lunes, 29 de septiembre de 2008

TU NOMBRE YA ANUNCIÓ TU FIN.

No te sorprendas, hoy no me sentaré a escucharte y no escucharás más lamentos.

Te he permitido robarme la vida, pero quiero de vuelta lo que es mío. Y no te hagas el fuerte ni muestres tu falsa violencia. Ya sé quien eres, he decidido avanzar y no me detendrás.

He visto tu cobardía, tu nombre no significa nada excepto tu ineficacia en mi alma.

Eres mentira, no existes. Yo te he creado y hoy te destruyo.

No puedes vivir por ti mismo.

¿Cómo es que presumes fortaleza?

¿Por qué te escondes de la luz del sol?

¿Por qué te asusta la brisa de la mañana?

¿Por qué le das la espalda al futuro?

¿Por qué careces de glorias?

¿Por qué no tienes historias de triunfos?

¿Por qué te enmudecen mis preguntas?

Ahora veo que no eres tan elocuente.

¿Por qué dependes de mis caricias?

¿Por qué siempre vistes sombrío?

¿Por qué ves todo gris?

¿Por qué esclavizas cuando ofreces libertad?

¿Por qué nunca te he visto bailar?

¿Por qué le temes a mí andar?

¿Por qué le temes a la fe? ¿No argumentas que son solo dos letras?

¿Por qué careces de planes?

¿Por qué le huyes a la compañía? Ahora entiendo que eres tímido, ahora puedo ver tus ojos pequeños.

Nunca te escuché cantar, nunca vi tu rostro; ¿Por qué lo escondes bajo ese sombrero?

Te veo caminar cansado, ¿dónde está la fuerza con la que me azotabas?

No eres ni ángel ni demonio, no eres humano. ¿Cuál es tu naturaleza? No eres realidad ni fantasía, ¿No te das cuenta? No existes.

¿Dónde está hoy la sabiduría que predicas? Asómbrame con tu habilidad, sorpréndeme con uno de tus trucos.

¿Te permite tu inteligencia captar mi ironía? ¿O necesitas que te explique? No eres sabio, no tienes habilidades, y de tu sombrero no puedes sacar si quiera un conejo.

Lo olvidabas, no sabes reír.


No hay atractivo en ti.

Dices cuidarme pero te arrodillas ante la ausencia de mis lamentos.

Dices ser mi abrigo pero esta noche te veo temblar de frío.

Vas huyéndole a la esperanza. En mí solo has buscado un escondite.

Intenta pronunciar la palabra éxito. ¿Por qué se borra la sonrisa de tu rostro?

No me pidas que te mire con pena, mis ojos se han abierto.

Olvídalo, en este viaje no hay destino para ti.

No extiendas tus manos, las mías están ocupadas. Tú has destruido, yo empiezo a construir.

Por supuesto que hoy me escucharás mencionar tu nombre, solo para anunciar tu fin. No me digas que dejarás un vacío en mí, tú eres un vacío.

Es cierto, voy a recordarte, solo cuando necesite reír por tomarme tan en serio.

Lo sé, te veré en otros, pero te haré huir de ellos también, ahora mismo alguien lee nuestra charla y estas huyendo.

No me pidas una tregua, ¿Acaso has tenido compasión conmigo? No puedes ser mi aliado.

Te jactas de tus armas de seducción, pero desconoces el amor; dices ser comodidad ¿Dónde está tu hogar?

Si me conoces, como me has repetido, mejor que nadie ¿Cómo es qué no te esperabas esto? ¿Cómo es que te quedas sin argumentos?

¿Preguntas por la puerta que está abierta?

Es tu salida, porque llegó el momento de tu partida. No te molestes en cerrarla, quiero sentir el placer de hacerlo.

Adiós.

… Lo olvidaba: Fracaso, has fracasado.
(Extraído del "Diario de un Prisionero de Esperanza". Un manuscrito que aun no publico)

viernes, 26 de septiembre de 2008

MI PRIMER AMOR...

Aun la recuerdo. Fue parte de mi adolescencia. Creo que fue mi primera novia… Siempre digo “creo” porque aquello fue especial.

Yo tenía doce años cuando la conocí. Sin embargo, siempre estuvimos cerca. Mi padre conocía a su madre y a su familia desde la infancia. Cuando yo era niño lo acompañé muchas veces a casa de su abuela, llegué a ver a su madre, a su hermana, a sus primos, pero nunca la vi a ella.

Siempre nos preguntamos el por qué no nos encontramos antes, “cosas de la vida”, pensaba yo.

Fue una tarde, mi primer día de clases en el bachillerato, su primer día de clases también. La vi y sus ojos me enamoraron al instante, eran verdes, como un bosque virgen. El reflejo de sus ojos era una extraña y atractiva mezcla de alegría y tristeza.

No recuerdo bajo que circunstancias me acerqué a ella, pero supongo que fue un encuentro casual en los pasillos de aquella institución, pues yo era muy tímido como para forzar un encuentro u hacer una de esas “aperturas” que uno va aprendiendo con los años. Su olor me atrajo también, siempre perfumada, ella amaba los perfumes...

Recuerdo también que usaba un anillo en su mano derecha, luego supe que le fascinaba usarlo en su dedo pulgar, de haberla conocido años después eso me hubiese bastado para deducir los rasgos predominantes de su personalidad.

Su sonrisa era inocente, sincera…Cuando sonreía no fingía, no era una sonrisa forzada, de esas que uno aprende a usar para maquillar el rostro y esconder tantas cosas. Y aunque ella tenía motivos para no sonreír cuando lo hacía iluminaba mi alma. Durante meses caminamos juntos por las calles y la vereda que nos llevaba a clases. Recuerdo muy bien el camino, su mano unida a la mía, un tanto más pequeña, sus dedos más cortos que los míos… Fueron pocos los abrazos, pero suficientes, tanto para recordarlos sonriendo.

La vi llorar también algunas veces, tenía motivos para hacerlo. Sus quejas eran justas, yo deseaba poder cambiar sus penas, pero hay dolores que solo pueden curar con las caricias de un padre, y el suyo estaba ausente. Yo solo quería hacerla feliz, y aunque no sabía cómo, hice mi mejor intento. A veces me pregunto si mi intento fue tan suficiente como sus abrazos.

Me gustaba su timbre de voz, escucharla era como escuchar al mar. Podía reconocerla con mis ojos cerrados por el timbre de su voz, aun podría hacerlo.

En aquel tiempo era muy inexperto como para asegurar que la amaba, aun así lo aseguré. Hoy 14 años después lo sigo asegurando: la amé. No puedo definir todavía si fuimos novios o buenos amigos, pienso que fue un romance especial, de esos que se vive una vez, solo cuando se es inocente e inexperto.

Vagamente recuerdo las visitas, fueron pocas, en casa de su abuela. Un día de diciembre, en una de las visitas ella me entregó una carta y me hizo prometerle que la leería al llegar a casa… Ese día me regaló un abrazo. Tan pronto terminó la visita quise correr para llegar rápido a casa y leer su carta. La conservé por muchos años. Después de ese diciembre vino una mudanza, cambio de institución educativa… Ella también se mudó. Luego vino otra mudanza y otra, y otra más… Y en una de ellas dejé la ciudad que fue nuestra. Cuando finalmente mis padres decidieron que no habría más mudanzas yo quedé con la costumbre de estar en constante movimiento. En una de mis mudanzas perdí la carta, pero aun recuerdo mucho de lo que allí decía, y también la carita pintada al final de la carta.

