viernes, 31 de octubre de 2008

SOLO QUIERO PREGUNTAR...

¿Cómo me pierdo del camino perdido que me acerca a la distancia?

¿Cómo me libero de las cadenas de la libertad que me hacen prisionero?

¿Cómo renuncio a la compañía de la grata soledad que alimenta a mi alma solitaria?

¿Cómo pronuncio un deseo cuando mi único deseo es poder desear de nuevo?

¿Cómo espero lo mejor si cansado de esperar me he sentado aquí mientras espero?

¿Cómo querer una respuesta si lo único que quiero es preguntar?

jueves, 30 de octubre de 2008

SE ACERCA NOVIEMBRE...

Se acerca noviembre…

Estos días han sido violentos, problemas que asaltaron mi rutina me forzaron a tomar aceleradamente decisiones bajo presión… Pero hoy, una suave y cálida brisa matutina me envolvió cuando a las 4am me senté en el frente de mi casa para observar el cielo despojarse del manto negro y ver así los primeros rayos del sol. Y me pareció escuchar entre aquella brisa: se acerca noviembre…

Noviembre representa tantas cosas, pudiera pintarlo de muchos colores. De alegrías y tristezas que guardan mi memoria. De sueños inconclusos, de promesas por cumplir, de misiones abortadas, de razones para celebrar y motivos para llorar. Un mes de sorpresas, buenas y malas.

Noviembre silencia mi alma, me obliga a caminar, a abrazar con más fuerza la soledad, me hace huir para de nuevo me entregarme a la esperanza.

En noviembre miro el cielo cada mañana y recuerdo que la búsqueda continúa, que aun no encuentro ni comprendo. Recibo llamadas de viejos amigos ausentes y me recuerdan que he caminado mucho, que he visto más aun y escuchado lo suficiente, hasta ahora.

En noviembre comienzo de cero, me desprendo una vez más. Es un mes para mirar con más cuidado dentro de mí, y me asusta siempre, pues por lo general no es bueno lo que veo. Pero sonrío en noviembre, aun cuando quiero llorar… Sonrío… Aun llorando… Sonrío.

Se despierta mi locura… Nunca me toma descuidado, pero nunca puedo estar completamente preparado. Y aun cuando no me gustan las sorpresas no lamento no estar completamente preparado, pues al fin y al cabo, no es una sorpresa no estarlo.

El frío de noviembre congela mi alma, pero es un frío grato, que me permite burlarme de la muerte.

Es un buen mes para volver, por eso espero en noviembre el regreso prometido.

Es un baúl que guarda los deseos de toda una vida… Es mi cómplice…

Un verdugo que azota mis errores, que señala mis fracasos, que me lleva al aprendizaje. Es un fantasma que se burla por las noches y al amanecer se muestra indefenso, no porque lo sea, sino porque plantea una tregua a mi favor.

Noviembre desnuda mis problemas, no los que me rodean, sino aquellos que llevo por dentro, y se hacen absurdos. Desnuda también mis vicios, y desnudos me recuerdan que soy cobarde.

Mis manos no se cansan en noviembre, mis ojos no se rinden, compiten con el insomnio, mis oídos solo quieren escuchar, mis labios se sellan…

Escaparé unos días de noviembre, será inevitable, siempre lo es… Dejaré de existir por unos días, y solo seremos noviembre y yo. Escuchará mis quejas y reclamos, sentirá mis golpes en su pecho…Se acerca noviembre… Otro round y por muy optimista que quiera ser, perderé… Lo sé… Perderé. Pero solo en noviembre mi derrota resulta dulce, victoriosa

miércoles, 29 de octubre de 2008

UNA PREGUNTA CUYA RESPUESTA A VECES ME ATERRA.

Ella me ha contado muchas historias. Todas suyas. Sinceramente me asombra la cantidad de historias que ha vivido en sus cortos 28 años de edad.

Hace dos meses su tío recibió un tiro que no iba dirigido a él… Una historia que les contaré luego, aquel día, cuando al recibir la noticia llegué a su casa quedó una pregunta suspendida en el aire, una pregunta que anoche retomó su fuerza…

Ayer se cumplían dos meses de la violenta y accidental muerte de su tío. La encontré llorando en la cocina y me paré frente a ella con respetuoso silencio. Ella observaba una foto en su celular y sonriéndome entre lágrimas giró su celular hacia mí, mostrándome la pantalla. Era una foto de su niña, que en ese momento se encontraba en casa de la abuela. Una niña muy hermosa, de ocho años de edad, muy parecida a su madre por cierto. No me extrañaba que llorara mientras veía la foto.

En otras oportunidades me comentó cómo su tío fue como un padre para su niña.

-¿Te he contado lo que sucedió con él? ¿Con el padre de mi hija, te he contado?- Me preguntó ahogada aun entre las lágrimas.


Le dije que me ha contado muchas historias, pero que nunca me ha dicho por qué él no está con ella. Secó sus lágrimas, intentó recuperar la calma, y escuché aquella historia.

Carlos era un joven soñador, de escasos recursos económicos, sin títulos académicos, pero hábil para aprender cualquier labor. Él y Mary se enamoraron cuando apenas eran adolescentes y a la edad de diecinueve años decidieron casarse.

Construyeron un humilde rancho en el fondo de la casa de la madre de Mary. Un año después nacía aquella linda niña. Y luego, sin esperarlo Carlos quedó desempleado. Durante 6 meses Carlos salía a la calle buscando cualquier tipo de empleo, pero la mayoría de las veces llegaba frustrado a casa, lleno de impotencia.

-“Él quería mucho a mi niña -me dijo Mary- por las noches él lloraba viéndola dormir y me decía: Mary, pronto voy a encontrar trabajo y ustedes van a vivir como unas princesas, ya vas a ver que todo va a cambiar”.

Y así lo creía ella. Durante esos seis meses recibieron la ayuda de los familiares de ella, lo cual lejos de tranquilizar a Carlos lo hacía sentir miserable. Se convirtió en un hombre silencioso y distanciado. Un día cansado de la situación Carlos le dijo a Mary que se iría a Mérida, a otro estado, allá de seguro sus tíos le darían empleo en las tierras y luego de tres meses, en los que estaría ahorrando, volvería por ellas y todo sería diferente.

Mary lo apoyó aunque no le agradaba la idea de tenerlo lejos, pero al menos era una esperanza.

Carlos se fue. Y durante los primeros dos meses ella recibía un sobre que él le enviaba con dinero, suficiente para que ella y su niña pudieran alimentarse. Y cada tarde ella recibía una llamada de él. En su tono se notaba diferente, había vuelto a ser su Carlos.

Pero algo sucedió al tercer mes, cesaron las llamadas, y no llegó el dinero con el sobre.

Fue extraño. Carlos le había dado a ella contactos en Mérida donde podría localizarlo, números de teléfonos de sus tíos, direcciones físicas, etc. No había indicios de que hubiera planeado abandonarla. Ella se comunicó con todos los números que tenía y pero sus tíos le dijeron que llevaban días sin saber de Carlos, que esperarían una semana y, luego, de no aparecer lo buscarían.

Pasaron semanas, meses y luego un año. Y no encontraron rastros de Carlos. Sus familiares supusieron que tal vez murió ahogado en un río y la corriente arrastró su cuerpo lejos del estado.

Han pasado ocho años, Mary se niega a creer que Carlos la ha abandonado, que pueda tener una familia en otro lugar.

-“Él nos amaba, éramos sus princesas”.

Ella quiere creer que no ha muerto. Luego de contarme su historia, me miró y sus lágrimas se asomaban lentamente de nuevo mientras me decía:

- Anoche miré a través de mi ventana y lo vi venir a lo lejos, desperté a mi hija, a su princesa, y le dije “papi está de vuelta” y ambas corrimos hacia él, lo abrazamos… Pero en ese momento desperté, era un sueño. Quise mirar por la ventana, pero no me atreví.

Yo la miré, y la abracé, llevando su rostro a mi hombro y allí la escuché decir con gran esfuerzo:

- Si él está vivo va a volver. Nosotras somos sus princesas…

Y luego de una pausa que me aterró, pues supuse lo que vendría, me preguntó:

- Gusmar, ¿Crees que Dios permitió que muriera en un río?

La separé de mi cuerpo, una vez más aquella pregunta hiriéndome en el alma, la he escuchado tantas veces, un millón de veces en mis labios… ¿Pudo Dios permitir…?

Intenté que no notara mi propio conflicto:

- No lo sé Mary, no sé si sucedió, y si Dios lo permitió. La verdad, a veces prefiero no obtener respuestas a preguntas como esas, me asustan algunas respuestas. Pero algo sé y es que tú eres una mujer valiente. Y Dios ha permitido que junto a tu hija permanezcas en pie ante tantas dificultades… Eso lo sé Mary.

martes, 28 de octubre de 2008

HOY SOLO QUIERO...

Hoy solo quiero...
Encontrar una historia, pudiera simplemente publicar algunas de las que ya he escrito, fue un fin de semana interesante, y leo una buena obra de Julio Verne que despierta grandes ideas, por cierto se la recomiendo "Los Hijos del Capitan Grant", muy buena. Un poder en la narrativa que te lleva a cada lugar recorrido...
Pero bueno, trataré de encontrar una historia, una buena y ya veremos mañana, me rehúso a públicar alguna historia ya escrita hasta no encontrar una por escribir.
Saludos a todos. Gracias por pasar.

sábado, 25 de octubre de 2008

UN POCO DE LOCURA...

Si tan solo pudiera ser no ser más cobarde y atreverme una vez más, recuperar la juventud que hace rato se me fue de entre las manos.

Si pudiera ser no ser de ningún lugar y detener mi andar cansado de los andares incansables.

Si pudiera ganarle al miedo de perder, para perder ante el miedo de ganar y creer que hay una oportunidad, que vale la pena arriesgar.

Si pudiera sentirme inseguro de no estar seguro para estar seguro de mi inseguridad.

Si pudiera ver con mis ojos cerrados para poder abrirlos sin dejar de ver.

