No soy liberal ni liberador. No pretendo influir en el despertar de nadie, o sumar a su estado dormido. Entiendo que muchos al leerme o escucharme juzguen mi acción como un intento de “convertir a otros”. No es mi intención.
Solo puede ser libre quien desee serlo, se desea ser libre cuando se entiende la opresión de la que no solo se es esclavo, sino muchas veces libertado, digamos, atado libremente. Existe una esclavitud que regocija, una que se fundamenta en una serie de conceptos y ficciones que visten de conocimiento la ignorancia y altera la capacidad que tiene el ser de percibir sus ataduras. Ayuda mucho a esta esclavitud la compañía, yugos grupales, cadenas corporales. Cuando el ser, estando oprimido, atado (dormido), se siente en compañía, habiéndose modificado los conceptos que estructuran la libertad, surgen sentimientos que silencian la sed por verdadera libertad, convirtiéndose la compañía en un consuelo que refuerza la conformidad a la opresión.
Yo comparto sin pretensión de darme a entender, sino de ser entendido, de ser entendido por quien no necesita entender, por quien no necesita leerme, así lo que comparto, escrito o pronunciado, pueda traducirse en un encuentro. Ya no quiero cargar sobre mis hombres con el peso del despertar de nadie (hubo un tiempo en el que si quise llevarlo, peso que es producto de la ortodoxia que heredé de la derecha, y que al salir de la derecha, siendo de izquierda, queriendo ser librador, llevé también, con otros nombres quizá. Hoy no encajo ni en una derecha ni en una izquierda y no pretendo hacerlo, como tampoco pretendo seguir llevando el peso de “liberar” ni con ese ni con ningún otro nombre).
No es “algo lindo” que alguien despierte a causa de lo escrito por uno o hablado por uno, es más bien lamentable que el ser humano siga cultivando dependencia en cualquiera de sus expresiones, dependencia que esclaviza, que se traduce en comodidad y pereza.
¿Qué pasa cuando alguien cree despertar a causa de uno? Sencillo, su intento de mantenerse despierto seguirá dependiendo de uno, antes de saberlo renunciará a la habilidad natural que tiene el ser de generar su propia libertad. Al mismo tiempo se atraviesa por el riesgo de sucumbir ante la tentación de crear un imperio propio, un sistema, de ser esclavizador con el método de vender libertades a precio de fortunas.
Hoy, en este trayecto, creo más en lo encuentros, aclaro que “creo” no es que tengo fe en ellos como método, sino que al momento de compartir por medio de las palabras escritas o de las palabras pronunciadas lo hago para tropezar con gente despierta, que sepa ya de lo que hablo, o sino lo sabe, que esté en la búsqueda constante de lo que yo digo buscar, y que su busca no se adhiera en ninguna manera a la dependencia. Mi pretensión no es una utopía, por medio de los senderos de las palabras escritas y habladas he tropezado con personas que buscan, otras han tropezado conmigo. De allí surge una amistad, sin ser la amistad una dependencia, pues la amistad verdadera no buscar servirse, no es el objetivo de una amistad. Cuando sucede, cuando dentro de la amistad uno parece servirse del otro, el servicio es accidental, no buscado ni generado. No hay yugos en la amistad. Yo creo en la amistad pretendida por quien despierta, así creo en el encuentro entre unos con otros, por medio de los senderos que uno se hace para buscar, creo que es más productivo que el sometimiento constante o cualquier otro grado de dependencia. Yo creo que quien al leerme o escucharme piensa que empieza a entender algo es porque ya lo había entendido antes de tropezar conmigo, así que si en verdad ha sucedido así su búsqueda seguirá continua e independiente.
Querer liberar, pienso, es ya una actitud ortodoxa. Así los llamados de izquierdas los interpreto como otra manifestación de la ortodoxia, de hecho la izquierda dentro de un sistema defiende el mismo sistema, reformando, rediseñando los conceptos y estructuras a favor del grupo que intenta imponerse sobre el grupo que ha estado impuesto sobre ellos. Los conservadores también pretenden liberar en su empeño de “atraer”, “convertir” encerrar a otros en sus círculos. ¿Qué ofrecen liberales y ortodoxos? Con otros conceptos pretenden lo mismo, tienen el mismo propósito, ofrecen el mismo sistema. Entre derecha e izquierda, liberales y ortodoxos, dentro del cristianismo, no hay una verdadera ruptura, ambas desean constantemente imponerse como sistemas, trazarse como esquemas, generar dependencia.
La dependencia es el alimento de todo sistema, se nutre de la dependencia, cuando un liberal u ortodoxo predica libertad ridiculizando la dependencia a un sistema de creencias establecido, lo hace para causar la necesidad de independencia hacia ese sistema de creencia y atrayendo al individuo hacia la dependencia del sistema de creencia propia. Es irónico que la ortodoxia se crea a sí misma como sistema real basándose en una serie de ficciones, así crea un “sistema mundano” como enemigo contra quien luchar y a su vez de quien alimentarse, luego, se desprende de la ortodoxia un grupo llamado liberal que ha aprendido las “mañas” de la ortodoxia y que al parecer no tiene interés de “cambiar sus actitudes” y se declara a sí mismo amigo del “sistema mundano” y libertador del mismo a través de sus “ideologías” apunta contra la ortodoxia como enemigo contra el cual luchar y a su vez de quien alimentarse, pero tanto uno como el otro son parte del mismo sistema, así que ofrecen la misma opción: la opción de hacer sentir el regocijo de la esclavitud.
