Ella me ha contado muchas historias. Todas suyas. Sinceramente me asombra la cantidad de historias que ha vivido en sus cortos 28 años de edad.
Hace dos meses su tío recibió un tiro que no iba dirigido a él… Una historia que les contaré luego, aquel día, cuando al recibir la noticia llegué a su casa quedó una pregunta suspendida en el aire, una pregunta que anoche retomó su fuerza…
Ayer se cumplían dos meses de la violenta y accidental muerte de su tío. La encontré llorando en la cocina y me paré frente a ella con respetuoso silencio. Ella observaba una foto en su celular y sonriéndome entre lágrimas giró su celular hacia mí, mostrándome la pantalla. Era una foto de su niña, que en ese momento se encontraba en casa de la abuela. Una niña muy hermosa, de ocho años de edad, muy parecida a su madre por cierto. No me extrañaba que llorara mientras veía la foto.
En otras oportunidades me comentó cómo su tío fue como un padre para su niña.
-¿Te he contado lo que sucedió con él? ¿Con el padre de mi hija, te he contado?- Me preguntó ahogada aun entre las lágrimas.
Le dije que me ha contado muchas historias, pero que nunca me ha dicho por qué él no está con ella. Secó sus lágrimas, intentó recuperar la calma, y escuché aquella historia.
Carlos era un joven soñador, de escasos recursos económicos, sin títulos académicos, pero hábil para aprender cualquier labor. Él y Mary se enamoraron cuando apenas eran adolescentes y a la edad de diecinueve años decidieron casarse.
Construyeron un humilde rancho en el fondo de la casa de la madre de Mary. Un año después nacía aquella linda niña. Y luego, sin esperarlo Carlos quedó desempleado. Durante 6 meses Carlos salía a la calle buscando cualquier tipo de empleo, pero la mayoría de las veces llegaba frustrado a casa, lleno de impotencia.
-“Él quería mucho a mi niña -me dijo Mary- por las noches él lloraba viéndola dormir y me decía: Mary, pronto voy a encontrar trabajo y ustedes van a vivir como unas princesas, ya vas a ver que todo va a cambiar”.
Y así lo creía ella. Durante esos seis meses recibieron la ayuda de los familiares de ella, lo cual lejos de tranquilizar a Carlos lo hacía sentir miserable. Se convirtió en un hombre silencioso y distanciado. Un día cansado de la situación Carlos le dijo a Mary que se iría a Mérida, a otro estado, allá de seguro sus tíos le darían empleo en las tierras y luego de tres meses, en los que estaría ahorrando, volvería por ellas y todo sería diferente.
Mary lo apoyó aunque no le agradaba la idea de tenerlo lejos, pero al menos era una esperanza.
Carlos se fue. Y durante los primeros dos meses ella recibía un sobre que él le enviaba con dinero, suficiente para que ella y su niña pudieran alimentarse. Y cada tarde ella recibía una llamada de él. En su tono se notaba diferente, había vuelto a ser su Carlos.
Pero algo sucedió al tercer mes, cesaron las llamadas, y no llegó el dinero con el sobre.
Fue extraño. Carlos le había dado a ella contactos en Mérida donde podría localizarlo, números de teléfonos de sus tíos, direcciones físicas, etc. No había indicios de que hubiera planeado abandonarla. Ella se comunicó con todos los números que tenía y pero sus tíos le dijeron que llevaban días sin saber de Carlos, que esperarían una semana y, luego, de no aparecer lo buscarían.
Pasaron semanas, meses y luego un año. Y no encontraron rastros de Carlos. Sus familiares supusieron que tal vez murió ahogado en un río y la corriente arrastró su cuerpo lejos del estado.
Han pasado ocho años, Mary se niega a creer que Carlos la ha abandonado, que pueda tener una familia en otro lugar.
-“Él nos amaba, éramos sus princesas”.
Ella quiere creer que no ha muerto. Luego de contarme su historia, me miró y sus lágrimas se asomaban lentamente de nuevo mientras me decía:
- Anoche miré a través de mi ventana y lo vi venir a lo lejos, desperté a mi hija, a su princesa, y le dije “papi está de vuelta” y ambas corrimos hacia él, lo abrazamos… Pero en ese momento desperté, era un sueño. Quise mirar por la ventana, pero no me atreví.
Yo la miré, y la abracé, llevando su rostro a mi hombro y allí la escuché decir con gran esfuerzo:
- Si él está vivo va a volver. Nosotras somos sus princesas…
Y luego de una pausa que me aterró, pues supuse lo que vendría, me preguntó:
- Gusmar, ¿Crees que Dios permitió que muriera en un río?
La separé de mi cuerpo, una vez más aquella pregunta hiriéndome en el alma, la he escuchado tantas veces, un millón de veces en mis labios… ¿Pudo Dios permitir…?