Si pudieran mis manos ser no útiles para que inútiles se extiendan a ti y sean verdaderamente útiles.

Si pudiera ser completamente no independiente para no entregar mi confianza a medias creyendo que debo cuidarme.

Si pudiera estar no estacionado en el no presente, que tampoco es futuro y no termina de ser pasado.

Si pudiera herir mis heridas y verlas agonizar hasta morir, para poder vivir sin las amenazas de mis heridas.

Si pudiera argumentar que puedo no argumentar ante la esperanza para abrazar la ilusión de esperar un final feliz.

Si pudiera ser constante en esta inconstancia en ser constante para no vacilar entre decidir no actuar y no decidir actuar.

Si pudiera renunciar al no renunciar y no estar lejos de ti cuando se que estas no lejos.

Si pudiera no callar mi silencio para que puedas escucharlo cuando estoy en silencio.

Si pudiera vaciar este vacío, para permitirte acercarte y que puedas llenarlo de no vacío.

Si pudiera desgastar el desgaste de mi alma para que renovada se alejen de mí las no buenas emociones que la desgastan.

Si pudiera cometer el error de no haber cometido algunos errores, para vestir de inexperiencia mis experiencias y así desesperar la quietud que me acerca a la distancia.

viernes, 24 de octubre de 2008

LEJOS DE LOS GRITOS DE UN CONFERENCISTA

El siguiente post lo publiqué el pasado miercoles 22 de Octubre en TSN, tal vez existan personas que me visitan que aun no conocen ese blog, les invito a visitarlo, mientras tanto los dejo con esto:
¡Tienes que pararte firme delante del Señor y exigirle tu bendición!
¡El Señor está cansado de tu actitud lastimera!
¡Pasa al frente esta noche y recibe lo que él tiene para ti!
Pensé que ya había escuchado suficiente, así que me levanté de mi asiento. No fui el único en hacerlo, la mitad de la congregación se puso en pie y caminó hacia el escenario, yo caminé al lado opuesto.
Mientras salía del local escuché los últimos gritos del conferencista:
¡Levanta tu mano! ¡Reclama tu bendición!
¡Lucha con tu ángel!
¡La victoria depende de ti!
Tomé un taxi que me llevó al hotel. Me senté en la cama, junto a la soledad de la habitación, frente a la ausencia inexistente, pero tan pesada, y al silencio de su voz, con el corazón aun lastimado y mi alma más sedienta. Llevé mis manos a mi rostro y cerré mis ojos, de cualquier forma, abiertos igual eran inútiles…
“Señor no puedo pararme firme delante de ti, al menos no esta noche… Tampoco puedo evitar tan mísera actitud… Derrotado, así me siento. No creo tener nada que reclamarte para mí, es que me cuesta creer que puedas tener una deuda conmigo…No estoy conforme con todo lo que está ocurriéndome, pero no puedo decir que no lo merezco…¿Qué puedo exigirte?Solo puedo implorar tu misericordia y favor. Sí, rogarte, es lo único que puedo hacer. Y si realmente no es la actitud que deseas, nuevamente imploro tu misericordia y favor”.
Abrí mis ojos. No sentí ningún cambio. Pero un pasaje bíblico vino a mi mente y lo busqué de inmediato en mi Biblia para leerlo. No recuerdo cuando fue la primera vez que lo leí, pero sé que antes pudo ser solo una lectura, pero aquella noche en la soledad de una habitación de hotel y lejos e los gritos de un conferencista fue mucho más que una lectura, fue el mismo Dios rompiendo el silencio y sonriéndole a un infeliz ser humano angustiado y confundido…
“Escuchando, he oído, a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tu eres Jehová mi Dios.Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud.
¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”.
(Jeremías 31:18-20)
15/06/2006.

AZUL...

Disfrazaré la realidad… Por ti o tal vez por mí, disfrazaré la realidad.


Pintaré de colores este cuadro gris. Será difícil pero lo intentaré.


¿Qué puedo perder en el intento que no halla perdido ya? (Y créeme lo digo consciente de lo que significa, tengo mi inventario de pérdidas actualizado).


Le daré un color azul, como el cielo que es tuyo y es mío. El cielo que es testigo de mi leyenda, que esconde los secretos de mi historia, y ha robado mis miradas desesperadas. El cielo que se viste de negro para recibir la luna donde cuelgo mis nostalgias.


Azul será mi realidad, como es el mar cuando es espejo de nuestro cielo, y es también nuestro espejo. El mar que refleja tu carácter imponente y arrebatador, pues t has robado mi corazón. El mar que refleja mi ilusión, la que crece y se agita cuando pienso en tus ojos, como se agitan las olas del mar al sentir el hechizo de su luna.


Y pintada de azul mi realidad me burlaré de las cadenas que han intentado sujetarme, que en ocasiones seducen mi torpe espíritu que se acobarda ante lo gris.


Será azul, como las aves que ayer vi volar. Alguien me dijo que un ave azul no puede ser enjaulada, muere al instante, porque es una criatura que se alimenta de la libertad. Entendí por qué en ocasiones me ahogo y agonizo, es que tú pintaste mi alma de azul.


Azul como el recuerdo de aquel día cuando te vi y sentí tus manos entre las mías, me parece aun sentirlas mientras escribo.


Ahora que lo pienso ¿Realmente es gris mi realidad? ¿Realmente intento pintarla de azul? ¿O es azul y la disfrazo de gris, descubriendo su color cuando creo pintarla?


Tal vez la respuesta la tienes tú. Yo te buscaré, llegaré a ti, alimentaré mi alma… Y soñaré… (Si algo no puede hacer la realidad gris e evitar que yo sueñe)… Soñaré que un día estaré frente a ti, bajo nuestro cielo, frente a nuestro mar, viendo las aves azules volar entre nuestro cielo y nuestro mar, mientras te escucho decirme: “Tu Eres mi Azul”.


Posdata: “Pensar que toda la creación es Suya y Mía”.

miércoles, 22 de octubre de 2008

SOLO FUI UN TESTIGO. (PARTE FINAL).

… Mientras caminaba se atrevió a argumentar contra aquellas burlas. ¿Acaso las tecnicas aprendidas los últimos dos años no podrían permitirle el éxito en una relación estable? ¿No es ese el verdadero fin del arte de la seducción?

“Ya no eres el mismo de antes… Ahora posees conocimiento. Hasta ahora lo has usado para conquistas pasajeras, pero puedes cambiar la dirección solo debes enfocarte”.

Pasó frente al bar, tal vez ya era la medianoche cuando frente al bar decidió que esa noche no bebería. Siguió caminando la cuadra pendiente y llegó a su casa.

Al entrar a la habitación rememoró cada detalle de aquel encuentro. Se concentró primero en el color de los accesorios que ella llevaba. Él sabe que los colores que una mujer decide llevar van más allá de una combinación de acuerdo a la ocasión, de hecho el criterio de los colores convenientes para alguna ocasión esconde claves que permiten descubrir ciertos rasgos del perfil psicológico de una mujer. Luego recordó el maquillaje de su rostro. Así podría tener cierta idea del grado de auto valorización ante la presión social en su entorno. Es normal ver a una mujer muy bien maquillada en una reunión como aquella, pero más normal es ver mujeres exageradamente maquilladas reflejando así problemas de autoestima, como intentando compensar en la apariencia del rostro la carencia de destrezas sociales, revelando problemas de timidez. Analizó el desempeño de ella y las reacciones durante el abordaje, interpretó su lenguaje corporal.

Sin duda alguna aquella mujer era especial, sencilla y sincera, dulce, con criterios definidos, firme para alcanzar sus metas. Nunca me dijo como lo dedujo pero creyó saber también que ella esperaba con ilusión la llegada del verdadero amor, que deseaba soltar las cuerdas que sujetaban su ternura, que también tenía sed, sed de amar y ser amada, y no por ser víctima de alguna traición, sino porque ella había nacido para amar y solo amando se sentiría completa. Pensó que esa noche ella, acostada en su cama estaría pensando en él, recordando cada palabra que le pronunció, deseando otro encuentro, no una cita, él sabe que ella no es buena reaccionando ante las citas, ella desearía otro encuentro casual. Seguro ella soñaría con una relación en la que pudiera depositar sus ilusiones reprimidas por no haber encontrado un hombre que le brindara confort emocional.

En su habitación pretendió haber vencido a los fantasmas. Pero sintió ansiedad ante la posible decisión de abrirle las puertas al amor, sentía que perdía el control. Casi la una de la mañana, decidió salir y sentarse frente a la calle de espalda a su casa. Encendió un cigarro y lo absorbía como si del humo dependiera su vida.

La batalla aun no había terminado. Los fantasmas solo se habían ausentado un momento, el tiempo suficiente como para mutar la apariencia y cambiar la estrategia…

“¿Crees realmente que mereces ser amado?”

“¿Qué tal si terminas hiriéndola?”

“Ya no eres el mismo de antes… Tus hábitos terminarán venciéndote”.

Sintió que aquellas palabras golpeaban su alma y de inmediato se puso en pie, apoyando su espalda en la pared que cerca su casa…

“Es cierto – reflexionó – ella merece a alguien mejor”.

Y hubo un ganador, y una sentencia desfavorable para él, pero seguro a favor de ella, al menos así lo pensó él.

Casi las 2am, caminó la cuadra de regreso al viejo bar, ya saben para ahogar sus penas.

