sábado, 26 de julio de 2008

JUEVES 24 DE JULIO DEL PRESENTE AÑO (El sabor de un grato encuentro).

Cuando iniciaba mis trece años, papá y mamá tomaron una decisión no aprobada por mis dos hermanas y por mí. Nos mudamos a un pueblito nada atractivo. Viví casi cinco años con ellos en el Consejo de Ciruma.
Apenas culminé el bachillerato decidí partir del aburrido pueblito.
Mi partida incluyó un triste adiós para una adolescente que me confío su corazón y sentimientos. A quien le regalé promesas sinceras, a la que llené de ilusiones, a quien le robé besos y atardeceres. Con quien caminé tomado de la mano por las calles del pueblo. Tenía una sonrisa tierna y pura, una sonrisa que enamora. Yo la quise. Juro que la quise.
A sus quince años en la feria del pueblo esta linda adolescente fue coronada como la reina del pueblo, era la máxima expresión de la belleza en el Consejo de Ciruma, tenía un brillo en sus ojos que desnudaba su inocencia, su piel blanca como la niebla de las mañanas, su cabello tan negro como el manto de la noche, su cabello hacía juego con la inocencia de sus ojos. Un año después de haber sido elegida, ella tuvo un encuentro con Jesús, y tras su conversión un rápido ascenso entre las filas de liderazgos de la congregación donde yo desempeñaba como líder juvenil y maestro de Escuela Dominical.
Un año después de su conversión ella y yo iniciábamos una linda relación. No fue fácil conquistarla, ella decía que su primer novio sería el hombre con quien se casaría. Yo creí ser ese hombre, uno cree tantas cosas en la adolescencia.
Casi dos años después decidí partir. Confieso que desde que llegué al pueblo quería irme, sin embargo, para entonces tenía razones para quedarme, la tenía a ella y tantas cosas más. No fue el poco atractivo el que me obligó a partir, aunque ciertamente seguía pareciéndome un pueblito aburrido, "un pueblo fantasma", decía yo. Fue un "evento desafortunado", fue una herida en el alma, una de esas que uno no espera, y que te obliga a huir, creyendo que lejos del lugar donde fuiste herido podrás encontrar la cura para tu herida. Tal vez les cuente en un próximo post.
Decidí huir del Consejo de Ciruma, y me dolió decirle adiós. Pero más me dolía seguir allí. Si, fui egoísta. Tal vez cobarde.
Por un año no volví al pueblo, mi vínculo con mis padres y hermanas continuó gracias a sus visitas y mis llamadas telefónicas. Luego de un año comencé a visitarlos, entrando de nuevo al pueblo, pero llegaba a casa y permanecía encerrado. Llegué a preguntar por ella en algunas ocasiones. Mi madre siempre sabía de ella. Y siempre me decía lo necesario.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Y en los últimos meses el Consejo de Ciruma se ha tornado atractivo para mí. Al entrar disfruto de la flora y la fauna que conserva este lugar. Encuentro refrescante el viento que golpea mi rostro, cada calle parece que reclama mis pasos. Aprovecho cualquier día libre para regresar y visitar a mis padres, reunirme con ex compañeros de clases, visitar creyentes con los que compartí hace años; he llevado a mis hijos y me emociona verlos correr con tanta libertad por las calles que para mí antes fueron aburridas.
El jueves pasado me escape para el pueblito, al entrar me detuve en una tiendita diagonal a la unidad educativa donde cursé los últimos tres años del bachillerato, me tomé una coca-cola y luego seguí mi camino a casa de mis padres. Por la tarde me senté frente a la casa, debajo de un árbol para leer un libro. Mi madre salió y me pidió que fuera a "Agua Santa", un pueblo vecino, y llegara a casa de Lucy que ella enviaría un libro.
"Lucy", repetí en mi mente.
Así es, Lucy es aquella adolescente a quien dije adiós.
Lo hice, salí a Agua Santa y al llegar a casa de Lucy la encontré leyendo en el frente de su casa, bajo un árbol de mangos. Bajé del auto y apoyó mis brazos sobre la cerca, ella me miró sonriendo, y yo no pude evitar sonreír. Me alegró ver que aun sonreía como en la adolescencia y que aun conservaba su belleza. Abrió el portón invitándome a pasar y solo me dijo "Gusmar", luego un beso y un abrazo.
Compartimos la sombra del árbol, tomé el libro que ella leía, "A orillas del río Piedra me senté y lloré", era el título, su autor Paulo Cohelo.
-Excelente autor. Le dije.
-¿Lo has leído?, me preguntó.
-Lo último que leí de él fue "Verónica decide morir", pero éste creo que no lo he leído.
-Pues leélo, es muy bueno, te va a gustar.
-Al llegar a Cabimas lo busco (Así lo hice ayer, y ella tenía razón, lo que he leído me ha atrapado).
-¿Tus hijos cómo están?
Por un momento sentí un pequeño asombro al ver que ella conocía un tanto sobre mi vida actual.
-Estan bien, tengo dos varones igual que tu. Respondí.
Guardó silencio por unos segundo, tal vez procesaba su asombro al ver que yo conocía un tanto de su vida actual, luego sonriendo comentó:
-Y de las misma edades.
-¿Y todo está bien? Pregunté, la verdad aun me río de la forma en la que elaboré la pregunta.
Me contó de cómo se vio obligada a retirar su carta de membresía de la congregación y mudarla a la iglesia en Agua Santa. Allí conoció al que es su esposo, a Orlando, quien es un amigo de mi familia.
-Orlando es un buen hombre, un excelente líder. Le dije.
Ella afirmó diciéndome luego que él estaba junto al pastor en una conferencia.
-Y tú, ¿Cómo estás? Me preguntó.
Yo me pregunté que tanto sabía ella de mí.
-Todo bien. Resumí.
Ella me miró con su linda sonrisa para decirme:
-No has cambiado nada. Y tras una pausa agregó: Y ahora visitas con frecuencia el pueblo, tus padres deben estar felices. ¿Qué es lo que te trae por acá?
-Vine por un libro.
La miré a los ojos y con mi mirada le dije que sabía muy bien que no era lo que me preguntaba. Ella sonrío y pude ver que su mirada respondía "no has cambiado nada". Entró a la casa y salió con el libro en sus manos.
-Si algo te trae este domingo por estos lados, ven a almorzar, trae a tu familia, Orlando se alegrará de verte.
-OK, Gracias, lo tendré presente.
Miré al frente, al otro lado de la calle, árboles inmensos, Cabimos cuyo aspecto decían tener una edad mayor a los cien años, vacas debajo de la sombra, cubriéndose de los últimos rayos amarillos que el sol regala en un atardecer.
-Tienes una vista hermosa desde acá. Le dije.
-Al parecer tienes mucho que contar. Respondió y supe por qué lo decía.
-O mucho que callar. Argumenté.
-Siempre tienes cosas que callar. Dijo ella.
-¿Sabes?-.El atardecer parecía embriagarme, pero las palabras se detuvieron. Quise explicarle lo que aquel año no pude, quise disculparme, decirle que no tuvo que ver con ella, ni siquiera con el pueblito, que pude haberme quedado. Quise decirle que aquella reunión, que aquella fría e injusta sentencia me separó de ella, de mis padres, que deformó mis sueños... Quise explicarle lo que sucedió la noche del 16 de abril del año 1998. Quise explicarle lo que sucedió dentro de mí, decirle que... Juro que quise hacerlo. Y ella quiso escucharlo. Sé que quiso escucharlo.
-¿Sabes?-Repetí intentado explicarle- Me alegro que estés bien.
No pude hacerlo.
Sus ojos me miraron con compasión, como aquella noche cuando salía de aquel templo, luego de la aterradora reunión que me robó tantas cosas.
-A mi me alegra haberte visto. Dijo ella, y ví que sus ojos aun brillaban.
Me alejé de ella, solo le dijo hasta luego, no hubo ni beso ni abrazo de despedida.
-¡Hermano!-Me gritó en forma irónica, yo giré hacia ella sonriendo. Y luego con un tono más serio me dijo:
-No fue malo...
Y no se refería solo a aquel adiós.
-No, hermana, no lo fue... Fue necesario.
Regresé a casa con el libro en mis manos y en el alma el sabor de un grato encuentro. Me acosté un rato pensando qué sería de mí si aquella noche del 16 de abril no hubiese existido.