Intenté que no notara mi propio conflicto:
- No lo sé Mary, no sé si sucedió, y si Dios lo permitió. La verdad, a veces prefiero no obtener respuestas a preguntas como esas, me asustan algunas respuestas. Pero algo sé y es que tú eres una mujer valiente. Y Dios ha permitido que junto a tu hija permanezcas en pie ante tantas dificultades… Eso lo sé Mary.
Hace dos meses su tío recibió un tiro que no iba dirigido a él… Una historia que les contaré luego, aquel día, cuando al recibir la noticia llegué a su casa quedó una pregunta suspendida en el aire, una pregunta que anoche retomó su fuerza…
Ayer se cumplían dos meses de la violenta y accidental muerte de su tío. La encontré llorando en la cocina y me paré frente a ella con respetuoso silencio. Ella observaba una foto en su celular y sonriéndome entre lágrimas giró su celular hacia mí, mostrándome la pantalla. Era una foto de su niña, que en ese momento se encontraba en casa de la abuela. Una niña muy hermosa, de ocho años de edad, muy parecida a su madre por cierto. No me extrañaba que llorara mientras veía la foto.
En otras oportunidades me comentó cómo su tío fue como un padre para su niña.
-¿Te he contado lo que sucedió con él? ¿Con el padre de mi hija, te he contado?- Me preguntó ahogada aun entre las lágrimas.
Le dije que me ha contado muchas historias, pero que nunca me ha dicho por qué él no está con ella. Secó sus lágrimas, intentó recuperar la calma, y escuché aquella historia.
Carlos era un joven soñador, de escasos recursos económicos, sin títulos académicos, pero hábil para aprender cualquier labor. Él y Mary se enamoraron cuando apenas eran adolescentes y a la edad de diecinueve años decidieron casarse.
Construyeron un humilde rancho en el fondo de la casa de la madre de Mary. Un año después nacía aquella linda niña. Y luego, sin esperarlo Carlos quedó desempleado. Durante 6 meses Carlos salía a la calle buscando cualquier tipo de empleo, pero la mayoría de las veces llegaba frustrado a casa, lleno de impotencia.
-“Él quería mucho a mi niña -me dijo Mary- por las noches él lloraba viéndola dormir y me decía: Mary, pronto voy a encontrar trabajo y ustedes van a vivir como unas princesas, ya vas a ver que todo va a cambiar”.
Y así lo creía ella. Durante esos seis meses recibieron la ayuda de los familiares de ella, lo cual lejos de tranquilizar a Carlos lo hacía sentir miserable. Se convirtió en un hombre silencioso y distanciado. Un día cansado de la situación Carlos le dijo a Mary que se iría a Mérida, a otro estado, allá de seguro sus tíos le darían empleo en las tierras y luego de tres meses, en los que estaría ahorrando, volvería por ellas y todo sería diferente.
Mary lo apoyó aunque no le agradaba la idea de tenerlo lejos, pero al menos era una esperanza.
Carlos se fue. Y durante los primeros dos meses ella recibía un sobre que él le enviaba con dinero, suficiente para que ella y su niña pudieran alimentarse. Y cada tarde ella recibía una llamada de él. En su tono se notaba diferente, había vuelto a ser su Carlos.
Pero algo sucedió al tercer mes, cesaron las llamadas, y no llegó el dinero con el sobre.
Fue extraño. Carlos le había dado a ella contactos en Mérida donde podría localizarlo, números de teléfonos de sus tíos, direcciones físicas, etc. No había indicios de que hubiera planeado abandonarla. Ella se comunicó con todos los números que tenía y pero sus tíos le dijeron que llevaban días sin saber de Carlos, que esperarían una semana y, luego, de no aparecer lo buscarían.
Pasaron semanas, meses y luego un año. Y no encontraron rastros de Carlos. Sus familiares supusieron que tal vez murió ahogado en un río y la corriente arrastró su cuerpo lejos del estado.
Han pasado ocho años, Mary se niega a creer que Carlos la ha abandonado, que pueda tener una familia en otro lugar.
-“Él nos amaba, éramos sus princesas”.
Ella quiere creer que no ha muerto. Luego de contarme su historia, me miró y sus lágrimas se asomaban lentamente de nuevo mientras me decía:
- Anoche miré a través de mi ventana y lo vi venir a lo lejos, desperté a mi hija, a su princesa, y le dije “papi está de vuelta” y ambas corrimos hacia él, lo abrazamos… Pero en ese momento desperté, era un sueño. Quise mirar por la ventana, pero no me atreví.
Yo la miré, y la abracé, llevando su rostro a mi hombro y allí la escuché decir con gran esfuerzo:
- Si él está vivo va a volver. Nosotras somos sus princesas…
Y luego de una pausa que me aterró, pues supuse lo que vendría, me preguntó:
- Gusmar, ¿Crees que Dios permitió que muriera en un río?
La separé de mi cuerpo, una vez más aquella pregunta hiriéndome en el alma, la he escuchado tantas veces, un millón de veces en mis labios… ¿Pudo Dios permitir…?
