Ella se esconde entre la oscuridad de la noche y se pierde en medio de preguntas que azotan con vida propia y respuestas que no busca, pero llegan fundidas en burlas. Levanta muros que luego no puede derribar y corazas impenetrables, se protege de otros y se aleja de ella misma.
Su alma es un mar turbio, intranquilo e indomable. Su corazón un peregrino con sed de hogar y deseo de amar.
Se pregunta quién es, pero solo escucha el eco de su voz mientras transita por las veredas de la soledad.
Y es linda y llena de gracia, pero huye de los espejos que reflejan su imagen pues siente temor de recordarse, porque un día soñó y construyó una ilusión, porque una vez sonrió y fue eterna.
Hoy los sueños son laberintos de un mundo sin vida y la ilusión ruinas solemnes de un pasado que asusta, porque la sonrisa lloró frustrada y entendió la desdicha de la inmortalidad. Duelen los límites inclementes de la vida, lastiman las lágrimas que brotan pedazos del alma, pesan las ruinas sobre la espalda y confunden los laberintos inciertos.
Y es hábil y cálida, pero la imposibilita la renuncia, se detiene sin tiempo y el tiempo avanza sin ella; se cuelga en un vacío profundo y el espacio la extraña. No es sorda a las suplicas del espacio, pero intenta serlo.
Dime una cosa, linda y llena de gracia, (aunque no quieras recordarte es lo que eres, y somos lo que somos aunque nos neguemos a ello; no desaparecen las habilidades aunque renunciemos a ellas; no se congela el alma cálida por más que huyamos del calor), dime ¿dónde estarás esta noche?
Te invito a un lugar donde las preguntas se humillan y las respuestas no ríen, los muros caen y las corazas desvanecen, donde no es necesario protegerse ni alejarse, y el mar se calma. Tiene aroma a hogar y espera un amor, el eco no estorba. Puedes sentarte, sé que estas cansada, puedes escuchar la canción de un río místico que pronuncia tu nombre, puedes mirarte en sus aguas sin temor al reflejo; puedes contemplar los valles, los árboles guiaran tu vista evaporando el laberinto, ellos señalan el camino. Allí la brisa fresca se lleva las ruinas mientras una silenciosa llovizna muda tus lágrimas y refresca al alma. Allí los cerros elevan la mortalidad.
Allí estaré esta noche y espero encontrarte, tomaremos un café a la orilla del río y sostendremos una plática profunda y sin sentido, sonreiremos de tontos… No tardes, tal vez mañana no tendremos que escondernos.
Su alma es un mar turbio, intranquilo e indomable. Su corazón un peregrino con sed de hogar y deseo de amar.
Se pregunta quién es, pero solo escucha el eco de su voz mientras transita por las veredas de la soledad.
Y es linda y llena de gracia, pero huye de los espejos que reflejan su imagen pues siente temor de recordarse, porque un día soñó y construyó una ilusión, porque una vez sonrió y fue eterna.
Hoy los sueños son laberintos de un mundo sin vida y la ilusión ruinas solemnes de un pasado que asusta, porque la sonrisa lloró frustrada y entendió la desdicha de la inmortalidad. Duelen los límites inclementes de la vida, lastiman las lágrimas que brotan pedazos del alma, pesan las ruinas sobre la espalda y confunden los laberintos inciertos.
Y es hábil y cálida, pero la imposibilita la renuncia, se detiene sin tiempo y el tiempo avanza sin ella; se cuelga en un vacío profundo y el espacio la extraña. No es sorda a las suplicas del espacio, pero intenta serlo.
Dime una cosa, linda y llena de gracia, (aunque no quieras recordarte es lo que eres, y somos lo que somos aunque nos neguemos a ello; no desaparecen las habilidades aunque renunciemos a ellas; no se congela el alma cálida por más que huyamos del calor), dime ¿dónde estarás esta noche?
Te invito a un lugar donde las preguntas se humillan y las respuestas no ríen, los muros caen y las corazas desvanecen, donde no es necesario protegerse ni alejarse, y el mar se calma. Tiene aroma a hogar y espera un amor, el eco no estorba. Puedes sentarte, sé que estas cansada, puedes escuchar la canción de un río místico que pronuncia tu nombre, puedes mirarte en sus aguas sin temor al reflejo; puedes contemplar los valles, los árboles guiaran tu vista evaporando el laberinto, ellos señalan el camino. Allí la brisa fresca se lleva las ruinas mientras una silenciosa llovizna muda tus lágrimas y refresca al alma. Allí los cerros elevan la mortalidad.
Allí estaré esta noche y espero encontrarte, tomaremos un café a la orilla del río y sostendremos una plática profunda y sin sentido, sonreiremos de tontos… No tardes, tal vez mañana no tendremos que escondernos.
6 comentarios:
linda carta, a ver si las chicas nos leen y ceden
un abrazo
Gusmar....gracias.
Las palabras sobran amigo.
Saludos Santiago. Un abrazo desde Venezuela, seguro que sì...
Beatriz...Claro que sobran..
Que profundo, me encanto!. saludos amigo de EscribeYa. ahora seguimos en contacto por aca. un gusto pasar por tu blog!
Saludos!
Los sueños y la ilusión.
Amigos que no me abandonan
Aunque tantas veces les saboteo la existencia!
Nos seguimos leyendo!
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