martes, 22 de julio de 2008

DOMINGO 20 DE JULIO DEL PRESENTE AÑO. (El nacimiento de una oración y una frase).

Decidí tomarme el día para cruzar el puente rumbo a mi querida ciudad de Maracaibo. Hacía ya casi un año que no la visitaba.Mi destino, la placita del sector 14.


Solo quería sentarme un rato en aquella placita, así lo hice. Me senté en uno de los banquillos.


Puertas se abrían, gente a trabajar, niños a jugar. Amas de casas apagando la temprana sed de sus jardines. Ancianos ocupando alguno de los banquillos con sus diarios en mano. Balones de fútbol rodando. Nada había cambiado, así lo sentí.Desde el banquillo miré a la casa número 07, y solamente mirarla me hizo suspirar.


En el frente de aquella casa un niño lanzando una pelota de goma contra la pared, un pequinés detrás de él observándolo atentamente, corriendo hacia la pelota cuando esta escapaba de las manos del niño. El niño libre y despreocupado.


Detuvo la pelota en su mano al mirar la casa del frente, de donde salía la niña más hermosa que para él existía. Sentí su corazón acelerarse y su inútil esfuerzo por no mostrar la sonrisa de su alma. Vi a la niña pararse frente a él la pureza de su "hola". Y él tan tonto y torpe respondiendo sin saber que aun sonríe. La hermana menor del niño le abre el portón a la niña, y él permanece sujetando la pelota de goma como si su equilibrio dependiera de eso, sonriendo todavía, viéndola atravesar el frente de la casa hasta el interior de la misma.


Y yo en el banquillo sonriendo.


El niño soltó la pelota de goma y entró a la casa, luego de un par de minutos salió con una historieta en sus manos. Salió a la placita y se sentó a mi lado, leímos juntos a "Elías el Profeta de Fuego, Ilustrado para niños". Vi a su padre llegar por una de las veredas, él cerró su historieta y corrió hacia su padre. Le abrazó y su padre lo cargó en sus brazos hasta entrar a la casa.


Adentro su padre terminaría de leerle su historieta, y el niño preguntaría cosas que solo un niño se atreve a preguntar. Al mediodía almorzaría en familia y el resto de la tarde disfrutaría de cosas tan sencillas, cosas que solo un niño disfruta. Amando la casa que algún día extrañaría, respirando el aroma del hogar que siempre necesitará respirar, sintiendo la seguridad que solo los padres pueden brindar y que solo un niño puede percibir. Por la noche él, sus dos hermanas y sus padres irían al pequeño templo donde al llegar se arrodillará en el altar y hará la oración más simple que un mortal puede realizar, aun así es una oración que solo un niño puede hacer y a veces pienso que oraciones como estas solo un niño puede entender: "Dios solo quiero ser tu amigo".


Y yo en el banquillo pensando, sonriendo y supe que a veces para sonreír solo necesitas recordar, algo tan sencillo. ¿Por qué es tan difícil ser sencillos?


Yo en el banquillo viendo a un niño que solo yo podía ver. Olvidando por un instante lo complicado de la vida, necesitando ser niño otra vez... Extrañando a mis padres. Queriendo sentir seguridad, intentando respirar aquel aire que necesitaba, tratando de formular una oración, una sencilla oración, una oración que solo un niño puede formular.


Pude quedarme más tiempo sentado, pero pensé que ya era suficiente. Además, decidí visitar a mis padres. Así que nuevamente crucé el puente, no rumbo a casa, sino a casa de mis padres.


Llegué al atardecer al pueblito donde ellos viven. En el camino imaginé cómo sería mi vida ahora si a los 17 años de edad me hubiese quedado con ellos allí. Aquel pueblito que en mi adolescencia me pareció tan aburrido y pequeño ahora se hacía grande e interesante. Toda esa fauna y flora, la gente que te sonríe apenas entras, los niños jugando en las calles sin percibir peligros, la plaza del centro llena de adolescentes que ríen a carcajadas, que se regalan caricias sinceras... Me sorprendí extrañando un pueblo que solo me vio tres años.


