jueves, 28 de mayo de 2009

UN MUNDO DE CRISTAL...

En aquel mundo, espacio al que limité mis creencias, razonamiento, actitudes y todas las estructuras de mi ser, existían ficciones construidas sobre las bases de principios de la Gran Verdad, ficciones que la misma experiencia y existencia contradecían pero que, viciado, el ser no cuestiona e intenta ignorar de cualquier forma posible las contradicciones.

Sucede que cuando aceptamos un mundo como verdadero, y nos empeñamos en interpretar todo a favor de sus estructuras (ficciones) y crear argumentos que nos permitan callar la voz de nuestra existencia (emociones, sentimientos, etc. Voces que gritan contra el mundo de ficciones o realidad ficticia) terminamos enfrentando casi a diario cierta inconformidad con lo que percibimos que somos, y esta inconformidad, que no aceptamos como tal porque sencillamente es una “realidad no posible” dentro de los parámetros que estructuran nuestro mundo, viene a traducirse como un vacío. Así muchos ante el vacío innegable (aunque posiblemente ignorable) y presente en nuestra existencia (y que por lo tanto compone nuestro ser, el ser verdadero que tal vez viene durmiendo ante la construcción de un ser ficticio ajustado a una realidad ficticia) intentan anclarse con una serie de frases “mágicas” (ficciones que son estructuras de un mundo ficticio).

Lo anterior es una realidad que se vive entre los muros de cristales de un cristianismo que ha dejado a un lado al Cristo. Una de las frases mágicas que suelen funcionar para fortalecer la determinación de ignorar las voces del ser verdadero que intentan hacernos consciente de nuestra existencia es: “solo Cristo puede llenar mi vacío”. Pero aun repitiéndola no reaccionan ante la necesidad de conocer, en primer lugar, ese vacío y lo que hay dentro de él, y cómo se traduce esa forma en la que nuestro ser verdadero grita, y de allí ante la necesidad de conocer a ese Cristo de quien se dice “puede llenar el vacío”, y no lo dudo: Cristo es la esencia que puede llenar el vacío que produce el encontrarse en un mundo ficticio construido con las estructuras de un cristianismo de cristal.

Cristo es la Gran Verdad. De Él se desprenden estructuras (en este caso no son ficciones las estructuras ya que es el mundo real, son más bien "principios") que le constituyen, que constituyen la Gran Verdad. Saber que existe una verdad no es igual a conocer esa verdad, no es igual a conocer las estructuras (principios) que constituyen la Verdad que sabemos que existe pero que no conocemos. Entonces saber que existe Cristo no es igual a conocerle, así como llamarme cristiano y no conocer a Cristo ya es una contradicción, es decir: “soy seguidor de Cristo, pero la verdad es que no sé ni qué dirección tomar”.

Yo podría decirles: “en Venezuela hay un estado llamado Yaracuy, en ese estado se ubica el pueblo de Aroa, y al pie del pueblo está el cerro Quebrada Honda, allí cada amanecer trae consigo una densa niebla que empaña el horizonte y con solo respirarla se absorbe el aroma del café”. Con mi descripción sería suficiente para que ustedes estén conscientes de la existencia de un cerro y su fragancia matutina. Pero no podrían decir que lo conocen a menos que se aventuren a visitarlo y relacionarse con sus estructuras, en este caso: el paisaje, el clima, la fragancia matutina, etc. De la misma forma para que las frases como “solo Cristo puede llenar el vacío” sean más que palabras “mágicas” es necesario relacionarnos con las estructuras de Cristo y conocerle. Un cristianismo, o cualquier movimiento que pretende tomar a Cristo como bandera y solo eso, no es más que un espejismo, una aberración de la realidad y entonces un mundo que nos aleja de la consciencia de nuestro ser y por lo tanto vicia nuestra existencia e inevitablemente creará conflictos que bien pueden llevarnos a chocar contra la realidad y originar la ruptura de las paredes de cristal que nos limitan o pueden fortalecer la realidad ficticia mediante nuestra obstinada determinación a interpretar todo a favor de esa realidad esclavizando más nuestras creencias, razonamientos, actitudes y todas las estructuras de nuestro ser.

En el próximo post (dedicado a esta serie de Un Mundo de Cristal) hablaré de otras estructuras o ficciones que constituyen al mundo de cristal en el que se ha convertido el cristianismo que ha dejado a Cristo a un lado, para entonces me centraré en los mitos (también estructuras o ficciones) que pueden tener su fundamento en una aberrada manera de interpretar las estructuras de la Verdad. Y luego volveremos a las narraciones de mis experiencias dentro del mundo de cristal. Gracias por pasar.

miércoles, 27 de mayo de 2009

¡SI YO PUDIERA SER COMO ÉL!

Es domingo y estoy trasnochado a causa del trabajo, salí a las cinco de la mañana y son las ocho de la mañana, hace treinta minutos llegué a la casa de mis padres, después de una hora de viaje. Mis hijos y mi esposa pasaron el fin de semana aquí. Al llegar los saludé y luego de un baño entré a mi habitación: aun es mía.

Me acosté para descansar un rato. Efraín, mi hijo mayor, entró corriendo y se me lanzó encima.

- Efraín por favor, ¡quiero descansar!- Le digo irritado.

