Llegué a esta ciudad a la edad de diecinueve años, buscando refugio, intentando vencer los vicios que el fracaso incrustó en mi alma, vicios que no me permitían ver con claridad hacia el futuro. Era el escenario perfecto pues aquí, en Cabimas, el hombre emerge aun de sus cenizas, es el carácter de la gente de esta ciudad, tal vez es un carácter heredado, una herencia histórica. Hoy cuando miro hacia atrás y recuerdo mi trayecto en esta ciudad pienso que recibí su herencia y la abracé como un hijo más de Cabimas, como un hombre cenicienta. Aquí decidí pisar terrenos inciertos, y en este escenario el cristianismo se convirtió en un tema serio para mí; caminando por sus calles, visitando sus iglesias, asistiendo a sus campañas y cruzadas cristianas fui entendiendo que es necesario tocar a la sociedad, vivir un cristianismo de calle.
Conocí jóvenes y adultos comprometidos con Cristo, convencidos de tener un propósito que cumplir en la ciudad, he conocido a algunos sin ninguna ambición fuera de Cabimas, les duele el lugar donde nacieron y han crecido, les duele tanto que no piden a Dios que los envíe a otra ciudad o país, ellos desean ser entes activos en beneficio de la ciudad; he conversado con ellos y brotan pasión con cada palabra y con cada gesto al referirse a los cambios necesarios para que la sociedad pueda conocer un mejor estilo de vida y exista la esperanza para las generaciones futuras de habitar en una tierra más calurosa, con más amor y conciencia, con menos miseria, con menos dificultades, donde la delincuencia no sea la constante en los diarios regionales, donde la educación reine en los hogares; ellos actúan dentro del cristianismo, y transitan por él como vereda, haciéndolo escenario, plataforma para reunir jóvenes y guiarlos a un mejor porvenir a través de las enseñanzas de Cristo y asegurar así una generación con principios basados en el amor hacia la gente que nos rodea, en la compasión y la piedad. Ellos buscan generar un despertar en quienes les escuchan, un nuevo nacimiento desmitificado, sin prometer que desde el momento en que abracen las enseñanzas de Cristo y su obra redentora el contexto financiero o social que les rodea cambiará, sino educándolos a provocar el cambio necesario renovando sus actitudes y comportamientos, tomándose en serio en relación al futuro. A pesar de la intención común que he visto en estas personas y del contexto común que les rodea, en estos diez años los he visto actuando solitarios, algunos obligados a fundar ministerios independientes, separados de otros porque no consiguen ser entendidos y apoyados, he contemplado la ausencia de un interés por unificarse conservando la esencia cada quien por su trabajo y apoyándose con los recursos y métodos descubiertos, tal vez porque cada uno ha sido hijo de la exclusión, es decir, ha sido golpeado por el cristianismo tradicional que no permite métodos innovadores porque le urge conservar la liturgia heredada y las maneras aprendidas y como consecuencia han sido expulsado de las filas del cristianismo que es más bien una religión organizada. Cada uno tal vez cuida sus espaldas, no por egoísmo, sino por proteger la obra que creen necesaria hacer.
Aquí desperté, entendí que lo que aprendí alguna vez como nuevo nacimiento es mucho más que una doctrina cristiana conceptualizada, que no se trata de un acontecimiento mágico, sino que es una forma de identificar con palabras el despertar ante la necesidad de encontrar nuestro hogar y llegar al conocimiento de Dios, entendí que el nuevo nacimiento no trae consigo un cambio brusco de la realidad y de nuestra conducta y que esta creencia solo asegura la frustración del hombre al chocar contra la realidad y notar que ningún cambio fantástico ha ocurrido desde su conversión.