Pasé frente a la institución educativa donde culminé mi bachillerato y sonreí. Recuerdos golpearon violentamente mi mente, golpes gratos. Y me reí de mi mismo, de cómo llegué a temblar horas antes de un examen de Física, de cómo en esos momentos creía que el mundo llegaba a su fin, "si en la vida los únicos problemas fueran los exámenes de Física", pensé.


Llegué a la casa de mis padres. Ellos salieron a recibirme con un abrazo, de esos que te hacen sentir seguro. Y fue en ese momento en el que nació en mi corazón una oración tan sencilla, una oración que repito todas las noches "Dios, mañana quisiera seguir sonriendo". Me senté frente al computador de mi madre y escribí una frase para no olvidarla: "Para volver a ser niño no necesitas una máquina del tiempo".

jueves, 17 de julio de 2008

HISTORIAS DE CISTERNAS, CUEVAS Y CARCELES. (Septima Parte)

Cárceles... Para mí es complicado hablar de cárceles... Es que aun siento fresco el olor a barrotes humedecidos por la lluvia, siente cerca el trauma por el encierro. Pero es un tema importante, para muchos no, pero para ti y para mi si lo es. Más que importante es necesario, claro es mucho más atractivo hablar del día de la liberación, pero no podemos saltar hasta ese momento. Hay detalles importantes que no deben obviarse. Y es cierto, a nadie le gusta hablar sobre su estadía en la cárcel. Sin embargo, Dios ha pensado en ello y ha grabado para nosotros algunas de esas historias que muchos no contarían.

Tal vez suene cruel al decirlo, pero de las historias de cárceles la siguiente es mi favorita. Tal vez compartan mi apreciación al final. No sé quien fue el primero en llamarlo profeta llorón, pero personalmente me molesta que sea llamado así. Quien lo hizo seguramente nunca ha estado encarcelado y no sabe nada de la sensibilidad de un profeta que lo abandonó todo y fue abandonado por todos a causa de su servicio a Dios y a su pueblo. Aunque no hizo jamás descender fuego del cielo, ni ordenó sequía en tiempo de lluvia este hombre era movido por una pasión sobrenatural y tenía la habilidad de encontrar en medio de la cotidianidad la voz de Dios. Daría lo que fuera para poseer tal habilidad, sé que tu también, y precisamente esa es la razón de ser de las cárceles, aun cuando suena aterrador.
Cuando este hombre recibió lo que algunos han definido como el llamado (lo que me parece un término muy mítico para una acción que glorifica el carácter de Dios y Su gracia y no la posición de un hombre, pero este es otro tema que tal vez algún día comente) no pensó jamás, no creyó, no imaginó la posibilidad de estar en una cárcel, éstas fueron creadas para delincuentes, después de todos entre los sinónimos de profeta no podría estar nunca "cárcel". Además cuando fue comisionado Dios no mencionó la cárcel. Pero él sabía sobre el riesgo de su comisión así que expresó no estar preparado... Pero Dios le regaló una promesa de protegerle y hacerlo poderoso frente a sus opresores. Y no me pregunten por qué lo digo, de hecho, no tengo bases teológicas para afirmarlo, pero puedo asegurarles que tales palabras no produjeron en él ambición alguna pero sí infundieron la tranquilidad que un hombre y una mujer necesita para dedicar su vida a un genuino servicio a Dios.

Así que emprendió su viaje, porque eso es servir a Dios, una caminata, un recorrido por uno de los senderos más extraños, donde abundan las cisternas cuevas y cárceles, pero que nos lleva al destino más especial, más hermoso, es que es más que un viaje de autorrealización, mucho más que encontrarnos a nosotros mismos, mejor que descubrir nuestro yo interno, este camino ofrece mejor resultado que el humanismo, que el psicoanálisis y cualquier filosofía creada a través de la historia. Es un viaje que nos lleva más allá de cuatro paredes que encierran a una religión, y nos eleva por encima de cualquier rito racional o culto. Amo este sendero, en el que aun las cárceles ofrecen una libertad difícil de describir, es que viajamos hacia el más glorioso de los conocimientos, vamos rumbo al conocimiento de Dios.
Este hombre al que ahora podemos llamar profeta vive experiencias jamás imaginadas, desarrolla habilidades que van más allá de lo natural, siente la compañía de Dios en todo momento. Pero también ha sentido la nostalgia de un forastero, que te lleva a añorar el lugar de donde saliste a causa de tu comisión, nostalgia que pocos pueden sentir. Y aun añorando su lugar, sabe bien que no podría volver porque allá en su pueblo, en aquella aldea de Benjamín, en Anatot, ya no hay lugar para él. Esa nostalgia que produce haber tenido una vida tranquila y normal con la que de igual forma ya no sabrías vivir conforme. Este profeta también a llorado traiciones, a lamentado soledades, a sentido la ira que producen los prejuicios, pero hoy, hoy es el peor día de su vida, hoy no entiende, hoy no hay mañana, es que hoy está en una cárcel siendo justo. Y hoy, parece haber descubierto que su injusta condena es perpetua, y al respecto Dios ha decidido no decir nada.

De manera que este justo y paciente profeta a decidido cuestionar a Dios y a gritado sus quejas, eso es lo que produce una cárcel. Saca lo malo de ti, lo manifiesta.
¿Por qué querría Dios sacar lo malo de ti?
Porque no lo quiere más en ti, porque desea que te hagas conciente de las características negativas de tu condición humana, porque conciente de ellas tendrás dos opciones: ignorarlo o trabajar en ellas.
Durante años en mí inculcaron la falsa creencia de que quejarse ante Dios es pecado, pero si Dios produce circunstancias que estimulan las quejas, acaso ¿quiere Dios que pequemos, nos arroja hacia el pecado? Entonces yo me quejaba cuando era inevitable y en mí quedaba el sabor amargo de haber pecado, y esto me lastimaba aun más obstaculizando mi relación con Dios, cuando las quejas son las respuestas naturales ante el dolor. Se le puede llamar pecado cuando nos lleva a una acción negativa, pero al quejarnos debemos identificar el dolor que la produce y buscar la cura inmediata y pertinente para el mismo, lo cual sería un comportamiento positivo, y he aquí la llave que abrirá la celda de nuestra cárcel.
Dios escucha la queja de este profeta, no le interrumpe pues sabe la importancia de escucharlo, y aun más de que él se escuche a sí mismo. En las cárceles es imposible no escucharte a ti mismo. Años antes un hombre ha generado todo un libro de quejas, y Dios le ha permitido expresarlas todas, guardando silencio hasta el momento oportuno, su momento. Esa es la razón de ese silencio odioso de Dios en las cárceles. Él no necesita hablar, necesita que tu hables. Él guardará silencio hasta asegurarse de que has sacado a la luz, a su luz, esas quejas guardadas que han echo pesado tu viaje hasta este momento. Es por ello que su silencio no puede interpretarse como ausencia, su silencio es la mejor compañía en nuestras cárceles, y debemos reconocer su compañía por el silencio.

