En aquel mundo, espacio al que limité mis creencias, razonamiento, actitudes y todas las estructuras de mi ser, existían ficciones construidas sobre las bases de principios de la Gran Verdad, ficciones que la misma experiencia y existencia contradecían pero que, viciado, el ser no cuestiona e intenta ignorar de cualquier forma posible las contradicciones.
Sucede que cuando aceptamos un mundo como verdadero, y nos empeñamos en interpretar todo a favor de sus estructuras (ficciones) y crear argumentos que nos permitan callar la voz de nuestra existencia (emociones, sentimientos, etc. Voces que gritan contra el mundo de ficciones o realidad ficticia) terminamos enfrentando casi a diario cierta inconformidad con lo que percibimos que somos, y esta inconformidad, que no aceptamos como tal porque sencillamente es una “realidad no posible” dentro de los parámetros que estructuran nuestro mundo, viene a traducirse como un vacío. Así muchos ante el vacío innegable (aunque posiblemente ignorable) y presente en nuestra existencia (y que por lo tanto compone nuestro ser, el ser verdadero que tal vez viene durmiendo ante la construcción de un ser ficticio ajustado a una realidad ficticia) intentan anclarse con una serie de frases “mágicas” (ficciones que son estructuras de un mundo ficticio).
Lo anterior es una realidad que se vive entre los muros de cristales de un cristianismo que ha dejado a un lado al Cristo. Una de las frases mágicas que suelen funcionar para fortalecer la determinación de ignorar las voces del ser verdadero que intentan hacernos consciente de nuestra existencia es: “solo Cristo puede llenar mi vacío”. Pero aun repitiéndola no reaccionan ante la necesidad de conocer, en primer lugar, ese vacío y lo que hay dentro de él, y cómo se traduce esa forma en la que nuestro ser verdadero grita, y de allí ante la necesidad de conocer a ese Cristo de quien se dice “puede llenar el vacío”, y no lo dudo: Cristo es la esencia que puede llenar el vacío que produce el encontrarse en un mundo ficticio construido con las estructuras de un cristianismo de cristal.
Cristo es la Gran Verdad. De Él se desprenden estructuras (en este caso no son ficciones las estructuras ya que es el mundo real, son más bien "principios") que le constituyen, que constituyen la Gran Verdad. Saber que existe una verdad no es igual a conocer esa verdad, no es igual a conocer las estructuras (principios) que constituyen la Verdad que sabemos que existe pero que no conocemos. Entonces saber que existe Cristo no es igual a conocerle, así como llamarme cristiano y no conocer a Cristo ya es una contradicción, es decir: “soy seguidor de Cristo, pero la verdad es que no sé ni qué dirección tomar”.
Yo podría decirles: “en Venezuela hay un estado llamado Yaracuy, en ese estado se ubica el pueblo de Aroa, y al pie del pueblo está el cerro Quebrada Honda, allí cada amanecer trae consigo una densa niebla que empaña el horizonte y con solo respirarla se absorbe el aroma del café”. Con mi descripción sería suficiente para que ustedes estén conscientes de la existencia de un cerro y su fragancia matutina. Pero no podrían decir que lo conocen a menos que se aventuren a visitarlo y relacionarse con sus estructuras, en este caso: el paisaje, el clima, la fragancia matutina, etc. De la misma forma para que las frases como “solo Cristo puede llenar el vacío” sean más que palabras “mágicas” es necesario relacionarnos con las estructuras de Cristo y conocerle. Un cristianismo, o cualquier movimiento que pretende tomar a Cristo como bandera y solo eso, no es más que un espejismo, una aberración de la realidad y entonces un mundo que nos aleja de la consciencia de nuestro ser y por lo tanto vicia nuestra existencia e inevitablemente creará conflictos que bien pueden llevarnos a chocar contra la realidad y originar la ruptura de las paredes de cristal que nos limitan o pueden fortalecer la realidad ficticia mediante nuestra obstinada determinación a interpretar todo a favor de esa realidad esclavizando más nuestras creencias, razonamientos, actitudes y todas las estructuras de nuestro ser.
En el próximo post (dedicado a esta serie de Un Mundo de Cristal) hablaré de otras estructuras o ficciones que constituyen al mundo de cristal en el que se ha convertido el cristianismo que ha dejado a Cristo a un lado, para entonces me centraré en los mitos (también estructuras o ficciones) que pueden tener su fundamento en una aberrada manera de interpretar las estructuras de la Verdad. Y luego volveremos a las narraciones de mis experiencias dentro del mundo de cristal. Gracias por pasar.
