martes, 15 de septiembre de 2009

VEREDAS.

He huido por las veredas de tantas ciudades, camino con esa habilidad absurda que te dan los años, con un ideal maniatado, silenciado, amenazado por las experiencias que me dicen que debo ser fuerte, ideal que maniatado le da rienda suelta a mi naturaleza incompleta, e incompleta sin equilibrio reina y secuestra esa parte de mi que despierta cuando ya el sueño que distrae se descuida. Entonces apareces en mi alma como si un día yo te tuve, como si un día recorriste las veredas de tantas ciudades conmigo.

Mis manos tienen tu nombre entre sus dedos, y desde allí creo escucharte cuando despierto. Y tu voz me habla de amor, de amor silente y discreto, de amor que completa, que libra las palabras que no son naturales, de amor que despierta las madrugadas prestando su furor al sol, de amor que la luna envidia y del que cantan las estrellas mientras titilan, de amor que rompe el orden y el tiempo.

Confusión, es el resultado de eso que dices entre mis manos, es que mis ojos se ciegan, eres recuerdo de un futuro que invade el presente con fuerza, eres presencia que ausente llenas el espacio de un vacío sin medida. Y entre cada distancia te siento cerca, sin saber donde estas, huyo de ti sin querer escapar, creyendo que un día la distancia acortará el camino y entonces serás destino, y una vez cerca de ti no habrán veredas más que una nueva realidad fundada en tu alma; donde los tiempos serán solo uno, donde ya no tendré que despertar pues tú serás mi sueño eterno, seño de amor sin confusión, sin distancia, sueño de un destino real, del que ya no querré despertar porque en mi sueño estarás tú, la razón por las que recorro las veredas de tantas ciudades.

2 comentarios:

Isa dijo...

¡Hola,Gusmar! Lindo tu escrito, me gustó mucho. Y aquí seguimos, caminando veredas, hasta que nos encontremos con el Señor.
Saludos.

Ruth Carlino dijo...

Tantas veces lo busqué y tantas erré el camino, que ya no sé si realmente camina a mi lado, desapareció o simplemente me lleva en brazos y yo soy tan necia de no verlo.
Confusión, eso es lo que queda entre las manos y lo que se escapa entre los dedos.

Besos.