Este cuento lo dedico a una niña cuyo nombre revela el color de su alma...
Ella tiene su mundo. Nadie lo conoce. Nadie lo sospecha. Y ella no tiene la intención de revelarlo. Es mejor así.
Su mundo es su refugio, todos necesitamos un refugio, pero pocos estamos concientes de tal necesidad. Es que algunos golpes de la vida suelen desensibilizar al ser humano. Muchos caminan distraídos por una realidad, que aunque suene una locura, es irreal.
A ella la vida no la ha desensibilizado, claro, ella disimula estar vencida, es parte del juego, y aparenta estar distraída solo para sobrevivir en lo que ya muchos han llamado selva de cemento. Pero tiene su mundo, un mundo real.
Por el día baila al ritmo acelerado y alocado de la rutina, esa que la obligó a crecer, a adoptar hábitos que una vez odió, pero se hizo necesario un pacto, que también la obliga a aceptar responsabilidades entre los grandes.
Pero por las noches al cerrar la puerta de su habitación se sumerge en su mundo. Y allí poemas alimentan a esa niña que mantiene escondida por el día, que debe esconder pregonando que quedó en el pasado. Las novelas de amor encienden la pasión que espera su turno y los cuentos acurrucan sus sueños, en ellos intenta descifrar las claves para mantener la luz de su espíritu. En su mundo la niñez es la base que sostiene el presente, y los disfraces son absurdos, ilógicos.
Hasta ahora su mundo es un mundo solitario, y a veces es un alivio, otras veces pesa. Y cuando pesa se da cuenta de que su mundo es incompleto. Y un mundo incompleto genera tristezas. Pero en su mundo la tristeza no espanta, es cierto, duele, pero no espanta. No te lleva a tomar decisiones apresuradas, como esas que durante el día muchos toman. Ella conoce historias de malas decisiones tomadas solo para alejar la tristeza, pero finalmente acarrean consecuencias nefastas. En su mundo la tristeza puede ser aliada, y es una alegría no sentirse obligada a alejarla, y guardar la inocente esperanza de que un día esa tristeza sea de otro color.
Anoche ella leyó un poema, un extracto de una novela y un cuento corto. Luego tuvo un sueño. El sueño intentaba interpretar para ella lo que estas tres obras intentaban anunciar. El poema era sobre el dilema de aceptar o no el abrazo del amor, es que muchas veces asusta abrirle la puerta al amor, la novela hablaba sobre dos vidas solitarias, a veces la soledad es cómoda y segura, sobre todo cuando se ha visto un mundo como en el día y el cuento trataba de una isla y un tesoro.
Al llegar el día ella intentó ignorar el sueño. Salió de su habitación con la tristeza escondida para que la irrealidad no la espante. Llegó a su oficina y nadie notó su tristeza, es imposible que criaturas del día identifiquen su tristeza, es que la falsa luz del día los enceguece. Y el día ha pasado normal, según los parámetros de la normalidad que rigen ese mundo.
Trabaja en un banco. En su oficina se entregan y reciben planillas de solicitud de créditos, se asesora en ocasiones a los solicitantes. Al mediodía almorzó con sus compañeros de trabajo, como es costumbre. Por la tarde, más de lo mismo. Cuando ya el reloj indicó que llegaba el momento de abandonar la oficina se dispuso a ordenarla un poco. Su tarea fue interrumpida por un “buenas tardes, permiso…”. Ella está de espalda a la puerta, guardando algunas planillas.
-Buenas tardes. Responde ella sin voltear y un poco malhumorada por la intromisión cuando faltan solo algunos minutos para salir de la oficina.
-Solo quería entregarle esta planilla, sé que ya casi es su hora de salir, pero a veces no alcanzó a bailar al ritmo de esta rutina del día.
Ella voltea atraída por las palabras de aquel hombre. Él extendió su mano para entregarle la planilla y sus miradas se encontraron. Él pudo ver los sueños que había más allá de aquel uniforme que disfrazaba el alma de la niña. Y no me pregunten cómo pero pudo ver a través de sus ojos un mundo diferente.
