Ayer ella y yo decidimos escapar de la realidad que suele distraer al amor. Fue un día especial, todo el universo conspiró a nuestro favor. Desde un amanecer nublado que nos daba la bienvenida a un nuevo día, que dos no olvidaremos.
La vereda del lago fue el escenario.
Disfruté ver la brisa, que nace en el centro de aquel lago, jugando con su cabello, su hermoso cabello. Sus lindos ojos brillaban ante la ausencia que en ocasiones nos a distanciado. Sus labios sonreían y nada podía distraerme.
Volvimos a ser niños que se aman en silencio sentados en una banca sin saber como amarse. Niños que platicaban sus temores que desnudaban la inocencia mientras reían por cosas que nunca comprendieron.
Ayer nos miramos como la primera vez, y ella dijo amarme siempre. Y yo sé que es cierto. En cambio yo lo descubrí mucho después que ella. Yo alejándome para finalmente volver a ella. Y reímos al ver que, mientras yo apostaba mi destino ella siempre lo guardó en su corazón. Y la amé mucho más.
Ayer fuimos adolescentes de nuevo. Vivimos la adolescencia que estuvo ausente y que añoramos alguna vez. La vi llorar mientras me decía cuanto dolió su adolescencia sin mí, cuanto dolió la vida. Y lloré por dentro, porque soy cobarde para llorar frente a ella.
Bajo un árbol, que nos prestó su sombra y donde la tranquilidad que canta un lago, nos dimos aquellos besos que extrañamos en la adolescencia. Y nos aferramos, yo a su cintura y ella a mi cuello. Y reímos, una vez más reímos al notar que ya no somos adolescentes. Pero quisimos creerlo y aquel árbol guardó silencio.
Ayer un batallón de niños nos asaltó, nos rodearon montados en bicicletas, disfrutando de la niñez que aun no se les escapaba. Tal vez algún día uno de ellos será un adolescente bajo la sombra de aquel árbol.
Ayer susurramos promesas, escribimos poesías, inventamos besos. Nos robamos el tiempo, caminamos por una vereda que es nuestra. A donde tantas veces la llevó la tristeza, sola, y a mí la melancolía, solo, cuando escapé de ella. Nunca coincidimos allí, pero el lago que escuchó sus quejas y guardó mis recuerdos, el lago que clamó por nuestro destino, ayer sonrió al reconocer nuestros rostros desde lejos y darse cuenta que ni siquiera un puente pudo evitar nuestra historia. Y desde tu cintura observé aquel puente que hemos cruzado. Y caí de nuevo en tu sonrisa.
Ayer dibujamos sobre nuestro pasado. Nos burlamos de nuestra rutina, hicimos un pacto.
Ayer jugamos a ser personajes de la mitología griega. Jugamos a ser hijos de Poseidón. Nos burlamos de aquella religión que intentó robarle a su padre y que quiso atropellar mis sueños. Y ella presumió haber acabado con mis días de gitano, y yo con seguir siéndolo, pero a su lado. Y coincidimos en dos tesoros.
Ayer dejamos la orilla para un próximo agosto, guardamos secretos para no contarlos, para reír en complicidad, si la vieran reir como la veo yo.
Ayer descubrimos más razones para amarnos, más promesas para cumplir. Ayer escribí solo el inicio de un relato, que es del pasado, que vive en el presente y contaremos en el futuro. Porque en aquellos tiempos donde el cielo aun era gris, cuando la brisa no había nacido y cuando un puente dolía… En aquellos tiempos hubo un día de agosto…
La vereda del lago fue el escenario.
Disfruté ver la brisa, que nace en el centro de aquel lago, jugando con su cabello, su hermoso cabello. Sus lindos ojos brillaban ante la ausencia que en ocasiones nos a distanciado. Sus labios sonreían y nada podía distraerme.
Volvimos a ser niños que se aman en silencio sentados en una banca sin saber como amarse. Niños que platicaban sus temores que desnudaban la inocencia mientras reían por cosas que nunca comprendieron.
Ayer nos miramos como la primera vez, y ella dijo amarme siempre. Y yo sé que es cierto. En cambio yo lo descubrí mucho después que ella. Yo alejándome para finalmente volver a ella. Y reímos al ver que, mientras yo apostaba mi destino ella siempre lo guardó en su corazón. Y la amé mucho más.
Ayer fuimos adolescentes de nuevo. Vivimos la adolescencia que estuvo ausente y que añoramos alguna vez. La vi llorar mientras me decía cuanto dolió su adolescencia sin mí, cuanto dolió la vida. Y lloré por dentro, porque soy cobarde para llorar frente a ella.
Bajo un árbol, que nos prestó su sombra y donde la tranquilidad que canta un lago, nos dimos aquellos besos que extrañamos en la adolescencia. Y nos aferramos, yo a su cintura y ella a mi cuello. Y reímos, una vez más reímos al notar que ya no somos adolescentes. Pero quisimos creerlo y aquel árbol guardó silencio.
