sábado, 21 de junio de 2008

HISTORIAS DE CISTERNAS,CUEVAS Y CÁRCELES (Tercera Parte).

Este post quiero dedicarlo a mi hijo Efraín, ayer cumplí 4 años de haber sido marcado con su nacimiento, ayer hace 4 años que le dio un nuevo significado a mi existencia.

- Disculpe Señor, ¿pero cómo es que ya se va?, pensé que me acompañaría en este lugar.
- Oh no jovencito, algunas cuevas son hechas para ser habitadas solo por una persona.
- Pero está muy oscuro aquí, y no estoy acostumbrado a tanto silencio, mucho menos a la soledad.
El anciano sonrió, y luego dijo:
- ¡Pues hoy es tu día de suerte! Aprenderás a amar el silencio y la soledad desde muy joven.
- Ahora que lo menciona -Interrumpió inquieto el joven- pensé que estos lugares eran para iniciarse, he leído todas las historias de cuevas y nunca imaginé que podría encontrar a un anciano en una... ¿A recibido ud una importante misión a su edad?
- Pues permíteme decirte que las cuevas están hechas hasta para los más ancianos, nunca se termina de aprender. Es muy útil leer las historias de cuevas y escucharlas también. Sin embargo, hay lecciones que solo puedes aprender cuando tú estas en una de ellas. Pero sospecho que nuestro encuentro tiene algún propósito así que ¿por qué no te sientas en esa roca? Voy a contarte una historia de un anciano en una cueva. ¿Has escuchado de Elías?
El joven que apenas se sentaba sobre la roca señalada por el anciano se levantó violentamente al escuchar aquel nombre.
- ¿Se refiere al Elías el vidente? No hay nadie en Israel que no haya escuchado de él, dicen que es un anciano, la verdad nunca le he visto, pero soy hijo de profetas... Conozco todas sus historias... Todas sus hazañas, sus profecías... Hace pocos días hizo descender fuego del cielo ¡demostrando al pueblo que solo Jehová es Dios! Desde entonces nadie le ha visto. Hay quienes dicen que está en algún lugar del desierto probablemente recibiendo alguna revelación de Dios. No puedo imaginas cuál será su próxima misión. ¿Qué puede ser más asombroso que hacer descender fuego del cielo? Ahora lo llaman el "profeta de fuego".
- Pues hay una historia que aun no ha sido contada, una que no conoces. ¿Estas listo para escucharla?
Se sentó nuevamente sin apartar su mirada del anciano, esperando ansioso el relato del anciano.
- Presta atención:
Conocía la soledad, también el silencio. Y al igual que tu, todas las historias de cuevas contadas y escritas. En su haber, hazañas jamás realizadas por otro mortal. Las cuevas no le asustan. A estado en ellas y si es cierto que son solitarias siempre, hasta ahora, podía contar con la compañía de cuervos que le sustentaban, Ángeles que le guiaban, o con la voz de Dios, quien en esas cuevas le guiaba hacia su próxima tarea.
No conoce el miedo. Pero una tarde, caminando por el desierto, huyendo del miedo para no conocerle lo encontró de frente. Éste era oscuro, más que las noches sin lunas sobre las ásperas arenas del desierto; silencioso, tanto que lo ensordece, que no le permite escuchar ni siquiera la voz de Dios. Y ahora que lo piensa, nunca... ni en las horas más silenciosas de su vida, había notado la ausencia de la voz de Dios. También era tenebrosamente solitario. Si alguien conoce la soledad, es este anciano profeta sin hogar, sin compañero, pues no expondría a nadie más a los peligros que le podrían amenazar a causa del desempeño de su servicio. Y allí, frente al miedo, se ve obligado a internarse en él.
- ¿En el miedo?- interrumpió el joven asombrado.
- Si en el miedo, es el único refugio frente a él. Al entrar un frío golpea su alma, y éste lo desnuda. Y por primera vez se pregunta qué habría sido de él de no haber sido escogido por Dios para ser vidente. Piensa que sería interesante saberlo, no es que desee no haber sido vidente, no es que en ese momento preferiría ser un esposo y padre, un carpintero o tal vez un pastor. Bueno si es todo eso, la verdad Elías desea ser un hombre normal, temeroso de Dios, pero normal. Es decir, con una familia, con un hogar, llegar las tardes a casa y ser recibido por ana amorosa esposa que te ha preparado la cena, respirar ese olor que ya conoces, que te dice que estas en casa. Ver a un niño correr hacia ti y escucharlo decir emocionado "papi llegaste". Pero sabe que ya no podría ser, que de todos los dones recibidos, y las señales permitidas, no recibió el poder de devolver el tiempo y cambiar su destino, y a decir verdad no tuvo elección para su destino, él fue sellado, su destino trazado, y esto que le transmitía paz y satisfacción hoy le duele hasta el alma. Si está consciente de eso ¿por qué insisten estos pensamientos en llegar? De repente se da cuenta que lleva largas horas viviendo como un mortal normal. Sí, en horas no ha escuchado la voz de Dios, en horas no ha recibido Su dirección, y esto no le gusta. "No podrías vivir una vida normal", piensa con frustración ante su descubrimiento. Aun así, hoy debe ser normal. Hoy debe aprender a asirse de Dios aun cuando no está su voz, aun cuando no hay señales por realizar, y peor aun, cuando no se sabe qué deberás hacer. Hoy es un día para olvidarse de los asuntos de la nación y del llamado, para enfrentar sus propios asuntos, aquellos de los cuales se ha mantenido distante, distraído. Pero en una cueva no hay distracciones; el tiempo se detiene para ti, y esto no es negativo. No quiere decir que todos se adelantan y tu te atrasas, por el contrario, te pones en sintonía
