domingo, 25 de octubre de 2009

QUÉ ESPERAS...

Mis manos han vaciado sus letras y mi alma su aliento; mis labios agotaron sus palabras y mis ojos sus miradas. Mis pies caminaron hasta cansar. Y aquí estoy: inútil y frustrado.

No sé qué buscar, ni cómo y por qué. No veo horizonte y el cielo se me ha hecho estrecho, no tengo mares donde sumergirme, tampoco bosques para perderme. Se me agotaron los silencios. Me he quedado sin canciones para cantar, sin historias para contar. No me quedan batallas, ni pérdidas o victorias.

Me siento esparcido, atado a libertades amplias, amplias que encadenan. Ya no sé quién soy, no recuerdo cómo fui. Lamentos ríen mientras sonrisas lloran. Gritos se apagan mientras danza la muerte y la vida fúnebre observa tranquila. Lágrimas ausentes susurran sin fuerzas y la dicha, tímida, se clava en la nada justo a mi lado.

Mis ojos ciegos esperan sentirte, mi sangre ya fría aguarda por tu calor. Y me enciendo entre iras, iras sin nombres, y ya no sé si importa. El tiempo se hace espeso, visible, lanza sus dardos. Dardos llamados: recuerdos. Dardos sentidos: nostalgias. Dardos producidos: melancolías.

No sé si entrego o recibo, si comienzo o final. Y sé que no me importa. Si acaso tú eres, si tal vez tú estas, si mis dudas no te detienen, si mi ira no te alarma, si tienes aliento para darme, si careces de límites para no darme, entonces dime qué esperas; entonces dime qué espero.

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