Llevo días pensando en este principio.
Hace catorce años Dios me llevo a un pueblito en contra de mi voluntad. Para mí fue una tragedia en muchos sentidos. Viví casi cuatro años en ese lugar.
Sin querer y motivado no sé por qué (en ese entonces) inicié un trabajo ministerial en el pueblo fundando una sociedad de jóvenes y adolescentes cristianos bajo la cobertura de una de las iglesias ya fundadas en el pueblo. El trabajo me llevó a estrechar buenas relaciones con líderes católicos y de distintas denominaciones cristianas del pueblo y otros pueblos alrededor. A medida que el trabajo avanzaba atesoré proyectos en mi corazón en bienestar de la condición espiritual del pueblo, proyectos que iban más allá de los límites de la religión.
Pero una noche una directiva (bien intencionada) tomó mis sueños y los hizo pedazos, juzgaron que tales sueños me hacían un peligro para la buena religión así que tomaron sus decisiones al respecto y el veredicto fue en mi contra. A los meses decidí abandonar el pueblo, total era mi meta al llegar a ese lugar permanecer el tiempo necesario hasta poder partir. Me alejé y mi vida tomó otro sendero, o debo decir distintas veredas dentro del sendero. Veredas necesarias para el aprendizaje, en las que logré desarrollar habilidades, tener experiencias, encontrar verdades, conocerme a mí mismo, etc.
El domingo pasado decidí pasar el día en casa de mis padres, quienes aun siguen viviendo en aquel pueblito, así lo he estado haciendo los últimos domingos, esta vez la visita se extendió por unos cuantos días. Me sorprendí tomando una decisión: "en los próximos meses construiré una vivienda en el pueblo, mis padres tienen un terreno desocupado, de esa forma podré tener un lugar acondicionado para mí y mi familia, a dónde instalarme cada vez que quiera disfrutar de la tranquilidad de la vida del pueblo, y quien sabe si un día hasta decido mudarme para el pueblo" (Si pasas por acá, Eredis, seguro te mueres del asombro).
El martes caminaba por el centro del pueblo y frente a la casa de la cultura encontré a Jesús Nava, fuimos compañeros de estudios. Lo felicité por su cargo político y nos sentamos a hablar un rato. Me presentó algunos proyectos: créditos para pequeños productores, la construcción de un nuevo y moderno cementerio (le hice algunos chistes al respecto, "estas buscando los votos con los muertos"), y así me comentó que el gobierno regional aprobó el presupuesto para la creación de un periódico para el municipio Miranda. En ese punto me dijo que le gustaría que me involucrara en el trabajo político que dirigía, "no es necesario que te mudes para el pueblo", me dijo con ironía y humor. (La mayoría de mis conocidos en el pueblo sabían que no me gustaba aquel lugar).
Durante esos días compartí con jóvenes que en otrora fueran mis alumnos de Escuela Dominical, algunos se han apartado del cristianismo por no entender "muchas cosas". Una de esas noches me senté en la plaza La Bandera y me encontré con Maribel Rodriguez, quien en aquellos años se perfilaba como una líder dentro de la congregación y comenzaba a codearse con líderes de la organización, yo siempre creí que llegaría a altos cargos. Sin embargo escuché que hace tres años decidió retirar su membresía de la congregación y fundó una congregación en la que la mayoría son mujeres, tras haberla fundado entregó la dirección del grupo a otra persona aunque sigue reuniéndose con ellos y realizando actividades en otros pueblos. Se han levantado en su contra guerras psicológicas, rumores que intentan desprestigiarla y tantas cosas. Me acerqué a ella y mientras conversábamos noté que se cuidaba de entrar en algún "punto delicado", tal vez pensaba que yo tenía ciertos prejuicios hacia ella y su labor. Así que en medio de la conversación elogié sus logros, "no ha sido fácil", fue todo lo que dijo, se levantó y siguió su camino. Yo permanecí sentado. Me pregunté si aquel encuentro fue casual o causal. ¿Tal vez Dios intentaba decirme algo? Pensé en mi amigo y su proposición de trabajar junto a él, él quería que yo llevara las riendas del periódico, ¿Podría ser que desde allí podría beneficiar al pueblo y a todo el municipio? Noté que por esos días me había sentido como en casa, que el pueblo se tornaba atractivo, "Solo Dios puede hacer un milagro así", pensé y sonreí al pensarlo.
