jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA DE NOVIEMBRE...

Beatriz, no sé por dónde comenzar y eso ya es suficiente para que entiendas en qué punto me encuentro. Sé que puedes entender si te digo que estoy donde no pertenezco ahogándome entre los qué habrían sido.

Tal vez deba empezar por aquella mañana cuando abandoné al niño que fui, en la ciudad donde fui. Mi ciudad, Beatriz, mi lugar, a donde espero volver y no entiendo por qué rayos no he vuelto. Tal vez es miedo, tonto y absurdo miedo que se convierte en un abismo sobre el cual no puedo saltar; miedo de encontrarme, de enfrentarme, de medirme, y finalmente aceptar que el tiempo ha pasado, que todo ha cambiado, que me he perdido en un trayecto tonto como tonto es este miedo. O tal vez es miedo a no saber cómo y por qué dedo manejar la realidad, descubrir que no hay control, que es obsceno pretender controlarlo todo, que no tengo las fuerzas, las habilidades, que no es necesario aun cuando sienta que lo necesito.

Presumo de libertad, pero la verdad soy esclavo de mis caminos, lo sé hoy, porque hoy necesito detenerme y no sé cómo, no sé cómo aceptar el cansancio y no luchar más contra él. Sueño de nuevo, Beatriz, de nuevo con aquel lugar, de nuevo con aquel niño y es una tortura despertar y ver el abismo, no saber reconciliar el pasado, no dejarlo morir o más bien asesinarlo. ¿Es necesario, Beatriz? ¿En qué punto percibimos el pasado como a un enemigo? ¿Por qué? Es absurdo, pero sigue siendo. En mi sueño me observo escondido, y lloro mientras me siento ausente, quiero tocar al niño pero siento pena de ser observado. Despierto escondido y llorando, con un sabor amargo.

Beatriz, cada mañana, sigo golpeándome contra la realidad, y voy escondiendo las cicatrices esperando que nadie pregunte cómo y por qué. ¿Has estado en se punto? ¿Has sentido que las preguntas duelen más que las cicatrices que aun sangran? ¿Te ha pasado que un simple y rutinario “cómo estas” te mueve y te deja en silencio? Respiro profundo cada mañana, me entrego a una rutina sorteada y solemne, intentando negarme, ignorarme, pero no es fácil, no logro concentrarme en estar distraído y me espantan fantasmas que sonríen frente a espejos y mares. Y pienso, hoy frente al espejo, ya es noviembre y nada pasa mientras todo va pasando. Aun en el vagón, Beatriz, aun en el último, esperando, envejeciendo, muriendo, contando el tiempo en reversa…

2 comentarios:

febe* dijo...

'Él sana a los quebrantados de corazón y liga sus heridas' (Salmo 147:3)
Cuando sólo el 'cómo estás' provoca un parón en el corazón es que nuestra alma está más débil de lo que nos pensábamos...
Llega un día en que podemos enseñar las cicatrices y, con ellas, ir señalando el camino que nos ha traído hasta aquí... se convierten en el testimonio de una victoria, aunque sea sólo en el corazón...

*quizá no llegarán esas vacaciones esperadas, pero sigo pensando que no te irían mal :)

* y te sigo esperando, leches! :)

GUSMAR SOSA dijo...

Gracias y disculpa.Saludos.