Me miró y en silencio caminó hacia la puerta para salir de la habitación. Mientras lo miro caminar me siento miserable, hasta siento que voy a llorar: no sé si es el cansancio o las soledades que se me acumularon el fin de semana.

- Efraín- suelta la manilla de la puerta – ven, vamos a jugar.

Se devolvió corriendo y se detuvo frente a mí. Me miró con ternura y me dijo:

- No papi, descansa.Yo te disculpo.

Y corrió hacia fuera. Lo escucho en la sala gritando: “¡Benja, a que no me atrapas!”.

Y ya no tengo sueño, pero sigo sintiéndome miserable, pienso: “¡OH Dios, si yo pudiera ser como él”.

Termino de escribir y estoy pensando salir de la habitación gritando: “¡Los voy a atrapar a los dos!”



17/05/2009

UN MUNDO DE CRISTAL...

Hablábamos del cristianismo y de cómo siempre han existido quienes se obsesionan por ser dueños de la verdad y adaptarla a sus maneras e intereses. Yo un joven de veintidós años de edad, herido por los trozos de vidrios que se expandieron contra mí mismo con la ruptura de una realidad que alguna vez acepté como verdadera y única y encontrando en mi camino trozos de esos vidrios que no dejaban cicatrizar mis heridas. Ella una anciana de setenta y seis años de edad, con cicatrices que me permitían saber que hay un camino real, que no necesitaba encasillarme en un movimiento para sentirme seguro, sobre todo me daban la seguridad de que un día mis heridas cicatrizarían y entonces podría pisar los trozos de vidrio sin ser lastimado.

Me gustaba visitarla y sentarme con ella en el patio de su casa, debajo de los árboles de mangos, frente a sus docenas de loros enjaulados que en los días de lluvia entonaban himnos como “Más allá del sol”, “Cuán grande es Él”, “Creo en ti”, entre otros. Siempre que visitaba su ciudad me aparecía en su casa, sentía también un profundo agradecimiento pues a mis diecisiete años cuando llegué a esa ciudad para vivir allí por algún tiempo me ofreció hospedaje por algunos meses.


Aquella tarde vi sus ojos brillar de pasión y sus manos temblar de impotencia “es necesario presentar la verdadera libertad a aquellos que viven en ataduras dentro de las congregaciones de esta ciudad”.

Ella fue una de esas personas que en mi “juventud” me estimularon a creer que es necesaria una lucha contra el cristianismo deformado, aberrado, sujeto a fantasías en las que solo una minoría es beneficiada. Para aquel entonces yo también sentía una pasión, una que no producía ningún fruto, una que nacía de la amargura de sentirme decepcionado, de los reproches por haber sido tan ciego y haber perdido tanto durante mucho tiempo. En momentos olvidaba que yo había sido esclavo de los sistemas de aquel mundo de cristal. Le dije que “no entendía por qué uno debía luchar por una cuerda de creyentes que se conformaban a una vida de esclavitud”. Ella suspiró con un “ay Gusmar” que siempre recuerdo para despertar cuando me siento dormido.

Entonces me contó que en su juventud vivía en un pueblito del Estado Táchira y asistía a una pequeña congregación. Que una vez se cortó el cabello y cuando llegó a la escuela dominical su pastor la observó y le dijo “hermana estás en pecado”. Que al finalizar el servicio la llamó a reunión con la directiva y le dictaron como sentencia “ocho meses de disciplina bajo estricta observación por su pecado”. La semana siguiente al llegar al servicio dominical se sentó en la cuarta fila de bancas y el pastor se le acercó diciéndole “¡Qué hace usted aquí, vaya a la última banca que allí es donde debe sentarse a llorar su pecado!”.

Me contó una docena de historias similares de su juventud de los años 50, y las concluyó diciéndome: “la única razón por la que no me fui de aquella congregación todo el tiempo que viví en el Estado Táchira fue porque ignoraba la verdad más allá de la esclavitud, creía que para agradar a Dios debía soportar todo aquello, que eran pruebas para procesar mi carácter. Esa era la verdad que conocía, y mi sed ligada a mi ignorancia empañaba mi libertad de escoger otro camino obligándome a seguir atada”.

Han pasado los años y muchas heridas han cicatrizado. La anciana esté tal vez más allá del sol, pero me queda el recuerdo de sus palabras que a veces logran obligarme a pisar los trozos de vidrios para extenderle la mano a quienes se hacen consciente de que han limitado su existencia a un mundo de cristal. Tal como lo aseguraban sus cicatrices: a veces se pueden pisar los vidrios sin ser lastimados.

martes, 26 de mayo de 2009

MAS QUE UNA CARTA...UN INTENTO...

Es la primera vez que escribo. Si acaso esta carta es leída alguna vez por alguien, pido disculpas por la carencia de una idea central y por la falta de hilos conductuales que permitan una fácil comprensión. A mi edad es fácil distraerse y perder las ideas: una sola pausa para encender un cigarro o darle una fumada es suficiente para distraerme y perder la idea de lo que escribo. Y una sola frase puede esconder tanta melancolía que podría ser suficiente para encender otro cigarro: es más fácil soportar la tos provocada por el rechazo del humo del cigarrillo en mis pulmones que ignorar la ansiedad que me provoca el saberme cerca de mi fin. Y por primera vez siento este temblor extraño que suplica por al menos una hora más para lograr lo que en ochenta y nueve años jamás me interesó.