He llegado a soñar muchas veces con la casa de su abuela, con aquella ciudad. He soñado con el camino que juntos caminamos hacia el “Eduardo Blanco”, en mis sueños camino solo. A ella no la había visto en los sueños, pero he reclamado su rostro en mis recuerdos. Y me río de mí mismo por no haberla besado nunca.

Catorce años han pasado y anoche soñé que iniciaba sesión en mi facebook y encontré una solicitud de amigos, la acepté y eché un vistazo a su perfil y vi su foto, vi de nuevo aquel bosque virgen y esa mezcla de alegría y tristeza, en mi sueño conseguí su Messenger y la agregué, y chateamos un rato para ponernos al día… Pero desperté y pensé “esas cosas solo suceden en sueños”.

Hoy me pregunto si sus penas desaparecieron, si está bien, si tal vez encontró a alguien que le dio los besos que yo no le di, y si ese alguien recibe esos abrazos que hoy recuerdo sonriendo. Me pregunto dónde estará, si permanece en nuestra ciudad y si algún día coincidiremos en algún lugar para reírnos juntos de aquel romance especial, me pregunto si aun lo recuerda. Y mientras escribo este post me pregunto también si ella pasará algún día por aquí y lo leerá. Si podrá darse cuenta que hablo de ella.

Si pasas por aquí, quiero que sepas que aun no puedo asegurar si fuimos novios o no, pero algo puedo decirte con certeza: fuiste mi primer amor… Y hoy deseo que la vida no se halla complicado para ti, y que estés bien… Tal vez un día nos sentemos juntos a tomar un café, o compartir un almuerzo mientras logramos ponernos al día…

martes, 23 de septiembre de 2008

BEN-CHEIL… EL AVENTURERO.

Este cuento es dedicado a Beatriz, una niña que sabe de isla y de mar; a Claudia González que compartimos un secreto en común; a Gaby, una niña de seis años que responde muchas de mis preguntas, a veces preguntas que aún no pronuncio; a Celeste, una niña con un mundo extraordinario en donde soy un pirata; a Patricia, una niña que vive como viendo al invisible. A Claudia Lama, cuya niñez le permite vivir sin prejuicios. A Jenny, cuyo amor por los niños y labor a favor de ellos me dice que es una de ellos; a Keila, a quien su sonrisa la delata y sospecho que no tiene intenciones de esconderlo; a Nirbeht, una niña sentada siempre a orillas del mar. También lo dedico a Enrique Crespo, un aventurero, (ey brother debe ser el apellido); a Guillermo para sus siestas de niño. Al peregrino, porque solo un niño puede caminar esos senderos. A mis dos hermanas, tesoros con quienes he cruzado muchos mares, por supuesto a mi héroe, a mi único numero dos y a mi niña.
(Pido disculpa por lo extenso, intenté resumirlo y esto fue lo minimo)

Y con toda humildad y respeto a mi Salvador, Señor de todos los niños. Quien un día dibujó el mar y la luna, y ha preparado una isla a la que un día llegaremos, yo sueño que será un noviembre… Cuanto deseo ese noviembre…



“El mar… ¿Quién puede entenderlo? Unas veces te arrulla y otras veces te muestra su ira sin compasión”

Abre sus ojos para darse cuenta una vez más que aquella voz y tan familiares palabras vienen de su memoria.

“… No lo culpes hijo, el mar es solo una criatura enamorada… Que quiere tocar a su amada… Pero aun no logra alcanzarla”

Esta vez es él quien pronuncia las palabras y queda en silencio al recordar que sobre ese mismo barco escuchó los melancólicos monólogos de su padre. Cierra sus ojos nuevamente mientras la brisa de la noche juega con su cabello.

“Un día fui como el mar… pero ya encontré mi tesoro…”

Así culminó el último monólogo que Ben-Cheil escuchó de su padre sobre aquel barco y frente a la isla donde mamá Cheila esperaba a su legendario esposo y su aventurero hijo.

La noche era fría y tranquila, justo como él las odia. Una noche perfecta para ahogarse en nostalgias, para permitirle a los recuerdos saltar las murallas que uno ha levantado para encerrarlos… Una noche en la que el alma se agita y se rebela en contra de la rebeldía… Simplemente una noche tranquila para estar tranquilo.

Ben-Cheil camina hacia la popa del barco y se apoya sobre las barandas del rustico y viejo barco, mira hacia babor y su mirada encuentra la luna

“¿Te dejarás tocar algún día por el mar?”- Pregunta mientras en su memoria suena el eco de la voz de su padre:

“Esta noche, mientras sobre este barco tu y yo miramos la luna, tu madre en la isla también la observa”.

Una lágrima rodó por su mejilla y esta vez escuchó la voz de su madre decir:

“Solo miran la luna los enamorados”.

Violentamente borró la lágrima de su rostro y dio el frente al mar, y de espalda a la proa del barco gritó:

“¡Mi único amor es la aventura!”.

Así había sido después de la muerte de sus padres. Una extraña enfermedad azotó la isla afectando a los más ancianos. Él era apenas un adolescente. Cuando el viejo Ben-Amin y Mamá Chelia murieron él tomó la decisión de abandonar la isla y cruzar los mares en busca de aventuras. Por siete días lloró frente a los cuerpos de sus padres, y al octavo después de cremarlos tomó parte de las cenizas de sus padres empuñándolas con su mano derecha y cruzó la isla hacia la orilla en donde levantó su mano y abriéndola le permitió al viento llevar las cenizas hasta hacerlas reposar sobre el mar. Y así Ben-Cheil, el aventurero, subió al “legendario”, el barco de su padre, en busca de aventuras.

En su travesía Ben-Cheil enfrentó grandes monstruos marinos, como a Kaliya, rey de las serpientes, reptil que envenenaba las aguas en la india; también se supo que una vez luchó contra una bandada de harpías que volaban sobre el mar robando almas humanas. Sobre el mar conoció a Nereida, ninfa del mar, y también a Náyade, ninfa de los ríos y fuentes.

Ben-Cheil conoció a Belerofonte y lo acompañó en su lucha contra una misteriosa criatura mitad león y mitad dragón, y un día vio como Belerofonte subió sobre Pegaso, su caballo alado, y voló sobre el mar persiguiendo a la criatura y derrotándola. De Belerofonte aprendió la técnica para vencer a las criaturas que botan fuego por la boca. En aguas hindúes venció a Makara, un monstruo marino con cabeza de elefante. Navegó también por lo mares en torno de la isla Lanka, y sobre esos mares burló los ataques y la maldición de la ogresa del Ramayana.

Una vez un Kraken intentó hundir su nave apoderándose de ella con sus tentáculos, pero Ben-Cheil con su astucia encontró el punto débil en uno de los tentáculos del Kraken y así lo venció. Conoció muchas sirenas. Se dice que una vez Ben-Cheil fue atraído por el canto de Lorelei, la sirena, y encantado por ella. Pero su espíritu logró vencer la fatalidad de su encanto. Y Lorelei no pudo creerlo… Se dice que a veces en su canto menciona el nombre del aventurero.

