jueves, 10 de septiembre de 2009

TU ROSTRO EN MI ALMA

He visto tu rostro que sigue vivo entre las veredas de mi soledad. Lo he visto, lindo y soberano. Ternura esconde tu rostro, ternura de aquellos años cuando fuiste compañía, cuando todo tenía sentido en ti. Fueron buenos años, buenos que duele recordarlos, buenos que me niego a olvidarlos, buenos que aunque quisiera olvidar no podría.

Yo sigo vivo, temiéndole a la vida, esquivando eso que llaman muerte. Lo hago por ti, porque creo que volveré a ver tu rostro algún día. Y me mantengo despierto, atento, discreto, cazando el momento para tenerte de nuevo y por más que estos años que no se detienen intentan convencerme de tu ausencia yo terco y tonto aun sueño contigo. No sé si eres tu que no quieres soltarme, que siempre con astucia y magia imposibilitas el olvido, y no quiero saberlo para no asombrarme.

He sentido tu calor que sigue quemando entre las calles de aquel camino antiguo. Lo he sentido, cercano y presente, como si aun estuvieras aquí, como si extendieras tus manos y me invitaras a tomarlas, como si quisieras de nuevo caminar por aquellas calles que aun conservan tu magia. Calles que me hablan de ti, que huelen a ti. Y no sé si soy yo que me he estacionado en aquel tiempo, que no quiero soltarte, que me niego a olvidarte, que me invento una magia, que soy terco y tonto.

Pero aquí estoy con tu rostro en mi alma que se funde en el calor de aquellos buenos años, cuando la vida era buena, cuando fuiste tierna compañía.

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