Pero el frío de la noche del 16 de abril del 98 aun helaba mi alma, me di cuenta que el hecho de no comprender ciertos eventos inesperados o tragedias actuales me tenían allí sentado, allí en el pueblo, buscando silencio, intentando meditar. Pude haber reaccionado de otra manera, de forma negativa, pero allí estaba, donde hace años abandoné una misión y tentado a retomarla. Pensando que no es el momento de actuar, que no tenía ni la fuerza ni el ánimo, que las cosas que me han venido sucediendo han abierto una herida, o tal vez la herida que creí sana.
Entonces me dí cuenta que era el momento de avanzar, que debía ir en contra de mi ánimo, de mi herida, que debía demostrar que en medio de las tragedias se puede vencer, se puede lograr, se puede culminar una tarea inconclusa. Que podía vencer mi actitud pasiva, que podía cambiar el nombre a mis actitudes, y allí en la plaza de la bandera luché con un ángel.
Dios a veces nos arrincona hacia una sola decisión, para nosotros es trágico, no nos gusta tener una sola opción, pero no darnos cuenta de la decisión que nos espera es no encontrar la salida, es no percibir la razón de los acontecimientos que nos mueven de la comodidad y nos sacuden la tranquilidad, es vivir la verdadera tragedia. Y debemos entender que a veces entender que los acontecimientos nos mueven a una decisión no significa haber encontrado nuestro propósito de vida, muchas veces es solo una parada en el camino para desarrollar habilidades que serán útiles en el futuro.
Por mí parte debo agradecer a Dios por la lucha en la plaza La Bandera. He tomado mi decisión, he decidido hacer una parada en el camino. Esta vez puede haber otra noche como la del 16 de abril del 98, ahora pueden decirme que Coelho es carismático, que su filosofía va en armonía con la Nueva Era, pueden hablarme de "Leyendas Urbanas Cristianas", o tal intentar condenarme y decir que soy hereje por pensar que la política puede ser en este caso una plataforma para brindar un bienestar socio-espiritual al pueblo y a los pueblos vecinos, mucho más por actuar en un partido opositor al gobierno nacional; pueden decirme que necesito una cobertura en el pueblo, que mi relación con los líderes católicos no benefician al evangelio, que digan que mi tendencia a hacer vínculos y amistades con jóvenes "no creyentes" del pueblo y con personas cuya reputación es negativa pone en tela de juicio mi liderazgo (en verdad no pienso en mi liderazgo, dudo poder decir que poseo un título como éste). Que lancen sus miradas que hieren, que intenten hacerme huir una vez más, esta vez les sonreiré y guardaré silencio, no por temor, sino por el temor de ellos, lo haré por amor, pues no me permitiré herirles con mis argumentos. En silencio caminaré y me alejaré de ellos, y rogaré que una noche puedan sentarse en la plaza La Bandera, que una noche puedan vencer un ángel dejándose vencer ellos mismos, y que sus nombres sean cambiados y sus actitudes renovadas.
Es cierto, aun quedan otras luchas, sé que deberé subir al cuadrilátero una y mil veces más en este peregrinaje, pero venceré siempre, porque lo haré al Estilo Jacob, "Lloraré y Rogaré", y dejaré que una vez más hiera mi muslo.
Hace catorce años Dios me llevo a un pueblito en contra de mi voluntad. Para mí fue una tragedia en muchos sentidos. Viví casi cuatro años en ese lugar.
Sin querer y motivado no sé por qué (en ese entonces) inicié un trabajo ministerial en el pueblo fundando una sociedad de jóvenes y adolescentes cristianos bajo la cobertura de una de las iglesias ya fundadas en el pueblo. El trabajo me llevó a estrechar buenas relaciones con líderes católicos y de distintas denominaciones cristianas del pueblo y otros pueblos alrededor. A medida que el trabajo avanzaba atesoré proyectos en mi corazón en bienestar de la condición espiritual del pueblo, proyectos que iban más allá de los límites de la religión.