La fama de Ben-Cheil crecía con cada aventura, en diez años venció muchos gigantes que avariciosos custodiaban tesoros. Llegó a arrebatar muchos de los tesoros y gran parte del botín era repartido al pueblo más cercano del tesoro. Él solo se quedaba con lo necesario para sobrevivir. Y en ocasiones lo único necesario para él era la satisfacción de haber vívido otra aventura. Pero cada aventura era solo una ocasión para evitar la más cruel batalla: la batalla contra él mismo.

Y esa noche tranquila, la batalla empezaba una vez más. Ben-Cheil camina a su camarote, y se detiene frente a la desgastada puerta y allí mira de nuevo a babor y se encontró con la luna, la observó recordando esta vez las últimas palabras de su viejo en su lecho de muerte:

“Un día mi querido Ben… Un día serás vencido… Y no podrás evitar la aventura de la que todo hombre de mar huye… Ese día encontrarás tu tesoro… Hijo, un hombre muy sabio dijo una vez: donde está tu tesoro allí está tu corazón…”

Ben quitó la mirada de la luna, y la llevó al frente “será mejor que duerma, antes que la maldición de noviembre acabe conmigo”, así pensó. Y así lo hizo.

Ben llamaba a aquella nostalgia, que solo lo invadía en las noches de noviembre, “la maldición de noviembre”. Había una razón para ello, pero Ben ya no lo recordaba. Él no, pero ella sí.

Adit-Estela era la niña más linda nacida en la isla, su piel era del color de la luna, sus ojos como el mar, su cabello negro como la noche, sus labios rojos como las rosas que nacían en la isla y su voz sonaba como la brisa matutina de noviembre cuyas noches eran lluviosas.

Desde niños Adit-Estela y Ben-Cheil fueron amigos, aunque ella lo amaba. Cuando Ben volvía con su padre de recorrer los mares ella siempre lo estaba esperando en la orilla, sentada. A ella le gustaba escucharlo relatar cada historia vivida y él disfrutaba viéndola a ella emocionarse con sus relatos. Para ella fue amor a primera vista, y disfrutaba su amor callada, en él eso no funcionó, la vio siempre como una amiga de la infancia y ella nunca se atrevió a confesarle lo que sentía. Se conformó con los relatos, con las risas compartidas, con esperarlo cada noviembre.

Pero una mañana lo vio caminar pausado y distraído, el sol amarillo apenas se asomaba, ella lo siguió de lejos hasta verlo llegar a la orilla, donde levantó su mano y la abrió. Vio al viento llevar las cenizas al mar. Ella lo había visto cambiar en los últimos siete días, no era para menos, ella sabía que lo único a lo que Ben estaba apegado era a sus padres. Con la muerte de ellos se volvió un adolescente callado, ensimismado. Ella podía sentir su dolor. Luego de ver como las cenizas reposar en el mar lo vio caminar hacia “El Legendario”, el barco de su padre.

-¡Ben!- Gritó ella ahogada en llanto.

El dio la espalda al mar para verla correr hacia él. Ella lo abrazó… Lo abrazó fuertemente, como si de aquel abrazo dependiera su vida… Así permanecieron por minutos… El mantuvo sus ojos cerrados…Luego la separó de su cuerpo y la miró a sus ojos. Algo extraño sucedió en él, sintió que su alma se fundió a la de Adit-Estela en aquel abrazo, y sin pensarlo, como nacen las promesas de amor, pronunció aquella promesa:

-Adit… Una mañana de noviembre volveré a ti…

Quiso decir más.

Ella miró los ojos de Ben… Los ojos son la ventana del alma, y a través de ellos vio que su alma sonreía, y supo que aquella promesa se cumpliría. Sus lágrimas cesaron y ella le dijo al oído:

-Ben-Cheil, cada mañana de noviembre te esperaré sentada en esta orilla…

Él le dio la espalda y subió al legendario. Ella lo vio partir guardando silencio mientras sonreía.

Y esa noche, diez años después, mientras Ben-Cheil dormía en su camarote, Adit-Estela, a través de su ventana, miraba la luna. Eran las 12 de la medianoche del 03 de noviembre cuando cerró sus ojos mientras sentía que su alma se desvanecía dentro de ella y sus labios pronunciaron un deseo, un deseo que nació en su corazón, como nacen los deseos de amor:

-Luna, tráelo a mí.

Y la luna la escuchó, porque la luna entiende del amor, y de las mujeres que esperan ser alcanzadas por su amado. Así que la luna le coqueteó al mar. Y el mar se agitó airado, produciendo inmensas olas, como queriendo tocar a la luna. Y el cielo dejó escuchar sus reclamos, advirtiéndole al mar que aún no era el tiempo. Ben-Cheil se despertó a causa de los truenos. De inmediato sintió la braveza del mar. Le fue difícil mantener el equilibrio al levantarse. Le pareció extraño todo aquello, no había tempestades en noviembre, no en ese mar. Como pudo llegó al timón. Y la batalla empezó. Una nueva aventura, una tempestad en noviembre que seguro sería vencida por él. Ben sonreía con sus manos hábiles sobre el timón. El mar aumentaba su furor, sus olas crecían cada vez más, provocando fuertes vientos, la lluvia empezó a caer, por momentos parecía dominar el barco en medio de la tempestad, aunque levemente perdía el control, sin embargo, sus ojos mostraban tranquilidad.

-¡Es tu ira contra la mía!- Gritaba Ben excitado ante el peligro que corría. Las olas intentaban conquistar el viejo barco. Fue una inmensa ola, la más alta que Ben pudo ver en toda su vida, la que casi voltea el barco y Ben se resbaló golpeándose su cabeza con el timón. Su cuerpo calló sobre la rústica madera y su mano derecha quedó aferrada al timón. El mar se aquietó, arrullando el barco sobre sus aguas.

Como todas las mañanas de noviembre y con la misma esperanza, Adit-Estela se levantó y tan pronto como el sol amarillo se mostró a la isla, cruzó la misma en dirección a la orilla. Cuando ya llegaba, al levantar su mirada, no pudo ver la orilla como todas las mañanas. Su vista era obstaculizada por una muralla formada por una gran multitud. La mayoría de los habitantes del pueblo estaban en la orilla, frente al mar, de espalda a ella. Le pareció extraño. Su corazón tembló y apresuró su paso hasta llegar a la multitud. Se abrió camino entre ellos y ya frente al mar sus ojos vieron al viejo “legendario” atracado en la orilla. Llevó sus manos a su rostro sorprendida, miró al cielo y la luna aun permanecía en el cielo ya casi desapareciendo.

Subió al barco y junto al timón encontró el cuerpo de Ben-Cheil, su mano aun sujeta al timón. Ella la tomó y la llevó a su corazón y con su mano derecha acarició el cabello de Ben. 319 días de noviembre estuvo esperando para verlo y escucharlo, para caminar con él por la isla. Ella lloraba. Ben abrió lentamente sus ojos, con mucho esfuerzo, su visión era borrosa a causa del golpe que aun dolía. Le pareció ver frente a él al mar, la noche y la luna y escuchó una brisa matutina, una brisa de noviembre, que pronunciaba su nombre.

