Antes de iniciar esta serie debo darle credito a una Brisa que sopla por estos lados, quien con serias preguntas me ha hecho sentarme y reflexionar por largas horas sobre el tema que les presento.
-Dios es fiel y hará de ti lo que prometió, un día comprenderás que todo esto fue necesario- Su tono paterno, sus ojos reflejaban convicción, sus grandes y fuertes manos transmitían fortaleza.
Lo vi subir al expreso que una vez màs lo alejaría de mí, y como siempre sus palabras se hospedaron en mi corazón. Incliné mi rostro y pensé “por qué ahora me cuesta tanto creerlo”. Claro yo siempre lo creí pero en este momento estaba sin recursos, sin oportunidades, las condiciones no eran favorables, metido en una cisterna y a mi criterio todo empeoraba cada vez más, mi barca hecha pedazos y mis redes rotas.
Pero esa noche llegué a casa con una firme convicción: luchar, luchar para recuperar mis creencias. Esa misma noche tomé la Biblia y busqué algún pasaje que me ayudara a entender algunos principios para poder anclar, algún relato que me inspirara, pero era como si las escrituras estuvieran selladas para mí. Era como si no podía encontrar nada nuevo, como si las hubiera leído demasiado. Aun así decidí dormir convencido de que Dios seguía siendo fiel.
Al amanecer nada cambió, ni al día siguiente, ni la semana siguiente… No hubo formulas mágicas, ni oraciones modelos, no encontré un atajo para evitar la cruel caminata por el quebrantamiento, y créanme no percibí, durante lo que pudiera llamar el proceso, como todo fue cambiando para bien. Cuando todo pasó me pregunté ¿Cómo? Y fue entonces cuando comprendí.
Por favor discúlpenme si este post no ofrece fórmulas mágicas, me gustaría tenerlas para uds; pero hay procesos en esta vida que no deben evitarse, o debo decir, a quienes se les a confiado una promesa que implica un bien colectivo se les a entregado también un boleto de entrada para la más antigua institución sobre la tierra la institución del quebrantamiento; donde el carácter ha de ser transformado paulatinamente para hacerlo congruente a la promesa recibida, donde se fabrican los sueños que ya han sido diseñados por Dios y depositados en los corazones de los hombres, a la que debes entrar sin barcas y sin redes, pues es necesario estar quietos, sin distracciones, y sin posibilidad de tomar otra opción, otro rumbo.
¿Y cómo entramos? No lo hacemos, somos arrojados. José nunca se lanzaría a aquella cisterna por decisión propia, David no se habría mudado a la cueva de Adulam, dejando la comodidad de su hogar y alejándose del lujoso palacio real, Elías no decidiría por una cueva como refugio de no haber serias razones que le obligaran, Jeremías jamás abandonaría un seguro servicio en el templo para entrar en una cárcel, y yo… yo no entregaría un futuro prometedor dentro de una organización en la que a una corta edad ya tenía bases sólidas. Pero José tuvo hermanos envidiosos que lo arrojaron en una cisterna, David un rey celoso y con temor de ser desplazado, o como diría un amigo “inquieto por la sombra que David hacía sobre él”, Elías tuvo una reina resentida por el efecto de su ministerio sobre la nación, Jeremías fue encarcelado por hombres descontentos a causa de sus palabras y yo por lideres que no aceptaron que la gracia de Dios no solo cubre los pecados, errores y fracasos del hombre sino también mantiene vigente las promesas de Dios.
Así que lo que te obliga a entrar en la institución del quebrantamiento son: la envidia, los celos, el resentimiento, el descontento y el legalismo que actúa sobre quienes quizá deberían encaminarte hacia tu bienestar y propósito. De manera que, no hay por qué guardar odio en nuestros corazones hacia quienes solo han sido utilizados por estos factores, y que, además, en sus intentos por dañarnos bajo móviles inciertos, han logrado encaminarnos al lugar donde seremos procesados para bien. De no ser así seríamos nosotros mismos quienes arrojaríamos a otros dentro de una cisterna.
En este punto seguro habrá alguien a quien las historias de cisternas, cuevas y cárceles no les agrade. Que diga "como cristianos estamos llamados a una vida plena", "debemos reclamas las bendiciones de Dios", "no fuimos creados para la pobreza ni el sufrimiento", etc. Pues en todas estas declraciones hay cierto grado de verdad, pero no se puede negar la existencia de una institución llamada quebrantamiento. Esta institución ha formado reyes, principes, profetas, y hasta a un Salvador. Y este último a quien seguimos y de donde se desprende, o debería desprenderse lo que llamamos cristianismo, no ocultó la necesidad y posibilidad de que tu y yo entremos a esa institución, antes bien, nos alertó sobre ello.
Lo vi subir al expreso que una vez màs lo alejaría de mí, y como siempre sus palabras se hospedaron en mi corazón. Incliné mi rostro y pensé “por qué ahora me cuesta tanto creerlo”. Claro yo siempre lo creí pero en este momento estaba sin recursos, sin oportunidades, las condiciones no eran favorables, metido en una cisterna y a mi criterio todo empeoraba cada vez más, mi barca hecha pedazos y mis redes rotas.