Intenté que no notara mi propio conflicto:
- No lo sé Mary, no sé si sucedió, y si Dios lo permitió. La verdad, a veces prefiero no obtener respuestas a preguntas como esas, me asustan algunas respuestas. Pero algo sé y es que tú eres una mujer valiente. Y Dios ha permitido que junto a tu hija permanezcas en pie ante tantas dificultades… Eso lo sé Mary.
18 comentarios:
Bonita historia, Gusmar, aunque dura; es muy real.
Esas preguntas tampoco quiero hacérmelas, me las hace el subconsciente y las aparto; lo malo es cuando me las hace mi hijo (10 años) y tengo que responder...
Un beso
No siempre hay respuestas para nuestra preguntas, gracias por las palabras de ánimo para esa "mujer valiente", el Señor ya la está consolando con amigos como tú.
Aunque se reconoce que el sufrimiento por sí mismo es negativo, puede llegar a ser positivo capaz de afrontar con serenidad el dolor y de superarlo... A pesar de la adversidad debemos creer mucho, y tu fe y tu caridad son más suficientes para ayudarla Guzmar... porque Dios nunca nos abandona, solo nos pone a prueba para conocer que tan grande es nuestra fe hacia Él... Dios te bendiga grandemente y te de sabiduría para guiar tu vida y la de tus amig@s
SI DE VERAS CONSIGUES LAS RESPUESTAS CUANDO HABLES CON DIOS, POR FAVOR DILE QUE ME DE UNA AUDIENCIA A MI PARA QUE ME RESPONDA MILES DE PREGUNTAS QUE QUIERO HACERLE...TODAVIA ME PREGUNTO Y NO PUEDO, O TAL VEZ NO QUIERO IMAGINAR LAS RESPUESTAS QUE NECESITO SABER... BYE...TA
Gusmar .. una historia muy triste. Pero las has contado de una manera tan bella.
Hay situaciones para las que no hay respuestas .. sólo el corazón sabe. Dios siempre nos responde y jamás nos abandona .. aunque a veces olvidemos eso.
Me encanta leerte.
Un beso enorme.
Hasta la próxima visita.
Cuidate.
Gusmar... Si te dijera que casi es la historia de mi vida?
Me sacaste lagrimas del corazon , del alma, no tanto por el amor perdido de mi pareja, de mi esposo. Si no que no sabes que decirle a los pequeñitos q no me pidieron venir al mundo....
Es muy triste pero es verdad que todo eso te hace fuerte.
Un gran beso !!
"Y Dios ha permitido que junto a tu hija permanezcas en pie ante tantas dificultades…"
Cambiaria, si pudiera, el permanecer de pie ante tantas dificultades por tener a mi hija viva. Ahora no puedo tener otra.
Estoy harta del heroísmo de las mujeres que permaneces en pie ante las dificultades. No creo en ese Dios. Además, no quiero consuelo. Como Raquel.
Si soy tan fuerte como Dios quiere que sea, y que cese de lamentarme por los terrores que me provoca la mano del Alfarero, entonces no quiero consuelo tampoco.
Prefiero la mano clavada del Dios resucitado. Ese Dios es el que ahora sufre conmigo. Algun dia consolara. Por ahora, a mi todavia no.
Hola reina, lo imagino, creeme que lo imagino...
Hola Eva, pues sí, a veces hay que despojarce de los conflictos propios y dar alguna palabra...
Hola Joselyn, siempre e un placer tenerte de visita, y gfracias, espero tener la sabiduria para hacerlo y no morir en el intento, jeje.Saludos.
Hola Nirbeht, entiendo, a veces hasta cuesta darle la cara a Dios, pero la audiencia siempre está abierta para todos.
Hola M.L. me gustaria saber tu nombre o como llamarte que no sean esas siglas, es que se me hace raro, jajajaja. Y gracias, yo disfruto de ti cada vez que visito tu blogs.
Lulú, imagino tu reacción ante lo leído, y me haces admirarte entonces, pues seguro esos pequeños han pódido llenar cualquier vacío en tu amor.
Hola Monja, sabes no imaginaba eso... Lamento mucho, y seguro que si has estado en píe, tal vez herida pero en pie... Y es que a las heridas no se les huye... Bueno no tengo que comentar más, tu y yo sabemos que sabemos de heridas, tal vez un día te muestre las mías, si tuviera el valor de mostrarte tan solo una seguro lloraríamos ambos... Saludos mi niña.
No se, pero a veces se me hace muy cruel decirle a alguien "Dios permitio eso"...se me hace cruel para la persona y cruel para Dios.Mejor guardo silencio.
Un abrazo amigo.
Hola Beatriz, no ha de asombrarme tu respuesta, eso de "mejor guardo silencio". Saludos.
A veces la realidad se nos hace tan dura, que preferimos enmascararla para así evitar que nos duela mucho más..
Triste historia..
Besos muy cálidos Gusmar
Así es, a veces somos expertos en maquillaje...Gracias por los besos.
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