-Ben… Decía ella sonriendo entre lágrimas al verlo abrir sus ojos.

Él los cerró de nuevo, y casi sin aliento dijo:

-Adit… Una mañana de noviembre volveré a ti.

Ella sonrió y le dijo al oído:

-Ya estás aquí Ben, entre mis brazos, has cumplido tu promesa, es hora de descansar.

Minutos después, aquella mañana del 03 de noviembre, la multitud vio a Adit-Estela salir del barco tomada de la mano de Ben-Cheil, el aventurero. Ella sonreía erguida y sus ojos brillaban…

Un año después en aquella misma orilla Ben arrullaba en sus brazos al pequeño Ben-Adit y Adit-Estela abrazaba a Ben. Y Ben le decía al niño:

-“El mar… ¿Quien puede entenderlo? Unas veces te arrulla y otras veces te muestra su ira sin compasión…”

Adit, le quita al niño y ahora es ella quien lo arrulla entre sus brazos y ella continúa diciendo:

-“… No lo culpes hijo, el mar es solo una criatura enamorada… Que quiere tocar a su amada… Pero aun no logra alcanzarla”.

Ben dio unos pasos al frente, y sus pies descalzos fueron bañados por el mar y con una sonrisa pícara en complicidad con su amada metió sus manos al agua diciendo:

-Sigue buscándola amigo, sigue levantando tus olas con violencia, tal vez un día logres tocarla…

sábado, 20 de septiembre de 2008

MI DESTINO...

Mis pies cansados llegaron a ti, mi punto de partida y mi regreso. Mi memoria desgastada despertó y te reconocí al instante y en ti me desconocí.

¿Quién soy? Pregunté al verme desnudo.

El viaje ha sido largo y en tu presencia sospecho que aun me falta mucho.

Una vez más fuiste mi punto de partida, y algún día volveré a ti. Pero no será como este día. Será una mañana de noviembre, para mí será noviembre.

He guardado tu voz en mi equipaje, esta vez he retratado el destino que vi en tus ojos. No quiero olvidar tan hermoso destino.

Atrapé en mis manos lo que me permitiste tocar y el sudor que provocan los días calurosos en el desierto no podrá borrar lo que he tocado.

Ese día en tu presencia un ave me enseñó una canción que mi corazón no olvida, y yo canto junto a mi corazón las noches de frío, mientras mi mirada reposa en la luna, esa luna que dibujaste para mí, esa luna que refleja la luz de tu mirada. Un ángel me dijo un día que miran la luna los enamorados, sonrío mientras la miro porque descubro que me has enamorado porque eres mi destino.

Inventé mil caminos para volver a ti, y en ti descubrí que solo necesito quedar sin caminos.

¿Se puede ser peregrino sin caminos?

“Se puede”, me dijo el viento que no deja rastro, ni conoce veredas. “Se puede” hoy me recuerda… “Solo es peregrino quien no tiene caminos… Aquel que partió de un lugar que es su destino…” Y descubro que un día el viento partió de tu presencia y la busca incansablemente por cada rincón de la tierra. He decidido callar los días de viento recio, he aprendido a escuchar en él las voces de los peregrinos que anduvieron por aquí. Y cuando el viento pasea tranquilo a mi lado le cuento mis andanzas… Tal vez un día alguien las escuche.

En tu presencia respiré tu aroma, y sigue siendo real… Aun respiro tu aroma cuando el cielo anuncia la lluvia, tú perfumas la tierra, y luego te siento mientras la lluvia cae, mi sed por ti aumenta en esos días.

En tu presencia mi corazón ardía, hoy entiendo que ardía porque hablaba contigo, y siento que mi corazón se quema las madrugadas silenciosas… Ese silencio despierta mi corazón porque es tu ausencia que le habla… Por eso los valles no me detienen, en ellos se esconde el eco de tus silencios… Tus silencios más antiguos… Y no siento temor en ellos.

Al mediodía el sol no me fatiga, no puede quemarme, mi alma te recuerda sonriendo al mediodía… Recuerda el calor de tu presencia, con el que me arropaste depositando en mi alma el dulce sabor del hogar… Tú eres mi hogar… Por eso, donde esté, seré un extranjero. Un mediodía una semilla me contó que no importa la tierra en la que sea sembrada, ella saldrá buscando el calor del sol y apuntará hacia su hogar. Cuando camino por los bosques solitarios veo los árboles… Ellos me recuerdan dónde está mi hogar y entiendo por qué bailan cuando el viento pasa entre ellos… El viento les canta tu canción… La misma que me enseñó aquella ave... “Aun hay esperanza...” canto mientras camino…

Y entiendo que la esperanza es el ángel de todo peregrino… Un día mi ángel abrirá una puerta y cruzaré por ella para encontrarte de nuevo… Esta vez para siempre… Mientras llega el momento seguiré caminando… Seguiré cantando… Escuchando el viento… Mirando la luna… Sintiendo el calor del mediodía… Observando los árboles… Y un día en ti no seré más peregrino… Tendré un nombre… Serás mi regreso y no habrá más partidas…

Anhelo ese día, cuando mi identidad escondida en ti será grabada en mí… Mientras tanto sigo siendo peregrino…

viernes, 19 de septiembre de 2008

UNA MUJER CON CORAZÓN DE NIÑA (DEDICADO A KEILA O. HARRIS)

“El temor más grande de un escritor es no ser leído jamás”.

No recuerdo dónde, pero leí esta frase hace casi un año. No me considero escritor, pero me gusta escribir, lo hago desde muy niño. Recuerdo que mi primera “obra” fue una novela corta de suspenso, luego escribí un cuento en el que relataba la historia de un niño que tarde tomó la decisión de conquistar la amistad de una niña, de allí nació mi frase de que “la vida no es corta, sino que muchas veces, perdemos tiempo…”

Al pasar los años he creído necesario compartir algunos de mis escritos, pensando que es una forma de aportar algo a favor del bienestar colectivo. Convencido de esto he luchado por publicar algunos artículos en ciertos lugares y en ocasiones he corrido con la suerte de lograrlo. Hace meses atrás navegando por la red buscaba un medio para publicar descartando la posibilidad de publicar un libro…

En mi búsqueda e intentos tropecé con una noticia. Se trataba de una joven que firmó contrato con una importante editorial, me detuve a leer la noticia. Al final de la noticia había un enlace hacia la Web personal de esta joven quien en su sitio oficial regalaba la oportunidad de leer el primer capítulo de su más reciente obra para entonces.

Me gusta leer, lo hago a diario, pero pocas obras logran realmente atraparme. Me bastó leer ese primer capítulo para saber que se trataba de una verdadera obra literaria. Pienso que cuando un escritor gana la suerte de ser leído por alguien debe presentar algo que valga la pena, pues solo de esa forma honra el tiempo del lector. Ella honró mi tiempo, valió la pena detenerme a leer.