Lo que la muerte simboliza para quienes se sienten llenos de vida, sin la menor idea de lo que es la vida, ha venido a ser para mi el estímulo para un despertar del que nunca estuve consciente. En medio del temblor, inhalando el caluroso sabor de un cigarrillo, soportando el volcán que intenta estallar desde mis pulmones, pienso que solo cuando uno se siente vulnerable y amenazado por la escasez del tiempo es cuando uno se hace consciente de la necesidad de estar vivo y de trascender y así luego de la desaparición física, que hemos llamado muerte, seguir existiendo como un recuerdo en la memoria, que es un espacio sin tiempo, donde vivir no depende de un cuerpo sino de la capacidad de trascender mientras estuvimos vivos dentro del cuerpo..

Lamento no haber valorado antes el ser o estar vivo, lamento no haberme dado cuenta de la fragilidad de mi tiempo dentro del tiempo, entonces mis ochenta y nueve años no se resumirían en un intento de escribir una carta y mi agonía no sería por no saber si esta carta será leída por alguien o si los rastros de mis nostalgias desde donde intento reconstruir mi existencia serán suficiente para que alguien, al leerme, pueda verme y sentirme y ubicarme primero en su imaginación y luego en su memoria. Me gustaría escribir de mí según como pude haber sido conocido, tener idea de cómo otros hablarían de mí.

Recuerdo que una vez pensé que sería ridículo pensar en la vida después de la muerte, para mí la vida siempre estuvo ligada a un cuerpo. Creo que fue una reacción contra los clásicos de Homero, percibí en algunos de sus personajes esa sed absurda de ser recordado y estar vivo dentro de la historia. Yo siempre fui un solitario, desde mi niñez, huérfano, criado por tíos de turnos, obligado a despertar desde temprana edad con la idea de ser fuerte para sobrevivir y solo en eso me centré. Pensado que para ello era necesario mantenerme al margen de los vínculos, pues solo podrían distraerme de mi objetivo, empañar mi visión de la vida; siempre en constante movimiento, distrayéndome en ocupaciones. No recuerdo ningún amanecer excepto el de hoy, y tal vez no recuerde ya ningún anochecer que no sea este que me arropa. No recuerdo miradas ni sonrisas que no sean las de un niño que vi esta mañana.

Salí a caminar esta mañana luego de largas semanas de encierro. Sentí atracción por el cielo nublado, las nubes, parecían dibujar sobre el cielo figuras que estimulaban mi memoria, caminé por la avenida cinco de julio hasta llegar a la Plaza del Libertador. El mundo parecía más acelerado, pero era yo que me hacía consciente de mi lentitud. Me senté en uno de los bancos de la plaza y se me acercó un niño, su aspecto reflejaba miseria y extendió su mano hacia mí para pedirme algunas monedas “lo que le sobre, señor”, me dijo. Lo miré a los ojos y le dije: “hijo, a mi edad hasta la vida me sobra”. Entonces vi esa mirada: el temor a ser herido, la furia que me llevó a desconocerme, a olvidarme de mí y construir un yo artificial, un escudo. Le pedí que se sentara a mi lado y sentado me dijo que vivía en la zona norte de la ciudad, en un rancho de lata de una sola pieza, con su madre que moría todos los días, sin su padre que los abandonó luego de su nacimiento. Sentí ese nudo en el estomago que te va exprimiendo hasta que el alma retorcida dentro del cuerpo destila lagrimas con vidas propia. Lloré viéndolo marcharse, con mi reloj, mi pañuelo, con el anillo que siempre estuvo en mi dedo meñique, y con todo el dinero que llevaba conmigo y con la promesa de darle más si al amanecer aun me sobraba la vida. Me dejó una sonrisa en mi memoria que le dio otro sabor a las lágrimas. Ahora sé que no hay nada de debilidad en llorar, ahora sé que en cada lágrima el alma se va liberando de las cargas que hacen pesada a la existencia, y son tantas las cargas que llevo, que aquí estoy una vez más, llorando, queriendo liberar mi alma, comprendiendo que no es tarde para hacerlo aunque ignorando si me queda el tiempo suficiente para lograrlo.

Apenas se fue, un joven pasó frente a mí, con un ramo de rosas en sus manos, escondidas en su espalda. Llegó al banco a mi derecha, donde una chica lo esperaba. Extendió sus manos a ella dejándole ver el ramo de rosas y sin palabras se lo entregó, ella lo recibió y se lanzó a sus brazos. Los vi cerrar sus ojos mientras se abrazaban, parecían respirarse el alma el uno al otro. Y me di cuenta de lo débil que he sido mientras creí sobrevivir. Y siento ahora esa sed de compañía, de enfrentar las amenazas que siempre estuve evitando. Antes pensé que el amor era un tonto ideal, hoy me doy cuenta de que el único tonto ideal con respecto al amor es creer que se puede vivir sin él. Aquella pareja pasó frente a mí, la joven se detuvo y con una sonrisa me regaló una de las rosas. La recibí con asombro. De regreso a casa vi a una anciana sentada en el porche de su casa, entonces sentí que siempre la había visto allí, le regalé la rosa, y con sus ojos me dio las gracias.