Eran las 5:15 a.m. cuando pasé frente a la plaza en dirección a la casa de la cultura y nuevamente lo vi sentado, fumando. Me acerqué, apenas me vio sonrió torpemente y me dijo: “¿Quieres escuchar una historia?”… Me senté a su lado…

Ayer supe que ella aun espera su llamada y recuerda con curiosidad que aquella noche mientras él caminaba desde donde estaban los recién casados hasta la salida de la fiesta él le envió un mensaje a su celular, el mensaje solo decía: “tengo un plan”.

martes, 21 de octubre de 2008

SOLO FUI UN TESTIGO (I PARTE)

El pasado 12 de Octubre seguí intentando cazar historias, éste cuento es producto de una de las historias que pude atrapar… Es tal vez una historia triste, pero créanme la historia real puede ser más triste todavía…

Él la vio… Solamente la vio y eso bastó para creer que junto a ella valdría la pena ser diferente, que podría volver a confiar. De repente tuvo miedo de no volver a verla. “Qué ridículo”, pensó, y sintiéndose amenazado intentó distraerse y no mirarla más. Pero ella lo hacía difícil, tal vez ella quería sentir su mirada. Cuando él se marchó de la fiesta sintió un poco de alivio creyendo que al darle la espalda aquel sentimiento desaparecería, aunque se llevó de ella su número telefónico. Lo vi alejarse y yo sonreía mientras pensaba que una buena historia nacería de aquel encuentro.


Lo conocí hace algunos meses, una noche, pasaba frente a la plaza del pueblo y lo vi sentado en uno de los bancos, no sé por qué pero decidí acercarme y cuando lo hice me sonrió saludándome amablemente. Me senté junto a él y el alcohol le permitió revelarme su pena. Fue víctima de un engaño, había entregado su corazón por completo e ilusiones a una mujer que parecía corresponder sus sentimientos. Vivía para ella, dispuesto a construir las bases para un futuro seguro junto a ella. Creyó amarla y creyó ser amado por ella. Pero un día descubrió que no fue así, él solo fue su juguete… Desde entonces se convirtió en un animal nocturno, en un lobo cazador, un maestro de la seducción. Su objetivo eras distraer su alma en pena con aventuras y conquistas pasajeras...


Con el tiempo creyó olvidar que una vez amó. Aunque esa noche me confesó no sentirse satisfecho con su estilo de vida, en ocasiones no había forma de ignorar el vacío en su corazón, pero intentaba ahogarlo en el viejo bar frente a la plaza. Lo escuché atentamente y cuando sus lágrimas enmudecieron sus palabras le hablé de la esperanza, de mi teoría de que los eventos desafortunados tienen como propósito llevar al ser humano a un proceso de auto-conocimiento, pero es necesario no maquillar nuestras emociones y crear ilusiones destructoras que llevan a comportamientos nocivos y que nos distraen… Le hablé también de mi Dios, del plan soberano, del destino dibujado desde el principio. Me escuchó atento y luego se despidió. Supuse que al día siguiente él podría haber recordado mis palabras y tomar un rumbo diferente o pudo haberlas olvidado como cualquier otra tertulia nocturna.


Me sorprendió verlo en la boda de mi amiga el 12 de octubre. Lucía un poco diferente. Desde mi mesa noté la atracción que sintió por ella y sospeché que ella también fue atraída por él. Observé su destreza y concluí que realmente era un maestro de la seducción al estilo Mystery, aunque un poco más moderno e innovador en su entrada a un set.

Dominó el grupo que la rodeaba, atrayendo las miradas y guiando las conversaciones como todo un “macho alfa” hasta abrirse paso hasta ella y sacarla del set. No hubo abuso del contacto físico, dos o tres ligeros toques con su dedo índice en el hombro izquierdo de ella, la misma cantidad de veces que la vi sonreír por las ocasiones en las que supongo él dijo algo como: “lastima que la fiesta va a terminar, seguro vas a extrañar mi compañía”. Sus escasos toques luego de comentarios como estos revelaban un excelente juego interno y una audacia estableciendo aros psicológicos durante el abordaje incrementando en ella la atracción que seguro sabía que había despertado en ella durante el manejo del set.

Dos minutos antes de despedirse lo vi observar su reloj y luego tomar el número celular de ella que se lo daba sonriendo. Luego con su mano derecha tomó la izquierda de ella y me esforcé por leer su labios: “Valió la pena haber venido solo para robarte tu numero telefónico”. Le dijo y se alejó de ella sin permitirle pronunciar una sola palabra. Un cierre perfecto, inédito. Se acercó a los recién casados, y luego cruzó la puerta y salió de la fiesta. Pensé en acercármele mientras caminaba desde el punto donde estaban los recién casados hasta la salida y recordarle que yo era aquel muchacho que se sentó una noche a su lado en la plaza, y convertirme así esa noche en un elemento activo de la historia, pero me conforme con ser solo un testigo, hoy lo lamento.

Los ojos de ella le siguieron hasta la salida. A ella yo no la conocía, pero también me bastó verla para pensar que podría ser la heroína del cuento, la damisela que rescatara al buen hombre escondido dentro de aquel lobo cazador.

Una gran batalla inició desde el momento en que puso un pie fuera de la fiesta… Fantasmas corrían detrás de él armados con imágenes del pasado, montados sobre temibles corceles cuyo aliento podía congelar el alma de cualquier mortal en pena.

Él la vio esa noche y quiso entregarle su corazón… Quiso soñar con un destino junto a ella. Deseo ser suficientemente valiente como para rendirse a ella y así ella pudiera tocar su alma e internarse en sus pensamientos… Pero los fantasmas hacían de aquel sentimiento una burla y pronosticaban un fracaso seguro y una pérdida irrecuperable…

Continuará…

lunes, 20 de octubre de 2008

CUANDO PIENSO EN TUS OJOS...

Lo que sigue lo dedico a la ausencia de mi Abuela. Permítanme explicar: No fue inspirado en ella, pero al terminar de escribirlo vi sus ojos y sentí su mirada. ¡Cómo extraño su mirada! ¡Y cómo odio la distancia!

Cuando pienso en tus ojos maldigo la distancia irreal, que muchas veces pesa en realidad. Y siento tu mirada que burla la distancia inexistente, que sigue pesando pero que va perdiendo su sabor amargo. Y sonrío, sin preguntarme por qué lo hago, es que no quiero respuestas, solo quiero seguir sonriendo.

Y al sentir tu mirada mi alma se desnuda, siento frío y cierro mis ojos para sentir el calor de tu compañía ausente…

Tu ausencia vuelve a hablarme de ti. Me habla en silencio…

Silencio astuto cómplice de mi esperanza…

Esperanza que se niega a morir, que me hace prisionero de tus ojos que aun no veo, que interpreta tu mirada y despierta mis sueños…

Y ellos solo hablan de ti, y golpean la realidad que enceguece y que en ocasiones humilla mi espíritu.

Entonces creo haber enloquecido cuando aun con mis ojos cerrados me parece ver los tuyos, y no sé por qué lo hago, pero abro mis ojos y ya no pesa la distancia y no me ahoga la realidad que veo (porque ahora soy yo quien la veo y no es ella quien se muestra a mí…aun sonrío creyendo haber enloquecido).

Sé que mañana alguien me dirá que no pude haber visto tus ojos. Que la realidad querrá vengar los golpes de mis sueños… Y no lo niego, creeré necesario recuperar la cordura, y volverá con sus lógicos argumentos, vestida de incredulidad, maquillada con prejuicios. Robándose el frío de mi alma intentando así hacer tu mirada innecesaria.

Y seré cobarde de nuevo. Buscaré respuestas sin sonreír. Atentaré contra la esperanza, pero ya he dicho: ella se niega a morir.

Será inevitable, volveré a pensar en tus ojos. Sentiré de nuevo el calor de la ausencia y cerraré una vez más mis ojos, sé que un día no los abriré más, sé que un día la cordura se alejará para siempre…

¿Lo ves? Aquí estoy, soñando de nuevo. Y siento tu mirada que me observa sonreír y ya sabes lo que dice mi silencio…

viernes, 17 de octubre de 2008

SALÍ A CAZAR Y FUI CAZADO...

Dedicado a Maryurys, me debes una historia...
Usted podría encontrarla en un almacén de telas de la ciudad de Cabimas. Es joven, de 21 años, cabello largo y negro, tan negro como sus ojos, su piel blanca, como sospecho es su alma. 1,70 de estatura aproximadamente.

Su nombre es Maryurys. Siempre sonríe y es muy amable, lo cual según he escuchado no es muy común entre las vendedoras de telas.

Ella no esperará a que usted la llame para hacer su orden o manifestar alguna inquietud respecto a la calidad o precio de alguna tela. Sin duda se le acercará a usted y con su linda sonrisa le dirá algo como: “Hola buenos días, me permite ayudarle…”

Como dije, usted puede tropezar con ella o ser atendido por ella en un almacén de telas de esta ciudad, pero yo no. Es que no acostumbro entrar en una tienda de telas, no es que piense que es un lugar al que un hombre no debe entrar, sucede que comprar telas para mí representa una aventura peligrosa, desconozco todo sobre el tema. Así que, no la conocí en un almacén de telas, ni en la ciudad de Cabimas.

Fue el pasado 11 de Octubre. A la 1pm decidí irme al pueblo donde viven mis padres. El día 12 de Octubre Rubia, una amiga, se casaría y me comprometí a ayudarle en la cocina. Sería una boda sencilla, por el civil, y luego una modesta reunión para celebrar. Fui el sábado para llegar a casa de mis padres y descansar un poco, salí de la ciudad de Cabimas preparado para cazar al menos tres historias durante el fin de semana en el pueblo. Llegué a las 3pm aproximadamente, descansé un poco. A las 8pm decidí salir al centro del pueblo y comer en un puesto de comida rápida junto a la plaza bolívar.

En el puesto de comida las mesas estaban ocupadas en su mayoría por parejas adolescentes, muchos de los adolescentes eran aun niños cuando abandoné el pueblo, reconocí algunos rostros. Encontré lugar en una mesa donde estaba ella, sola. Me acerqué y le pregunté si me permitía sentarme junto a ella.

- Lo siento, espero a alguien. Respondió ella.

Le di las gracias y pensé sentarme un rato en la plaza a esperar que alguien desocupara alguna de las mesas, pero antes de darle la espalda me dijo:

- Solo bromeaba, no hay problemas, siéntate.

- Gracias pero prefiero esperar sentado en la plaza, no me agrada tu sentido del humor.