Sé que les prometí un buen final, pero permítanme presentarles el final de esta historia de cárcel, junto a otras en un próximo post.

sábado, 12 de julio de 2008

CARTA ABIERTA A MI AMIGA BEATRIZ.

Tienes razón Beatriz, se me está haciendo difícil creer, a veces es difícil. Me siento incrédulo y no me gusta, no estoy cómodo.
Le he preguntado a Adán, lo encontré escondido detrás de los arbustos del Edén, me ha dicho que no podría caminar más al lado del Creador.
Encontré a Sara, detrás de una puerta escuchando a unos forasteros hablar con su marido. Me dijo riendo que a su edad no se tienen hijos, y menos si eres estéril. Cuando la dejé ella aun reía.
Luego vi a Raquel, fue una noche llena de estrellas, ella sentada en la arena, pude ver su rostro apagado, sus ojos llenos de incertidumbre, me senté a su lado y me dijo que esa misma noche, a tan solo algunos metros de distancia, Bilhá, su criada se acostaba con su marido, "es la única forma de darle descendencia, es que soy estéril", cuando acabó de hablar comenzó a llorar.
Jacob me dijo que moriría enlutado por la muerte de su hijo. "Si existiera la posibilidad de que..." intenté decírselo, pero su volvió su rostro a mi rogándome que no hiciera comentario.
Ante mi pregunta Job solo me dijo que esperaba la muerte, "es el único destino seguro" y luego en tono melancólico agregó "El hombre nacido de mujer, Corto de días, y hastiado de sinsabores, Sale como una flor y es cortado, Y huye como la sombra y no permanece".
En los campos de Israel un hombre cosechaba sus frutos con gran apuro, me dijo que nada cambiaría, que lo importante es sobrevivir, se disculpó por no poder seguir la charla "los madianitas se aproximan" dijo alarmado.
Sansón repetía una y otra vez que el Espíritu de Jehová lo había dejado y que no volvería.
Moisés me dijo que no existía la más remota posibilidad, "por mi parte moriré siendo un eterno forastero", dijo lamentándose. Quise quedarme con él, pero no aceptó mi compañía, "busca donde ser un forastero", ahora bromeaba.
En una deprimente cueva de Adulam encontré a David, me dijo que Dios no se molestaría en darle el trono a un fugitivo rodeado de perdedores. Me quedé algunos días con ellos, creí haber encontrado mi lugar.
Jeremías no se molestó en prestarme atención, solo se quejaba, decía que moriría en una cárcel mientras su pueblo sufría el cautiverio.
Encontré a Pedro lavando sus redes, apenas me miró sin decir nada. Fue suficiente, "debo lavar las mías", pensé.
El Bautista no me respondió, en cambió me preguntó si yo creía que aquel era el Cristo... Su rostro reflejaba una miserable desesperación, le dije que sí, que seguro lo era. Tan pronto seguí caminando me hice la misma pregunta.
Estuve en Betanía, visité a Marta y María. La casa estaba llena de gente, Lázaro ya había muerto, Marta decía que ya no había esperanza, que le vería en la resurrección de los muertos, miré la piedra que tapaba la tumba y pensé que tal vez tenía razón.
Beatriz, me acerqué a la cruz la multitud decía que ese hombre no era ningún hijo de Dios, miré a la cruz y lo escuché reclamándole al padre su abandono. Fue suficiente, no quise mirar más, me alejé.
Caminé dos cuadras con dos extraños que iban a una aldea a las afueras de Jerusalén, creo que Emaús era el nombre de la aldea. Ellos estaban tan confundidos como yo.
Tomás me dijo que no volvería a creer, dijo algo sobre unas heridas, no presté mucha atención a sus palabras.
Me acerqué a una sinagoga, y en la entrada un cojo me dijo que adentro no habían respuestas, "solo estoy aquí por unas monedas". Yo le di una, y abrí paso a dos hombres que venían detrás de mí, no entré a la sinagoga, allí no encontraría respuestas, tampoco miré atrás para ver si aquellos dos le darían limosna al cojo, supongo que sí, tenían aspecto de piadosos.
Beatriz, yo busco respuestas. No sé por qué todavía pregunto. Debe ser porque tantas inquietudes me queman el corazón. A veces me da miedo encontrar las respuestas.
¿Mi incredulidad impedirá un nuevo amanecer para mí?
¿Será tropiezo para que Dios actúe?
¿No seré lo que soñé porque dudo?
¿Detiene la duda el obrar de Dios?
Son tantas preguntas.
Creo que alguna vez supe las respuestas, no estoy seguro Beatriz, pero hoy lo dudo.
Lo peor es que no me gusta dudar. Sé que se mira con prejuicios al que duda.
Pero hoy entiendo que uno no decide dudar, que a veces se duda sin querer hacerlo, que a veces ni siquiera es fácil dudar, tampoco creer. Que esos hombres y mujeres que encerramos en la galería de hombres de fe, se llamaron a sí mismos incrédulos.
O dime Beatriz, ¿Será que solo intento justificar mi incredulidad?

jueves, 10 de julio de 2008

HISTORIAS DE CISTERNAS,CUEVAS Y CARCELES (SEXTA PARTE).(Oración desde mi cárcel).

