Despertó aquella mañana consciente de todo, de una forma extraña, confundido tal vez, mientras imágenes centellaban en su memoria a máximas velocidades; se levantó de la cama y se asomó por la ventana, la claridad golpeó sus ojos y hasta sintió que le empañó el alma… Era como si… sí, era como si acabara de despertar de un sueño de doscientos años…
Sintió como cadenas de una promesa le ataran a una libertad de otros tiempos y de un golpe una imagen se detuvo en su memoria… Era ella… La de ojos lindos y peligrosos, la de mirada profunda; ella, de sonrisa mágica, capaz de perturbarle el alma, capaz de hacerle sentir la convicción de que en algún lugar dentro de sí hay un alma… Pero, ¿quién era ella?...
Miró el cielo a través de la ventana, vio su propio rostro que parecía reflejarse entre las nubes…
“Me estoy volviendo loco”- concluyó.
“Serás mío en otra vida”. Escuchó las palabras como si alguien alguna vez la hubiera susurrado en su oído y se hubieran congelado en el tiempo hasta ese momento. Aquella voz sonaba conocida, cálida, sintió un abrazo y de repente se vio en un lugar desconocido, frente a un lago enorme, una suave brisa le acarició, podía verla, tocarla, abrazarla, parecía tan real. Sus manos recorrían el rostro de ella mientras la miraba directo a los ojos.
“Eres real”- dijo él con voz de asombro y comodidad, como si se reencontrara con él mismo perdido en algún lugar junto a la mujer que amó en eternidades…
“Lo soy”- respondió ella, y tras una pausa agregó sonriendo: “… y lo seré siempre, tú serás mío en otra vida…”.
Quiso besarla, y apenas intentó hacerlo ella se desvaneció, desapareció… Entonces supo que era un recuerdo, uno que tal vez pertenecía a otra memoria…
A mil cuadras, horas más tarde, ella caminaba, abrigada para resistir el frío, las calles parecían desconocidas, las había caminado desde su niñez, pero ese día era… era como si su niñez hubiera sido una interrupción en el tiempo y ahora de un salto recuperara la continuidad. Llevaba en el alma la sensación de quien sabe que se encuentra a segundos de su fortuna.
“Por ti creeré en otra vida…”. Esas palabras, las reconoció, se sintió envuelta por ella… Hasta entonces había vivido sintiéndose incompleta y ya iba comprendiéndolo. Se detuvo, cerró sus ojos, sonrió… Era el momento, era otra vida, supo de dónde venía ella, comprendió que aquellos sueños le pertenecían… Abrió sus ojos y allí estaba él viéndola sonreír, sintiendo aquella tormenta que había estado dormida en dos siglos, inmóviles por un segundo aventajaron el tiempo en una mirada y entonces él acarició su rostro…
“Por ti he creído en esta vida”- le dijo y un beso rompió el hechizo, su alma despertó porque ella era su alma…
Sintió como cadenas de una promesa le ataran a una libertad de otros tiempos y de un golpe una imagen se detuvo en su memoria… Era ella… La de ojos lindos y peligrosos, la de mirada profunda; ella, de sonrisa mágica, capaz de perturbarle el alma, capaz de hacerle sentir la convicción de que en algún lugar dentro de sí hay un alma… Pero, ¿quién era ella?...
Miró el cielo a través de la ventana, vio su propio rostro que parecía reflejarse entre las nubes…
“Me estoy volviendo loco”- concluyó.
“Serás mío en otra vida”. Escuchó las palabras como si alguien alguna vez la hubiera susurrado en su oído y se hubieran congelado en el tiempo hasta ese momento. Aquella voz sonaba conocida, cálida, sintió un abrazo y de repente se vio en un lugar desconocido, frente a un lago enorme, una suave brisa le acarició, podía verla, tocarla, abrazarla, parecía tan real. Sus manos recorrían el rostro de ella mientras la miraba directo a los ojos.
“Eres real”- dijo él con voz de asombro y comodidad, como si se reencontrara con él mismo perdido en algún lugar junto a la mujer que amó en eternidades…
“Lo soy”- respondió ella, y tras una pausa agregó sonriendo: “… y lo seré siempre, tú serás mío en otra vida…”.
Quiso besarla, y apenas intentó hacerlo ella se desvaneció, desapareció… Entonces supo que era un recuerdo, uno que tal vez pertenecía a otra memoria…
A mil cuadras, horas más tarde, ella caminaba, abrigada para resistir el frío, las calles parecían desconocidas, las había caminado desde su niñez, pero ese día era… era como si su niñez hubiera sido una interrupción en el tiempo y ahora de un salto recuperara la continuidad. Llevaba en el alma la sensación de quien sabe que se encuentra a segundos de su fortuna.
“Por ti creeré en otra vida…”. Esas palabras, las reconoció, se sintió envuelta por ella… Hasta entonces había vivido sintiéndose incompleta y ya iba comprendiéndolo. Se detuvo, cerró sus ojos, sonrió… Era el momento, era otra vida, supo de dónde venía ella, comprendió que aquellos sueños le pertenecían… Abrió sus ojos y allí estaba él viéndola sonreír, sintiendo aquella tormenta que había estado dormida en dos siglos, inmóviles por un segundo aventajaron el tiempo en una mirada y entonces él acarició su rostro…
“Por ti he creído en esta vida”- le dijo y un beso rompió el hechizo, su alma despertó porque ella era su alma…
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