Leerla provocó en mí corazón una llama que he intentado apagar durante cierto tiempo. A raíz de ciertos prejuicios, que forman parte de la cultura que una vez me rodeó, he sujetado cierta pasión en mi estilo natural al escribir, he levantado murallas para mantener ocultos algunos de mis artículos y me he negado a buscar ciertas oportunidades. Aquella mañana después de leer la noticia y el primer capítulo de una gran obra y paseando entre las veredas del sitio oficial de esta joven muchos argumentos se debilitaron.

En su Web seguí el enlace que me llevó hasta su blog, y pude apreciar su sencillez en cada uno de sus post.

Me permití soñar por un momento, motivado improvisé un blog, tomé su correo electrónico y le envié una invitación a visitar mi blog. Fui sorprendido por su respuesta. Uno piensa que los escritores no atienden cartas de locos soñadores. No se trataba de una respuesta automática, o de un frío “gracias, a la brevedad posible atenderé a tu solicitud”… Ella había visitado mi blog y tomó unos minutos para responderme, además de un caluroso y personal saludo, de una forma modesta y exageradamente educada, me permitió recibir de ella algunos consejos, alimentando así mis sueños. Al leer su respuesta sospeché la fuente de su talento y la razón de su ascenso en el viaje al éxito.

Hoy sigo visitando su blog. Reflexiono con cada una de sus divagaciones, quedo en silencio y medito con cada extracto de sus obras, aprendo de sus consejos, crezco con sus críticas, me motivo a indagar cada obra que recomienda y cada autor que menciona. Y a lo largo de estos meses he descubierto que mi sospecha fue cierta (sobre todo después de mirar su sonrisa en una foto publicada en su facebook). Ella es mucho más que una escritora, es una mujer con corazón de niña, y solo alguien como ella puede entender a locos soñadores como yo.

Debo agradecerle, pues hoy estoy inmerso en una nueva aventura… Hoy juego a ser bloguero, y gracias a este serio juego he podido conocer muchos hombres y mujeres con corazón de niños, ha sido un aporte en la caída de las cadenas del prejuicio que ataron mis sueños, sueños que siguen creciendo y que cada día son más reales… Hoy tengo un blog y existe gracias a ella, y no exagero. Y no solo se ha conformado con haber respondido a mi correo, se ha dado a la tarea de alimentar mi ego y hacerme creer fantasías.
Gracias Keila, tu corazón de niña es un tesoro, y aunque muchas veces juego a ser un pirata, no pretendo robarlo. Me basta con saber y sentir la satisfacción de que un día navegando por un mar lo descubrí; es que navegando por muchos mares, vestido de pirata, he descubierto que no todos los tesoros existen para robarlos, algunos están para observarlos y sorprenderse a diario al mirar la luz que sale desde sus centros…

martes, 16 de septiembre de 2008

NIRBEHT, UN CUENTO PARA MIS NIÑOS...

A continuación presento un resumen de un cuento que dedico a mi héroe, mi único numero dos y mi niña…Y a todos aquellos que tienen la virtud de ser adultos con corazón de niños…

En tiempos antiguos existió un pueblo llamado NIRBEHT. Sus fundadores lo construyeron a fuerza de esperanzas y sueños, convencidos de que el único propósito de vida que tenían era forjar las bases para el destino de sus descendientes…

Cada mañana se levantaban y después de agradecer a Dios por el día que comenzaba susurraban al viento sus más profundos deseos para sus descendientes, el viento los recogía como profecías y danzaba por toda la tierra al ritmo de aquellos deseos. Luego de este ritual cada habitante se ocupaba de sus tareas, las cuales realizaban con esfuerzo y la mentalidad de que cada obra de sus manos sería trascendental…

Por las noches una tímida lluvia rociaba la tierra anunciando paz para el siguiente día, el cual iniciaba con la presencia de un astro siempre frente al pueblo, que proyectaba su luz ubicando las sombras a espalda de ellos…

Pero un día, nadie recuerda el día exacto… Una bruja se apoderó del pueblo, ocultándolo entre densas tinieblas, no era el manto de la noche, pues la luna no volvió a verse. Eran tinieblas de confusión… Los habitantes olvidaron a sus ancestros y las historias y profecías que habían sobrevivido en las danzas del viento, que no volvió. Olvidaron también el amor convirtiéndose en esclavos del odio y el egoísmo…

Así transcurrieron los años y un día nació un niño a quien sus padres llamaron Moghara. Este niño pertenecía al linaje de Ramshug, pero los habitantes habían olvidado sus linajes…Sin embargo la bruja escondía el libro de los linajes y el de las profecías que el viento había contado a cada generación. Solo la bruja conocía el destino del niño y por temor a su destino lo convirtió en un dragón… Los habitantes del niño tomaron al dragón y lo echaron al mar pensando que el mar acabaría con la criatura, pero el mar lo arrulló con sus olas y lo llevó al otro lado, a un bosque en donde vivió por muchos años…

El dragón olvidó que fue un niño, olvidó también que había vivido en Nirbeht… A cierta edad decidió no volver a la orilla del mar, pues junto a ella se sentía extraño. Le parecía que el mar intentaba hablarle, le hablaba en un lenguaje que no podía entender… Lo mismo le sucedía con la brisa de la mañana y la lluvia por las noches… En ocasiones su corazón ardía y sentía que le hablaba en el mismo lenguaje del mar, del viento y la lluvia, cuando esto sucedía el dragón respiraba profundo y con toda su fuerza expulsaba las palabras del corazón por su boca, las que salían en forma de fuego, de esa forma lograba callarlo y evitaba sentir el molesto calor que las palabras del corazón generaban en su interior.

Lo más cercano a un hogar era su cueva, allí permanecía de noche para no ser tocado por la lluvia y salía al mediodía después que el viento danzaba por el bosque.

Mientras Moghara permanecía en su cueva por las noches, una linda princesa se paraba frente al mar para escuchar su canto y sentir la lluvia… Su nombre era Newhra… Ella vivió en Nirbeht hasta la adolescencia. La bruja decidió desterrarla al bosque porque ella tenía la capacidad de entender el lenguaje de la naturaleza… En el bosque Newhra pasaba todas las mañanas frente a la cueva del dragón, sin sospechar que estaba habitada.

Una mañana Newhra observó una luz dentro de la cueva. La luz era producida por las llamas que el dragón botaba de por su boca intentando callar nuevamente su corazón. Y por primera vez ella decidió entrar a la cueva. El dragón sintió su presencia en la cueva y en segundos ella estaba frente a Moghara.
Él la observó un poco asustado, ella era una criatura extraña, creyó que jamás había visto nada igual, pues no recordaba que una vez fue un niño, los ojos de la criatura frente a él lograron llamar su atención y los observó fijamente, eran como un retrato del bosque… Ella también estaba sorprendida frente a él, y Moghara pudo notarlo, pensó que era por su horrenda apariencia… Sin embargo, ella estaba sorprendida por no poder creer lo que estaba viendo

-Eres real…- Dijo ella, y el dragón no pudo entender el lenguaje de la princesa, era el mismo que hablaba el mar, el viento y la lluvia, el mismo de su corazón.