Llegué a casa con la sonrisa del niño y su mirada en mi memoria, con su madre agonizando y su rancho de lata en mi imaginación, con su miedo y su furia estorbándome; dándome cuenta de que existe la soledad, que estoy solo y que quiero luchar contra eso. Si la muerte me permite otro día más dentro de este cuerpo le llevaré a aquella anciana un ramo de rosas y todos los que nunca le di y necesité dar que no sabía pero ahora siento. Si veo otro amanecer lloraré una vez más, caminaré con los ojos abiertos y en cada anochecer escribiré una carta más.

lunes, 25 de mayo de 2009

SOLO UNA EXCUSA...

Soy fragmentos de recuerdos… Hoy soy el resultado de lo que he experimentado hasta ayer. Soy, sin pretensiones del mañana. Hoy no puedo desafiar aquello que no controlo y desconozco. No puedo definirme por aquello que podría pretender. En el mejor de los casos sería un desafío incierto y por lo tanto un ser aun no definido pues mis pretensiones me distraerían de mi conciencia de mí mismo.

No sé qué sentiré mañana pero sé lo que hoy siento cuando pienso en el mañana y lo que siento es el resultado de lo que experimenté cuando el mañana llegó y enfrentó mis pretensiones ayer. Hecho que hoy solo es un recuerdo.

Lo que siento desnuda mi percepción de la experiencia de ayer, pero soy más de lo que siento y más de lo que percibo. Aun así, suprimir algún recuerdo sería suprimir lo que soy sin borrar mi existencia: existiría sin ser lo que soy. Sería un recipiente que intenta razonar su existencia, agobiado siempre por la incógnita del ser, un recipiente con percepción y sentimiento, un puedo llegar a ser que camina ciego por el pude haber sido: un desafío incierto.

Todo esto no es más que un argumento para decirte que no me pidas que te borre de mi memoria…

sábado, 23 de mayo de 2009

UNA TARDE DE ABRIL...

Este post lo dedico con cariño a Roysa Socorro, que me recordó que los meses pueden tener el nombre que sentimos que tienen…

Si decides venir hazlo una tarde de abril que yo te espero bajo la última lluvia del invierno: lágrimas del cielo que acompañan el lamento de mi alma. Lamento que nació con tu ausencia. Ausencia que es real ante la esperanza de tu existencia. Existencia que cada mes de abril se me hace más necesaria.

Que sea una tarde de abril cuando el aroma de la tierra es fragancia de humedad como el olor de mi alma que quiere, llora y grita un renacer entre las nostalgias que se desprenden de las posibilidades inciertas.

Ven y traduce mi silencio: lenguaje de mis temores que se encienden frente a la esperanza que brota de los niveles más profundos de mi memoria. Donde te recuerdo caminando a mi lado sin saber si estuviste aquí, supongo que sí, lo sabré si decides venir y tal vez así sea racional mi rebeldía contra el conformismo que se niega ante la lógica de esta realidad construida por sistemas que ahogan mi libertad, de la que me hago más consciente cada abril cuando el invierno me dice adiós para quedarse dentro de mí.

Eso es tu ausencia: Eterno invierno. Lluvia que no se marchita ni pierde su fuerza, brisa fría que me despierta y me congela en el tiempo, y no sé si eres mi futuro o pasado, pero sé que estas presente, pues eres el vacío que habla de ti. La melancolía viene a ser mi abrigo, me abraza y escucho el susurro de los deseos que colgados en la densa neblina empañan mis ojos.

Si vienes, tengo tantas cosas para contarte. Las oculto en un baúl para no perderme, para no olvidarme. También tengo preguntas que te buscan, respuestas que te esperan, reproches que te gritan. Tengo canciones de abril para escucharlas contigo, historias que solo escribiré cuando toque tus manos, sonrisas que solo tu podrías mirar, esperan tus miradas. Tengo miradas que solo en ti pueden descansar, fantasmas que solo tú puedes espantar. Tengo una soledad que espera tu compañía, una pared que solo tú puedes derribar y que a tu lado ya no tendría sentido, un vacío que solo tú puedes llenar, una tristeza que bailará con solo tenerte cerca, una libertad que se atará a ti.

Ven una tarde de abril y juntos encontrémosle sentido al invierno, dejemos que la lluvia alegre nuestra melancolía. Caminemos por estas calles bajo el cielo despejado que hoy refleja el vacío de estar sin ti, de ser sin ti. Ven que te estoy extrañando como si hubieras estado aquí, o tal vez como si yo no perteneciera a este lugar…

Si decides venir haré de cada mes nuestro abril, de cada noche nuestra tarde…

viernes, 22 de mayo de 2009

LA VIDA NO ES CORTA PERO PASA CON RAPIDEZ...

Dedicado a un gran amigo…Con quien aprender es mucho más facil…

El cielo amaneció vestido de blanco, puro, despejado: como tal vez fue el día que el primer hombre abrió sus ojos para sentirse creado. El sol, inclemente en aquellas tierras, amaneció bondadoso, aunque vivo. Tan pronto abrió la ventana de su habitación para dar la cara al sur sintió la brisa acariciándole el rostro, la correspondió con una sonrisa. Sintió como una magia y lo atribuyó a la brisa, de inmediato pensó que tal vez así fue la primera impresión de aquel Adán ante la consciencia de estar vivo.

“Así soñé que sería”… Había murmurado aquella mañana, sospechando su llegada al destino y solo el cielo, el sol y la brisa fueron testigos de sus palabras.

Su espíritu: sereno, tranquilo e inquebrantable.