Pero una noche una directiva (bien intencionada) tomó mis sueños y los hizo pedazos, juzgaron que tales sueños me hacían un peligro para la buena religión así que tomaron sus decisiones al respecto y el veredicto fue en mi contra. A los meses decidí abandonar el pueblo, total era mi meta al llegar a ese lugar permanecer el tiempo necesario hasta poder partir. Me alejé y mi vida tomó otro sendero, o debo decir distintas veredas dentro del sendero. Veredas necesarias para el aprendizaje, en las que logré desarrollar habilidades, tener experiencias, encontrar verdades, conocerme a mí mismo, etc.
El domingo pasado decidí pasar el día en casa de mis padres, quienes aun siguen viviendo en aquel pueblito, así lo he estado haciendo los últimos domingos, esta vez la visita se extendió por unos cuantos días. Me sorprendí tomando una decisión: "en los próximos meses construiré una vivienda en el pueblo, mis padres tienen un terreno desocupado, de esa forma podré tener un lugar acondicionado para mí y mi familia, a dónde instalarme cada vez que quiera disfrutar de la tranquilidad de la vida del pueblo, y quien sabe si un día hasta decido mudarme para el pueblo" (Si pasas por acá, Eredis, seguro te mueres del asombro).
El martes caminaba por el centro del pueblo y frente a la casa de la cultura encontré a Jesús Nava, fuimos compañeros de estudios. Lo felicité por su cargo político y nos sentamos a hablar un rato. Me presentó algunos proyectos: créditos para pequeños productores, la construcción de un nuevo y moderno cementerio (le hice algunos chistes al respecto, "estas buscando los votos con los muertos"), y así me comentó que el gobierno regional aprobó el presupuesto para la creación de un periódico para el municipio Miranda. En ese punto me dijo que le gustaría que me involucrara en el trabajo político que dirigía, "no es necesario que te mudes para el pueblo", me dijo con ironía y humor. (La mayoría de mis conocidos en el pueblo sabían que no me gustaba aquel lugar).
Durante esos días compartí con jóvenes que en otrora fueran mis alumnos de Escuela Dominical, algunos se han apartado del cristianismo por no entender "muchas cosas". Una de esas noches me senté en la plaza La Bandera y me encontré con Maribel Rodriguez, quien en aquellos años se perfilaba como una líder dentro de la congregación y comenzaba a codearse con líderes de la organización, yo siempre creí que llegaría a altos cargos. Sin embargo escuché que hace tres años decidió retirar su membresía de la congregación y fundó una congregación en la que la mayoría son mujeres, tras haberla fundado entregó la dirección del grupo a otra persona aunque sigue reuniéndose con ellos y realizando actividades en otros pueblos. Se han levantado en su contra guerras psicológicas, rumores que intentan desprestigiarla y tantas cosas. Me acerqué a ella y mientras conversábamos noté que se cuidaba de entrar en algún "punto delicado", tal vez pensaba que yo tenía ciertos prejuicios hacia ella y su labor. Así que en medio de la conversación elogié sus logros, "no ha sido fácil", fue todo lo que dijo, se levantó y siguió su camino. Yo permanecí sentado. Me pregunté si aquel encuentro fue casual o causal. ¿Tal vez Dios intentaba decirme algo? Pensé en mi amigo y su proposición de trabajar junto a él, él quería que yo llevara las riendas del periódico, ¿Podría ser que desde allí podría beneficiar al pueblo y a todo el municipio? Noté que por esos días me había sentido como en casa, que el pueblo se tornaba atractivo, "Solo Dios puede hacer un milagro así", pensé y sonreí al pensarlo.
Pero el frío de la noche del 16 de abril del 98 aun helaba mi alma, me di cuenta que el hecho de no comprender ciertos eventos inesperados o tragedias actuales me tenían allí sentado, allí en el pueblo, buscando silencio, intentando meditar. Pude haber reaccionado de otra manera, de forma negativa, pero allí estaba, donde hace años abandoné una misión y tentado a retomarla. Pensando que no es el momento de actuar, que no tenía ni la fuerza ni el ánimo, que las cosas que me han venido sucediendo han abierto una herida, o tal vez la herida que creí sana.
Entonces me dí cuenta que era el momento de avanzar, que debía ir en contra de mi ánimo, de mi herida, que debía demostrar que en medio de las tragedias se puede vencer, se puede lograr, se puede culminar una tarea inconclusa. Que podía vencer mi actitud pasiva, que podía cambiar el nombre a mis actitudes, y allí en la plaza de la bandera luché con un ángel.