Ella me miró apenada y tan pronto quiso disculparse le dije que yo también bromeaba y me senté.

- Mi nombre es Gustar, no recuerdo haberte visto en el pueblo.

- Soy Maryurys, solo viví dos años aquí, mis primeros dos años de vida y me enteré hace seis meses, desde entonces lo visito con frecuencia. Tampoco te había visto.

- Lo que sucede es que yo viví solamente cuatro años, no fueron los primeros cuatro años de mi vida, pero he estado alejado, desde hace algunos meses acostumbro a venir seguido, los fines de semana.

- Entiendo, yo hago un esfuerzo sobrenatural, trabajo de lunes a sábado de 8am a 4pm en un almacén de telas y de noche estudio Educación Industrial. Había pensado descansar en casa este fin de semana pero mañana se casa una sobrina.

Sospeché que estaba frente a mi primera historia del fin de semana.

- ¿Una sobrina? No me digas, yo no tenía planeado venir este fin de semana pero mañana se casa una amiga que es casi mi hermana.

- Pues quien se casa mañana es mi sobrina aunque la conocí hace seis meses, se llama Rubia.

No me asombré al escuchar el nombre, después de todo salí a cazar una historia junto a la plaza y sabía que podía encontrar cualquier clase de historia. Tras una pausa ella añadió:

- Así que si su amiga casi hermana es Rubia usted es mi casi sobrino… Y no me ha pedido la bendición.

Reí a carcajadas y luego respondí:

- Me caes bien, eres linda, tienes buen humor, comes poco… Tú podrías ser una de mis tías favoritas… El problema es que aparentas menor edad que yo y no le pido las bendición a tías que parecen menores que yo. Las veo más bien como a primas.

En este punto ya habíamos terminado de comer y coincidimos en sentarnos en la plaza para conversar. Nos sentamos de espalda al monumento del Libertador Simón Bolívar, yo con mi cuestionario previamente elaborado durante la cena, y ella con su linda sonrisa y buen humor.

Estuvimos sentados casi una hora, hasta que ella dijo:

- Bueno sobrino rebelde debo irme, seguro mañana nos vemos en la boda de mi sobrina desde hace seis meses que es su amiga casi hermana.

Y cada uno tomó su camino. Ella por la derecha y yo por la izquierda.

Llegué a casa de mis padres creyendo que había cazado una historia, pero me di cuenta que mis preguntas no fueron contestadas, ni tuve tiempo y ocasión para preguntar. Sonreí mientras pensaba que fue ella quien se robó una historia, salí a cazar y fui cazado.

Prometí que al siguiente día, durante la boda, buscaría una revancha, advirtiéndome que debía ser más hábil, convencido que detrás de esa linda sonrisa y buen humor se esconde una buena historia.

jueves, 16 de octubre de 2008

EL DUEÑO DE LA VIÑA...

Con permiso de su autora: Eliana Gilmartin.
Exatraído del blog TEOLOGÌA SIN NOMBRE...
Es un relato que no pude evitar postear aquì.
Son las 4,30 de la mañana en Mar del Plata.La mayoría de la gente común está durmiendo en calientes camas de tibios hogares.
Y allí están ellos, uno y otro, sin nombre, sin hogar, sin historia, durmiendo encimados imaginando que tienen abrigo y que están cómodos. Esquivan como pueden el aire que se cuela, helado, por las chapas torcidas.Uno, el más viejo, curtido ya de tantas madrugadas iguales, despierta de golpe, casi sin transición, de ese sueño poco profundo, igualito al del que duerme de parado. Todavía no ha digerido del todo el alcohol de hace unas horas, el que le hace la ilusión de una frazada y una cama con olor a sábanas limpias.Despierta a su compañero, se acomodan el pelo descuidado con las manos, se tiran encima la campera raída y salen, como cada día desde hace mucho tiempo...No saben qué temperatura hace: ni radio tienen para enterarse.
Pero el filo del aire que enrojece el rostro y corta las manos desnudas asegura que ni siquiera llega al cero.Caminan, casi corren las cuadras que los separan de su destino. Quieren llegar pronto, antes que los demás. Quizás hoy tengan suerte. Tal vez nadie más se haya levantado tan temprano… Saben, en el fondo, que estas son puras fantasías, porque cada mañana, como un ritual esperanzado, las repiten.
Llegan a la banquina de pescadores pasaditas las 5, y como fantasmas, avistan de lejos muchas otras figuras espectrales semejantes a las de ellos. Saltan, caminan, se mueven. Quizás teman convertirse en estatuas de hielo.El tiempo hasta las seis de la mañana transcurre pegajoso y lento. Largo, como para poder pasar revista a todo lo que les falta para hacer el trabajo. Ni botas, ni uniforme, ni cuchillas, ni balde, ni guantes. ¿Quién podría, entonces, querer contratarlos a ellos? A su lado, hay muchos otros, casi iguales: los mejores no tienen que soportar estos trances, todos fueron contratados al comienzo de la temporada, tienen equipo, y sueldo, y familias, y camas limpias y abrigadas.
Dos luces simétricas se acercan y rompen la fría negrura de la noche. Es el patrón. Se paran, se alistan, ponen su mejor cara y despliegan carteles imaginarios que aseguran el por qué será mejor contratarlos a ellos.“Vos, vos, vos.... él... y él” Se trepan rápido a la chata felices y sin mirar a los que se quedan.Se quedaron nuestros dos. Se quedaron.Después de tres horas de frío que duele y de panza que se queja sin desayunar, la misma ceremonia: la camioneta, el patrón, vos, vos y vos, y ellos que se quedan: por demasiado viejos, por demasiado pobres, por demasiado flacos.Llega el mediodía, y ahí están, todavía: flacos, hambrientos y mal dormidos. Y el patrón otra vez no los elige.Y mal dormidos y mal vividos para las tres de la tarde cuando vuelve, y tampoco se los lleva en su chata.Los pocos que quedan se van yendo a sus casas, desesperanzados de toda esperanza.
Y ellos dos, húmedos y morados por el cruel invierno que no perdona, todavía están ahí. ¿A dónde irían? Nadie los espera con café caliente.Ya no hay nada que hacer acá. ¿Quién va a contratarnos por un rato? Nadie nos necesita para nada.
Oigan, ustedes, ¿por qué están todavía aquí?, son casi las cinco de la tarde... ¿Quieren trabajar? Les ofrezco la paga de un día...

martes, 14 de octubre de 2008

LA PARED BLANCA.

