La vida no se detiene, lo he dicho antes, así lo siento. No hay pausas, ni treguas, corre como un río, incansable desafiando su cauce, intentando desbordarse más allá de donde debe. No reconoce caminos, es como el viento que se esparce a todas direcciones sin ser visto, lo puedes sentir, es cierto, jamás sujetar. No esquiva el destino, y eso, que tanto tememos, eso que nos obligamos a ignorar, es el reposo de la vida.
Hoy tal vez notes mi tono un tanto pausado, tal vez, si me has leído lo suficiente, puedes notar la ausencia de algunas palabras. Siempre llega el momento de las preguntas que creíste muertas y lejos de ti, siempre llega la hora de encarar lo que sabías imposible de esquivar. ¿Por qué ese vicio tonto de engañarnos siempre? ¿Por qué nos alejamos de donde inevitablemente volvemos? ¿Por qué perder el tiempo buscando opciones que jamás serán nuestras?
Tú sabes quién soy, y quién he pretendido ser. Hay un abismo entre el soy y quiero ser, un abismo no profundo ni ancho, solo abismo. Y no es fácil burlarlo, no se trata de construir un puente y caminar sobre él hacia la otra orilla, tampoco de borrarlo y negar su existencia, lo sé, siempre lo supe y hoy lo reconozco. Hay que sumergirse en el abismo, hay que hacerse abismo uno mismo allí adentro, sin querer escapar, sin importar lo que puedas encontrar. Ser constante es un abismo, como lo es la vida, incluso el tiempo… ¿Has visto el tiempo detenerse alguna vez? El tiempo se pierde entre momentos y los momentos no dejan más huellas que esas que llamamos recuerdos, y la forma como lo percibimos, al pasado las huellas de los momentos, le sigue dando vida al tiempo. Así el tiempo toma la forma que le damos, según lo percibimos.
Abismos, tiempos, momentos… Es todo lo que soy esta tarde, he intentando burlarme a mí mismo, esquivarme, alejarme… ¿Has visto mayor estupidez? Pero regreso, después de tanto distraerme perdiendo el tiempo, perdiéndolo, negándome aun a recordarlo o interpretarlo. Pero estoy aquí y mientras me lanzo a ese vacío inmenso, imploro a tu gracia, a esa bondad que hay en ti, en tus ojos lindos y dulce boca, ven y acompáñame, yo te espero.
Hoy tal vez notes mi tono un tanto pausado, tal vez, si me has leído lo suficiente, puedes notar la ausencia de algunas palabras. Siempre llega el momento de las preguntas que creíste muertas y lejos de ti, siempre llega la hora de encarar lo que sabías imposible de esquivar. ¿Por qué ese vicio tonto de engañarnos siempre? ¿Por qué nos alejamos de donde inevitablemente volvemos? ¿Por qué perder el tiempo buscando opciones que jamás serán nuestras?
Tú sabes quién soy, y quién he pretendido ser. Hay un abismo entre el soy y quiero ser, un abismo no profundo ni ancho, solo abismo. Y no es fácil burlarlo, no se trata de construir un puente y caminar sobre él hacia la otra orilla, tampoco de borrarlo y negar su existencia, lo sé, siempre lo supe y hoy lo reconozco. Hay que sumergirse en el abismo, hay que hacerse abismo uno mismo allí adentro, sin querer escapar, sin importar lo que puedas encontrar. Ser constante es un abismo, como lo es la vida, incluso el tiempo… ¿Has visto el tiempo detenerse alguna vez? El tiempo se pierde entre momentos y los momentos no dejan más huellas que esas que llamamos recuerdos, y la forma como lo percibimos, al pasado las huellas de los momentos, le sigue dando vida al tiempo. Así el tiempo toma la forma que le damos, según lo percibimos.
Abismos, tiempos, momentos… Es todo lo que soy esta tarde, he intentando burlarme a mí mismo, esquivarme, alejarme… ¿Has visto mayor estupidez? Pero regreso, después de tanto distraerme perdiendo el tiempo, perdiéndolo, negándome aun a recordarlo o interpretarlo. Pero estoy aquí y mientras me lanzo a ese vacío inmenso, imploro a tu gracia, a esa bondad que hay en ti, en tus ojos lindos y dulce boca, ven y acompáñame, yo te espero.
1 comentario:
Sigue construyendo aquello que quieres ser, tienes que construir un puente y unir lo que eres y lo que quieres ser. Sabes hacerlo, no te desanimos.
Besos guerrero.
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