-Me parece que eres muy niña para llevar un uniforme como ese. Dijo sonriendo.
-Siempre causo esa impresión, pero no tengo 15 años. Respondió ella con un poco de picardía infantil.
Pero él no se refería a su apariencia, y creo que ella lo supo. Ella observó la planilla y agregó:
-Usted también es muy niño como para administrar un restauran.
Él miró con gracia hacia los lados y se acercó un poco más a ella, tanto como el escritorio se lo permitió y en voz baja le dijo:
-Es solo un disfraz… En el mundo real escribo cuentos…
Ella lo miró con asombro y melancolía y su tristeza se desnudó frente a él. Inconciente de haber hablado en voz alta, creyendo que solo fue un pensamiento, él la escuchó decir:
-Pensé que en el mundo real yo estaba sola.
Y aquella tristeza lo enamoró al instante, no podría describir lo que sucedió dentro de él… Puedo intentarlo, pero no podría describirlo con exactitud. Pero sintió que su corazón hablaba, que cantaba, quiso tocarla, solo tocar su rostro y abrazarla, quiso acariciar su tristeza… La miró y le dijo:
-Digamos que en ese mundo hay dos islas, la suya y la mía. Yo he venido a asomarme en la suya… Yo me robo el secreto de que su isla existe y usted se roba mi número de teléfono. Y señaló su número escrito en la planilla que ahora ella sostenía en su mano y siguió diciendo:
-Cuando yo esté en mi isla, y usted en la suya, si marca mi número de teléfono sabré que de vez en cuando podré visitar su isla. Pero tenga cuidado tal vez termine robándome más de un secreto.
Ella quedó en silencio, pero sus ojos gritaban, lo sé porque él los escuchó. Y se enamoró aun más de ella al sentir el tono de sus ojos. La miró treinta segundos más como capturando aquel momento.
-Bien, debo irme… Gracias por regalarme unos segundos de su tiempo…
Ella había olvidado que ya era la hora de salir de la oficina, quería que el día apenas estuviera comenzando. Respondió:
-Yo no le he regalado nada, usted me ha robado esos minutos. Él solo sonrió, dio la espalda y salió de la oficina.
La niña ha vuelto a su mundo. Yo lo sé. Ha vuelto con su tristeza que intenta cambiar de color. Lista para descifrar las claves del sueño anterior. La niña hoy sostiene su celular en la mano y marca el número que ha robado… Su dedo pulgar se asoma sobre el “send” de su celular… No sabe si hacerlo… Un dilema se enciende en su corazón… Aceptar o no el abrazo del amor…
Me gustaría contarles el final de la historia… Pero aun no ha sido escrito… Han pasado ya algunas noches, pero sé que el final aun no ha sido escrito… Prometo contarles… Pero por ahora yo aquí en mi isla escribo un nuevo cuento, y mi celular sobre el escritorio, encendido, como todas estas noches, esperando que la niña deje caer su pulgar y comience el final de esta historia…
Su mundo es su refugio, todos necesitamos un refugio, pero pocos estamos concientes de tal necesidad. Es que algunos golpes de la vida suelen desensibilizar al ser humano. Muchos caminan distraídos por una realidad, que aunque suene una locura, es irreal.
A ella la vida no la ha desensibilizado, claro, ella disimula estar vencida, es parte del juego, y aparenta estar distraída solo para sobrevivir en lo que ya muchos han llamado selva de cemento. Pero tiene su mundo, un mundo real.
Por el día baila al ritmo acelerado y alocado de la rutina, esa que la obligó a crecer, a adoptar hábitos que una vez odió, pero se hizo necesario un pacto, que también la obliga a aceptar responsabilidades entre los grandes.
Pero por las noches al cerrar la puerta de su habitación se sumerge en su mundo. Y allí poemas alimentan a esa niña que mantiene escondida por el día, que debe esconder pregonando que quedó en el pasado. Las novelas de amor encienden la pasión que espera su turno y los cuentos acurrucan sus sueños, en ellos intenta descifrar las claves para mantener la luz de su espíritu. En su mundo la niñez es la base que sostiene el presente, y los disfraces son absurdos, ilógicos.