-Todas las noches- continuó diciendo-el mar me habla de ti… Me cuenta que un día te tuvo entre sus olas y te trajo a este bosque, la brisa de la mañana me ha contado que un hace siglos Ramshug uno de los fundadores de Nirbeht le habló de ti, de tu nacimiento y propósito… Tu no eres un dragón… Eres un príncipe…

Estas últimas palabras despertaron el corazón del dragón, quien comenzó a sentir una llama dentro de él. Pero no quería expulsar fuego por su boca, no delante de aquella hermosa princesa.

Ella llevó su mano derecha al pecho del dragón y le dijo:

-No sigas callando tu corazón, escúchalo, tu conoces su lenguaje… Tú tienes un destino… No naciste para vivir en una cueva… Del otro lado del mar hay un pueblo que espera por ti… Por nosotros… Tienes un nombre…

La princesa mantuvo su mano derecha en el pecho del dragón y con su mano izquierda acarició el rostro de él y él sentía que su corazón estallaría en fuego en cualquier momento… Y ella con dulzura susurró su nombre al oído:

-Tú eres Moghara…

El dragón cerró sus ojos para soportar el calor que ahora era más intenso… Al abrir sus ojos ya no tenía el aspecto de un dragón, era un príncipe, un ser humano… Al instante recuperó su memoria… Recordó su corta niñez en Nirbeht, recordó cada rincón del pueblo…

Moghara y Newhra se tomaron de la mano y salieron de la cueva… Una brisa los recibió y escucharon juntos las profecías que los unían desde tiempos antiguos… Caminaron a la orilla del mar y al llegar el mar rindió sus olas a los pies de los príncipes y cantó la misma canción con la que arrolló años atrás a Moghara, él la escuchó con sus ojos cerrados:

“Eres un príncipe, aunque hoy parezcas un dragón… Nadie podrá separarte de tu destino, un día abriré para ti el camino, y volverás a Nirbeht… volverás porque eres un príncipe aunque hoy parezcas un dragón… Volverás de mano de Newhra… No llores Nirbeht… Aun hay esperanza… El niño volverá… Porque él es un principe…”

Al abrir sus ojos el mar se había separado abriendo un sendero entre sus aguas, por el cual Moghara y Newhra caminaron sonriendo… El sol iba frente a ellos proyectando las sombras a sus espaldas… Al pisar la orilla de Nirbeht el sol permanecía frente a ellos y el pueblo se iluminó… Una brisa sopló y paseó por las calles del pueblo abriendo las ventanas de cada aldea y entrando en cada una de ellas, así todos los habitantes iban escuchando las profecías de sus antecesores para ellos… Las cadenas del odio y el egoísmo cayeron. Al instante la bruja apareció frente a los príncipes y una luz salió de sus manos unidas… Era la fuerza del amor… Aquella luz la arropó y la bruja desapareció frente a ellos.

El pueblo se reunió frente a los príncipes y cada uno pudo entender que una nueva era comenzaba para el pueblo… Juntos cerraron sus ojos y susurraron palabras al viento que ya iniciaba su danza. Ese día después de muchos años la noche calló sobre Nirbeht… No eran tinieblas, era el manto de la noche que los cubría… Esa noche todas las miradas se encontraron en la luna, las miradas de los habitantes del pueblo, las miradas de sus príncipes, y la de sus antepasados… Mientras una tímida lluvia anunciaba paz para el siguiente día…

viernes, 12 de septiembre de 2008

YO TAMBIÉN PUEDO SENTIRTE DIOS... (DEDICADO A MI HEROE)

-Papi cuéntame una historia…La del principito… ¡No, mejor la del Dragón!

Era una noche fría, llovía a cantaros, son de esas noches perfectas para mí, noches para escribir o descansar, el día agotador…Pero la voz de mi hijo quiebra mi alma, él consigue de mí lo que quiere con solo decirme “papi”.

Lo miré con picardía creyendo haber encontrado un atajo. Fijé mi mirada en sus ojos y con un tono de voz muy bajo le dije:

-Hijo, hoy no voy a contarte una historia… Hoy te diré un secreto…

-¡Me gustan los secretos papi!-Interrumpió emocionado.

-A mí también me gustan hijo… Presta atención… Cuando llueve es Dios que quiere hacerse sentir, quiere que le toques para que te des cuenta que siempre ha estado contigo, quieres que le sientas para que las dudas huyan de ti. ¿Entiendes?

-Sí, papi.

Sonreía como quien ha encontrado un tesoro después de navegar toda una vida buscándolo.

Apagué la luz y un trueno se dejó escuchar sin ninguna timidez.

-Papi, prende la luz- Me dijo antes que me diera tiempo de salir de la habitación.

-¿Sientes miedo?

Asintió de inmediato con su cabeza. Y pensé en lo valiente que es un niño para reconocer sin prejuicios sus miedos. Me senté a su lado y lo senté en mis piernas, luego le dije:

-Los antiguos griegos pensaban que si mirabas un punto de la mano con tu mano izquierda y depositabas allí tus miedos y luego los apuntabas con este dedo (tomé el índice de su mano derecha) los miedos desaparecían. (Tuve que resumir la historia por mi cansancio y por hacerla más sencilla para él)

Miró de inmediato la palma de su mano derecha y sonreí mientras lo vi tocando un punto de su mano con su índice.

-Papi, ya no le tengo miedo a los truenos.

“Problema resuelto”, pensé. Mientras reflexionaba brevemente en lo sencillo que es para un niño creer.
Antes si quiera de levantarme de la cama me dijo:

-Papi, quiero ir afuera un momento para tocar la lluvia.

Quise negarme, pero ya saben, pronunció las palabras mágicas.

Lo tomé en mis brazos y salimos al porche, extendió sus manos y la lluvia las mojó al instante.

Lo vi cerrar sus ojos y escuché que susurró:

-Gracias Dios, puedo sentirte Dios…

Mi corazón saltó, mis ojos se empaparon de lluvia, solo guardé silenció y abracé a mi hijo, una vez más lo hizo… Lo abracé más fuerte y cerré mis ojos mientras susurraba desde mi corazón:

-Gracias Dios yo también puedo sentirte.

jueves, 11 de septiembre de 2008

UN ESPACIO ABANDONADO...

Hace un par de días mi ángel me sorprendió al encontrar un espacio que no recordaba haber abierto hace algunos años atrás. Leí mi perfil y reí a carcajadas, no por mis intereses allí plasmados, siempre han sido los mismos. Mi risa la originó mi auto descripción. Comenzaba diciendo: “Soy un líder cristiano…”
Reflexioné junto a ella en cómo he creído conocerme. En ocasiones e tenido un concepto muy elevado sobre mí, muy distante a lo que soy, y muchas veces ella dice que me veo de forma muy negativa. Yo digo que ella quiere verme mejor de lo que realmente soy.

Creo que tal vez aun no logro conocerme, y sospecho que solo podré descubrir mi identidad en la medida en que mi relación con Dios se estreche y le conozca a Él. En Él está escondida mi verdadera identidad, una razón más para continuar a su lado, un aspecto más de Él que me enamora.

Así que si alguien me pide que me describa, le diré que solo soy alguien que busca su identidad. Tal vez un día pueda decir quien soy, mientras tanto no quiero escribir algo que al leerlo en dos años me cause un ataque de risa y un poco de vergüenza. Solo puedo decir hoy que soy alguien que se sorprende a diario mientras intenta conocer a un Dios que mira al hombre con ojos de gracia. Y si algo definitivamente no soy eso es un líder cristiano. Mis intereses puedo resumirlos en los siguientes: vivir, amar, leer, escribir y soñar.

martes, 9 de septiembre de 2008

TU MIRADA, TU SONRISA, TU SILENCIO...