El Consejo de Ciruma, llamado por poetas antiguos “El Jardín del Zulia”… Un pueblo escondido entre los límites del Estado Falcón y el Estado Zulia, donde los ancianos siempre han sido sabios, con facultad de escuchar los elementos de la naturaleza y crear historias asombrosas…
Se dice que hace 200 años un grupo de personas en el Estado Falcón fueron azotadas por una extraña enfermedad que les quemaba la piel así que decidieron abandonar el pueblo que habitaban para no contaminar al resto de la población. Se abrieron camino entre las montañas vírgenes y se perdieron entre ellas. Cuentan los ancianos del pueblo que un día tropezaron con un indio y éste los guió a la tierra que ahora llaman El Consejo de Ciruma. Ciruma era el nombre de aquel indio, que luego de llevarlos a ese lugar les dijo que en verano un árbol brotaba un aceite milagroso que debían frotar en la piel y la enfermedad moriría. Cuando buscaron al indio para agradecerle no lo vieron más, en cambio, vieron en una montaña a lo lejos un enorme león que rugía de espalda a ellos…
Construyeron casa de barro… Llamaron al árbol “Cabimo”… Doscientos años después la población ha crecido, la enfermedad ha azotado una y otra vez a los habitantes del Consejo de Ciruma, pero en los veranos los árboles que ellos llamaron “cabimos” brotan el aceite milagroso. Aquella historia jamás fue olvidada… Las casas de barro desaparecieron, el pueblo se hizo conocido y fue disputado por los dos estados, pero finalmente fue integrado al Estado Zulia. Fue modernizado, pero los ancianos siempre defendieron el dominio de la naturaleza sobre el pueblo.
Para recordar la historia del indio construyeron una plaza en el centro del pueblo con un monumento de u indio y a sus pies un león… Y detrás del monumento levantaron una pared que siempre estuvo pintada de blanco. Por las noches los niños jugaban en la plaza mientras los padres los observaban sentado recordando que una vez jugaron allí y escucharon historias contadas por ancianos… Y cada noche siempre habían ancianos contando historias en la plaza. También se podía mirar parejas de adolescentes tomados de la mano, cruzando miradas de amor inocente, sonriendo como tontos. En esa plaza debió haber nacido la frase “enamorado como muchacho de pueblo”.
Marú y Juan jugaron en esa plaza cuando eran niños, escucharon miles de historias. Juan fue criado por su abuelo desde los siete años de edad. Su madre murió luego de dar a luz y su padre murió siete años después a causa de la enfermedad de la piel pues no logró llegar al verano. Fue su abuelo quien le enseñó a colgar su tristeza sobre la pared blanca detrás del monumento de la plaza del Indio y el León.
Las noches cuando Juan deseaba haber conocido a su madre y tener a su lado a su padre corría hacía la plaza y se ubicaba detrás de la pared mirándola fijamente reprimiendo su tristeza. Marú lo acompañó cada noche triste y lloró siempre a su lado sujetándole la mano derecha. Así ella también aprendió a consolar sus penas mirando aquella pared. La última vez que Marú acompañó a Juan tenían 16 años.
Doce años después Marú continuaba visitando la plaza del Indio y el León y clavando su mirada sobre la pared blanca. Lo hace sola porque hace doce años Juan decidió que ya no podía estar en el pueblo… Que ya no tenía nada allí… Necesitaba huir de ese lugar que solo despertaba en él tristezas… Ella deseó no haberlo escuchado esa noche y no haber callado sus protestas… Pero tuvo que aceptarlo y seguir adelante… E inventarse una vida que no creyó necesaria… Él se fue pero ella se quedó… Quiso huir con él, pero no era parte del plan… Así que solo calló… Queriendo gritar… Pero calló…Queriendo amarrar…Lo dejó ir… Porque ella amó siempre la libertad, su libertad y la libertad de él… Así que reprimió todo lo que pudo atentar contra la libertad… Y aprendió a reprimir muchas cosas más. Y así se le pasaba la vida, callada, aceptando, dejando ir.
Las noches cuando la luna menguaba, y las estrellas parecían apagarse en el negro firmamento y su alma se agitaba por no poder soportar las miles emociones reprimidas por años, ella caminaba hacia aquella pared y callada le permitía al corazón gritar… Y lloraba… Y escribía…Escribía en su alma sueños e historias… Sueños que pudo soñar junto a él en el pasado… Historias que podrían ser parte de su pasado si el presente fuera distinto, que podrían ser el futuro si el pasado fuera otro… A veces se perdía confundida, por atreverse a cruzar las líneas de sus historias y los límites de sus sueños… Y vivía un presente con el pasado que quiso y colgaba su futuro en un presente inexistente… Siempre estuvo conciente de que era un juego, uno que se juega ignorando las reglas de la realidad… Un juego peligroso al que llamamos esperanza. Ella disfrutaba jugándolo frente a aquella pared.
Nunca dejó nada sobre aquella pared… Nunca olvidó a Juan, no hizo el menor intento… La pared blanca para ella no bloqueaba sus emociones, ni le hacía olvidar, era más bien como un lienzo virgen en cada visita… Allí le daba color a la vida… Aunque era imposible olvidar el pueblo… Lejos del pueblo Juan olvidó muchas cosas… Llevaba en su mente su propia pared blanca…Y cuando algunos recuerdos de aquel lugar asaltaban su descuido se acercaba a ella y echaba detrás de su pared los recuerdos… Fue egoísta al dejarla, ella lo entendió. Él le dijo que quería conocer otros lugares, que aquel pueblo era muy pequeño y predecible para él, que quería nuevas experiencias. Juan solo intentaba engañarse, la verdad era que quería huir del dolor… Ella lo sabía. Y no prometió volver aunque quiso hacerlo, pero la pared en él también servía para echar detrás de ellas algunos deseos… Y ella no le dijo que lo esperaría, aunque quiso hacerlo, pero prefirió dibujar sus palabras en aquella pared. No hubo un beso de despedida… No hubo una carta para recordar…
Los años le enseñaron a Juan que el dolor no echa raíces en ningún lugar, que es un fantasma que burla las paredes y los límites geográficos también… Un fantasma que no le teme a la luz del día no a la oscuridad… Y nunca pudo vencerlo pero aprendió a bloquearlo de vez en cuando y persiguió quimeras para distraerse… Así pasaron doce años para él. Aberró su personalidad, se aferró a la soledad negándole la partida cuando llegaba el momento del adiós. Nunca se asomó detrás de su pared, solo pensarlo le causaba terror…Aparentó ser un hombre de éxito, pero a veces se sentía un fracasado… Detrás de la pared también podía echar algunos sentimientos…
Un día Juan deseó volver a su pueblo… Sintió que ese deseó no podía llevarlo frente a la pared y echarlo… Subió a su auto y puso sus manos en el volante… Y allí recordó que miles de veces estuvo frente al volante queriendo volver al pueblo… Pero esta vez parecía diferente…No podía luchar más contra aquel deseo. Encendió el auto con la firme determinación de ir al pueblo y pararse esa noche frente al monumento del Indio y el León… Tembló antes de avanzar… Pero temblando emprendió el viaje...Y temblando cruzó la entrada del pueblo. Era casi la medianoche, estaba agotado, no por el viaje, sino por lo que ocurría dentro de él durante las seis horas de viaje.
Se estacionó frente a la plaza y bajó del auto… Se paró frente al monumento… Y lloraba… Vio la pared detrás del monumento y recordó al abuelo, las historias… Recordó a Marú… Y tembló nuevamente. Miró a su alrededor y reconoció aquel cuadro que se hacía cada vez más familiar… Los niños jugando… Los padres observando… Los ancianos contando historias… Y la parte posterior de la pared… Donde Marú sujetaba su mano mientras lloraba junto a él. Pensó en asomarse detrás de la pared… Finalmente lo hizo… Y allí estaba ella, sentada al pie del Cabimo detrás de la pared… Llorando… Ella lo miró sin asombro, él quedó inmóvil mientras ella se preguntaba si él realmente estaba allí o una vez estaba confundida más allá del límite de la supuesta realidad… O tal vez había ganado el juego… Decidió averiguarlo…
Él lloraba mientras imágenes saltaban por encima de su pared y deseos se presentaban delante de él… Vio derrumbarse la pared en su mente… Ella decidió averiguar si él realmente estaba allí… Caminó hacia él y lo tomó de la mano derecha llevándolo a los pies del Cabimo y se sentaron frente a la pared blanca, detrás del monumento… No hubo palabras…Él lloraba como un niño…Y ella lo veía llorar…
Apoyó ligeramente su rostro en el hombro de él y solo escuchaba su llanto mirando fijamente la pared blanca colgando su futuro en un presente que empezaba a escribirse…

viernes, 10 de octubre de 2008

RETRATO DE UN VILLANO...

Dedicado a mi héroe, a quien un día le dije: “Hijo tu serás grande…” Y él con su gran sabiduría me respondió: “No papi, yo siempre seré Efraín”.

Su mirada perdida, buscando donde anclarla… Su mirada refleja el conflicto de su alma, pero nadie lo sospecha.

Sonríe a medias, todos lo ven sonreír sin notar que solo es una media sonrisa… No está convencido de las supuestas razones que tiene para sonreír… Y en su corazón hay un profundo debate: amar u odiar.

Su rostro rígido, muchos lo traducen como templanza, lo alaban por el carácter fuerte que aparenta su rostro. Pero en realidad es miedo… Miedo a demostrar su miedo y ser considerado inferior. Él sabe que no hay nada de malo en sentir miedo, el miedo puede usarse positivamente, se pueden obtener beneficios cuando se aprende a manejar el miedo, e incluso puede ser un buen indicador… Pero no sabe que no hay nada de malo en demostrar su miedo. Es que no tuvo la opción de saberlo. Su padre se encargó de no darle a conocer tal opción, lo hizo porque así lo creía necesario, y fueron malas experiencias las que sellaron en su padre este falso argumento en su sistema de creencias. Y ahora él también es víctima de aquellas malas experiencias. Muchos padres empeñados en evitarles a sus hijos los dolores que ellos han sufrido terminan promocionándoles conflictos aun mayores y aberrándoles sus personalidades.

Él posee recursos, basta ver su traje, su auto, e incluso la clase con la que actúa… Sin embargo, sus recursos no han logrado saciar su sed. Sed de amor que no recibió de su madre pues ella murió en un accidente cuando él era muy niño, sed de perdón porque se siente culpable de la muerte de su hermano al que vio ahogarse sin tener el valor de ayudarlo, sed de ser aceptado porque su padre nunca lo elogió pensando que así desarrollaría un carácter más fuerte, sed de amistad, creyó tener un amigo pero descubrió que su supuesto amigo le esconde secretos, esto le ha hecho pensar que tal vez el mundo no lo ve como una persona confiable, y si el mundo no confía en él entonces él no puede confiar en el mundo.

Es un joven silencioso, observa y calla. Muchos piensan que su silencio esconde sabiduría. Nadie se atreve a romper su silencio con preguntas tontas y él esperó, por mucho tiempo, al menos una pregunta. En realidad, su silencio esconde frustraciones y envidias. Y él luchó contra su silencio, por Dios que luchó… Pero hay momentos decisivos en los que se necesita ayuda… ¿Quién podría pensar que él necesitaba ayuda?

Lo venció la frustración y la envidia, no lo juzguen, no es una batalla fácil de ganar. En algún punto de la batalla su alma se congeló y se mantiene frío ante el dolor…

Su mirada perdida, buscando donde anclarla… Debatiéndose entre hacer el bien o el mal… Pero a veces el mal se viste más atractivo y se justifica con la excusa para la autoprotección y el bienestar propio… Y, simplemente, el mundo no colabora… Los amigos no son sinceros…La vida golpea con todo…La culpa ahoga… El amor se ausenta…La injusticia se hace la regla…

La ficción pudo conocerlo como un héroe, él tenía los recursos… En cambió lo pintó de villano… Lo sé solo es un personaje ficticio. La historia real no lo conoció a Lex Luthor, no sufrió su comportamiento… Pero el mundo real a conocido villanos que pudieron ser héroes, también sé que a diario el ser humano se debate entre hacer el bien o el mal, entre amar u odiar, y muchos factores no ayudan a tomar la mejor decisión…

Esta mañana, frente al espejo, observé la mirada que vi en Lex, vi también en mi memoria eventos que intentan inclinarme hacia el mal. Pero cerré mis ojos y anclé mi mirada en mi corazón, en un rincón de mi corazón, donde sentada está la esperanza, una tonta esperanza quizá… Pero ella me susurra que vale la pena seguir en pie… Que puedo ganar esta batalla… Y que siempre alguien vendrá a mi auxilio, solo debo estar en pie un momento más…

miércoles, 8 de octubre de 2008

CABIMAS... TIERRA DE CENICIENTAS...

Cabimas, llegué a ti con la soberbia de mi inexperiencia apoyada en mi absurda independencia. Solo, con una maleta y un millón de historias… Con heridas maquilladas por mis temores… Con un caminar distraído y mi mirada perdida… Con sueños de recuperar mis sueños, con deseos de tener el valor para volver a desear y con la esperanza de encontrar una esperanza.

Tus calles no tenían atractivo para mí, creí haber visto mejores lugares, eras muy pequeña para mis andares, muy tranquila para mi impaciencia, muy predecible para mi espíritu.

Cabimas la cenicienta, así te llamaron tus poetas, a los que bautizaste como gaiteros.