Hoy, después de casi diez años de haber despertado, sigo caminando por la ruta que me señaló el ensarte de dudas que me permití plantearme, sigo con mi condición de forastero que niega el cristianismo como hogar y sus doctrinas como fin de mi búsqueda, sin menospreciarlo como escenario, soñándolo como sistema de estructuras débiles que le permitan exaltar la cuestión humana por encima de sus normativas, libre de pretensiones proselitistas, de métodos dogmaticos, sin vestigios tradicionalistas sino con actitud evolucionista. No sé si aun si soy cristiano, y en este punto de la ruta no me preocupa tanto saberlo, pero me interesas el cristianismo, de lo contrario no estaría aquí, escribiendo intentando unirme a otros que transitan la ruta y algunos más que aquí en Cabimas construyen un cristianismo como escenario…
Conocí jóvenes y adultos comprometidos con Cristo, convencidos de tener un propósito que cumplir en la ciudad, he conocido a algunos sin ninguna ambición fuera de Cabimas, les duele el lugar donde nacieron y han crecido, les duele tanto que no piden a Dios que los envíe a otra ciudad o país, ellos desean ser entes activos en beneficio de la ciudad; he conversado con ellos y brotan pasión con cada palabra y con cada gesto al referirse a los cambios necesarios para que la sociedad pueda conocer un mejor estilo de vida y exista la esperanza para las generaciones futuras de habitar en una tierra más calurosa, con más amor y conciencia, con menos miseria, con menos dificultades, donde la delincuencia no sea la constante en los diarios regionales, donde la educación reine en los hogares; ellos actúan dentro del cristianismo, y transitan por él como vereda, haciéndolo escenario, plataforma para reunir jóvenes y guiarlos a un mejor porvenir a través de las enseñanzas de Cristo y asegurar así una generación con principios basados en el amor hacia la gente que nos rodea, en la compasión y la piedad. Ellos buscan generar un despertar en quienes les escuchan, un nuevo nacimiento desmitificado, sin prometer que desde el momento en que abracen las enseñanzas de Cristo y su obra redentora el contexto financiero o social que les rodea cambiará, sino educándolos a provocar el cambio necesario renovando sus actitudes y comportamientos, tomándose en serio en relación al futuro. A pesar de la intención común que he visto en estas personas y del contexto común que les rodea, en estos diez años los he visto actuando solitarios, algunos obligados a fundar ministerios independientes, separados de otros porque no consiguen ser entendidos y apoyados, he contemplado la ausencia de un interés por unificarse conservando la esencia cada quien por su trabajo y apoyándose con los recursos y métodos descubiertos, tal vez porque cada uno ha sido hijo de la exclusión, es decir, ha sido golpeado por el cristianismo tradicional que no permite métodos innovadores porque le urge conservar la liturgia heredada y las maneras aprendidas y como consecuencia han sido expulsado de las filas del cristianismo que es más bien una religión organizada. Cada uno tal vez cuida sus espaldas, no por egoísmo, sino por proteger la obra que creen necesaria hacer.
Aquí desperté, entendí que lo que aprendí alguna vez como nuevo nacimiento es mucho más que una doctrina cristiana conceptualizada, que no se trata de un acontecimiento mágico, sino que es una forma de identificar con palabras el despertar ante la necesidad de encontrar nuestro hogar y llegar al conocimiento de Dios, entendí que el nuevo nacimiento no trae consigo un cambio brusco de la realidad y de nuestra conducta y que esta creencia solo asegura la frustración del hombre al chocar contra la realidad y notar que ningún cambio fantástico ha ocurrido desde su conversión.
Hoy, después de casi diez años de haber despertado, sigo caminando por la ruta que me señaló el ensarte de dudas que me permití plantearme, sigo con mi condición de forastero que niega el cristianismo como hogar y sus doctrinas como fin de mi búsqueda, sin menospreciarlo como escenario, soñándolo como sistema de estructuras débiles que le permitan exaltar la cuestión humana por encima de sus normativas, libre de pretensiones proselitistas, de métodos dogmaticos, sin vestigios tradicionalistas sino con actitud evolucionista. No sé si aun si soy cristiano, y en este punto de la ruta no me preocupa tanto saberlo, pero me interesas el cristianismo, de lo contrario no estaría aquí, escribiendo intentando unirme a otros que transitan la ruta y algunos más que aquí en Cabimas construyen un cristianismo como escenario…
No hay comentarios:
Publicar un comentario