Una lluvia nos susurró la bendición de Dios, y nos invitó a soñar, a vivir nuestra primera vez.


Tú sonreías y la ciudad se iluminaba. Tu mirada despertaba una ilusión para toda la vida y nuestras manos se unieron para caminar juntos hacia el futuro con una promesa compartida. Apostamos el uno por el otro sin temor a perder, esa opción nunca estuvo entre las nuestras.


Mientras el mundo giraba distraído, tú y yo deteníamos el tiempo humillándolo bajo nuestros pies. Nuestras soledades se unieron y observaron juntas en silencio el juego de dos amantes que dibujaban la luna en cuatro paredes y le mostraban al amor su lecho.


Cerramos los ojos para concentrarnos y mirarnos mejor. Desnudamos nuestras almas para abrigarnos y todo tuvo sentido. Fijamos nuestros temores en las palmas de nuestras manos y los disipamos con los dedos.


Mi independencia perdió sentido. Te adueñaste de mi aliento y yo del tuyo. Entregamos nuestros cuerpos en homenaje al amor, y una vez más, prometimos no deshonrar al amor, a nuestro pasado, a la vida que apenas nacía. Y la pasión soltó las riendas con las que la sujetamos por años. Y bailamos al ritmo de una canción hasta entonces desconocida, una melodía que hicimos nuestra, cuya letra solo entiende el corazón.


Armamos juntos un rompecabezas, que nos reveló un mapa, que nos guió a una isla y la llamamos la gloria. Y allí reposamos. Juramos que la vida no sería corta, que no perderíamos jamás el tiempo, que ahora era nuestro.

Reímos mientras trazábamos puntos en nuestro pasado, siempre lo hicimos, solo que ese día era más placentero descubrir que teníamos razón: no se puede huir de quien es tu destino. Alabamos la fuerza del amor que nos mantuvo cerca en la distancia.

Te prometí que no habría paredes blancas entre nosotros. Y tú me miraste, solo me miraste en silencio mientras sonreías. Tu mirada, tu silencio, tu sonrisa, un trío perfecto que aun logra sacar lo mejor de mí…

viernes, 5 de septiembre de 2008

UN DÍA DE ESTOS ATRAPARÉ EL ECO DE TU VOZ…

Oigo el eco de tu voz, que se quedó junto a mí aquella mañana, y mi corazón se agita como un niño cuando oye la voz de su madre ausente algunos días.

A veces necesito escuchar tantas cosas, que atiendas a mis por qué. A veces hablo con el silencio y me responde en el eco.

Pudiste decir tantas cosas aquella mañana, pero no habría sido perfecto.

Me sorprendiste y enmudecí.

Tanto tiempo deseando ese momento sin saberlo. Creí que había mucho por decir. Sí, yo tenía mi discurso en un bolsillo, ya sabes que me gusta estar preparado siempre. Pero una sola palabra salió de tus labios y lo único que pude hacer fue callar y buscar tus ojos para mirarte… aun sigo buscándolos. Me dejaste tomar tu mano, y lo hice con timidez porque era un niño ante tu voz. Aun siento tus dedos entre los míos aunque no veo tu mano. Aun refrescas mi alma con el aroma de tu aliento.

Me enamora seguir la melodía de tu voz grabada en mi corazón.

Tu voz, un día la escucharé de nuevo… en otro lugar, en otra vida… En una que inventaste para mí. Sueño con ese lugar, deseo esa vida.

Mi nombre, fue todo lo que escuché en tus labios. Y juré morir por escucharlo de nuevo, pero me ofreciste vida. Mi nombre en tus labios y olvidé mil preguntas… Colgué mi alma en tu corazón, y colgaste tu alma en el mío. Y puedo sentirte cuando te busco, y quiero buscarte cuando te siento.

Me imagino frente a ti escuchando tu voz de nuevo y ya no quiero escribir un discurso, no te rías, sé que no podré leerlo.

Es que tu voz me enloquece y me hace sentir que quiero ser diferente… Que quiero ser tu esclavo porque mi libertad está en tus labios… Que quiero recorrer un solo camino porque no hay otro que me lleve a ti… Que quiero solo tu aventura porque sacias mi sed.

Es que tu voz me enloquece y me hace construir deseos diferentes… Que sigas escuchando mis secretos y leas más allá de mis letras… Que llames mi atención con tu distancia cercana… Que acaricies mi alma con tu silencio que abre la puerta al eco de tu voz… Que alimentes mi niñez para seguir burlando los prejuicios, para así pensar que no te veo porque jugamos al escondite y seguir contando y salir a tu encuentro.

Es que tu voz me enloquece y me hace sentir que vuelo sobre el lomo de tu voz hacia un mundo nuestro… Un mundo que está en mi corazón, donde está tu alma…Un mundo donde los temores lucen como payasos de circos y motivan mi risa… Un mundo donde todo es posible y la vida no es corta.

Oigo el eco de tu voz y nace un juramento que es tuyo y es mío: Un día de estos atraparé el eco de tu voz con mis manos…

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MAS VALE TARDE QUE NUNCA...

Han pasado algunos días, pero lo he tenido presente y aun la emoción está latente. He dado gracias en secreto, hoy quiero hacerlo público.
Hace día TSN me extendió una invitación para publicar algunos artículos en su espacio, esto para mí ha sido muy importante y motivador. Es una oportunidad para escribir en otro tono, aunque con mi humilde estilo que por cierto luce opcaco en medio de tanto talento. Si no me equivoco fui invitado al mismo tiempo que Guillermo (así que brother te nombro mi hermano mayor en ese mundo, jajaja).
Gracias al equipo de escritores que me reciben en TSN, que le han dado vida a ese lugar con interesantes artículos. Gracias a la niña que me invitó a jugar. Gracias a los visitantes que han comentado mi primer post. A continuación posteo en este lugar mi primer artículo en TSN, y al final encontrarán el enlace para aquellos que aun no han visitado el sitio. Los invito a echarle un vistazo, van a chocar con información redactada por personas con manos talentosas en extremo y con un conocimiento deseable. Disfruten su estadía... Antes de despedirme debo dejar que mi niño pegue un grito que ya no puedo callarle: "¡Soy un hijo de la gran ruta!!!!!!!!
AYER UNA NIÑA LLORÓ…

Dedicado a dos niñas, una de seis años que le dio su amor a este niño, y otra de tres que me ha prestado papel y lápiz para pintar.

Apenas una niña, seis años cuando sus ojos lindos observaron a su padre salir por la puerta para no volver jamás. Seis años cuando su llanto comenzó… Y ayer la vi llorar de nuevo.