Con desprecio te consideré un pueblo…Sin sospechar que eras cenicienta por ser tierra de cenicientas, aún así aceptaste ser el refugio para mis diecinueve años. Y refugiado en ti la conocí a ella y a su lado nacieron mis mejores historias.

Me diste mucho, más de lo que esperé. Yo no tenía nada que darte a cambio, pero no te importó. Siempre has dado sin esperar nada. Sellaste tu carácter en mí… Y tus calles se hicieron atractivas. Y ella me contó las historias que esconden tus monumentos y con sus manos acariciaste mis heridas. Y en tus veredas conocí a otros que al igual que yo huían.

Me permitiste consolidar algunos proyectos, prestándome tus teatros, dejando que mi voz viajara por tus aires y así fui encontrando y entendiendo cada día más mi destino.

Fuiste escenario para nuevas etapas en mi vida. Me prestaste tus plazas para sentarme a recordar, un templo para jurar amor eterno, un hospital para presenciar el milagro del nacimiento, tus noches para volver a soñar, tu cielo para desear y tu silencio para encontrar una esperanza.

Hoy guardo de ti recuerdos gratos y me avergüenzo de haberte mirado con desprecio. Ahora pienso que fue una suerte haberme detenido entre tus calles. Y tengo más que una maleta. Me siento diferente. Derrotaste mi soberbia y mi independencia ahora es ridícula. Hoy no maquillo mis heridas y me río del temor. Y aquellos fantasmas que me siguieron huyeron de esta ciudad.

Eres una ciudad hermosa, un refugio ideal, tierra de soñadores. Tu gente me ha sorprendido, he visto en ti a muchos con la capacidad de alcanzar metas sin tener los recursos, de mantenerse en pie frente a la adversidad, de confiar aun cuando han sido golpeados por las decepciones.

He aprendido de ti y de tu gente, pero llega el momento… Ya sabes que no pertenezco a ti, que no soy de ningún lugar… El momento será inevitable, no sé cuánto tiempo nos quede, pero ya no será mucho. Pero me llevaré tesoros encontrados en ti, me llevaré también lo que me has dado y te recordaré porque ya eres parte de mí. Hablaré de ti con orgullo donde quiera que esté. Inspirarás nostalgias algunas noches de agosto. Recordaré tus inviernos y tus lunas nuevas. Me iré pero dejaré una promesa y en ocasiones volveré para caminar por tus calles y dejaré que ellas me hablen y me cuenten las historias vividas en mi ausencia… Y un día te escribiré un cuento… Esto es solo el anuncio Cabimas, tierra de cenicientas…

martes, 7 de octubre de 2008

LA HISTORIA QUE NO QUIERO ESCRIBIR...

Estoy listo para escribir. Siempre lo he estado. Escribo cuando estoy de buen ánimo y cuando no. Escribo historias tristes y alegres… Historias que he escuchado, historias de las que he sido testigo y algunas que he vivido.

Interpreto relatos que he leído… Escribo sueños que me gustarían vivir, cuentos que quise haber escuchado… Amo escribir.

Camino por las calles cazando historias…Escucho las nostalgias de los ancianos, la inocencia de los niños, las ilusiones de los jóvenes, la dulzura de la mujer… A veces lloro mientras escribo. Lloro al descubrir los secretos de quienes me permiten leerles el alma, lloro al verlos colgado en tristezas…

Escribo en parques, donde niños juegan al escondite, donde se balancean en columpios… Escribo en bancos de las plazas, sentado, mientras el atardecer embriaga mi alma, en los cuartos de hoteles… Escribo en compañía de la soledad, a su lado han nacido mis mejores escritos…

Me robo algunas frases de vez en cuando, lo hago para inspirar mis manos que escriben a veces bañadas de cansancio y sedientas de letras…

Escribo para mi, para otros… Para ahogarme, para desahogarme… Para jugar, para creer…Para expresarme, para callar… Para publicar o para desechar… Para recordar o para olvidar… Para abrir capítulos y para cerrarlos… Para no olvidar quien soy y creer que puedo ser mejor… Para enseñar, para aprender…

Escribo porque creo haber nacido para eso… Tal vez esté equivocado, pero disfruto mi error… Escribo porque me hace sentir libre, porque me recuerda que estoy vivo… Porque así me desnudo y me abrigo de la esperanza… Porque alejo al frío e invito al calor…

Mientras escribo viajo, recorro los rincones de la verdadera realidad… Mientras escribo crezco y al crecer descubro que necesito ser de nuevo un niño… Mientras escribo sueño… Recupero amistades alejadas, amores perdidos…

Al escribir entiendo mejor mi pasado, acepto el presente y lo disfruto, construyo el futuro y me asombro…

Aquí estoy, dando vueltas, evitándolo… Aunque listo para escribir… Pero esta historia aun duele… Mis manos tiemblan con solo pensar en escribirlo… Tengo las palabras, el argumento, el inicio y el final, la figura, tengo el tono y el estilo… Pero no puedo escribirla…

Esta historia sigue aferrada a mi alma, se niega a ser contada… Tal vez por vergüenza o frustración… O tal vez no acepto su existencia… O puede que aun pienso que esta historia no culmina…

Listo para escribir… Pero me siento torpe o cobarde…

Lo siento, no será hoy, aunque seguiré intentando escribirla, no será hoy… Sé que un día será inevitable… Tal vez un día conozcan la historia que no quiero escribir…

BAR, TEQUILAS Y UNA CRIATURA DE IGLESIA.

En la barra de un bar. (Sí, existen esos lugares… Sí, los conozco) En ese lugar una mujer, un tequila tras otro… Limón, sal… Y otro tequila… Lágrimas en sus mejillas que seca violentamente… Y otro tequila. Un rostro bonito, buen maquillaje, atuendo de marca. Una sonrisa fingida, pero encantadora, que deja ver de vez en cuando… Y otro tequila. Una pena que ahoga y habla, que es difícil silenciar. Decisiones que desea tomar, pero sola es tan difícil. Si tan solo se acercara alguien… ¡Qué rayos! Si alguien se acerca será para jugar el juego de la seducción y al siguiente anochecer las comandas de tequilas serían interminables.

Es un bar restauran, es viernes y apenas son las 10pm. Familias compartiendo cenas. Familias, un mundo envidiable, un sueño inalcanzable.

Ella voltea de vez en cuando para observar detrás de ella, fija su mirada en la mesa 32, una niña le sonríe. Piensa en lo lindo que habría sido sonreír cuando niña, sonreír mientras cena en familia. Recuerda que no recuerda mucho sobre su niñez, y para qué esforzarse, solo tiene imágenes de un maloliente y desgraciado padrastro maltratando a su madre, de una madre que huyó dejándola en manos de esa bestia, recuerda haber descubierto que el mundo está habitado de bestias, con quienes solo se puede comercializar. Y hoy duele el nombre que su vida le ha dado: Prostituta. Lleva años queriendo inventarse otra vida. Pero parece que ya es tarde. Solo quedan dos opciones: seguir caminando por los senderos que la vida le ha trazado, o poner fin a esa vida, por medio de la muerte. Tal vez el tequila le ayude a decidir.

Mira de nuevo a su alrededor, y esta vez en la mesa 39 ve a un grupo de seis hombres, no parecen bestias, aunque ha aprendido que la mayoría lo son sin parecerlo, sin embargo, lucen tan distintos, como de otro mundo. Sonríen mientras hablan, no hay alcohol en la mesa. Ella lleva su mirada de nuevo al frente, a la barra, y levanta su mano. El barman le sirve otro tequila mientras le dice alguna bobada, de esas que las bestias suelen decir. Y otra sonrisa fingida.

El grupo de la 39 está integrado por algunas criaturas de iglesias (no juzguen aun mi frase, no todos los que tienen la buena costumbre de asistir a una congregación son criaturas de iglesias). En la 39 se habla de logros ministeriales, de ambiciones, de ascensos, de proyectos, se miden habilidades, se elogia con hipocresía, se expresan falsos móviles; ahora que lo pienso, no sé si es más desdichada la mujer sentada junto a la barra o las criaturas de la 39. Entre ellos estaba yo, otra criatura más.

Su mirada me atraía cada vez que miraba hacia la mesa. Traté de disimular la atracción, no quería que se pensara mal sobre mí. Noté que lloraba de espalda a las mesas, noté también su impulsiva entrega a los tequilas. Sentí la necesidad de acercarme, era muy linda, sin embargo la atracción iba más allá de lo físico, y yo lo sabía, hoy me pesa haber sabido.

Pensé en levantarme y sentarme a su lado unos segundos, buscaba alguna excusa para hacerlo pero nada se me ocurría, es difícil concentrarse cuando tienes que presumir ante otras criaturas. No podía pararme, ir hasta ella, hablarle y luego volver a la mesa sin ninguna explicación lógica que me justificara, eso sería un auto atentado. Una criatura de iglesia no pone en juego su testimonio por una prostituta, una criatura de iglesia es egoísta, sus actos se miden de acuerdo al efecto que causan en su reputación. Para una criatura de iglesias si una mujer como ésta quiere encontrar la salvación deberá asistir a una campaña evangelística.

La charla continuaba, risas y frases elaboradas. En la barra lágrimas corriendo, y más tequilas. Yo esforzándome para concentrarme en la charla. Terminamos la cena, me levanté y crucé el centro del salón en dirección al baño, la tuve frente a mí unos segundos, le sonreí y ella lo hizo también, era una sonrisa fingida, pero una sonrisa atractiva. Recordé a los cinco colegas sentados en la mesa y seguí caminando al baño. Al entrar me miré en el espejo, y una vez más un espejo acusándome. Respiré profundo y salí decidido a hacer lo que tenía que hacer. Al pasar frente a la barra noté su ausencia. Me senté de nuevo en la mesa al mismo tiempo que el mesero dejaba la cuenta, cancelamos y el teatro terminó.

El viernes siguiente volví a ese lugar. Me senté en la barra y le pregunté al barman por aquella mujer. Me sorprendió descubrir todo lo que una mujer puede contarle a un barman. Hoy pienso lo útil que seríamos los cristianos si sirviéramos bebidas en un bar. Hoy me duele no saber cuál fue la decisión de aquella mujer. Lamento no haber sido valiente. Lamento haber sido una criatura de iglesias.

