sábado, 27 de junio de 2009

MAS QUE UN DIALOGO...

-Hola, ¿Cómo estas?

-La respuesta depende del por qué lo preguntas.

-Sabes por qué lo pregunto.

-En ese caso puedo decirte que estoy cansado.

-¿Cansado de qué?

-Cansado de estar solo.

Silencio.

-No tienes por qué estar solo.

Silencio.

-¿Me prestas tu mano un momento?

-Te doy mi vida si la quieres. ¿Por qué sigues solo si puedes estar conmigo?

Le tomo la mano.

-Es que para estar contigo debo detenerme, para que puedas ser feliz.

-¿No puedes hacerlo? ¿No puedes dejar de caminar?

Silencio.

Le suelto la mano.

-¿Lo ves? Ese es el problema, que estás cansado de estar solo, pero no de caminar.

-Espero lograr cansarme a tiempo.

Silencio.

Me toma la mano.

-Siempre será a tiempo, porque siempre tendrás mi vida para ti.

viernes, 26 de junio de 2009

UNA DISCULPA Y UNA INVITACIÓN...

Quiero pedirles disculpas a quienes constantemente me visitan. El asunto es que en estos días hay ciertos proyectos que me han mantenido ocupado, entre un millón de cosas más. A partir de la próxima semana vuelvo a tomar el ritmo de mis publicaciones. Mientras tanto quiero invitarles a visitar este sitio:

INVESTIGACIÓN TEOLÓGICA.

viernes, 19 de junio de 2009

UNA VISITA...(UN REGALO)

Este es un regalo que recibí esta mañana apenas abrí mi correo… ¡Gracias!

Y ahí estabas, sonriendo a los lejos, realmente muy lejos, pero haciéndote sentir tan cerca que al cerrar los ojos y estirar mi mano quizás pueda tocarte. No he visto tus ojos, pero los imagino brillar cuando entretejes tus versos y prosas, nunca he visto tus manos pero las imagino abiertas para dar luz, cómo me la das de vez en cuando a mí.

Y tal cual imaginaba al cerrar mis ojos vi tu mano extendida, la tomé y fuimos a dar un paseo, hablábamos de trenes, las clases de química, peter pan, amores imposibles, mis pacientes, Rubia, tus hijos, nuestro propósito común y mientras se nos levantaban mezcladas dos ciudades, una en cada acera.
La conversación se alargaba, pero nos parecía corta, con tus manos dibujabas en el aire nuevos vocablos para invocar y describir viejos y comunes sentimientos, y me inferías capacidades que no tengo, o que por lo menos no me creo tener. Y yo disertaba para mantener la perspectiva entre dos ciudades que nada tienen que ver una con la otra.

Un silencio necesario se hizo entre los dos, sonreíste respondí la sonrisa y abrí los ojos, para encontrarme con que faltaban a penas unos minutos para ir al trabajo, en el camino se levantaba sólo una ciudad, sin embargo aun te sabía cerca...

sábado, 13 de junio de 2009

DE LA MANO DE NELLY ESCOTTO: EL TREN.

Nelly Escotto es un ángel, de esos que salvan vidas, literalmente lo hace.

Sus manos pueden tocar el alma y extraer la ansiedad y desesperación.

Apareció en mi camino hace algunos meses, y ha sido una suerte. Eventualmente me sorprende con sus letras. Hoy quiero compartir con ustedes uno de sus artículos, ¡el primero que recibí de ella! Sé que van a disfrutarlo.

Les invito a dejar sus comentarios dirigidos a ella. Gracias Nelly, cuéntame entre tus salvados.


Al final llegó el tren. No recordaba con exactitud cuanto tiempo tenía esperándolo, pero tenía la sensación de haber esperado por un largo tiempo.Todo estaba cubierto de una neblina densa (pienso que quizás era lluvia, pero no me gusta cuando llueve) el tren se abría paso entre la nube de neblina cortándola como cuchillo a mantequilla.

Se detuvo frente a mí, sentí un alivio (del alivio que se siente cuando al fin enfrentas algo inevitable), aun cuando sabía que extrañaría aquello que dejaba atrás.