Hasta ahora su mundo es un mundo solitario, y a veces es un alivio, otras veces pesa. Y cuando pesa se da cuenta de que su mundo es incompleto. Y un mundo incompleto genera tristezas. Pero en su mundo la tristeza no espanta, es cierto, duele, pero no espanta. No te lleva a tomar decisiones apresuradas, como esas que durante el día muchos toman. Ella conoce historias de malas decisiones tomadas solo para alejar la tristeza, pero finalmente acarrean consecuencias nefastas. En su mundo la tristeza puede ser aliada, y es una alegría no sentirse obligada a alejarla, y guardar la inocente esperanza de que un día esa tristeza sea de otro color.
Anoche ella leyó un poema, un extracto de una novela y un cuento corto. Luego tuvo un sueño. El sueño intentaba interpretar para ella lo que estas tres obras intentaban anunciar. El poema era sobre el dilema de aceptar o no el abrazo del amor, es que muchas veces asusta abrirle la puerta al amor, la novela hablaba sobre dos vidas solitarias, a veces la soledad es cómoda y segura, sobre todo cuando se ha visto un mundo como en el día y el cuento trataba de una isla y un tesoro.
Al llegar el día ella intentó ignorar el sueño. Salió de su habitación con la tristeza escondida para que la irrealidad no la espante. Llegó a su oficina y nadie notó su tristeza, es imposible que criaturas del día identifiquen su tristeza, es que la falsa luz del día los enceguece. Y el día ha pasado normal, según los parámetros de la normalidad que rigen ese mundo.
Trabaja en un banco. En su oficina se entregan y reciben planillas de solicitud de créditos, se asesora en ocasiones a los solicitantes. Al mediodía almorzó con sus compañeros de trabajo, como es costumbre. Por la tarde, más de lo mismo. Cuando ya el reloj indicó que llegaba el momento de abandonar la oficina se dispuso a ordenarla un poco. Su tarea fue interrumpida por un “buenas tardes, permiso…”. Ella está de espalda a la puerta, guardando algunas planillas.
-Buenas tardes. Responde ella sin voltear y un poco malhumorada por la intromisión cuando faltan solo algunos minutos para salir de la oficina.
-Solo quería entregarle esta planilla, sé que ya casi es su hora de salir, pero a veces no alcanzó a bailar al ritmo de esta rutina del día.
Ella voltea atraída por las palabras de aquel hombre. Él extendió su mano para entregarle la planilla y sus miradas se encontraron. Él pudo ver los sueños que había más allá de aquel uniforme que disfrazaba el alma de la niña. Y no me pregunten cómo pero pudo ver a través de sus ojos un mundo diferente.
-Me parece que eres muy niña para llevar un uniforme como ese. Dijo sonriendo.
-Siempre causo esa impresión, pero no tengo 15 años. Respondió ella con un poco de picardía infantil.
Pero él no se refería a su apariencia, y creo que ella lo supo. Ella observó la planilla y agregó:
-Usted también es muy niño como para administrar un restauran.
Él miró con gracia hacia los lados y se acercó un poco más a ella, tanto como el escritorio se lo permitió y en voz baja le dijo:
-Es solo un disfraz… En el mundo real escribo cuentos…
Ella lo miró con asombro y melancolía y su tristeza se desnudó frente a él. Inconciente de haber hablado en voz alta, creyendo que solo fue un pensamiento, él la escuchó decir:
-Pensé que en el mundo real yo estaba sola.