Hoy puedo escuchar la voz de un niño dentro de mí preguntándome ¿cómo podrán mujeres como aquella escuchar de una esperanza y recibir ayuda si nosotros nos encerramos tras paredes de cristales? ¿Acaso la “nuestra santidad” nos separa del deber que implica nuestra comisión? ¿Quién le dirá a una prostituta que no debe resignarse a su pasado ni entregarse a la muerte? ¿Quién le mostrará la tercera opción, que es la única válida?

Sigue preguntando niño, no permitas que yo vuelva a convertirme en una horrenda criatura.

viernes, 3 de octubre de 2008

BEATRIZ Y CUBA...UN CUENTO QUE NOS INSPIRA A SOÑAR

No puedo dedicarle este cuento, porque es de ella, pero sí puedo agradecerle por permitirle al mar contarme su historia… Beatriz muchas gracias….

La melancolía me llevó al mar de Paraguaipoa. He estado allí antes. La última vez fue hace unos doce años. Visitaba esa región con mis padres y pasábamos algunos días en casa de una amiga de ellos.

Me bañé en las aguas del mar de Paraguaipoa cuando era un niño, fue en aquel tiempo en el que descubrí su magia, aprecié la sabiduría del mar y creo que aprendí a escucharlo.

Y ahora después de doce años estaba de nuevo frente al majestuoso mar, sin ánimo de sumergirme en sus aguas, con la única intención de darle reposo a mi alma agitada por la rutina que azota y las responsabilidades que agotan. Mi mirada perdida en el horizonte, tal vez igual que mi esperanza. Hay cosas que al crecer se pierden y el sistema que creemos dominar, pero del cual somos víctimas, nos dicen que son irrecuperables. Y cuánto deseamos recuperarlas, pero para sobrevivir en el mundo de los grandes debemos disimular algunos deseos.

Allí estaba yo, con sueños que deben morir, con deseos que no deben existir, con esperanzas que deben estar perdidas. Frente a un mar que debe estar lejos, en un lugar en el que no debía estar.

Me acerqué a las aguas… Permití que ellas tocaran levemente mis pies descalzos… El vaivén de las olas trajo a la orilla un pañuelo y se quedó enredado en mis pies, me incliné para tomarlo con la intención de tirarlo de inmediato, lo observé, era rojo con puntos negros y en el medio tenía bordado un corazón y dentro de él podía leerse con gran esfuerzo: “Beatriz y Cuba”.

Me pregunté si era posible que este pañuelo viniera de tan lejos… Se notaba desgastado… No pude tirarlo… Mirando aun el horizonte con el pañuelo en mis manos escuché al mar relatarme una historia… Una historia que habla de la esperanza que creemos perdida, que sobrevive aun en contra de nuestra voluntad, de sueños vivos, amenazados por el sistema, pero vivos, de deseos cumplidos que predican que los pendientes también se cumplirán.

El mar me habló de Cuba… No conozco esa isla, pero mientras el mar me hablaba me parecía ser transportado a ese lugar… Es una isla hermosa, tierra de poetas soñadores, de gente libre aunque dirigentes políticos han intentado poner cadenas ideológicas… Es una tierra de hombres y mujeres que saben sonreír, y cuyas sonrisas no saben fingir, que tienen razones para sonreír aun cuando parezca mentira. Tierra de hombres que aman la familia y mantienen la unidad oponiéndose con valor a los factores que intentan desintegrarla. Una tierra de valores, de gente que sabe esperar, que no es igual a resignarse. Solo ellos pueden habitar ese espacio geográfico, solo ellos pueden resistir la tiranía de un régimen que creyó vencerlos. La sonrisa de estos hombres y mujeres, llamados cubanos, se burla del intento fallido de tan estúpido régimen.

Amé a Cuba, amé a su gente. Envidié el valor que los caracteriza…

“Cuba es una isla virgen”, me dijo el mar… “Amo bañar sus costas, donde niños juegan y sueñan sonriendo, desconociendo la realidad no porque la ignoren, sino porque así lo han decidido. En sus costas soy cómplice de sus anhelos… Allí conocí a Beatriz… Una niña que solo pudo engendrar la isla… La vi muchas veces acercarse a la costa, desde niña lo hizo… Escuché sus deseos, conocí su amor por la isla y su gente…Recordé junto a ella mis noches junto a la luna… Ella era como la luna… Era pasión e inocencia… La vi crecer…”

El mar guardó silencio por un instante, y vi sus olas agitarse repentinamente…

“… Algunas noches escapaba a la costa y dejaba caer algunas lágrimas, eran dulces, como aguas de manantiales… Sus lágrimas hablaban de impotencia… De sueños que querían sobrevivir ante duras realidades… Luego escuchaba su voz, aquel tono era como la melodía que esconde la brisa nocturna… Era suave y tranquilizador, aunque recio… Una noche dijo que partiría, que dejaría la isla… Muchos lo han hecho, muchos han llorado frente a mí la despedida de su isla… Pero ninguno como ella. Para otros la despedida ha sido un logro y representación de un mejor porvenir. Pero ella se preguntaba cómo y por qué esperar un mejor porvenir lejos de su isla, lejos de su gente. Esa noche se sentó sobre la arena y sus manos me acariciaron y me dijo: Podré tocarte en otras costas… Pero no serás mi mar de Cuba…”

El mar se aquietó de nuevo, y agregó: “Quise saber llorar, para hacerlo junto a ella”.

Y yo lloré, escuchando las palabras de Beatriz en el mar. Lloré porque he acariciado otros mares, mares de sueños de los que me he despedido no queriéndolo hacer, mares de gentes de quienes me he alejado… Mares de esperanzas rotas por mi incredulidad… Mares de amores perdidos… De ciudades recorridas… De proyectos inconclusos…

Me senté en la orilla del mar de Paraguaipoa, y con la palma de mi mano acaricié el mar que se rendía frente a mí…

El mar continuó su relato:

“…Aquella noche ella deseó tantas cosas… Deseó que nunca más nadie tuviera que pensar en la despedida al soñar con un mejor mañana… Deseó volver y acariciar de nuevo su mar de Cuba, para sentir la brisa de la costa en su rostro, para mirar el cielo sobre el mar, para caminar en la arena descalza, para abrazar a su gente y compartir la sonrisa de libertad, para volver a ser niña… Deseó que no existiera más la tiranía en su tierra, que no se apostara más el bienestar de su pueblo… Que Cuba siguiera victoriosa. La vi alejarse de espalda a mí, y grité su nombre... Y ella lo escuchó porque detuvo su caminar pausado y volteó hacia mí y entre lágrimas sonrió… Como solo la gente de Cuba sabe hacerlo”.

El mar me contó que la mañana siguiente Beatriz partió a una tierra extraña para encontrarse con sus padres que ya estaban allá. Llegó a una nación con un ritmo acelerado, donde la sonrisa a veces es solo un maquillaje, donde pocos pueden escuchar el mar, y, como en muchos lugares, la naturaleza ha perdido su dominio. Allí los sueños, en su mayoría, son prefabricados y productos de pautas comerciales. Donde es difícil ser niño y disfrutar siéndolo. No es un lugar ideal para quienes han habitado toda su vida en una isla. Aunque tiene mucho que ofrecer, allí una criatura de isla enfrenta una extrañes aguda que produce un vacío inexplicable, un lugar que aunque ofrece hospitalidad no es su lugar. Aun así, ella mantuvo con vida en su corazón su pedacito de isla… Pero cada día la posibilidad de volver se hacía más distante… La realidad inició sus discursos y expuso sus argumentos. Y mientras la distancia crecía sus sueños se hacían mortales atacados por la enfermedad de la realidad lógica…

Yo escuchaba al mar con atención y asombro, nunca podría imaginar una historia así… El mar me dijo que ha conocido a muchos, durante siglos, que dejan que sus sueños sean asesinados, intenté decirle que es difícil mantener con vida los sueños… Pero él me ordenó guardar silencio y siguió relatándome:

“…Fue una mañana. Cinco años después de su partida… Vi a dos jóvenes acercarse a la costa. Llegaron a la orilla y una de ellas se desnudó sus pies. Le pidió a la otra que la dejara sola. Y esta joven dejó escapar sus lágrimas antes de pronunciar palabras. Sus lágrimas tocaron la arena y yo sentí el sabor de ellas. Aquellas lágrimas eran dulces, y reconocí de inmediato que aquella joven era ella, Beatriz. Una vez más grité su nombre, y ella lo escuchó, lo sé porque cerró sus ojos y sonrió. Y su alma me habló, me dejó escuchar sus cantos, aquellos que nacieron las noches de frío lejos de la isla. Ella había vuelto. Su sueño de estar nuevamente en la costa cubana se había cumplido, su deseo de abrazar a su gente, de sonreír con ellos había vencido… Es que alguien nacido en una isla no conoce derrotas. Ella lloraba. Con respetuoso silencio lloraba”.

Y del otro lado del mar, en la costa de Paraguaipoa yo lloraba también. Lloraba porque alguien me decía que he sido un cobarde, alguien me mostraba el valor y me invitaba a desenterrar mis sueños y a sacarlos del cementerio de sueños…

“…Ella miró al cielo y sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo. Lo soltó en la orilla y yo lo tomé para arrullarlo entre mis aguas. Antes de darme la espalda sonrió de nuevo y la escuché decir: Falta aun sueños por cumplir… volveré a partir, he venido solo de visita… Pero un día volveré y veré mi tierra despojada de la tiranía. Sé que la veré despojada de las cadenas que han intentado matar su libertad… Lo sé porque los sueños se cumplen… Lo sé porque en mi sangre corre la esperanza… Porque soy cubana…”.