De repente una voz quiebra el silencio "¿Qué haces aquí Elías?" Apenas puede reconocerla, es la voz de Dios. Esta vez esa voz se originó en su interior, algo que nunca había experimentado. La respuesta es fácil, así que responde: "Estoy aquí por mi nación, por ti Jehová, porque buscan mi vida para matarme, y si eso sucede quién llevará a esta nación a tus pies".
- ¡Esa es la respuesta de un profeta!- Exclamó con mucha emoción el joven.
- No hijo, es la respuesta de uno que no admite sus miedos- Corrigió el anciano, logrando apagar la emoción del muchacho que ahora refleja confusión en su rostro.
- No entiendo.
- Su miedo era precisamente no responder como un profeta, dejar de serlo. Veras, todo hombre debe enfrentar el momento del relevo, de la entrega, del final.
- ¿Le tenía miedo a la muerte?- Preguntó sin poder creerlo.
- Más que eso. A veces nos da miedo admitir que llegan nuevos tiempos y otros deben tomar las riendas. Eso significa que debes confiar en que sin tí las cosas seguirán mejorando, pues no depende de lo que tú haces, sino de quien es el que actúa a través de ti. Debes confiar en la capacidad de otros. Debes creer y aceptar que no eres imprescindible. Y lo que has sembrado en el corazón de un hombre o un pueblo, de un hijo o un discípulo, crecerá y dará frutos, y tal vez, esos frutos serán tu único aporte. Y créeme que sin duda alguna, este aporte es el más significativo de un rey, de un maestro, de un padre, de un escritor, e incluso de un profeta.
- ¿El profeta de fuego entendió eso?
El narrador sonrió, y luego respondió:
- Si lo entendió, pero no fue en ese momento. Aquella voz lo guió justo a la salida de la cueva y frente al Monte Horeb...
- ¡Un momento! - Interrumpió nuevamente - ¿Frente a Horeb?, ¿Elías estuvo en esta cueva?
- Así es, y frente a Horeb pudo sentir la presencia de Dios pasando. Y tras su paso un viento poderoso y grande rompía los montes. Y luego del viento un gran terremoto hizo temblar la tierra, y luego fuego. Por último un acontecimiento nada asombroso, un simple silbo, apacible y delicado. Solo un detalle. Un silbo que quizá no notaria de no haber sido por su estadía en la cueva. Y era en ese silbo donde se escondía la más sublime manifestación de la presencia de Dios.
Elías es invadido por una profunda paz. No sabe que pasará después. No sabe si volverá a escuchar aquella voz. Pero mientras aquel silbo se desvanece, también sus miedos. Y mientras la noche se desvanece este hombre va entendiendo que podría no haber más señales, que podría no haber más misiones, que este mismo día podría entregar su puesto a otro y aun así Dios seguiría a su lado. Que su sublime presencia no se define por el bullicio o el silencio, sino porque sencillamente Dios está comprometido consigo mismo a acompañarle siempre. Y es así como Elías está listo para abandonar la cueva.
- Me ha gustado esta historia - Comentó el joven.
- Me da gusto que así halla sido, puedes contarla al pueblo al salir de aquí, o mejor aun, puedes escribirla. Veo en tus ojos que un día serán un gran cronista. Ya debo irme, sé que tu estadía aquí será fructífera.
- Espere un momento, no sé su nombre.
El anciano tomó su manto y lo colocó sobre sus hombros, y sonriendo de espalda al joven respondió:
- Según un jovencito que conocí en una cueva me llaman el profeta de fuego.

8 comentarios:

vIDa dijo...

Hola Gusmar, gracias por visitarme. Yo tambien estare visitando tu blog con frecuencia.

GUSMAR SOSA dijo...

Ok, es un place visitar tu blogs.

Anónimo dijo...

Esta ha sido la parte que mas me ha gustado hasta ahora,gracias de nuevo por compartir esta hermosa serie Gusmar.

Me quedo con esta frase :"Que su sublime presencia no se define por el bullicio o el silencio, sino porque sencillamente Dios está comprometido consigo mismo a acompañarle siempre.". Sin mas comentarios.

Saludos!

GUSMAR SOSA dijo...

Hola Brisa, me alegra que te gustara y que te sea útil. Eso también me gusta mucho de Él, que su presencia está siempre, así no lo creamos allí está. Saludos.

Keila dijo...

Buen post, Gusmar. Una de mis historias favoritas, creo que eliges solo mis preferidas, je, je.

GUSMAR SOSA dijo...

jejejeje. Debe ser que en historias tenemos gustos favoritos. Saludos

Anónimo dijo...

Gusmar....no te escondas y haz tu meme... =)!

GUSMAR SOSA dijo...

ay brisa!!!! ya sabes que les huyo no.