La puerta se abrió sin hacer ruido y apenas entonces me percate que la maquinaria del tren tampoco producía ruido alguno, apareció de imprevisto el portero del tren, invitándome con un grito a subir, ¿un grito?, mas bien un grito sordo, pues aun cuando sus labios se movían frenéticamente, como recién nacido destetado, no salía de ellos sonido alguno.

Cuando me decidí a ignorar la falta de acústica, puse un píe frente al otro para atravesar el umbral del tren que me llevaría a la tan ansiada eternidad, entonces fue cuando todo inició:

Una manada de gente apareció de no sé donde, y como si fuera un show armado se alinearon en una fila muy organizada de tal forma que todos tenían un lugar como predeterminado.

Siempre supuse que este viaje sería un viaje solitario y quieto, pero no era del todo decepcionante tener un poco de compañía. De golpe me llego la sensación de que conocía la cara de la primera persona en la fila, sí, era ella, la niña con quien compartía mi almuerzo en el kinder, a quien le contaba mis secretos y quien me acompañó en mis travesuras, me abrazó y dijo algo en mi oído, sé que lo dijo porque sentí el aliento de su boca chocar contra mi tímpano, pero no hubo sonido, asentí para no prolongar el saludo.
Después de ella reconocí a la vecinita del al lado, a mi primo Carlos, de quien me enamoré de la forma más platónica posible, mi amiga Rebeca que se había mudado a otra ciudad, el chico que me besó por primera vez, los amigos del colegio, a Oscar que me hablo de la verdad, compañeros de la universidad, los amigos que me ayudaron a salir de la tristeza que me dejo el divorcio de mis padres, todos saludaban brevemente y subían al tren, también estaba el chico que había rechazado con la excusa de que debíamos seguir siendo amigos, los padres de los amigos de mis hijos, mis hermanos, los médicos del gremio, los amigos de la iglesia, las enfermeras que conocí en el hospital, en especial esa que sujetaba mi mano cuando el dolor superaba mis fuerzas, mis lideres, todos…

Cuando terminaron de subir, mis paso se apresuraron a alcanzarlos en el interior del tren, ocupe el asiento principal, (después de todo no hay que olvidar que este era mi viaje) y me acomodé lista para iniciar la travesía, decidida a disfrutar lo que me esperaba por la eternidad.

Pasado unos minutos me preocupó que la puerta no se cerraba, el portero abría la boca como hipopótamo atragantado gritándole a alguien que había quedado sentado en un banco del andén, a quien no parecía inmutarle el repertorio de muecas que el portero hacía a modo de grito para llamar su atención.
De modo que intentando evitarle un aneurisma al portero, yo misma con el fin de apurar la partida me baje del tren para llamarle, (aunque me preocupaba el problema de la acústica, ya que nunca he sido buena con las señas).

Mientras me acercaba me embargo como una especie de amnesia, te miraba y olvidaba el tren lleno de “PASAJEROS” del que apenas unos segundos antes había descendido.
Seguía caminando como autómata y me detuve sólo cuando mi rodilla choco con el cemento frío del banco, el dolor me ayudó a recordar donde estaba, me senté automáticamente en el banco, sostuve mi rodilla y te mire, eran los mismos ojos que había visto brillar muchos años atrás, en un banco igual, de un lugar diferente, un lugar más real. Y sentí la paz de la que tanto se habla y alivio (del alivio que se siente al llegar a casa luego de mucho tiempo).

Mire a los PASAJEROS del tren y al portero y su úvula, para cuando se cerró la puerta yo ya había tomado una decisión, los pasajeros se alborotaron al ver que yo no estaba, como se alborotaría cualquiera que va a un velorio y no encuentra al muerto, vi sus caras entre confundidas y decepcionadas. Les despedí agitando mi mano…

El tren partió, silente, ausente quizás, de la misma manera como había llegado, pero tú seguías aquí a mi lado y me contabas sobre el examen, sobre Zelda, uno que otro comentario del algún libro de Cortázar, los detalles de una película, el clima, mi rodilla… Y yo escuchaba…

Y supe que era por la eternidad. Sonreí.

jueves, 11 de junio de 2009

ES TODO LO QUE HOY DIRÈ...

Como dice Tiziano: Quiero donar tu sonrisa a la luna para que, de noche quien la mira pueda pensar en ti…

Y yo la miraría cada segundo de estas noches oscuras…

sábado, 6 de junio de 2009

DESDE EL ALMA DE ROYSA...