Solo por esta noche mi Dios, déjame llorar hasta que ya no existan las lágrimas., sabes cuánto duele este dolor.
Permíteme gritar mis quejas, esta noche no habrá quien pueda escucharme; y guarda silencio, es que quiero escuchar el eco de mi temblorosa y desgastada voz, ya casi olvido como suena mi voz.
Atiende mi lamento esta noche, solo tú puedes, nada te alarma. Sé que puedes entenderme, nadie más podría, tú me has conocido.
Deja que el cansancio termine venciéndome esta noche, ya estoy cansado de soportarlo, me duelen los hombros y mi espalda, me duele el alma. Lastimada, así está mi alma por el cansancio.
Quiero pasar la noche de rodillas, ya no puedo seguir en pie, esta batalla ha sido larga, no puedo más.
Dame la oportunidad de rendirme, lo he perdido todo, sabes que es así, permíteme llorar lo que he perdido.
Hoy no envíes a nadie.
Hoy no me cuentes historias.
Hoy déjame encerrado.
No quiero esta noche treguas con mis emociones.
Déjame odiar mis malas decisiones, maldecir el fracaso, despreciar el pasado.
Es que ya la confusión me ha obstinado.
Déjame sentir esta noche, de una vez por todas, ese maldito miedo, quizá sienta lástima y se aleje.
Hazme pensar que será la última noche, cuando caiga este día esconde la luna. Que aparezcan los fantasmas, que gasten hoy sus burlas. Que terminen el azote los prejuicios. Que manifieste la traición los traidores. Que se caigan las máscaras, se que algunos rostros me sorprenderán, pero saldré de la agonía de no saber quién está y quien no.
Hoy quiero recordar hasta olvidar.
Mis brazos pesan, no me hagas levantarlos, no quiero escribir esta noche. Tampoco luchar con tu ángel, mi muslo no aguanta otra herida.
Nada de razones, nada de conocimiento, esta noche mi corazón no admite otra cicatriz, no más lecciones cuando caiga la noche.
Deja que solo lave mis redes, que solo me siente en mi barca... Y aparece al amanecer... Y entonces dame la orden. Te diré que lo he intentado todo, que estoy cansado. Te diré que ya no sé cómo hacerlo, que no tengo ni la fuerza ni el ánimo, ni siquiera motivos. Diré "he decidido dejar la pesca", "no tengo a nadie alrededor que me ayude a hacerlo". Pero tu palabra mantendrá firme tu orden, no la repetirás.
Inclinaré mi rostro y buscaré de nuevo la noche, pero ya será de día.
Suspiraré.
Estaré vacío como para argumentar, como para confundirme, para dudar. Las burlas no se oirán, mi mente cansada no podrá recordar.
Otro suspiro.
Tú seguirás allí, paciente, sonriendo.
Serás mi única esperanza, tu orden todo lo que tendré. Querré llorar, pero no habrá lágrimas.
Sin convicción, pero también sin opción te diré esta vez que la noche fue difícil, pero que solo me queda tu orden... Y allá irá de nuevo la red al mar, un nuevo comienzo, Tú, tu orden y yo.
Y me sorprenderé, como aquella vez, y reiré, como aquel niño que fui y que te encontró. Y volveré a escribir, tendré ilusiones de nuevo. El pasado seguirá existiendo, pero quedará detrás de ti una vez más. En mi corazón habrá lugares para nuevas cicatrices.
OH Dios solo por esta noche déjame esperarte mañana.
Mañana serás para mí más que el Dios de milagros... Para mañana me sentiré más que un siervo. En mí habrá más que temor... Serás Fidelidad y Amor, serás Consuelo y Destino. Me darás un nuevo nombre. Harás del valle de Acor puerta de esperanza. Serás para mí más que Bet-El, serás El-Bet-El. Mañana serás mi séptimo día y encontraré en ti mi reposo. Serás el Dios que me ha hecho olvidar todo mi trabajo, y seré fructífero. No seré más Benoni, pues caminaré de tu mano derecha.
No tendré que chocar contra las piedras para abrirme camino, tú serás mi pastor y abrirás sendas donde no las hay. Y diré de ti que eres el ángel que me guarda desde que yo soy. Y encontraré de nuevo mi lugar. Y subiré a la cumbre del Pisga, no me lamentaré de no pisar la tierra prometida, Tú serás mi tierra prometida.
Mañana no seré más Simón, y sobre mí podrás edificar tu carácter.
Mañana podré conquistar Quiriat-Arba, y la llamaré Hebrón, pues tú serás mi fuerza y mi refugio.
Mi buen Dios, solo por esta noche déjame estar derrotado, en mi derrota pudiera mañana encontrar mi victoria...
Se me agotaron las palabras... Aun no cae la noche y ya comienzo a llorar.

martes, 8 de julio de 2008

HISTORIAS DE CISTERNAS,CUEVAS Y CARCELES (QUINTA PARTE).