Creo que despertar equivale a no generar dependencia, creo que las criticas de uno que ha despertado deben estar libres de la pretensión de venderse a sí mismo como opción, como libertador.
Solo puede ser libre quien desee serlo, se desea ser libre cuando se entiende la opresión de la que no solo se es esclavo, sino muchas veces libertado, digamos, atado libremente. Existe una esclavitud que regocija, una que se fundamenta en una serie de conceptos y ficciones que visten de conocimiento la ignorancia y altera la capacidad que tiene el ser de percibir sus ataduras. Ayuda mucho a esta esclavitud la compañía, yugos grupales, cadenas corporales. Cuando el ser, estando oprimido, atado (dormido), se siente en compañía, habiéndose modificado los conceptos que estructuran la libertad, surgen sentimientos que silencian la sed por verdadera libertad, convirtiéndose la compañía en un consuelo que refuerza la conformidad a la opresión.
Yo comparto sin pretensión de darme a entender, sino de ser entendido, de ser entendido por quien no necesita entender, por quien no necesita leerme, así lo que comparto, escrito o pronunciado, pueda traducirse en un encuentro. Ya no quiero cargar sobre mis hombres con el peso del despertar de nadie (hubo un tiempo en el que si quise llevarlo, peso que es producto de la ortodoxia que heredé de la derecha, y que al salir de la derecha, siendo de izquierda, queriendo ser librador, llevé también, con otros nombres quizá. Hoy no encajo ni en una derecha ni en una izquierda y no pretendo hacerlo, como tampoco pretendo seguir llevando el peso de “liberar” ni con ese ni con ningún otro nombre).
No es “algo lindo” que alguien despierte a causa de lo escrito por uno o hablado por uno, es más bien lamentable que el ser humano siga cultivando dependencia en cualquiera de sus expresiones, dependencia que esclaviza, que se traduce en comodidad y pereza.
¿Qué pasa cuando alguien cree despertar a causa de uno? Sencillo, su intento de mantenerse despierto seguirá dependiendo de uno, antes de saberlo renunciará a la habilidad natural que tiene el ser de generar su propia libertad. Al mismo tiempo se atraviesa por el riesgo de sucumbir ante la tentación de crear un imperio propio, un sistema, de ser esclavizador con el método de vender libertades a precio de fortunas.
Hoy, en este trayecto, creo más en lo encuentros, aclaro que “creo” no es que tengo fe en ellos como método, sino que al momento de compartir por medio de las palabras escritas o de las palabras pronunciadas lo hago para tropezar con gente despierta, que sepa ya de lo que hablo, o sino lo sabe, que esté en la búsqueda constante de lo que yo digo buscar, y que su busca no se adhiera en ninguna manera a la dependencia. Mi pretensión no es una utopía, por medio de los senderos de las palabras escritas y habladas he tropezado con personas que buscan, otras han tropezado conmigo. De allí surge una amistad, sin ser la amistad una dependencia, pues la amistad verdadera no buscar servirse, no es el objetivo de una amistad. Cuando sucede, cuando dentro de la amistad uno parece servirse del otro, el servicio es accidental, no buscado ni generado. No hay yugos en la amistad. Yo creo en la amistad pretendida por quien despierta, así creo en el encuentro entre unos con otros, por medio de los senderos que uno se hace para buscar, creo que es más productivo que el sometimiento constante o cualquier otro grado de dependencia. Yo creo que quien al leerme o escucharme piensa que empieza a entender algo es porque ya lo había entendido antes de tropezar conmigo, así que si en verdad ha sucedido así su búsqueda seguirá continua e independiente.
Querer liberar, pienso, es ya una actitud ortodoxa. Así los llamados de izquierdas los interpreto como otra manifestación de la ortodoxia, de hecho la izquierda dentro de un sistema defiende el mismo sistema, reformando, rediseñando los conceptos y estructuras a favor del grupo que intenta imponerse sobre el grupo que ha estado impuesto sobre ellos. Los conservadores también pretenden liberar en su empeño de “atraer”, “convertir” encerrar a otros en sus círculos. ¿Qué ofrecen liberales y ortodoxos? Con otros conceptos pretenden lo mismo, tienen el mismo propósito, ofrecen el mismo sistema. Entre derecha e izquierda, liberales y ortodoxos, dentro del cristianismo, no hay una verdadera ruptura, ambas desean constantemente imponerse como sistemas, trazarse como esquemas, generar dependencia.
La dependencia es el alimento de todo sistema, se nutre de la dependencia, cuando un liberal u ortodoxo predica libertad ridiculizando la dependencia a un sistema de creencias establecido, lo hace para causar la necesidad de independencia hacia ese sistema de creencia y atrayendo al individuo hacia la dependencia del sistema de creencia propia. Es irónico que la ortodoxia se crea a sí misma como sistema real basándose en una serie de ficciones, así crea un “sistema mundano” como enemigo contra quien luchar y a su vez de quien alimentarse, luego, se desprende de la ortodoxia un grupo llamado liberal que ha aprendido las “mañas” de la ortodoxia y que al parecer no tiene interés de “cambiar sus actitudes” y se declara a sí mismo amigo del “sistema mundano” y libertador del mismo a través de sus “ideologías” apunta contra la ortodoxia como enemigo contra el cual luchar y a su vez de quien alimentarse, pero tanto uno como el otro son parte del mismo sistema, así que ofrecen la misma opción: la opción de hacer sentir el regocijo de la esclavitud.
Creo que despertar equivale a no generar dependencia, creo que las criticas de uno que ha despertado deben estar libres de la pretensión de venderse a sí mismo como opción, como libertador.
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