Dios a veces nos arrincona hacia una sola decisión, para nosotros es trágico, no nos gusta tener una sola opción, pero no darnos cuenta de la decisión que nos espera es no encontrar la salida, es no percibir la razón de los acontecimientos que nos mueven de la comodidad y nos sacuden la tranquilidad, es vivir la verdadera tragedia. Y debemos entender que a veces entender que los acontecimientos nos mueven a una decisión no significa haber encontrado nuestro propósito de vida, muchas veces es solo una parada en el camino para desarrollar habilidades que serán útiles en el futuro.
Por mí parte debo agradecer a Dios por la lucha en la plaza La Bandera. He tomado mi decisión, he decidido hacer una parada en el camino. Esta vez puede haber otra noche como la del 16 de abril del 98, ahora pueden decirme que Coelho es carismático, que su filosofía va en armonía con la Nueva Era, pueden hablarme de "Leyendas Urbanas Cristianas", o tal intentar condenarme y decir que soy hereje por pensar que la política puede ser en este caso una plataforma para brindar un bienestar socio-espiritual al pueblo y a los pueblos vecinos, mucho más por actuar en un partido opositor al gobierno nacional; pueden decirme que necesito una cobertura en el pueblo, que mi relación con los líderes católicos no benefician al evangelio, que digan que mi tendencia a hacer vínculos y amistades con jóvenes "no creyentes" del pueblo y con personas cuya reputación es negativa pone en tela de juicio mi liderazgo (en verdad no pienso en mi liderazgo, dudo poder decir que poseo un título como éste). Que lancen sus miradas que hieren, que intenten hacerme huir una vez más, esta vez les sonreiré y guardaré silencio, no por temor, sino por el temor de ellos, lo haré por amor, pues no me permitiré herirles con mis argumentos. En silencio caminaré y me alejaré de ellos, y rogaré que una noche puedan sentarse en la plaza La Bandera, que una noche puedan vencer un ángel dejándose vencer ellos mismos, y que sus nombres sean cambiados y sus actitudes renovadas.
Es cierto, aun quedan otras luchas, sé que deberé subir al cuadrilátero una y mil veces más en este peregrinaje, pero venceré siempre, porque lo haré al Estilo Jacob, "Lloraré y Rogaré", y dejaré que una vez más hiera mi muslo.
6 comentarios:
Querido Gusmar
Mientras Dios te de el pase, conquista ese pueblo para El! Los prejuicios siempre estarán tenemos que aprender a vivir con ellos, aunque sería mejor que no esten. Yo también he estado en esa plaza, hay que dejar que nos hiera.
Un abrazo enorme
PD: Por cierto ya solucione lo de los comentarios
Gusmar,amigo loco y valiente,como te admiro!!!.
Como quisiera yo tener la serenidad que estas teniendo tu para retomar tus cosas y proyectos (al menos tienes algunos),como quisera tener tu arrojo para empezar de nuevo.
Animo amigo,Coehlo es mas cuerdo que muchos escritores del "hit eclesial",finalmente la opinion de los demas no significa nada y si acaso significa algo,no es importante.
Tu no necesitas demostrar nada a nadie,solo se tu mismo y que Dios guie tu corazon.
Un abrazo fraterno hasta tu pueblito.
Hola Jenny, que bueno que lo solucionaste, porque he querido dejar un comentario desde hace semanas!!! Saludos.
Hola Beatriz!!! No muy valiente, pues de serlo habrìa empezado antes, o no hubiera huido, pero si suficientemente loco como para hacerlo desde ya!!. Saludos
Que interesante Gusmar. Me parece genial tu actitud, te lo dice la amiga que comparte contigo criterios extraños. Se llama libertad y a muchos les aterra. Es esto, no dejar que nada nos bloquee, nada incluida la religiosidad en la iglesia y todas esas tramucias espantosas que nada tienen que ver con el evangelio, para servir a Dios por donde Él nos muestra. Que Dios te fortalezca y ayude. Saludos.
Amen Claudia, exacto verdadera libertad, la que Dios revela para nosotros.Saludos
Publicar un comentario