“…Y la vi despedirse una vez más…”

Yo aun sostenía aquel pañuelo en mis manos, para mí era símbolo de la esperanza. Ese día volví a casa. La costa oriental me vio entrar por sus calles… La noche había caído… Al llegar a casa busqué el pañuelo que creí haber guardado en uno de mis bolsillos, pero no lo encontré… Tal vez nunca estuvo en mis manos, no lo sé… Pero sé que el mar existe… Sé que hay una isla llamada Cuba, también sé que existe una brisa nocturna que esconde melodía en sus palabras… Y sé que esta historia no la pude haber imaginado… No soy tan creativo… Así que puedo creer que los sueños se cumplen y tengo razones para creer que puedo volver a ser un niño y burlar con mi sonrisa un sistema absurdo...

Volveré al mar de Paraguaipoa… Lo haré con un sueño cumplido, y quién sabe, tal vez lleve un pañuelo con un corazón bordado en el centro y mi nombre junto al de mi sueño… Y a lo mejor un día el mar, en una de sus costas cuente la historia de un niño que, al igual que Beatriz, alcanzó sus sueños…

jueves, 2 de octubre de 2008

LA NIÑA Y SU MUNDO...

Este cuento lo dedico a una niña cuyo nombre revela el color de su alma...
Ella tiene su mundo. Nadie lo conoce. Nadie lo sospecha. Y ella no tiene la intención de revelarlo. Es mejor así.

Su mundo es su refugio, todos necesitamos un refugio, pero pocos estamos concientes de tal necesidad. Es que algunos golpes de la vida suelen desensibilizar al ser humano. Muchos caminan distraídos por una realidad, que aunque suene una locura, es irreal.
A ella la vida no la ha desensibilizado, claro, ella disimula estar vencida, es parte del juego, y aparenta estar distraída solo para sobrevivir en lo que ya muchos han llamado selva de cemento. Pero tiene su mundo, un mundo real.

Por el día baila al ritmo acelerado y alocado de la rutina, esa que la obligó a crecer, a adoptar hábitos que una vez odió, pero se hizo necesario un pacto, que también la obliga a aceptar responsabilidades entre los grandes.

Pero por las noches al cerrar la puerta de su habitación se sumerge en su mundo. Y allí poemas alimentan a esa niña que mantiene escondida por el día, que debe esconder pregonando que quedó en el pasado. Las novelas de amor encienden la pasión que espera su turno y los cuentos acurrucan sus sueños, en ellos intenta descifrar las claves para mantener la luz de su espíritu. En su mundo la niñez es la base que sostiene el presente, y los disfraces son absurdos, ilógicos.

Hasta ahora su mundo es un mundo solitario, y a veces es un alivio, otras veces pesa. Y cuando pesa se da cuenta de que su mundo es incompleto. Y un mundo incompleto genera tristezas. Pero en su mundo la tristeza no espanta, es cierto, duele, pero no espanta. No te lleva a tomar decisiones apresuradas, como esas que durante el día muchos toman. Ella conoce historias de malas decisiones tomadas solo para alejar la tristeza, pero finalmente acarrean consecuencias nefastas. En su mundo la tristeza puede ser aliada, y es una alegría no sentirse obligada a alejarla, y guardar la inocente esperanza de que un día esa tristeza sea de otro color.

Anoche ella leyó un poema, un extracto de una novela y un cuento corto. Luego tuvo un sueño. El sueño intentaba interpretar para ella lo que estas tres obras intentaban anunciar. El poema era sobre el dilema de aceptar o no el abrazo del amor, es que muchas veces asusta abrirle la puerta al amor, la novela hablaba sobre dos vidas solitarias, a veces la soledad es cómoda y segura, sobre todo cuando se ha visto un mundo como en el día y el cuento trataba de una isla y un tesoro.

Al llegar el día ella intentó ignorar el sueño. Salió de su habitación con la tristeza escondida para que la irrealidad no la espante. Llegó a su oficina y nadie notó su tristeza, es imposible que criaturas del día identifiquen su tristeza, es que la falsa luz del día los enceguece. Y el día ha pasado normal, según los parámetros de la normalidad que rigen ese mundo.

Trabaja en un banco. En su oficina se entregan y reciben planillas de solicitud de créditos, se asesora en ocasiones a los solicitantes. Al mediodía almorzó con sus compañeros de trabajo, como es costumbre. Por la tarde, más de lo mismo. Cuando ya el reloj indicó que llegaba el momento de abandonar la oficina se dispuso a ordenarla un poco. Su tarea fue interrumpida por un “buenas tardes, permiso…”. Ella está de espalda a la puerta, guardando algunas planillas.

-Buenas tardes. Responde ella sin voltear y un poco malhumorada por la intromisión cuando faltan solo algunos minutos para salir de la oficina.

-Solo quería entregarle esta planilla, sé que ya casi es su hora de salir, pero a veces no alcanzó a bailar al ritmo de esta rutina del día.

Ella voltea atraída por las palabras de aquel hombre. Él extendió su mano para entregarle la planilla y sus miradas se encontraron. Él pudo ver los sueños que había más allá de aquel uniforme que disfrazaba el alma de la niña. Y no me pregunten cómo pero pudo ver a través de sus ojos un mundo diferente.

-Me parece que eres muy niña para llevar un uniforme como ese. Dijo sonriendo.

-Siempre causo esa impresión, pero no tengo 15 años. Respondió ella con un poco de picardía infantil.

Pero él no se refería a su apariencia, y creo que ella lo supo. Ella observó la planilla y agregó:

-Usted también es muy niño como para administrar un restauran.

Él miró con gracia hacia los lados y se acercó un poco más a ella, tanto como el escritorio se lo permitió y en voz baja le dijo:

-Es solo un disfraz… En el mundo real escribo cuentos…

Ella lo miró con asombro y melancolía y su tristeza se desnudó frente a él. Inconciente de haber hablado en voz alta, creyendo que solo fue un pensamiento, él la escuchó decir:

-Pensé que en el mundo real yo estaba sola.

Y aquella tristeza lo enamoró al instante, no podría describir lo que sucedió dentro de él… Puedo intentarlo, pero no podría describirlo con exactitud. Pero sintió que su corazón hablaba, que cantaba, quiso tocarla, solo tocar su rostro y abrazarla, quiso acariciar su tristeza… La miró y le dijo:

-Digamos que en ese mundo hay dos islas, la suya y la mía. Yo he venido a asomarme en la suya… Yo me robo el secreto de que su isla existe y usted se roba mi número de teléfono. Y señaló su número escrito en la planilla que ahora ella sostenía en su mano y siguió diciendo:

-Cuando yo esté en mi isla, y usted en la suya, si marca mi número de teléfono sabré que de vez en cuando podré visitar su isla. Pero tenga cuidado tal vez termine robándome más de un secreto.

Ella quedó en silencio, pero sus ojos gritaban, lo sé porque él los escuchó. Y se enamoró aun más de ella al sentir el tono de sus ojos. La miró treinta segundos más como capturando aquel momento.

-Bien, debo irme… Gracias por regalarme unos segundos de su tiempo…

Ella había olvidado que ya era la hora de salir de la oficina, quería que el día apenas estuviera comenzando. Respondió:

-Yo no le he regalado nada, usted me ha robado esos minutos. Él solo sonrió, dio la espalda y salió de la oficina.

La niña ha vuelto a su mundo. Yo lo sé. Ha vuelto con su tristeza que intenta cambiar de color. Lista para descifrar las claves del sueño anterior. La niña hoy sostiene su celular en la mano y marca el número que ha robado… Su dedo pulgar se asoma sobre el “send” de su celular… No sabe si hacerlo… Un dilema se enciende en su corazón… Aceptar o no el abrazo del amor…

Me gustaría contarles el final de la historia… Pero aun no ha sido escrito… Han pasado ya algunas noches, pero sé que el final aun no ha sido escrito… Prometo contarles… Pero por ahora yo aquí en mi isla escribo un nuevo cuento, y mi celular sobre el escritorio, encendido, como todas estas noches, esperando que la niña deje caer su pulgar y comience el final de esta historia…

miércoles, 1 de octubre de 2008

AUN HAY ESPERANZA...

“Aun hay Esperanza”… Cantó una noche mi corazón, y no le creí, pero me gustó la melodía, aunque el suave ritmo se sentía violento.

Mis labios repetían la letra sin obedecerme, mi alma se embriagaba de fe.

Quería seguir sintiendo las caricias del temor que se sentaba frente a mí, pero el canto conjuró un futuro amenazando mi pasado, la fuente del temor que ahora huía con temblor, yo obstinado protegía el pasado, víctima de sus burlas y cómodo bajo su sombra.

Mi corazón no callaba… El fracaso alzó su voz predicando falsa libertad, jurando cuidarme, yo queriéndole creer. Aquel canto desnudaba una a una sus mentiras. Sus fantasmas con las voces silenciadas, infructíferos ahora. Extrañaba sus carcajadas ausentes, hasta olvidarlas.

Fui enamorándome de la canción.

¡Iluso! La soledad que me acompañaba me abofeteó, pero se alejó bailando.

“Aun hay Esperanza”… Mi corazón enviaba sus letras, a través de mi sangre, viajando dentro de mí, llegaron a mis manos que, olvidando el cansancio, comenzaron a escribir. Y mis pies despertaron para andar.

Mis ojos despertaron y quise soñar con la realidad.

La confusión retiró su manto, quedé desnudo, y la canción me abrigó.

La incredulidad quedó ronca en su intento de llamar mi atención.

El amargo sabor de la derrota se tornó dulce mientras la luz del conocimiento se mostraba impetuosa.

Y la lluvia cayó, y sus gotas mostraron un sendero. Y un río me invitó a sumergirme para guiarme a un mundo nuevo, en él que quizá alguna vez estuve. Donde un niño me esperaba para enseñarme a vivir. El amor me tomó de la mano.

“Aun hay Esperanza”… canto hoy junto a mi corazón, bajo un cielo azul, a la luz de un sol amarillo, entre la alegría de un bosque verde.

“Aun hay Esperanza”… canto mientras bailo al ritmo suave de la melodía.