Decidí tomarme el día para cruzar el puente rumbo a mi querida ciudad de Maracaibo. Hacía ya casi un año que no la visitaba.Mi destino, la placita del sector 14.
Solo quería sentarme un rato en aquella placita, así lo hice. Me senté en uno de los banquillos.
Puertas se abrían, gente a trabajar, niños a jugar. Amas de casas apagando la temprana sed de sus jardines. Ancianos ocupando alguno de los banquillos con sus diarios en mano. Balones de fútbol rodando. Nada había cambiado, así lo sentí.Desde el banquillo miré a la casa número 07, y solamente mirarla me hizo suspirar.
En el frente de aquella casa un niño lanzando una pelota de goma contra la pared, un pequinés detrás de él observándolo atentamente, corriendo hacia la pelota cuando esta escapaba de las manos del niño. El niño libre y despreocupado.
Detuvo la pelota en su mano al mirar la casa del frente, de donde salía la niña más hermosa que para él existía. Sentí su corazón acelerarse y su inútil esfuerzo por no mostrar la sonrisa de su alma. Vi a la niña pararse frente a él la pureza de su "hola". Y él tan tonto y torpe respondiendo sin saber que aun sonríe. La hermana menor del niño le abre el portón a la niña, y él permanece sujetando la pelota de goma como si su equilibrio dependiera de eso, sonriendo todavía, viéndola atravesar el frente de la casa hasta el interior de la misma.
Y yo en el banquillo sonriendo.
El niño soltó la pelota de goma y entró a la casa, luego de un par de minutos salió con una historieta en sus manos. Salió a la placita y se sentó a mi lado, leímos juntos a "Elías el Profeta de Fuego, Ilustrado para niños". Vi a su padre llegar por una de las veredas, él cerró su historieta y corrió hacia su padre. Le abrazó y su padre lo cargó en sus brazos hasta entrar a la casa.
Adentro su padre terminaría de leerle su historieta, y el niño preguntaría cosas que solo un niño se atreve a preguntar. Al mediodía almorzaría en familia y el resto de la tarde disfrutaría de cosas tan sencillas, cosas que solo un niño disfruta. Amando la casa que algún día extrañaría, respirando el aroma del hogar que siempre necesitará respirar, sintiendo la seguridad que solo los padres pueden brindar y que solo un niño puede percibir. Por la noche él, sus dos hermanas y sus padres irían al pequeño templo donde al llegar se arrodillará en el altar y hará la oración más simple que un mortal puede realizar, aun así es una oración que solo un niño puede hacer y a veces pienso que oraciones como estas solo un niño puede entender: "Dios solo quiero ser tu amigo".
Y yo en el banquillo pensando, sonriendo y supe que a veces para sonreír solo necesitas recordar, algo tan sencillo. ¿Por qué es tan difícil ser sencillos?
Yo en el banquillo viendo a un niño que solo yo podía ver. Olvidando por un instante lo complicado de la vida, necesitando ser niño otra vez... Extrañando a mis padres. Queriendo sentir seguridad, intentando respirar aquel aire que necesitaba, tratando de formular una oración, una sencilla oración, una oración que solo un niño puede formular.
Pude quedarme más tiempo sentado, pero pensé que ya era suficiente. Además, decidí visitar a mis padres. Así que nuevamente crucé el puente, no rumbo a casa, sino a casa de mis padres.
Llegué al atardecer al pueblito donde ellos viven. En el camino imaginé cómo sería mi vida ahora si a los 17 años de edad me hubiese quedado con ellos allí. Aquel pueblito que en mi adolescencia me pareció tan aburrido y pequeño ahora se hacía grande e interesante. Toda esa fauna y flora, la gente que te sonríe apenas entras, los niños jugando en las calles sin percibir peligros, la plaza del centro llena de adolescentes que ríen a carcajadas, que se regalan caricias sinceras... Me sorprendí extrañando un pueblo que solo me vio tres años.
Pasé frente a la institución educativa donde culminé mi bachillerato y sonreí. Recuerdos golpearon violentamente mi mente, golpes gratos. Y me reí de mi mismo, de cómo llegué a temblar horas antes de un examen de Física, de cómo en esos momentos creía que el mundo llegaba a su fin, "si en la vida los únicos problemas fueran los exámenes de Física", pensé.
Llegué a la casa de mis padres. Ellos salieron a recibirme con un abrazo, de esos que te hacen sentir seguro. Y fue en ese momento en el que nació en mi corazón una oración tan sencilla, una oración que repito todas las noches "Dios, mañana quisiera seguir sonriendo". Me senté frente al computador de mi madre y escribí una frase para no olvidarla: "Para volver a ser niño no necesitas una máquina del tiempo".
6 comentarios:
Me ha llevado a las lagrimas este post,te agradezco mucho que compartas de esa manera.
No, no hace falta una maquina del tiempo para volver a ser niño,es cuestion de saber mirar adentro.
Tienes mucha suerte de poder regresar a un lugar donde hay mucho de ti,y donde puedes econtrarte a ti mismo.Hoy como nunca antes,yo necesito regresar tambien,a ver si le hallo sentido a tanto rompecabeza,lastima que los deseos del corazon no le den alas a la cruda realidad.
Sigue escribiendo.
Muchos saludos.
Ufff, sé a qué te refieres y de verdad lo siento. Espero un día puedas volver, y disfrutar, y sentir, y recordar pero con los recuerdos más vivos que nunca. Y algún día... (creo que es una frase que esccuchpe... Algún día tendremos alas. Saludos, mi amiga.
Yo si he regresado a ese lugar donde pase muchos buenos moentos de mi niñez bueno estos ultimos tres años voy aunque sea por quince dias y recorrer esos lugares me hacen retroceder el tiempo y vivirlos tan de cerca que parecieran que no hubieran pasado los años y es cierto para volver a ser niño no necesitas una máquina del tiempo...un abrazo amigo y ya estoy haciendo lo que me encomendaste hacer en cuanto pueda te respondo ahhh y ya te habia escrito algo sobre lo que habia visto pero no me contestaste :( espero tu mail saludotes
No se necesita una máquina del tiempo... Me gustó. Me recordó la canción "volver a los 17, después de vivir un siglo"
Saludos
Hola Patty, en unos días te respondo. Y que bueno que vuelvas de vez en cuando. Saludos. Cuidate
Hola Boris, que bueno verte por acá. Saludos.
Publicar un comentario