sábado, 15 de octubre de 2011

SI ESA HISTORIA ES CIERTA Y SI ESE HOMBRE FUE DIOS (II)

La Biblia dice “¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?”

Si bien pensamos en Cristo y su resurrección al leerlo, no podemos negar que lo atractivo de este versículo bíblico es su tono de burla. “¿De burla?”, preguntarían algunos de quienes fueron mis maestros bíblicos, pues sí, de burla. Es como ver a David, delgado, adolescente, inexperto, sonriendo frente al cuerpo frío e inanimado, pero voluminoso y gigante de Goliat, observando al ejército israelí y las expresiones de asombro de los veteranos de guerra; es como mirar a Daniel, despreocupado en un foso junto a leones hambrientos que no lo atacan. Es como sentarse al lado de Moisés en la legendaria cumbre del Pisga y contemplar su vigor, es como descubrir la juventud de su mirada a pesar de su edad anciana, es como sentir su tranquilidad que no se quebranta ante la hora de su partida. Lo que ese pasaje bíblico dice de forma directa es dibujado muchas veces en las páginas de la Biblia a través de sus relatos.

En la proximidad a mis treinta años de edad no me preocupaba tanto la muerte como el silencio con el que amenaza arropar la obra del hombre. No sé si usted ha vivido ya esa agonía que ahoga, que presiona desde el pecho hasta la garganta y abraza la existencia hasta sofocarla; no sé si usted se ha preguntado, tal vez seguro de que su eternidad está escondida y confiada en los brazos de un amoroso Dios, qué pasará con sus obras, o tal vez su pregunta sea: ¿he hecho algo digno de ser recordado en mi ausencia?

Jesús caminó por las veredas de aldeas y pueblos, por sus calles, tocó a mucha gente y mientras él yace crucificado, como protagonista de un espectáculo, algunos recuerdan que él los tocó. Jesús expira y muchos de los tocados, lamentan su muerte. Jesús resucita y la noticia llega a oído de algunos de ellos, éstos se alegran, por momento no pueden creerlo, es como una ficción, una parábola o un cuento, pero se alegran; ficción, parábola o cuento es una buena noticia, y con sinceridad prefieren creerla cierta. Pero cierta o no, Jesús no es visto caminando más por las veredas y calles, sus manos no tocaron más a ningún leproso, su mirada no reposó más sobre alguna mujer adúltera en apuros u otro rico confundido y desesperado por encontrar la verdad, su voz no acarició otra vez los oídos cansados de algún ciego a punto de recibir la vista ni pronunció algún discurso de amor. Así que tal vez la muerte venció, puso fin a la existencia de un hombre, interrumpió su obra, sus pasos. ¿Imagina usted lo que pudo lograr Jesús con treinta años más de vida? Puede que desde un punto de vista poético y trágico la muerte sonríe y disfruta de su poder de ponerle fin a esos otros posibles treinta años.

He dicho anteriormente que mientras muchos aseguran la veracidad de los relatos bíblicos con argumentos verbales los niegan al mismo ritmo, y mejor elocuencia, con sus actitudes. He afirmado ya que mientras imponen sus posiciones teológicas respecto a la divinidad del Cristo exponen sus incongruencias al respecto mediante los mecanismos y estrategias sistemáticas de imposición… El afán de construir instituciones e institucionalizar “construcciones” fuertes, con un fin sectario, proselitista, con pretensiones absolutista, con métodos dogmáticos y programas excluyentes para delimitar y fronterizar asegurando la atención del progreso de un movimiento cuyo ritmo puede ser medido y por lo tanto declarado como “fuerte”, “exitoso” y “rígido” no es una burla a la muerte, no es ni siquiera una herencia digna o una razón para ser recordado; es una burla, cierto, pero una burla a la actuación de Cristo, al coraje de los personajes bíblicos (reales o ficticios), a la esperanza a la cual se aferraron muchos de esos personajes y por la cual caminaron dejando huellas firmes y dignas de ser seguidas.

Escuché dentro de muchas de esas construcciones fuertes “aplausos y gritos de júbilos” mientras “exitosos oradores” recitaban el “¡Donde está muerte tu aguijón!”; allí mismo, en muchas de esas construcciones está el aguijón de la muerte, que amenaza con extinguir y silenciar la verdadera obra del Cristo que caminó entre los hombres, que se detuvo para escuchar y hablar, para amar, para dar sin intentar quitar algo a cambio, que sembró su vida para que otros extendieran sus manos y recogieran los frutos; al menos eso es lo que reflejan los relatos bíblicos de él, relatos que hoy son usados como fundamento de un cristianismo que es cualquier cosa menos cristiano. La muerte se burla de Cristo, de la veracidad de los relatos de la biblia, incluso de lo que llaman divinidad del Cristo, se burla dentro de los templos, desde los pulpitos, hasta tiene canales de televisión, estaciones radiales, la muerte desnuda hoy su aguijón, y hasta porta credenciales, erige ostentosos rótulos. Si usted se ha preguntado qué hacer para ser recordado, qué le parece imitar las actitudes del Cristo, intentar hacer brillar su labor social en las calles y veredas de su comunidad, tal vez de esa forma podemos burlar la muerte, quizá podemos vencer su aguijón con la simpleza de una vida sin pretensiones individualistas a través de mecanismos colectivistas.

Supongamos que Jesús no resucitó, que ni siquiera fue un Dios, ¿acaso si modeláramos su actuación a través de la nuestra no estaría resucitando y su humanidad no sería divina? No sé si puedo explicarme, pero lo que quiero decir es que si la historia de su resurrección es cierta y eso es prueba de su divinidad, entonces merece ser honrada con un cristianismo más social, no absolutista, incluyente.

¿Dónde está muerte tu aguijón? Puedo verlo en las actitudes ortodoxas, dogmáticas, egoístas, controladores, opresivas, y tantas más, pero tu victoria, tal vez en el mismo lugar de tu derrota…

2 comentarios:

Contratar Famosos dijo...

Hoy en dia el aguijon de la muerte esta en la droga, la mentira, los malos pensamientos, y la envidia. Sin dudas. Excelente publicacion.

GUSMAR SOSA dijo...

Gracias por pasar. Saludos.