Y aquella tristeza lo enamoró al instante, no podría describir lo que sucedió dentro de él… Puedo intentarlo, pero no podría describirlo con exactitud. Pero sintió que su corazón hablaba, que cantaba, quiso tocarla, solo tocar su rostro y abrazarla, quiso acariciar su tristeza… La miró y le dijo:
-Digamos que en ese mundo hay dos islas, la suya y la mía. Yo he venido a asomarme en la suya… Yo me robo el secreto de que su isla existe y usted se roba mi número de teléfono. Y señaló su número escrito en la planilla que ahora ella sostenía en su mano y siguió diciendo:
-Cuando yo esté en mi isla, y usted en la suya, si marca mi número de teléfono sabré que de vez en cuando podré visitar su isla. Pero tenga cuidado tal vez termine robándome más de un secreto.
Ella quedó en silencio, pero sus ojos gritaban, lo sé porque él los escuchó. Y se enamoró aun más de ella al sentir el tono de sus ojos. La miró treinta segundos más como capturando aquel momento.
-Bien, debo irme… Gracias por regalarme unos segundos de su tiempo…
Ella había olvidado que ya era la hora de salir de la oficina, quería que el día apenas estuviera comenzando. Respondió:
-Yo no le he regalado nada, usted me ha robado esos minutos. Él solo sonrió, dio la espalda y salió de la oficina.
La niña ha vuelto a su mundo. Yo lo sé. Ha vuelto con su tristeza que intenta cambiar de color. Lista para descifrar las claves del sueño anterior. La niña hoy sostiene su celular en la mano y marca el número que ha robado… Su dedo pulgar se asoma sobre el “send” de su celular… No sabe si hacerlo… Un dilema se enciende en su corazón… Aceptar o no el abrazo del amor…
Me gustaría contarles el final de la historia… Pero aun no ha sido escrito… Han pasado ya algunas noches, pero sé que el final aun no ha sido escrito… Prometo contarles… Pero por ahora yo aquí en mi isla escribo un nuevo cuento, y mi celular sobre el escritorio, encendido, como todas estas noches, esperando que la niña deje caer su pulgar y comience el final de esta historia…
11 comentarios:
Maravilloso!!.
Gusmar presentame a esa niña de mundo triste, siento que tenemos cosas en comun.
Espero que a su tiempo se haga la llamada y se escriba el final de la historia, si es que acaso en esta vida hay final certero para algo...
Sigo tus letras y te mando saludos desde el mundo real.
Pasé por aquí a leer esperanzas. Gracias. Me identifico con esta niña. Un abrazo Gusmar.
Que bueno que estès allì... Esa niña disfrutarìa leyendo tus letras y sè que tu las de ella, de hecho voy a enviarle un mail con tu links, Saludos.
Hola Claudia, pues yo sè que te identificas, porque creo que te conozco, somos cientificos los dos... Saludos.
No hay nada tan cierto Gusmar como que la tristeza no me espanta...no niego que desespere (no la tristeza en sí, sino lo que ella implica muchas veces...)
Me has puesto a pensar.
Un abrazo.
Gracias!
PD.: Brisa recién descubro tu mundo, lo estoy disfrutando. Claudia, te disfruto hace mucho...cómo olvidar a aquellos "perfectos ilusos" que tanto daño me hiceron (no hate)
Hola niña, que bueno que pasaras por acà a llevarte lo que es tuyo...Saludos.
precioso cuento, la esperanza viva del amor
un abrazo
Que bueno tenerte por acà, gracias por la visita, espero que hallas tomado algo para llevarte. Saludos.
Gracias por venir y dejarme tu comentario ésto, me ha permitido leer una historia tan sensible como tierna gracias a tu manera de contarla. Volveré para leer el final.Un saludo y buen fin de semana.Angela
Me encanta que hables del mundo real como de nuestra vida interior, porque muchos viven aún engañados, pensando que ese otro mundo, el de los bancos y los restaurantes, es el verdadero. Tu sí sabes mirar de isla en isla, y creo que hay muchas más islas desde las que nos asomamos, para ver que podemos encontrar en la tuya... donde siempre hay algo fresco.
Un abrazo
Brother, que bueno que te detengas a mirar en esta isla, hace falta de vez en cuando uno que otro turista por acá. Saludos.
Publicar un comentario