El tiempo le enseñó que hay treguas inevitables y saludables y por medio de ellas hay que practicar la inminente necesidad de sacar lo mejor de cada golpe, que todo es cuestión de percepción, y en cada tregua se modifica la percepción de todo, así terminó creyendo que cada golpe era más bien una caricia que le hacía despertar ante lo complejo del ser y lo distante de su ser frente a la existencia, que cada golpe traía consigo fragmentos de un destino ni lejos ni cerca, al cual se podía llegar sereno, tranquilo e inquebrantable, tal vez porque se llega a un punto en el que todo ha sido quebrantado. De cualquier forma concluyó en que su teoría de las treguas era su percepción y destello de su existencia. Así lo escribía en una de sus cartas, de las que jamás nadie leyó.

Dejó la ventana abierta y caminó hasta el rincón donde estaba colgado su espejo y miró su rostro al mismo tiempo que un suspiró escapó de su alma, un suspiro que bien pudo haber sido el aviso de una sentencia. Sintió cómo por segundos sus pulmones rechazaban su respiración. Había aprendido a interpretar sus dolencias y el lenguaje de cada órgano en su cuerpo.

“Tranquilo muchachos, absorbamos un poco del alma de este día”. Le dijo a sus pulmones, luego le dio la espalda al espejo y caminó hacia fuera, sin apuros. A los 70 comprendió que la vida impone un ritmo natural de acuerdo al “tiempo y espacio”: así definía lo que otros decían sin tantos rollos como “la ocasión”. Para entonces había escrito que “es absurdo y una locura resistirse a lo natural, solo resulta de ello la frustración, un equipaje que suele estorbar en la caminata hacia el destino”. Así dedujo que mientras el tiempo transcurría con lentitud la naturaleza lo había dotado con destrezas que le permitían tomar una aparente ventaja contra el tiempo, pues así lo ameritaba las condiciones en las que desarrollaba su existencia y descubría su ser en la existencia y en el espacio, y pronto la misma naturaleza se encargó de despojarlo a cuentas de gotas de sus destrezas a fin de perfeccionar el equilibrio de su espacio con relación al tiempo a medida que se encontraba a sí mismo. En esos días de aprendizajes se volvió más reflexivo, teniendo tiempo por su andar pausado para observar los mejores y peores momentos, de su existencia, vivos aun en su memoria y así comprender el por qué cada uno de ellos se negaba a morir, pensando que a medida que se descubría ahora no solo modificaba su percepción sino también su pasado y soltaba los equipajes que al igual que la frustración hacía incomodo el viaje a su destino.

Había pasado 27 años y creyó haber descifrado ya cada recuerdo en el laberinto de su memoria. Salió de la habitación y caminó por los pasillos de aquel pedazo que le quedaba aun del mundo, saludó a los ancianos sentados frente a sus habitaciones, a aquellos que se asomaban por la ventana, a los que tropezaban con él por el pasillo, se detuvo frente al jardín y siguió su recorrido. Caminaba ajeno al presente, temblaba mientras por su mente desfilaban los recuerdos que había creído olvidados, los descifrados, los que pensó que serían pedazos de otra memoria pues no lograba ubicarlo en su pasado. Volvió a su habitación, cansado, como si hubiera vivido de nuevo en un solo día. Había dicho toda su vida que la vida no era corta. Y así lo creyó siempre, incluso ese día.

Alguien lo encontró dormido, profundamente dormido, con una sonrisa serena, tranquila e inquebrantable, como la de un niño que entra a su hogar luego de un día de clases, como la de un peregrino que casi vencido por el cansancio logra llegar a su destino. Sus manos cruzadas parecían aprisionar un tesoro contra su pecho: era una nota, escrita con notable esfuerzo, por una mano izquierda y temblorosa “la vida no es corta, pero pasa con rapidez…”

jueves, 21 de mayo de 2009

AYER PUDISTE DESCUBRIRME...

Si ayer te hubieras detenido a mirarme directo a los ojos me habrías descubierto. Escondí la verdad para no lastimarme, trato de distraerme, pero no es tan fácil cuando te tengo frente a mí y me preguntas cómo estoy. No es tan fácil cuando sé que si en verdad quisieras saberlo no lo preguntarías, y lo preguntas…


Por eso respondí con lo que sé querías escuchar, habría sido mejor pasar por alto el formalismo, no es fructífero cuando solo es una mascara. Qué caso tiene preguntar cuando la respuesta no importa tanto.


De haber querido, habrías visto el trasnocho en mi rostro, rastro de mis búsquedas. La confusión me brota desde el alma y no es tan difícil notarlo, no para ti que me conoces cuando quieres conocerme. Habrías visto las huellas de tu recuerdo en mi memoria, el cansancio en mis pies al caminar y la incertidumbre en mis manos que se cansan de escribir historias nuevas.


Habrías encontrado en mi silencio la frecuencia con la que te extraño y en mi mirada lo perdido que me siento. Pero no escuchaste en el tono de mi voz la burla de mis miedos.


Si así lo hubieras querido habrías descubierto que comienzo a estar consciente de los límites de la vida y de la rapidez con la que el tiempo transcurre en estos días, que se debilita mi confianza en mí mismo, lo descubrirías si vieras la forma en la que sonrío.