Saludos a mis amigos, visitas, curiosos, todos como siempre bienvenidos. En el día de hoy quiero presentarle a Roysa, la conocí hace algunas semanas, hace unos días me envío esto por mail, y con su permiso he decidido publicarlo, así que sus comentarios pueden dirigirlos a ella.

Vengo tocando con la punta de este lápiz el globo de mis emociones, he procurado con gran desesperación poder descubrir mis miedos y mis temores. Vengo a plasmarte mis sentimientos hoy, aquí, en esta hoja, solo para variar...

Detesto tanto tener tantas ideas y no poder expresar ninguna, que muchas veces hasta odio tener que escribir.
Soy masoquista, lo sé, pero lo maravilloso de tener que escribir y tocar el globo son las mil y unas razones que tengo para expresar con palabras lo que pienso de ti

Detesto aun mas no tener la habilidad que yo quisiera, ¿recuerdas? lo del hábil artista…

Dibujarte solo para mí, para mirar tu boceto en la pagina de un cuaderno, colgado junto a mi ventana o junto a mi puerta, ver tus ojos que son como bombillas verdes, y ¿qué crees? expuestas a mis ojos brillan como una gran luna despejada, tranquila, y majestuosa.

Pienso que una foto no tendría gracia: seria simple y muy compleja. Si pudiera dibujarte y trazar sobre un lienzo cada línea de tu cuerpo, cada curva, cada hebra de tu cabello mis emociones serian como huracanes, mis sentimientos sentirían vergüenza, mi cuerpo sentiría calor y una leve impresión de que mis mejillas estén sonrojadas.

Pero no es todo, también notarias a través de mis ojos mi gran placer y excitación.

No pretendo ser Neruda, ni Coelho, pero en estos momentos desearía poder ser un Picazo o hasta un Botero.

Es una tarea dura describir tantas emociones, tantos huracanes... Son tantas cosas que me enamoran de ti q hasta las olvido, cada vez es mas, mas, mas, mas, mas, y más...

Seria mucho mejor decirte todo esto en persona… ¿Verdad q seria una grata sorpresa llegarte y romper el silencio de una rutina intensa?

Siento mucho que estas palabras se tornen cursis, solo vine a encontrarme en ti.. Cada línea y cada palabra dicen lo mucho que enloqueces esta cabeza.. Mí cabeza, que termina siendo tuya a la vez. Te recomiendo que las mires bien, admíralas, porque cada coma, cada punto seguido y aparte resaltan la satisfacción que siento escribiendo que es lo que siento por ti.. Saber que piensas en mí, que me extrañas, y q me amas, es como un viaje imaginario a Venecia.. ¿Sabes cuántas veces he viajado a Venecia? Gracias a ti lo conozco.. He viajado tantas veces a tantas partes del mundo, que he decidido llevarte el próximo viaje, desde la Patagonia a Haití, Canada, Africa, Moscú, Japon, París…

¿Q locura cierto? No estoy loca, solo le pongo un toque de color a mi vida y a mi poca imaginación.

Todos los días mi corazón crece, cae, lucha, sueña, muere, vive y vuelve a crecer. Y tu siempre estas para mi… Se ha convertido en un círculo vicioso, cuya única droga es tu amor, tus emociones y sentimientos.

jueves, 4 de junio de 2009

UNA MAÑANA SIN LABERINTOS...

Dedicado con profundo cariño a Cristal.

Me dijo: “No me importa el lugar a dónde me lleves, con tu compañía es suficiente”.

Me desarmó.

Nunca me he creído suficiente, ni siquiera para ordenar mi propia vida…

Pero vi sus ojos negros y de ellos se desprendía un destello de luz, miré el cielo: era un día nublado, extraño en Maracaibo la tierra más amada por el sol; no era el reflejo del sol en sus ojos, era su alma que se asomaba: noble y sincera. Fue suficiente para creer que me decía la verdad.

Yo conocía aquella ciudad que ya no era mía y nunca ha sido suya, así que tenía más de mil opciones.

Le dije: “Hay un lugar, uno que fue muy especial para mí y que no visito desde niño”.