Cuando alguien está en una cárcel sabiendo que es inocente, que ese no es su lugar, se tiene al menos un rayito de esperanza... Esperanza de que en algún momento alguien te defenderá, que de alguna manera u otra podrías salir mañana, que Dios más temprano que tarde movilizará uno de sus ángeles a tu favor... Sueñas, en algunos momentos, con que un día alguien abrirá tu celda acompañado del alguacil y te dirá "era cierto, eres inocente..." Y la verdad, no importa sino te retribuyen el tiempo de encierro, ser libre de nuevo es suficiente. Muchos te dirán "oye, debes reclamar una indemnización..." Pero que saben ellos, para uno que fue reo recuperar la libertad es suficiente.
Mientras transcurren los días detrás de los barrotes de una cárcel es grato creer que afuera el tiempo se ha detenido por tu ausencia, que todo lo tuyo permanece paralizado hasta tu regreso, que el mundo espera por ti. Quieres creer que tu esposa no envejece, tus hijos no crecen, que ella espera ansiosa a que toques la puerta para abrir y mostrarte su rostro iluminado por la alegría de tenerte de nuevo a su lado, para colgarse de tu cuello y besarte como tal vez nunca lo ha hecho, que tu hijo te ve y corre hacia ti, tu lo llevas a la altura de tus ojos y contemplas esa cara que tanto extrañaste y los escuchas decir las palabras mágicas "papá". Ese día ella te prepara tu cena favorita, tú eres sencillo, amas el aroma del hogar, las panquecas están frente a ti y puedes absorber aquel olor que en ese momento es el paraíso. También piensas en tus hermanos, ellos seguro harán una fiesta, te abrazarán, te mirarán sonriendo... Y abren paso para que puedas observar a tus padres caminando hacia ti, tu madre se lleva las manos al rostro, no puede creerlo, tu padre la abraza sin quitar su mirada de ti... Y en solo segundos tu estas unidos a ellos por medio de un abrazo que sabe a cielo. El barrio festejará contigo tu libertad. Y entonces te ves entrando en la iglesia, te inclinas de rodillas frente al altar, y lloras, pero no es de dolor, tus lágrimas son la única ofrenda que puedes dar a Dios como agradecimiento. Soñar, es lo único que te puede quedar en una cárcel, y a veces se torna difícil.
Hay muchas diferencias entre las cuevas y las cárceles. Tal vez no sean muy notables, pero alguien que ha estado en ambas puede saberlo. Quizá tú lo sabes. ¿Existe un orden para esto? Me refiero a estar en esos lugares, ¿Debes primero entrar a una cueva y luego a una cárcel, o primero a una cárcel y luego en una cueva?
No hay un patrón referente a cuevas y cárceles. Recordemos que esta institución es fundada, administrada por Dios, y si bien es cierto que es un Dios de orden, también es cierto que es un Dios personal. No es un Dios de patrones y fórmulas generales y mágicas, no es un Dios que ha lanzado leyes para que trabajen por sí solas e inconscientes. Es un Dios que ajusta sus recursos a cada uno de nosotros. Lo sé, lo sé... esto es inquietante y derriba muchos de nuestros argumentos, preferimos los esquemas por muchas razones, pero... Él es el Dios. Y no lo podemos encajonar en nuestros argumentos que en algún momento se vuelven absurdos.
Llega un momento en que estos valores cambian en nosotros, es decir, llegamos a odiar los patrones y esquemas y encontramos tranquilidad en el carácter sorpresivo de Dios, hasta deja de ser sorpresivo porque sencillamente infunde paz. Por supuesto, es necesario estar en la institución para lograrlo.
Me he desviado del tema, y por desviarme me he adelantado a un punto que tocaremos luego.
Muy bien, decía que hay diferencias entre cárceles y cuevas, diferencias en lo que son, en las razones que nos llevan a esos lugares, en la forma como percibimos nuestra estadía en cada uno de ellos y en el cambio que generan en nuestro ser.
De una forma muy general (pues esa es la intención de este post, es una introducción a la segunda fase de la serie, la cual estoy presentando de forma resumida) podría decir que a una cueva entras por decisión propia, es cierto que lo haces para esconderte, que desearías estar en otro lugar y no en una cueva, que no estarías allí a no ser por ciertas circunstancias, pero fue tu elección y puedes percibirla como un lugar de refugio y tu estadía como un tiempo de espera. Así que con el pasar del tiempo vas dándole cierto toque a tu cueva, las vas convirtiendo en un hogar, si, algo improvisado y un poco incomodo.
En cuanto a una cárcel no puede decirse lo mismo, no es un escondite, no podrías percibirlo como un refugio. Si te sientes "amenazado", o cometes un error que puede costarte la vida no dices "me esconderé en una cárcel, allí estaré seguro", no, para eso son las cuevas. Así que no estás en una cárcel por tu decisión, así que créeme, tal vez lo sepas, no podrías convertir una cárcel en tu hogar, ni siquiera uno improvisado e incomodo. No es un lugar de espera, no para ti. No le dices a tu compañero de celda "estoy aquí mientras todo mejora afuera", repito, para eso están las cuevas. Estás allí porque para muchos tu eres la amenaza, así te perciben ellos aun cuando tu piensas que no lo eres.
Pero déjame susurrarte algo al oído: "cuando estamos en una cárcel, aún pareciendo o siendo injusto, es porque realmente somos una amenaza"... Voy a explicarlo muy brevemente por ahora...
El rey Salomón se da cuenta de la habilidad de uno de sus súbditos, además escucha ciertos rumores de que cierto profeta le ha dado una palabra acerca de que reinará sobre algunas de las tribus de su nación. Salomón inicia una casería contra Jeroboam pues siente que es una amenaza contra su administración. Jeroboam huye lejos del rey, que a su criterio es desquiciado y celoso.
Y cuando Salomón muere el escenario se torna a su favor, tras la división del reino, y el sube al trono sobre las diez tribus tal como Dios lo prometió. Sin embargo, aun cuando cumplió su destino y propósito reinando sobre las diez tribus no se puede decir que fue de bendición, por el contrario, tras su muerte nació un proverbio que identifica los reyes más perversos en la historia de Israel de ellos se dice "y anduvo en el camino de Jeroboam, el que hizo pecar a Israel..." Por supuesto Salomón no lo persiguió pesando "lo mataré antes que haga pecar a la nación", Salomón fue movido por conveniencia, pero esa conveniencia fue utilizada por Dios para intentar transformar el corazón de Jeroboam.
Hay mucho que decir sobre esta historia y estos dos personajes, pero lo dejaré para luego. Basta decir por ahora que las cárceles son necesarias, si lo son. Al menos para quienes han sido escogidos por Dios para ser instrumentos... No artistas, aun cuando suben a un escenario, no mandatarios aun cuando sean reyes... Solo instrumentos... para actuar a favor de otros.

domingo, 6 de julio de 2008

...TU COMPAÑÍA NO...

Quítame Señor lo que quieras, mis posesiones y posición... Ya he vivido sin eso, podría vivir así de nuevo. Quítame las manos para que no escriba, me dolerá, lo juro, pero viviría. Quítame a quienes me rodean, lloraría, ya he llorado antes.

Hazme entrar en una cisterna, cárcel o cueva, sentiría temor... Ya lo he sentido.

Arráncame los sueños, los encontré en tí, no son míos.

Prívame de mi libertad, al fin y al cabo ya soy prisionero.

Deja que los demonios acechen mi alma, estaría escondida en ti.

Oblígame a irme de esta ciudad, yo no pertenezco aquí; o hazme lisiado de pies, a dónde querría ir.

Hazme sentir la ausencia de la lluvia, se muy bien lo que es la sequía.

Intérname el en el desierto, donde las arenas ya han lastimado mis emociones; entrégame a la confusión, ya ha enmudecido mis labios.

Permite que el pasado me rodee y azote mi espíritu, congela mi corazón hasta que ya no lo sienta latir.