Si ayer te hubieras detenido a mirarme… Por eso hoy he decidido que no habrá más encuentros… No me arriesgaré una vez más a ser descubierto por ti… Qué caso tiene ser descubierto cuando ya no importa...

martes, 19 de mayo de 2009

SOLO GUARDA SILENCIO QUE YO VINE A ENCONTRARME EN TI...

Solo guarda silencio, no he venido a agobiarte con mi búsqueda de las palabras correctas. No he venido a mover tus sentimientos, ni siquiera a despertar tu lastima, si quieres ni me mires pues no pretendo robar tu atención distrayéndote de tu mundo feliz.

No te preocupes que no haré derroche de mis quejas y no te lamentes que no son necesarios los lamentos, ya he descubierto que en nada ayudan, ni siquiera para aliviar el peso del tiempo que transcurre. He guardado mis manías antes de venir, prometí no recordarte quien fui, encarcelé mis miedos junto con mis pretensiones. Apuñalé el dolor para que no doliera y así no ser traicionado por mis emociones.

No vine con una conversación planeada, después de todo nunca he sido bueno con los esquemas, lo sabes mejor que nadie, y los bosquejos se quedan siempre en mis bolsillos donde hay un millón de cosas que debí entregarte, pero no te aflijas: no he venido a entregártelas. Me he acostumbrado al peso y aun así mantengo mi ritmo ligero al caminar; no he parado de hacerlo, me detengo a veces, no tan a veces, me da miedo no llegar a tiempo aunque todavía no sé a dónde.

No he venido con preguntas tontas, pienso en aquella frase que juntos descubrimos: “el tiempo de las preguntas terminó”, a veces pienso que el de las respuestas también; pero es cierto, mejor tampoco recordemos frases. Mejor quedémonos aquí en este balcón, mirando desde arriba como si nunca vendrá el descenso, y si sonrío es de dolor, pues sinceramente el descenso me tomó siempre por sorpresa y me hizo su presa. No te preocupes, bajaré en un momento y de nuevo caminaré con mi soledad… Por favor, solo respira que yo he venido a observarte, quiero verte respirar para sentirme vivo, para sentir lo que siento cuando te miro, para sentir lo que siento cuando sonrío mientras te miro, tal vez para olvidar el descenso.

He venido para buscarme en ti, para encontrarme, para acercarme a mí. Para recuperar lo que queda de mí y que afortunadamente lo guardé en ti, de lo contrario nada me quedaría ya. He venido a ver la bondad, esa que se esconde en tus ojos, a despertar mis sueños cansados y a encender la ilusión que llora decepcionada.

lunes, 18 de mayo de 2009

UN MUNDO DE CRISTAL...

El siguiente post tiene como propósito introducir a una serie de artículos que estaré publicando algunos días bajo el titulo de UN MUNDO DE CRISTAL.

Tenia 18 años de edad, seis meses desempleado. Estaba a miles de miles kilómetros lejos de la casa de mis padres. Vivía alquilado solo en una habitación para estudiante, sin un centavo en mis bolsillos, sin alimentos para los próximos días y abandonado por los que, seis meses antes, decían ser mis amigos.

Era victima de una depresión de miserable pero tan viciado y esclavizado que esa mañana caminé a la avenida cumaná y esperé un taxi. Estaba parado con mi Biblia “Reina-Valera”, edición de bolsillo y tapa de cuero debajo de mi brazo derecho. Con un notable esfuerzo para oprimir el llanto le dije al taxista que me llevara al auditorio de la Facultad de Ingeniería en la avenida universidad aclarándole que solo tenía mi Biblia para pagarle. Diez minutos después bajé del taxi y entré al auditorio en el que nos reuníamos bajo el nombre de “Iglesia Cristiana Amor y Esperanza”. Entré sin Biblia y sin ánimo, con una extraña sensación que para entonces no podía describir ni entender: las cadenas que me sujetaban a un mundo de cristal, artificial y ficticio, empezaban a estorbar.

Dos años después tomé el mismo taxi, lo supe porque vi en el tablero del auto como un amuleto de buena suerte la Biblia con la que le había pagado, sin estar consciente eso era para mí en aquel entonces solo que yo la llevaba debajo de mi brazo derecho y no en el tablero de un auto.

martes, 12 de mayo de 2009

UN ADORADOR...¿FUERA DE CONTEXTO?

Cuando él decidió participar en “Fama, Sudor y Lágrimas”, escuché los comentarios de sus compañeros de congregación, quienes en un tiempo dijeron ser sus hermanos:

“Dios no permitirá que pase de la primera fase porque está en desobediencia”

“Es un rebelde, cómo se le ocurre participar en un programa en el que tiene que cantar música mundana”

Más tarde, un líder de su congregación me comentó que lo habían cortado por su mal testimonio y por usar su talento para el mundo. Pero él continuó en el concurso, y el dios de la congregación de sus hermanos se descuidó pues pasó a la segunda fase. Al ganador del concurso el canal de televisión le grabaría su primera producción y la distribuiría, además de entregarle una considerable suma de dinero en efectivo. Su meta era ganar y no le importó la oposición de sus hermanos.

Al inicio del concurso dijo que si ganaba, con el dinero operarían a su madre, que lo necesitaba con urgencia. Durante tres meses los participantes, que una vez a la semana demostraban su talento, eran sometidos a la votación de los televidentes y a las críticas de los jueces y dependiendo de los resultados podían o no permanecer en el concurso e ir avanzando a las fases siguientes hasta llegar a la gran final.

