sábado, 19 de noviembre de 2011

MUCHAS GRACIAS...

Una vez más quiero decir gracias. Finalmente el concurso de la Empresa Editorial Christian Editing culminó, el día 16 de noviembre dieron a conocer los diez relatos ganadores y entre ellos está “La fe de mi padre”. Será publicado junto a los otros nueve a principio del año 2012. Me emociona, pues a través del relato expongo algunas de mis críticas al cristianismo heredado y el concepto de fe que nos arroja, intento de una forma no muy violenta desnudar tal concepto y los vicios que han evolucionado con él. Creo que un mejor porvenir se vislumbra, y pienso que podemos ser parte de los constructores de ese porvenir, cada uno en su escenario, con su “don” y esfuerzo, con paciencia y tolerancia. Tal vez mañana el cristianismo sea una mejor expresión como sistema o más bien escenario, tal vez sea una mejor herramienta social, quizá nosotros no disfrutaremos de su nueva forma, pero podemos dejar las bases para que sea posible.

Este relato fue forjado a base de las críticas de ustedes, mis amigos, compartiendo con ustedes he ido encontrando equilibrio en mi empeño, he ido aprendiendo, ha sido una gran aventura, con algunos he compartido por años, con otros por meses o semanas, pero ha sido provechosa la dinámica de publicar y ver sus comentarios, incluso los comentarios de quienes no comparten mis formas de ver el cristianismo hoy. Yo seguiré en mi empeño, tengo una meta trazada y quiero llegar hasta allá, y espero en mi travesía seguir contando con ustedes, no solo con sus palabras de ánimo, también quiero seguir contando con sus críticas, con sus “un momento, estás equivocado”… Nuevamente muchas gracias por el apoyo, y si algunos de ustedes pasean por las palabras de esta nota y no fue etiquetado (por descuido mío o porque no alcanzaron las etiquetas), el solo hecho de que estén leyéndola los hace dueños de mi gratitud, gracias por la compañía en esta aventura…

A continuación un fragmento del capítulo cuatro de mi relato “La fe de mis padres”, este va dedicado a aquellos que han despertado para descubrir que el camino quizá es más complicado, pero es mejor caminar con los ojos abiertos…


IV
Después de cuatro meses Gustavo no sabía qué pensar sobre el dos de septiembre de mil novecientos noventa y ocho. ¿Había dado un paso importante o había cometido un posible error?

A pesar de la incertidumbre durante esos cuatro meses se sintió libre de compromisos con la organización y con Dios. En cierta forma su decisión marcó un nuevo comienzo, todavía no sabía para qué, pero de algo aún estaba seguro: no terminaría lejos de Dios y no le daría la espalda a los principios bíblicos. Pero aún confiado en su determinación sentía temor.

¿Qué tal si sus dudas terminaban convenciéndolo de lo contrario? ¿Qué tal si se acostumbraba a una vida normal sin llamado, sin propósito?

Eventualmente le angustió sentirse sin posición dentro de la organización, le atemorizó que los creyentes de Getsemaní lo rechazaran como pastor al terminar el período de reposo que se le había aprobado, que la organización no lo tomara en cuenta para ninguna otra de sus iglesia o no poder fundar de nuevo alguna obra; le angustió porque hasta donde había comprendido no se puede vivir toda la vida en reposo sin entrar de nuevo a la acción del servicio cristiano, tal vez Dios le perdonaría lo que pudo ser un error por intentar superar sus conflictos, pero no aceptaría que nunca más volviera a la acción.

Se convirtió en un hombre más callado, un tanto distanciado y solitario; aunque intentó y se esforzó para convencerse de que su decisión fue correcta no pudo durante meses evitar el sentimiento de vergüenza frente a los creyentes de Getsemaní cuando tropezaba con ellos en alguna de las calles del pueblo o estrechaba sus manos en el templo.

Se dio cuenta que Agua Santa es un pueblo pequeño y sus calles estrechas, descubrió que el templo se puede observar desde la mayoría de sus calles; invocó muchas veces recuerdos que le permitieran escuchar la voz cálida de su madre, extrañó la ciudad de Maracaibo, también los pueblos en los que fundó y pastoreó desde que egresó del seminario.

Aunque extrañó también los pulpitos y tener una congregación frente a él escuchando sus sermones durante esos cuatro meses no intentó enseñar, pudo llamar a alguno de sus colegas y ponerse a la orden u ofrecerse para ministrar en uno de los servicios dominicales, pero no lo hizo porque sentía que todavía no era el momento.

Percibió además que algunos colegas estaban más ocupados desde su reposo pues ya no establecían contacto con él, llegó a pensar que tal vez la hermandad entre los ministros de una organización es condicionada. No quiso y no pudo generalizar, concluyó que no es una organización la que forma o propicia tal condición, sino la forma en la que muchos asimilan su posición ministerial y conceptualizan la hermandad.

Con el pasar de los meses, distanciado de responsabilidades, de convenciones y congresos comprendió que su sistema de creencias era una mezcolanza de verdades y de doctrinas heredadas e interpretaciones que podían ser cuestionadas. Notó que podía detectar fallas en el sistema de creencia al cual se había adherido, y su angustia creció por momentos pues pensó que sus criterios cambiaban porque su decisión fue un acto de rebeldía en contra de su llamado y estaba siendo seducido por vanas filosofías y doctrinas erradas.

Mientras Gustavo enfrentó la ambigüedad de sus pensamientos y juicios en esos cuatro meses, María sufrió sus propios conflictos…

Aquí la página donde fue publicada la noticia…

www.christianediting.com

2 comentarios:

Erik Torres dijo...

Precioso relato Gusmar, sigue adelante, que eres bendición de parte de Dios para el mundo!!!

GUSMAR SOSA dijo...

-Gracias Erik, un abrazo, y sigue adelante!