Pero esa noche llegué a casa con una firme convicción: luchar, luchar para recuperar mis creencias. Esa misma noche tomé la Biblia y busqué algún pasaje que me ayudara a entender algunos principios para poder anclar, algún relato que me inspirara, pero era como si las escrituras estuvieran selladas para mí. Era como si no podía encontrar nada nuevo, como si las hubiera leído demasiado. Aun así decidí dormir convencido de que Dios seguía siendo fiel.
Al amanecer nada cambió, ni al día siguiente, ni la semana siguiente… No hubo formulas mágicas, ni oraciones modelos, no encontré un atajo para evitar la cruel caminata por el quebrantamiento, y créanme no percibí, durante lo que pudiera llamar el proceso, como todo fue cambiando para bien. Cuando todo pasó me pregunté ¿Cómo? Y fue entonces cuando comprendí.
Por favor discúlpenme si este post no ofrece fórmulas mágicas, me gustaría tenerlas para uds; pero hay procesos en esta vida que no deben evitarse, o debo decir, a quienes se les a confiado una promesa que implica un bien colectivo se les a entregado también un boleto de entrada para la más antigua institución sobre la tierra la institución del quebrantamiento; donde el carácter ha de ser transformado paulatinamente para hacerlo congruente a la promesa recibida, donde se fabrican los sueños que ya han sido diseñados por Dios y depositados en los corazones de los hombres, a la que debes entrar sin barcas y sin redes, pues es necesario estar quietos, sin distracciones, y sin posibilidad de tomar otra opción, otro rumbo.
¿Y cómo entramos? No lo hacemos, somos arrojados. José nunca se lanzaría a aquella cisterna por decisión propia, David no se habría mudado a la cueva de Adulam, dejando la comodidad de su hogar y alejándose del lujoso palacio real, Elías no decidiría por una cueva como refugio de no haber serias razones que le obligaran, Jeremías jamás abandonaría un seguro servicio en el templo para entrar en una cárcel, y yo… yo no entregaría un futuro prometedor dentro de una organización en la que a una corta edad ya tenía bases sólidas. Pero José tuvo hermanos envidiosos que lo arrojaron en una cisterna, David un rey celoso y con temor de ser desplazado, o como diría un amigo “inquieto por la sombra que David hacía sobre él”, Elías tuvo una reina resentida por el efecto de su ministerio sobre la nación, Jeremías fue encarcelado por hombres descontentos a causa de sus palabras y yo por lideres que no aceptaron que la gracia de Dios no solo cubre los pecados, errores y fracasos del hombre sino también mantiene vigente las promesas de Dios.
Así que lo que te obliga a entrar en la institución del quebrantamiento son: la envidia, los celos, el resentimiento, el descontento y el legalismo que actúa sobre quienes quizá deberían encaminarte hacia tu bienestar y propósito. De manera que, no hay por qué guardar odio en nuestros corazones hacia quienes solo han sido utilizados por estos factores, y que, además, en sus intentos por dañarnos bajo móviles inciertos, han logrado encaminarnos al lugar donde seremos procesados para bien. De no ser así seríamos nosotros mismos quienes arrojaríamos a otros dentro de una cisterna.
En este punto seguro habrá alguien a quien las historias de cisternas, cuevas y cárceles no les agrade. Que diga "como cristianos estamos llamados a una vida plena", "debemos reclamas las bendiciones de Dios", "no fuimos creados para la pobreza ni el sufrimiento", etc. Pues en todas estas declraciones hay cierto grado de verdad, pero no se puede negar la existencia de una institución llamada quebrantamiento. Esta institución ha formado reyes, principes, profetas, y hasta a un Salvador. Y este último a quien seguimos y de donde se desprende, o debería desprenderse lo que llamamos cristianismo, no ocultó la necesidad y posibilidad de que tu y yo entremos a esa institución, antes bien, nos alertó sobre ello.
En los siguientes días y por un tiempo determinado estaré compartiendo con uds algunas historias que nos ayudarán a comprender mucho sobre cisternas, cuevas y cárceles, sobre barcas destrozadas y redes rotas, sobre la más importante institución, la institución del quebrantamiento.
6 comentarios:
Gracias.
Y estare esperando los proximos posts,desde ya me siento enganchada.En cuanto a la institucion del quebrantamiento,que te digo....
Gracias otra vez amigo.
Hola Brisa, de ninguna manera, gracias a ti que me pusistes a reflexionar en algo tan importante y relevante para todo momento. Saludos.
A mí me gustan más las historias de cisternas, cuevas y cárceles, que de coronaciones o batallas ganadas, ya que casi siempre estoy en las primeras, y no en las segundas. Sin embargo, en esos momentos lúgubres es donde he visto a Dios más real, más cerca, más amoroso conmigo. ¡Me uno al peregrinaje!
Pues que bueno saber que no se està solo en estos lugares. Bendiciones Keila
Que buena reflexión y comparto contigo amigo completamente, es necesario pasar por eso claro que sí, no es lo mas comodo ni bonito en muchos caso pero luego a la luz de acontecimientos posteriores te puedes dar cuenta que valio la pena y como tu bien lo dices
logrado encaminarnos al lugar donde seremos procesados para bien
Un fuerte abrazo
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