Aun cuando han pasado 20 años y logró recuperar a su padre, sigue doliendo la ausencia paterna en su niñez, siguen doliendo las explicaciones. Y créanme ayer también me dolió, también lloré… Lloré porque la vi llorar, porque la escuché… Escuché a esa niña que ella a los seis años colgó junto a sus muñecas. La abracé mientras, entre llantos, su tierna y herida voz me dijo:

- La iglesia me quitó a mi padre…

No mi niña linda, no fue la iglesia. Yo acariciaba su cabella sin decir nada… Y cubrí su rostro con mis manos, besé su frente. Intenté, inútilmente, secar sus lágrimas.

- Dios no puede darte un padre para luego quitártelo, sea como sea él era mi padre, él es mi padre.

Su voz temblaba y mi espíritu también. Mírame a los ojos niña, sabes que no puedo mentirte, no fue Dios, no el Dios que conozco, Él es amor, y sabe amarte, sabe hacerlo mejor que yo.
Irónico, él mismo año que sus padres dijeron haber conseguido el camino al cielo su padre se marchó de su lado con explicaciones confusas, tal vez muy profundas para una niña de seis años y quizá explicaciones que no eran más que una completa estupidez. ¿Cómo saberlo con certeza cuando se tiene seis años?...

Ella solo entendía que papi no estaba en casa para cuidarla, para peinar su cabello, para contarle historias antes de dormir, para cargarla en sus hombros y pasearla por el hogar. Que no estaba en casa para cantarle su cumpleaños feliz, ya ni eran cumpleaños, solo años que pasaban sin él. La casa estorbaba, el cielo también, y aquel camino que decía llevar al cielo era un infierno sin él.
Aquel año sus padres descubrieron a la luz de la Biblia que la relación que llevaban era adulterio, pues su papá estaba casado con otra mujer cuando conoció a su mamá. Aunque llevaban años unidos no pensaron antes en el matrimonio, eran concubinos y adúlteros. Y a la luz de las lámparas de una construcción a la que llamaban iglesia descubrieron que si alguno de ellos quería “servir” a Dios en el “ministerio” no había otra salida que la separación. Que él se divorciara y se casara con su madre no era una opción válida en aquella congregación ni para la organización que avalaba a la “iglesia”. La separación era lo mejor. Eso decían.

Tras la separación no era conveniente que a su padre lo vieran llegar a casa para visitarla, había que cuidar el testimonio, al poco tiempo su madre era pastora y no convenía que se pensara que era adúltera, eso podía costarle su credencial, su ministerio, y al parecer eso era mucho más importante que el dolor de una niña. Pero no es así mi niña, no lo creas, tu eres más importante…

Y así pasó el tiempo, así se pasó la infancia, pasó la adolescencia. Ella obligada a someterse a la voluntad de una organización, de una directiva, de cuatros paredes que, decían, era la iglesia, a la voluntad de una pastora que una vez fue su madre. Crecía preguntándose por qué diablos tenía que ser parte de una “iglesia” de la cual su padre no podía ser parte, pero ¿A quién le importa las preguntas de una niña de seis años?... A mi cielo, a Dios, sí, al Dios que conozco…

Hubo escasas llamadas, sin que mamá y la iglesia se dieran cuenta. La niña siempre preguntó “papá, por qué no puedo estar contigo”. Pero las respuestas eran profundas, mejor no responder… Qué estupidez.

Aprendió a sonreír sin querer hacerlo… A dar la mano y decir “Dios te bendiga” cuando la vida era una maldición para ella… A aplaudir para que dijeran que adoraba a Dios, aprendió el lenguaje de la iglesia para que mamá demostrara que tenía control sobre su casa, aprendió a callar sus preguntas para que no dijeran que estaba poseída por un espíritu de rebelión… A repetir frases con sus ojos cerrados, total que más daba.

Con el tiempo obtuvo hasta un certificado teológico, fue el logro de tres años y medio de estudios y unos 16 años suprimiendo los deseos de ver a su padre.

Pero 20 años después decidió mandar todo a la basura. Y buscó a su padre, y decidió luchar a muerte contra la religión. Lo abrazó, lo amó. Y su amor rompió todas las mentiras. Su padre lloró y comprendió, pidió perdón, su madre también pidió perdón.

Aun así, ella ayer todavía lloraba, es que aun hay preguntas que la niña hace, porque aun hay lamentos.

Mi niña, ayer yo también lloré cada lágrima tuya, lloré mientras dormías, y fui niño también, al verte rendida cansada de tanto dolor, y este niño gritó mi pregunta en silencio para no despertarte.

¿Podemos llamar iglesia a instituciones que dañan con sus dogmas la inocencia de nuestros niños? Y hablo del niño y la niña que todos llevamos dentro y lucha por conservar la inocencia
Perdonen la pregunta, es que a veces no puedo callar a este niño…
Tomado del blogs http://www.teologiasinnombre.blogspot.com NO DEJES DE VISITARLO!!!!!

martes, 2 de septiembre de 2008

DUELE...

Duele tu ausencia; duele porque golpea mi alma, porque lastima mi corazón. Por los pocos recuerdos que pude construir contigo, por no haber tenido más tiempo. Duele desear un día más.
Duele buscar tu voz en los rincones de mi memoria. Que tus palabras hayan sido pocas, duele no haberlas entendido todas, no haber aprendido tu lenguaje.

Duele no cumplir mis planes contigo, aquellos que nacieron con tu primer llanto; duele y lloro, no puedo evitarlo, mi dolor no se distrae, no quiero distraerlo.

Duelen los juegos que inventaste, que eran nuestros. Duelen los secretos que guardaste y se quedaron contigo, y aquellos que no escuchaste.

Duele buscar tus manos y ver las mías vacías, duele sonreír sin ti cuando sonrío por ti.
Hoy me dueles, y este dolor me embriaga, empaña mis ojos, opaca mi alma.

Duele saber donde estas y no poder llegar a ti, duelen las fronteras inclementes, la lógica irracional, las mentiras ciertas. Duele el futuro inexistente, los abrazos pendientes.
Duele soñar que te sientas en mi cama, a mi lado, y me dice “papi” después de un beso. Duele porque despierto con tu ausencia.

Duele la música los sábados en la mañana, las noches que no hacen pacto con el sueño.

Duele el abrazo pendiente, las velas que no apagas, los caminos sin ti. Duelen mis deseos que no puedo desear, y que deseo tanto poder hacerlo.

Duele pensar que si pasas por aquí conocerás mi cobardía, duele saber que no pasarás.

Duele obligarme a no dejar correr mi llanto algunos días.

Duele escuchar que algún día te veré. ¿Por qué tiene que ser algún día? ¿Por qué no puede ser hoy?

Duelen los cuentos que son tuyos, que se quedan en mis bolsillos. Duele amarrar mis caricias para ti. Duele no poder espantar este dolor.

Duele creer que es mejor no hablar de ti, duele hablar de ti y no querer escuchar preguntas.

Duele buscar consuelo, vestirme de fuerte. Duele cerrar mis ojos para mirarte, duele buscar en mi memoria para encontrarte. Duele caminar para no llorar, duele no poder guardar una lágrima al volver. Duele amar este dolor, porque es tuyo.

Duele que tu ausencia no escuche mis gritos, duele no poder quitarle el espacio que es tuyo.

Duele luchar contra la muerte y ser vencido.

Duele no poder seguir escribiendo.

Duele saber que un ángel vendrá a mi favor o tal vez en contra… Porque ataca mi dolor...