domingo, 30 de marzo de 2008

¡NO MAQUILLES TU ALMA!

- Así no lo había planeado- Me dijo llorando luego de explicarme como se esforzó por mantener viva su relación. Pero finalmente la desición no fue de ella.


- No volveré a amar nunca más. Siguió diciendome, mientras las lagrimas brotaban de sus ojos color cafè a pesar del notable esfuerzo por impedirlo.



La escuchè en silencio porque he aprendido que a veces hay que callar, en ocasiones solo necesitamos ser escuchado, hay momentos en los que las palabras estorban y endurecen aun màs al corazòn. Ya vendrà el momento de hablar. Solo la mirè fijamente a sus ojos, tomè su delicada mano y le regalè lo ùnico que tenìa para ella en ese momento, una sonrisa. Ella la aceptò secando las làgrimas de sus mejillas. Allì terminò la conversaciòn... Por ahora.



-Debo volver al trabajo- Se levantò luego de secar sus lagrìmas. -Gracìas. Y me sonriò.



-Cuenta conmigo- Respondì sinceramente. Y en ese momento su mirada la delatò. Ella querìa amar, naciò par amar. necesitaba hacerlo, necesitaba sentir que alguien la amaba. Querìa vivir para alguien y sentir que alguien vivìa para ella. A penas me dio la espalda y se volviò, se sentò de nuevo en la silla colocando su cartera en la mesa.



-Se me olvidaba algo-dijo mientras registraba su bolso y a los segundos sacò un estuche de maquillaje. Empolvò sus mejillas, delineò sus ojos y pintò sus labios.



-¿Què tal?



-Como nueva. Le respondì y sonriò de nuevo, esta vez su sonrisa se veìa tan fresca.



-La magìa del maquillaje- Comentò con picardìa.



-"La magìa del maquillaje"- repetì para mì. Volví a ver en sus ojos su deseo y vi su silueta alejarse de mi mesa y cruzar la puerta del restaurant La Paz.



Me quedè unos minutos pensando en ella y su rostro maquillado. - "La magìa del maquillaje". pensaba una y otra vez. Pensé en cómo lucía mi rostro. Mirè el rostro del mesonero que retiraba mi pago de la mesa. Observé también el rostro del joven que estaba sentado en la mesa del frente mirando desesperadamente su reloj. Pensé en la joven que minutos antes de que mi amiga se fuera se acercó a algnunas mesas vendiendo ramos de rosas mientras lucía una espléndida sonrisa.

Mientras pensaba recordé que meses atrás me monté en un transporte público para ir a mi trabajo, me senté al lado de una señora y me bastó unos segundos para notar, inevitablemente, que ella lloraba. No se si fue mi presencia o porque ya llegaba a su parada, pero inmediatamente ella sacó de su bolso su estuche mágico y en un instante su semblante cambió.

El mesonero volvió con el cambio y lo dejó en mi mesa.

-Que tenga buenas tardes- Me dijo amablemente con una sonrisa asiática. "Tal vez sea maquillada"- pensé. Tomé mi cambio y dejé una moderada propina.


Desde ayer, después de la conversación con mi amiga, no he podido de dejar de pensar en el peligro de maquillar el alma. Esta mañana salí a caminar un rato y ví a un hombre de unos cuarenta y tantos años con un maletin subir a su auto, parecía sereno y despreocupado; vi a una joven caminar con un niño de tres años más o menos vestido de preescolar, se veía tan feliz; en una parada de autobus un grupo de jóvenes esperaba por el transporte escolar, ellos hacían chistes del uno al otro; una joven muy linda pasó frente a mi, paseando un hermoso dalmata, y me dio los buenos días con una gran sonrisa. Y me pregunto ¿cuántos de ellos han maquillado su alma?


Maquillamos nuestra alma porque creemos que así no volveremos a sufrir, porque pensamos que no debemos lamentarnos ni pensar más en quien nos rechazó y decidió que era mejor vivir sin nosotros, ¿para qué pesar en nuestro padre que nos abandonó cuando niños?¡Claro que no! ellos no merecen er ni recordados. Entonces incorporamos a nuestro sistema de creencias una serie de argumentos a fin de bloquear nuestro dolor y no sentirlo más. Pero la herida sigue allí. Y lo sabemos aunque queremos ignorarlo, porque en ocasiones, cuando cerramos la puerta, cuando apagamos las luces, duele el alma.


No digo que vayamos por las calles llorando nuestras penas. Pero tampoco ignoremos nuestras heridas creando argumentos que solo son productos de nuestros temores. Digo que seamos conscientes de nuestr dolor, y que lo presentemos a Dios. Que reconozcamos y así permitamos que sea curado, que admitamos la cura para que cicatricen nuestra herida. Y sabremos que ha cicatrizado porque tendremos la capacidad de aceptar nuevas oportunidades, de realizar nuevos intentos.


No maquilles tu alma, porque es posible que el maquillaje no te permita reconocer tus temores. Y te haga desviarte de lo que realmente deseas. Siempre hay oportunidades.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razon,el maquillar el alma no ayuda a la sanidad,por el contrario,hace mas lento el camino.

Saludos.

Isa dijo...

Muy buen post. Es muy cierto lo del maquillaje del alma. Claro que no todos lo utilizan, he ahí la sabiduría para discernir y ver "un poco más allá".
Saludos.

Isa dijo...

Ya me vi entre tus blogs, ¡muchas gracias! y en cuanto le pueda decir a mi asesora de computadora, le pediré que te ponga entre mis blogs que leo.
Bendiciones!!

Keila dijo...

Uy, qué lindo. No maquilles tu alma. Me gustó.