Ayer un batallón de niños nos asaltó, nos rodearon montados en bicicletas, disfrutando de la niñez que aun no se les escapaba. Tal vez algún día uno de ellos será un adolescente bajo la sombra de aquel árbol.
Ayer susurramos promesas, escribimos poesías, inventamos besos. Nos robamos el tiempo, caminamos por una vereda que es nuestra. A donde tantas veces la llevó la tristeza, sola, y a mí la melancolía, solo, cuando escapé de ella. Nunca coincidimos allí, pero el lago que escuchó sus quejas y guardó mis recuerdos, el lago que clamó por nuestro destino, ayer sonrió al reconocer nuestros rostros desde lejos y darse cuenta que ni siquiera un puente pudo evitar nuestra historia. Y desde tu cintura observé aquel puente que hemos cruzado. Y caí de nuevo en tu sonrisa.
Ayer dibujamos sobre nuestro pasado. Nos burlamos de nuestra rutina, hicimos un pacto.
Ayer jugamos a ser personajes de la mitología griega. Jugamos a ser hijos de Poseidón. Nos burlamos de aquella religión que intentó robarle a su padre y que quiso atropellar mis sueños. Y ella presumió haber acabado con mis días de gitano, y yo con seguir siéndolo, pero a su lado. Y coincidimos en dos tesoros.
Ayer dejamos la orilla para un próximo agosto, guardamos secretos para no contarlos, para reír en complicidad, si la vieran reir como la veo yo.
Ayer descubrimos más razones para amarnos, más promesas para cumplir. Ayer escribí solo el inicio de un relato, que es del pasado, que vive en el presente y contaremos en el futuro. Porque en aquellos tiempos donde el cielo aun era gris, cuando la brisa no había nacido y cuando un puente dolía… En aquellos tiempos hubo un día de agosto…
17 comentarios:
Conque gitano, ¿eh? Yo digo que sigas siéndolo, je, je. Porque en tus travesías nos invitas por medio de tus letras.
hola Keila, jajjajajaja. Pues sí, lo he sido... Aprendí a hacerlo casi obligado y luego pues me gustó!! y ahora llevo conmigo a donde voy mi tesoro. Saludos, gracias por visitar.
Gussssssssss que lindos tus escritos...Tus vivencias nos trasladan a un mundo magico donde solo un verdadero poeta es capaz de trasladar al lector....Bravo por ti amigo mio Dios te bendiga y nos permita seguir disfrutando de tu talento por siempre. Saludos besos y abrazos.
Jacsellys
¡Hola Gusmar!, regreso de nuevo a tu escrito, y me vuelve a parecer muy lindo como la primera vez, sólo que en aquella ocasión, no tuve tiempo de imprimir mi gusto, pero ahora lo hago:Te quedó muy hermosa esta vivencia o reflexión, no sé, pero linda al fin y al cabo.
Saludos.
Hola Brother, definitivamente el amor te inspira y le sienta excelente a tus letras.
Hey, ahora somos compañeros de blog (en TSN), viste? :)
Jac!!!!!!!!!!!!!! què de tiempo amiga, espero estes bien, te escribo a tu cel en un rato... Gracias por pasar por acá.
Isa gracias, que bueno que la aprecies. Fue un dìa maravilloso, de reencuentro, de fortalecer y renovar. Saludos.
Brother!!!! Claro, te vì allì y me sentì a gusto de estar entre gente de tanto talento!!!! Gracias por permitirme entrar en tan excelente circulo!!!! Saludos.
Cuando aquel puente dolia wowowowowowo amigo me haz hecho estremecer hasta las lagrimas Gusmar...Un día de agosto, hubo un lago, una acera por donde pasar..es tremendo gracias mi poeta favorito por compartirme esto un fuerte abrazo ah yo tmb te estimo bastante saludos
Me encanto eso de descubirir mas razones para amarnos. El amor no es casualidad, solo hay que descubrir ese secreto y hacer de un amor, un gran amor
abrazo
DIOS te bendiga
gus
Patty!!!!!
Qué bueno verte por acá. Espero que estes mejor que bien. Te aprecio mucho, te he estado leyendo también, y lo ultimo que publicaste vaya que es bueno!!!
Saludos
Hola Gustavo!!!
ey mi padre se llama Gustavo, Gustavo Enrique!
Saludos brother.
Gusmar muy lindo tus escritos, de cierta manera despiertas un amor mío antiguo con tus escritos, muy lindos.
Saludos
Claudia
Los gustavos somos todos muy especiales
Abrazo
Pues sì, mi padre es todo un personaje, y le debo mucho, es mi maestro... Saludos brother...
Amigo, bien lindo lo que escribes, Dios te ha dado un talento para transmitir emociones, y eso también es un tesoro... "además de tu tesoro" je, je
Un fuerte abrazo, poeta
jajajaja, pues con uno me basta brother!!! De hecho mi tesoro inspira mi otro tesoro... Saludos. Gracias por tus paradas en este lugar, se que tu camino es largo e incierto... Y detenerse a veces es un sacrificio...
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