Borra la luna de mi cielo, apaga de un golpe mis estrellas, levanta un viento recio en mi contra, que deshaga mis logro, después de todo no son muchos.

Arrincóname hacia la soledad, deja que el silencio ensordezca mis oídos.

OH Señor, si quieres borra los recuerdos de mi niñez, sería difícil vivir sin ellos.

Muéstrame tu ira, aun en tu ira hay misericordia. Que no fluya tu poder a través de mí, sabes bien que no es mi mayor anhelo...

Pero Señor, te ruego, no me quites tu compañía. Sé muy bien que no la merezco, sé que con mis actos parece que la desprecio... Que no logro dominar por completo esos hábitos que no quisieras ver en mí.

No me quites tu compañía. Déjame saber que éstas, aun cuando guardes silencio y mis ojos no te vean. Yo amo tu silencio, adoro no verte sabiendo que estas aquí. Y si quieres no te dejes sentir, pero no te ausentes. Déjame saber que sigues a mi lado, porque... créeme, no sé vivir sin ti. Si te ausentas no podría luchar, lo que soy, mi naturaleza me esclavizaría para siempre, la amargura desvanecería mi ser. Me perdería, olvidaría por qué soy. No caería en un abismo, yo sería el abismo.

OH mi Señor, hoy me senté solo a decirte, a pedirte, a rogarte, por favor, no me quites tu compañía.

jueves, 3 de julio de 2008

EN LOS PASILLOS DE UN SUPERMERCADO.

Eran las 6pm cuando mi teléfono celular repicó. Reconocí de inmediato su voz. Me dijo que iba camino al supermercado del centro, y que si yo podía ir hasta allá para encontrarnos pues necesitaba hablar conmigo. Pensé decirle que no, yo iba camino a casa, cansado y con un par de trasnocho encima, pero su voz se escuchaba temblorosa, así que le dije que en 10 minutos nos encontraríamos allí.
Llegué al lugar, y caminé por los pasillos buscándola, en el pasillo N 07, justo frente a la galería de pañales la encontré. Un jeans azul, un suéter rosada, el mismo color de sus sandalias y cinturón, y unas gafas oscuras. Me saludó con un beso en la mejilla colocando su brazo izquierdo sobre mi hombro, sosteniendo con la mano derecha el carrito de compra.
Cualquier persona en el súper diría que yo saludaba a una adolescente, mide 1,70, pesa unos 64 Kg., su piel morena, su rostro angelical, su cabello enrulado y muy bien cuidado. Sus 26 años de edad se esconden detrás de las gafas oscuras, en el mismo lugar donde oculta dos años de abandono y la responsabilidad de criar sola a un niño de 4 años de edad y una niña de dos años.
Seguro no me creerán, o piensen lo mismo que yo, pero ella en un intento de salvar su matrimonio le pidió a su marido que se fuera de la casa, lo hizo imitando una serie televisiva norteamericana en la que una esposa lo hace con la intención de que su marido reaccione y valore el matrimonio. En la serie el marido vuelve a las tres semanas convertido en un hombre romántico, que ha sentido la ausencia de los niños y el calor de su esposa, dispuesto a valorarla. Pero los resultados en el matrimonio de mi amiga fue todo lo contrario, él terminó alejándose completamente de ella, sin tener plena seguridad sobre el por qué de su decisión. Tres semanas le bastó a ella para darse cuenta de que había cometido el peor error de su vida.
Caminábamos por los pasillos, volvíamos al anterior porque olvidó tomar esto o lo otro. Y en el recorrido me contó que cambiaría al nene de preescolar, a uno más cerca de su casa, de lo agotador de su trabajo en estos días, del trasnocho porque la niña anoche tuvo fiebre. Que el nene está muy inquieto, parece afectarle un poco más la ausencia del padre. De sus planes de comenzar otra carrera técnica, ya era TSU en Mecánica, en febrero culminaría el TSU en Educación Inicial, y ahora quería cursar Informática.
Ella no paraba de hablar, que si el nene hizo un dibujo, que se acerca el cumple de la niña, su rostro mostraba una dulce sonrisa cuando hablaba de ellos. En momento hacía unas pausas, cuando estaba frente a ciertos productos, comparaba marcas, precios, tamaños, como si de su decisión dependiera la paz mundial. Yo la veía y sonreía, la escuchaba atento, no la interrumpía, no hacía preguntas, y mis comentarios eran reducidos y muy ocasionales, solo los necesarios, no quería robarle tiempo para que se expresara.
Al cabo de una hora, estábamos frente al cajero, ella se quitó sus gafas. Y entonces sus ojos me dijeron que mi sospecha era cierta, comprendí finalmente cuál era su urgencia, ella solo quería hablar, solo quería sentir de nuevo el placer de sentir la compañía que a veces una mujer extraña en los pasillos de un supermercado.

miércoles, 2 de julio de 2008

BITACORA DE UNA... (No sé cómo llamarlo)

8:00pm, mayo del año 2007. Recibí su mensaje, decía que necesitaba hablar conmigo con un urgencia, que necesitaba a un amigo, que se sentía mal.

8:20pm. Atravieso el frente de su casa hasta la puerta de la sala, apenas levanté mi brazo para tocar ella ya abría la puerta.

- Sabía que vendrías- Me dijo.

Sonreí y luego le di el abrazo con el que acostumbraba saludarla. Esta vez, duró unos segundos más. Tras separarnos sus manos se aferraban a las mías mientras me guiaba a la sala y nos sentábamos.

8:24pm. Ella estaba sentada frente a mí yo la miraba a los ojos, éstos se humedecían mientras su sonrisa lentamente se desvanecía.

- Espérame, ya vengo.

La vi caminar torpemente hacia la cocina. Yo estaba a la espera, la conozco muy bien, así que sabía que pospondría al máximo el momento de contarme lo que la afligía.

8:29pm. Entra de nuevo a la sala con dos porciones de quesillo en sus manos. Reconocí el quesillo, era de cocosette, me vuelve loco ese quesillo.

- Pensé que solo me hacías quesillo de cocosette cuando salgo de viaje. Le dije tan pronto se sentó.

- ¿Y quién te dijo que lo hice para ti? Respondió con picardía. Y tras una pausa y con la misma picardía agregó.- Lo hice para los dos.

En ese momento quise preguntarle, pero la tradición era esperar.