Sucede que cuando aceptamos un mundo como verdadero, y nos empeñamos en interpretar todo a favor de sus estructuras (ficciones) y crear argumentos que nos permitan callar la voz de nuestra existencia (emociones, sentimientos, etc. Voces que gritan contra el mundo de ficciones o realidad ficticia) terminamos enfrentando casi a diario cierta inconformidad con lo que percibimos que somos, y esta inconformidad, que no aceptamos como tal porque sencillamente es una “realidad no posible” dentro de los parámetros que estructuran nuestro mundo, viene a traducirse como un vacío. Así muchos ante el vacío innegable (aunque posiblemente ignorable) y presente en nuestra existencia (y que por lo tanto compone nuestro ser, el ser verdadero que tal vez viene durmiendo ante la construcción de un ser ficticio ajustado a una realidad ficticia) intentan anclarse con una serie de frases “mágicas” (ficciones que son estructuras de un mundo ficticio).
Lo anterior es una realidad que se vive entre los muros de cristales de un cristianismo que ha dejado a un lado al Cristo. Una de las frases mágicas que suelen funcionar para fortalecer la determinación de ignorar las voces del ser verdadero que intentan hacernos consciente de nuestra existencia es: “solo Cristo puede llenar mi vacío”. Pero aun repitiéndola no reaccionan ante la necesidad de conocer, en primer lugar, ese vacío y lo que hay dentro de él, y cómo se traduce esa forma en la que nuestro ser verdadero grita, y de allí ante la necesidad de conocer a ese Cristo de quien se dice “puede llenar el vacío”, y no lo dudo: Cristo es la esencia que puede llenar el vacío que produce el encontrarse en un mundo ficticio construido con las estructuras de un cristianismo de cristal.
Cristo es la Gran Verdad. De Él se desprenden estructuras (en este caso no son ficciones las estructuras ya que es el mundo real, son más bien "principios") que le constituyen, que constituyen la Gran Verdad. Saber que existe una verdad no es igual a conocer esa verdad, no es igual a conocer las estructuras (principios) que constituyen la Verdad que sabemos que existe pero que no conocemos. Entonces saber que existe Cristo no es igual a conocerle, así como llamarme cristiano y no conocer a Cristo ya es una contradicción, es decir: “soy seguidor de Cristo, pero la verdad es que no sé ni qué dirección tomar”.
Yo podría decirles: “en Venezuela hay un estado llamado Yaracuy, en ese estado se ubica el pueblo de Aroa, y al pie del pueblo está el cerro Quebrada Honda, allí cada amanecer trae consigo una densa niebla que empaña el horizonte y con solo respirarla se absorbe el aroma del café”. Con mi descripción sería suficiente para que ustedes estén conscientes de la existencia de un cerro y su fragancia matutina. Pero no podrían decir que lo conocen a menos que se aventuren a visitarlo y relacionarse con sus estructuras, en este caso: el paisaje, el clima, la fragancia matutina, etc. De la misma forma para que las frases como “solo Cristo puede llenar el vacío” sean más que palabras “mágicas” es necesario relacionarnos con las estructuras de Cristo y conocerle. Un cristianismo, o cualquier movimiento que pretende tomar a Cristo como bandera y solo eso, no es más que un espejismo, una aberración de la realidad y entonces un mundo que nos aleja de la consciencia de nuestro ser y por lo tanto vicia nuestra existencia e inevitablemente creará conflictos que bien pueden llevarnos a chocar contra la realidad y originar la ruptura de las paredes de cristal que nos limitan o pueden fortalecer la realidad ficticia mediante nuestra obstinada determinación a interpretar todo a favor de esa realidad esclavizando más nuestras creencias, razonamientos, actitudes y todas las estructuras de nuestro ser.
En el próximo post (dedicado a esta serie de Un Mundo de Cristal) hablaré de otras estructuras o ficciones que constituyen al mundo de cristal en el que se ha convertido el cristianismo que ha dejado a Cristo a un lado, para entonces me centraré en los mitos (también estructuras o ficciones) que pueden tener su fundamento en una aberrada manera de interpretar las estructuras de la Verdad. Y luego volveremos a las narraciones de mis experiencias dentro del mundo de cristal. Gracias por pasar.
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