Mientras esto sucedía en mi ciudad rodaba una carta, entre las congregaciones, que dejaba bien claro que el joven no contaba ya con la cobertura del pastor y el apoyo de la congregación, y que estaba descarriado. El descuido del dios de aquellos tuvo que ser más grande aun, pues él no solo pasó a la gran final sino que se convirtió en el único ganador del concurso. Esta vez los comentarios eran:

“Ganó el mundo pero perdió la salvación de su alma”

“Es una lastima porque pudo haber sido un adorador de la talla de fulano de tal, un verdadero instrumento de dios”

Recibió el dinero, grabó su primera producción. Sus canciones sonaban en las mejores estaciones radiales del país, en mi ciudad no había un productor radial que no quisiera entrevistarlo o algún programa de televisión que no quisiera contar con su presencia. En todos los eventos estaba él. Logró operar a su madre, pero después de tres meses murió. Según los que conocían al dios del descuido sentenciaron que la muerte de su madre era el castigo de su desobediencia y pecado. Él no ignoraba los comentarios a su alrededor, y pensé que era suficiente razón para sentir amargura en su corazón contra el cristianismo que conoció y que a lo mejor la imagen distorsionada del verdadero Dios proyectada a través de aquel dios descuidado y vengativo lo habría lanzado finalmente y de verdad por un camino errado y complicado.

Le perdí la pista por un par de años. Hace un par de meses asistí a un evento en el que él se presentaría. El lugar del evento no entra dentro de las esferas de sus hermanos que a fin de cuentas dejaron de serlo; no es un lugar para los adoradores de un dios descuidado y vengativo: por fortuna ya no es su dios y el mío tampoco. Hizo derroche de su talento por dos horas, cubriendo las expectativas, interpretando temas inéditos y temas de otros interpretes. Cuando ya cerraba el show pidió una vez más la atención de su público y guardamos silencio para escucharlo decir:

“Hace poco más de dos años yo no tenía recursos para operar a mi madre que lo necesitaba con urgencia, mucho menos para cumplir un sueño tan querido como lo era grabar una producción musical. Pero Dios tuvo misericordia de mí, por su bondad mi esfuerzo dio frutos, así gané un concurso que me dio la posibilidad de alcanzar mis dos únicos sueños para entonces. Por tres meses pude ver a mi madre sonreír como nunca antes, y le estaré eternamente agradecido a Dios, y a ustedes por el apoyo. Por esa razón quiero regalarles en exclusiva el primer promocional de mi segunda producción que saldrá a la venta en dos meses. Dedicado a Él por su cuidado y a ustedes por el apoyo”

Escuché el tema con mucha atención y curiosidad, era un sentimiento de agradecimiento a un Único y Verdadero Dios que es camino y libertad, que es amor y oportunidad. Lo escuché en silencio, sin poder evitar aplaudir mientras se despedía. Yo aplaudía a un joven de 23 años con valor y determinación, lo aplaudí por su comprensión, aun contra toda la opresión, de la existencia de un Dios que no se detiene, que opaca a los dioses ineptos que proyectan algunos para mantenerse a salvo de peligros inexistentes. Aplaudí porque aun existen adoradores que no pretenden ser fulanos de tal y que no utilizan figuras como congregaciones como mercados ni títulos como apariencias para venderse mejor, sino que se mantienen lejos de las comodidades absurdas, reflejando sentimientos que alumbran el camino a la libertad; y sobre todo porque aun hay adoradores que usan sus talentos para el mundo…

sábado, 9 de mayo de 2009

DEDICADO A ROYSA...

Primero quiero agradecerte por romper el silencio y permitirme saber que estas aquí, que paseas por las veredas de esto que he llamado mi vida y que algunas veces lo es y otras es solo un intento o más bien un salto en el abismo que se hace cada vez más profundo y por lo tanto el intento más fuerte. Sí, esa ha sido mi dinámica y de allí nace lo que has visto y señalas.

Pero no me molesta el abismo, y me encontrarás masoquista pero debo decirlo: sin abismo este espacio de vida no existiría. Así que con cada salta me sumerjo más y mientras lo hago aprendo a vivir y mientras aprendo escribo. Sospecho, tal vez con un poco de susto y otro poco de asombro que así será siempre, un movimiento circular: me sumerjo y vivo, vivo y escribo. Lo sé, es decepcionante, pero no hay fórmulas ni habilidades. Sin embargo, es para mí un alivio. Es que nunca fui bueno con las fórmulas y si se tratará de habilidades, créeme, la cambiaría por otra, por una que no logro desarrollar y que necesito a morir. Entonces dejaría de escribir y no existiría esta vida, este abismo, dejaría de ser yo, y sería otro en mí, por lo tanto no habrías visto y señalado.

¿Notas la fragilidad? ¡Pendemos de un hilo! Y esta vez me encontrarás fatalista pero pienso en eso del aleteo de una mariposa.

Quiero seguir siendo yo, antes he sido otro y he forjado las trampas de las que aun en esta distancia del camino intento salir. He visto las consecuencias de ser otro en mí, consecuencias que han venido a ser perjudiciales en mí y en otros. Somos agentes del caos, pero podemos decidir hacia dónde proyectarlo, lo sé ahora mientras me hago consciente de quien soy y mientras me hago consciente con desprecio de quien fui en mí. Y ahora lo sé un poco más que he visto tus ojos.