- Por cierto, ¿Cuándo vuelves a viajar? . Preguntó en un intento de posponer el momento.

- El mes próximo, creo que voy a Cabudare.

- Pues asegúrate de estar el 16 aquí, sino tendrás problemas conmigo.

- No te preocupes que tanto el 06 como el 16 de junio son fechas intocables para mí.

- Más te vale. Respondió fingiendo ser una mujer de carácter difícil.

- Creo que viajaré el 21.

- Pues ya sabes que el 20 puedes pasar por tu quesillo de cocossette. ¿Te traigo algo para tomar?

- Solo agua. Le dije.

8:47pm. Ella vuelve a la sala con un vaso de agua y una taza de café, y una novela debajo del brazo izquierdo. Esta vez reconocí la novela: EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA, fue la que le regalé en su cumpleaños anterior. Ya sabía lo que me esperaba.

- El agua para ti, el café para mí y la novela... para los dos! Me dijo, y les juro que yo ya sabía lo que me esperaba.

Ella se sienta, esta vez a mi lado, coloca su cabeza sobre mi hombro abriendo la novela justo en la página donde la dejamos la últimas vez, meses atrás.

- No me digas que no la has leído más! Le dije.

- No, es que me gusta que me la leas tú.

- Lo que te gusta es verme haciendo el ridículo.

Ambos reímos.

- ¿Has vuelto a escuchar el programa?. Preguntó ella.

- ¿A Melvin? no, no le he escuchado más.

Ella guardó silencio, y luego:

- ¿Por qué no has vuelto?

- Es que tu sabes que mi nuevo empleo me quita tiempo, y he estado arreglando algunas cosas.

- ¿No te queda tiempo ni para venir a leerme dos páginas?

Esta vez fui yo quien guardó silencio.

- Efra y Benja, ¿Cómo están?. Ella preguntaba por mis hijos.

- Están bien, cada día se van pareciendo más a mi.

- ¿Y te has cuidado del colesterol? ¿Estás comiendo sano?

- Sí, solo los sábados abuso un poco. Bueno si la niña ya terminó la entrevista deberíamos iniciar la lectura. Solo dos páginas y no me interrumpirás con tus preguntitas ni me obligarás a imitar las voces de los personajes.

- No te prometo nada pero haré el esfuerzo.

Reímos de nuevo.

9:09 PM. Su cabeza permanecía en mi hombro y anclaba su brazo izquierdo en mi cintura. El olor de su cabello traía recuerdos de junio, recuerdos buenos, de esos que te hacen creer de nuevo en la amistad.

9:30pm. Termino la lectura. No hizo un gran esfuerzo por no interrumpirme, y terminé imitando la voz del caballero, de Sam, su yo interno y de Merlín. Me rehusé a hacer la voz de la palomita y de la ardilla. Cerré el libro. Ella se inclinó hacia adelante y juntó sus manos llevándolas a su rostro.

- Voy por dos tazas de café. Dije sonriendo.

- Aun te acuerdas donde queda, o llamo a Ami para que te guíe.

- Intentaré llegar. Deja a Amita quieta. ¿Tu mamá y tu papá dónde están?

- Están en una reunión, andan con Dani.

- ¿Y Carol?

- Volvió con su esposo, ¿y si el niño ya terminó la entrevista podría buscar el café?

Sonreí mientras caminaba a la cocina.

9:41pm. Entro a la sala con dos tazas de café. Me senté frente a ella.

- ¿La niña me dirá qué le sucede? Dije mientras mi mano derecha acariciaba su rostro.

- Anoche, Alex me propuso matrimonio...

Fue suficiente para entenderla. La miré fijamente a los ojos, y vi cómo ellos llovían. Intenté secar sus lágrimas pero era imposible, por dos que secaba eran cómo seis que salían, corrían violentamente por sus mejillas como si de la carrera dependieran sus vidas. Yo permanecía en silencio.

- Le dije que no podía casarme con él... Hoy no ha dejado de llamarme... Mamá en un día me está volviendo loca... Papá me dice que piense bien las cosas... Yo no le quise hacer daño...

Me levanté rápidamente para sentarme a su lado, tomé su cabeza y la llevé a mi hombro. Acaricié lentamente su cabello.

- No le has hecho daño, un día él te lo agradecerá. Seguro encontrará a alguien que le ame como lo merece. No es justo que te cases con alguien a quien no amas en verdad solo por complacer a tus padres. A la final, tus padres también entenderán.

- Conoces a papá y mamá... Sabes que nunca entenderán... Sabes que insistirán en que me case con él.

Intenté hacerle ver que eso pasaría y pronto estaríamos tomando café y comiendo quesillo riéndonos de esto. Que no se preocupará... Que sus emociones ahora eran inevitables pero que podía sacar lo mejor de esto...Y tantas cosas.

10:30pm. El radio se encendió. Melvin Valero daba la bienvenida a la audiencia.

- Como los viejos tiempos. Le dije.

10:34pm. Luis Fonsi interpretaba el tema: SERIA FÁCIL.

Ella secaba sus lágrimas.

- Todo esto es tu culpa. Dijo sonriendo, con sus ojos hinchados y sus blancas mejillas tornadas en rosado.

Yo solo la miré y me pregunté si lo decía en serio. Tuve miedo de preguntárselo.

11:07pm. -Debo irme. ya es muy tarde para que yo esté lejos de casa.

Ella se levantó y tomo mis manos.

- Gracias por venir. ¿Te vuelvo a ver?

- Seguro que sí. El 06 cumples años y el 16 ya sabes que estaré aquí, además el 20 vengo por mi quesillo.

- Entonces viaja más seguido.

Volvimos a sonreír.

11:13pm. Melvín Valero presenta el tema MI CREDO, interpretado por Tiziano Ferro y Pepe Aguilar. Y yo caminaba hacia el frente donde me despedí de ella.

10:00am, 01 de julio del presente año. Yo camino por el centro de la ciudad, miro hacia mi izquierda, al otro lado de la calle y la veo a ella, tomada de la mano de Alex, ambos con un anillo de matrimonio... Los observé entrar al centro comercial La Fuente. Y le pedí a Dios que ella estuviera bien. Seguí caminando mientras seguía pidiéndole a Dios que ella está bien.