Yo estaba sentado en la plaza Alonso y dos chicas junto a un joven pasaron por mi lado, una de ellas le dijo al joven: “me estás diciendo que Dios mandó a Oseas a casarse con un prostituta, Dios no puede mandarle eso a nadie”.
Sonreí al instante, la gente dice creer en un Dios que maneja el universo, que habla y da órdenes y que es amor infinito e inexplicable. No me asombra lo que la gente dice creer, me asombran las contradicciones en sus creencias, pero mucho más me asombra saber que sistemas como el cristianismo originen tales incongruencias en la forma de percibir y dibujar a Dios. Me asombra porque cuando niño lo creí tan diferente, no me refiero a Dios, sino al cristianismo, lo viví tan diferente, lo percibí tan diferente. Recuerdo que iba a la iglesia y jugaba, sin preocuparme si Dios manejaba el universo, si daba órdenes o no, iglesia y cristianismo era un lugar, un escenario, y allí yo era un niño que jugaba, sin preocuparme si Dios toleraba la forma como yo percibía el cristianismo. Supongo que yo asumía que Dios estaba contento si yo lo estaba, porque yo era un niño y él me amaba.
Dios es más complicado ahora, se fue haciendo tan difícil de entender, de repente me dijeron que ordenó el exterminio de ciudades justificándose (o más bien así justificaban su supuesta acción mis maestros) con el hecho de que su orden estaba ligada a una promesa. Dios se convirtió en algo caprichoso, empeñado en lucirse a través del progreso de un pueblo, de un solo pueblo, y el costo de su capricho eran pérdidas humanas. No me importa lo que la gente piense de Dios o lo que el cristianismo pregone de él hoy en día, me importa la forma en la que todo esto afecta nuestra condición humana, me importa el producto que va elaborando este ensarte de interpretaciones y supuestas verdades que de forma ortodoxa se van incrustando a través de sistemas como el cristianismo. Y porque me importa creo que debo y debemos trabajar en una evolución de las estructuras del cristianismo para empezar, para hacerlo instrumento a favor de un mejor escenario en el que de nuevo podamos jugar sin preocuparnos.
Al escuchar a aquella chica me pregunté ¿cuál es el problema si Dios ordenó o no al profeta Oseas casarse con una prostituta? ¿Acaso no era una mujer? ¿Era inferior a otras mujeres? ¿No “merecía” a un profeta? Visto desde otro ángulo la orden de Dios reflejaba que para él ella era una mujer y punto, un ser humano. Pero es más interesante un Dios que hace excepciones y que traza un círculo alrededor de un pueblo escogido y manda al diablo al resto de los pobladores del planeta… No sé si lo notan pero esto último suena a historieta, a cuento, y no vengan a decirme que no es cuento y que la “Palabra de Dios” dice que “él escogió solo a algunos”, porque entonces qué hacemos con el “él no hace excepción de personas”… Saquemos el cristianismo y a Dios de esa visión historietista y traigámoslos a la realidad…
Sonreí al instante, la gente dice creer en un Dios que maneja el universo, que habla y da órdenes y que es amor infinito e inexplicable. No me asombra lo que la gente dice creer, me asombran las contradicciones en sus creencias, pero mucho más me asombra saber que sistemas como el cristianismo originen tales incongruencias en la forma de percibir y dibujar a Dios. Me asombra porque cuando niño lo creí tan diferente, no me refiero a Dios, sino al cristianismo, lo viví tan diferente, lo percibí tan diferente. Recuerdo que iba a la iglesia y jugaba, sin preocuparme si Dios manejaba el universo, si daba órdenes o no, iglesia y cristianismo era un lugar, un escenario, y allí yo era un niño que jugaba, sin preocuparme si Dios toleraba la forma como yo percibía el cristianismo. Supongo que yo asumía que Dios estaba contento si yo lo estaba, porque yo era un niño y él me amaba.
Dios es más complicado ahora, se fue haciendo tan difícil de entender, de repente me dijeron que ordenó el exterminio de ciudades justificándose (o más bien así justificaban su supuesta acción mis maestros) con el hecho de que su orden estaba ligada a una promesa. Dios se convirtió en algo caprichoso, empeñado en lucirse a través del progreso de un pueblo, de un solo pueblo, y el costo de su capricho eran pérdidas humanas. No me importa lo que la gente piense de Dios o lo que el cristianismo pregone de él hoy en día, me importa la forma en la que todo esto afecta nuestra condición humana, me importa el producto que va elaborando este ensarte de interpretaciones y supuestas verdades que de forma ortodoxa se van incrustando a través de sistemas como el cristianismo. Y porque me importa creo que debo y debemos trabajar en una evolución de las estructuras del cristianismo para empezar, para hacerlo instrumento a favor de un mejor escenario en el que de nuevo podamos jugar sin preocuparnos.
Al escuchar a aquella chica me pregunté ¿cuál es el problema si Dios ordenó o no al profeta Oseas casarse con una prostituta? ¿Acaso no era una mujer? ¿Era inferior a otras mujeres? ¿No “merecía” a un profeta? Visto desde otro ángulo la orden de Dios reflejaba que para él ella era una mujer y punto, un ser humano. Pero es más interesante un Dios que hace excepciones y que traza un círculo alrededor de un pueblo escogido y manda al diablo al resto de los pobladores del planeta… No sé si lo notan pero esto último suena a historieta, a cuento, y no vengan a decirme que no es cuento y que la “Palabra de Dios” dice que “él escogió solo a algunos”, porque entonces qué hacemos con el “él no hace excepción de personas”… Saquemos el cristianismo y a Dios de esa visión historietista y traigámoslos a la realidad…
1 comentario:
Dios no hace las cosas al "ahí se va" o sólo por antojo, todo tiene un plan. Somos nosotros los humanos los que complicamos todo.
Saludos.
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