Por casualidad o bondad de Dios, o de una suerte que me abandonó hace ya algunos años, estábamos a diez minutos de aquel lugar.

Le pregunté: “¿Te gusta caminar?”. Y sonrió.

Me respondió: “Me gustaría caminar contigo”.

Y yo le dije: “Genial, la única forma de llegar es caminando, así lo hacía en mi niñez”.

Cruzamos la avenida y se aventuró a mi lado por las calles que alguna vez extrañé y que despertaban fragmentos de lo que una vez fui. Caminamos sin silencios ni soledades, ellos se quedaron a un lado, fue parte de la tregua de esa mañana.

Le hice notar que caminaba al lado de un anciano dentro de mis veintiocho años: “La última vez que caminé por estas calles tu no habías nacido”, “La primera vez que estuve en tu pueblo tendrías dos años de edad”, “cuando estuve en Tía Juana, si estabas allí, tendrías diez años”…

Y lo noté: ella creciendo y yo envejeciendo y siempre cruzamos por el mismo punto.

Pero no lo dije, y sentí mientras la miraba a los ojos una vez más, que no lo había notado sino que ella lo decía desde su alma.

Así llegamos al lugar. En otro tiempo fue un parque grande, con laberintos en los que acostumbraba a sumergirme para encontrar con dificultad las salidas. En el centro del lugar una plaza, bordeada por un colorido jardín y bancas. A un costado algunos establecimientos comerciales y en medio de los establecimientos una Iglesia Bautista de las que ya en mi niñez hacía muchas preguntas. Pero ya no existía el jardín, ni sombras quedaban, la plaza eran solo las bancas marcadas por el paso del tiempo, los establecimientos comerciales lucían tristes y agonizando y los laberintos habían sido derrumbados.

Le dimos la vuelta a todo el lugar y nos sentamos en una de las bancas marcadas por el tiempo. Ella con su linda sonrisa de juventud y su mirada sin falsedades, yo con el terror pintado en el rostro por la impresión del lugar. Por segundos me vi corriendo alrededor de la plaza y luego perdido en los laberintos: en el de los años transcurridos, en el de los errores acumulados, en el de la distancia de lo que una vez fui y que el tiempo debió deteriorar. Aquel lugar parecía el reflejo de mi presente y la sombra de mi pasado. Me di cuenta de que el silencio había vuelto y la soledad se asomaba, lo supe porque ella me miraba, paciente, dejando espacio a mi melancolía. Y quise llorar, pero le di gracias a Dios, y a la suerte que parecía volver, por no estar solo en aquel lugar.

Conversamos hasta que el sol del mediodía se mostró, para entonces nos conocíamos ya como de toda la vida: ella por mis palabras, y yo por su mirada y su sonrisa.

Volvimos al punto de encuentro, donde ella partiría a la ciudad que adoptó como suya y yo a la ciudad que me adoptó. Entonces a través de su mirada volví a ver su alma, y creí estar equivocado, pero lo dijo con sus labios para que no me quedaran dudas: “No tienes por qué sentirte solo, desde hoy prometo acompañarte siempre”. Y yo sonreí y estoy seguro que a través de mi mirada escuchó mi alma que decía: “Gracias, intentaré permitirlo”.

miércoles, 3 de junio de 2009

NUNCA FUI BUENO EN QUIMICA...

Lo he intentado todo:

He tratado de ver a través de tus ojos…

He hecho una lista de lo que pretendes.

He llegado a odiar lo que soy.

Enumeré los cambios necesarios…

Traté de reconstruirme…

Reduje a tonterías mis metas.

Por poco clavo mis manos a la pared y mis pies contra el suelo.

Intenté mirar a solo cien metros de distancia.

Ser nada y nadie pero ser tuyo.

Respeté los constantes cambios en las reglas de tu juego.

Me esforcé por ser un peón del sistema y envenenarme con las rutinas: encadenarme a la libertad que esclaviza, ignorar mi existencia y hacer mía la tuya; callar la voz de mi consciencia para no estar consciente de mí ser.

Me resigné a no saciar la sed de mi alma…

Simplifiqué mi vida: contigo todo hubiera sido suficiente…

Pero no, ahora me dices que no sientes química… No más juegos, no más intentos, es que nunca fui bueno con la quimica…