puntuales. También sufría, se angustiaba y recibía un no por respuesta. Y tenía el mismo Dios que nosotros. Y frente a las mismas dificultades, este hombre supo modificar su actitud. Y entendió que la respuesta que recibía, cualquier fuera y en cualquier tiempo que fuera, venía de Dios. Por eso podía descansar en su Padre y renovar sus fuerzas. Podía recuperar su ánimo desgastado, porque confiaba en la bondad de Dios.
¿Estás esperando una respuesta? Inflá tu ánimo. Dios tiene todo preparado y planificado.
REFLEXIÓN — Un no, es un si para Dios.
Un gran abrazo y bendiciones
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