Por eso te escribo. Una vez leí que los ojos son las ventanas del alma. No recuerdo dónde, suelo olvidar con frecuencia lo que no quiero olvidar, ignoro la razón y me molesta pues lo que no quiero recordar me asalta sin poder evitarlo y se niega al olvido. Si ves mis ojos con extrema atención verás un huracán que arrasa con toda tranquilidad y me mantiene en constante movimiento; pero he aprendido a ocultarlo y no por mí, sino por quienes me observan, para no perturbarles el orden.

Tus ojos, en cambio, transmiten esa paz que infunde la ilusión y pienso que tal vez eso hay en tu alma. Y quería decirte: eso sí es una habilidad. Es decir, ver la vida a través del “todo estará mejor”, saber esperar lo porvenir y no con resignación sino con expectativas: vivir en el presente con un pie en el futuro.

Contrario a lo que habrás escuchado la ilusión es determinación, es una fortaleza del carácter y si te propones a proyectarla originarás el caos en otros, el mismo que has originado en mí y que seguro otros esperan…

Y una vez más: gracias por dejarme saber que estas aquí y permitirme descubrir la ilusión que hay en tu alma.

jueves, 7 de mayo de 2009

SOLO HE VENIDO PARA ESTAR A TU LADO...

No pretendo ser tu salvación, no creo tener la habilidad de ajustar tu mundo y devolverte la alegría. No creo poder sanar la herida de tu corazón ni espantar el frío de tu alma. No tengo la fuerza para llevarte en mis hombros y evitar tus andares por el suelo espinado, ni evitar el descenso en el abismo.

No tengo las coordenadas de las decisiones correctas, tampoco conozco los atajos del camino confuso que transitas.

Soy torpe con las palabras, tal vez no pueda encender en ti la llama de la esperanza. No sé dibujar, me gustaría, pero no podré pintarte la ilusión. En estos días tampoco podría contarte historias, conozco algunas, pero por ahora no podré distraerte de la realidad. No podré escribir algo interesante para que leas, mis manos se han rebelado.

Tal vez no romperé el silencio. Es muy posible que no notes mi presencia. No tengo una conversación profunda para ofrecerte: no sé qué me pasa pero en estos días no puedo sumergirme en la profundidad.

Podría esforzarme para sonreír pero notarás que solo es un esfuerzo, podré construir algún argumento pero notarás que hoy carezco de fundamentos; podré hablar de mi optimismo pero sabrás que evoco una parte de lo que fui e intento ser de nuevo: sabrás que es un intento, es que no soy bueno fingiendo y podrías descubrirlo en un segundo.

Pero he venido hasta aquí… Sin habilidades y sin fuerzas, sin coordenadas y sin atajos, sin dibujos ni historias, sin nada que puedas leer, sin conversaciones profundas. He venido sin sonrisa, sin argumentos ni fundamentos y sin optimismo.

He venido hasta aquí… Para estar a tu lado…Con un mundo tan desajustado como el tuyo, con una herida tan dolorosa como la tuya, con el alma congelándoseme también, pisando sobre un mar de espinas, descendiendo en un abismo dentro de mi abismo, transitando un camino confuso, con la esperanza que se apaga, con la ilusión desdibujándose, silencioso y solitario, inconforme con lo que hoy soy, añorando lo que pude ser… Y no pretendo que seas mi salvación… Solo he venido para estar a tu lado…

sábado, 2 de mayo de 2009

ASI TE RECUERDO...

Si pudiera dibujarte…

¡Si tuviera la habilidad!

Algunos días, como hoy, quisiera ser un hábil artista, egoísta tal vez. Te dibujaría solo para mí, sin exhibirte, para mirarte yo en mis madrugadas de soledades; para sentirte cerca y darle figura al aroma que conservo de ti en mí. Fragancia de paz y ternura que se me escapó de mis manos pero que conservo en mi alma y me niego a soltar, por cobarde quizá, aunque aparento ser fuerte.

Pintaría sobre un lienzo una noche oscura con dos lunas, una noche misteriosa de tres o cuatro estrellas dispersas desordenadamente como un caos entre el manto de la noche. Sin nubes, desnuda y espesa. La noche serían tus ojos, porque así los recuerdos: misteriosos, inspirando siempre el caos en mis pensamientos.

Sobre el mismo lienzo, debajo de la noche, un bosque. Lleno de inmensos árboles de un verde vivo: tu rostro. Siempre reflejando la esperanza, miraría tu rostro mil veces para anclar sobre él mis agonías y recordar lo que tú siempre me recordaste.

Entre los árboles un río, tímido y alegre, susurrando una canción mientras se esparce a todas direcciones. Un río frío y cálido, puro y cristalino. Cuyas aguas me inviten siempre a sumergirme en ellas, donde pueda refrescarme y volver a vivir siempre que muero. El río sería tus labios, siempre sonriendo, aún cuando es de noche.

Detrás del bosque, más allá del río y de la noche, una montaña: alta y majestuosa, cubierta por una leve neblina, quieta, transparente e intocable, pero accesible, bondadosa, haciendo siempre grato el recorrido cuesta arriba. La neblina, tu alma que me ofrendaste sin rencores ni temores…

Si yo fuera un artista, si tuviera la habilidad… Mi habitación sería una galería de arte llena de retratos tuyos… Pintados solo para mí…