viernes, 20 de abril de 2012

DE RELATOS DE ABRIL PRONUNCIADOS EN NOVIEMBRE...


Siempre fui un desastre, al principio de mis diez años ya quería ser un adolescente; en mi adolescencia quise ser adulto, después de mis veinticinco años añoré la adolescencia y quise volver a esos días, y hoy, a mis treinta y un poquito más, quiero ser niño de nuevo. Lo comento para justificar el desorden en mi memoria y mis problemas con las fechas y lugares. A veces me preguntan que desde cuándo estoy separado y yo no sé qué contestar; a veces me preguntan que desde cuándo estoy en Cabimas y hago una pausa para intentar recordar a qué edad llegué aquí. A veces sueño que estoy perdido entre calles que conozco bien, en mi sueño siento la necesidad de ir a mi hogar y no sé si debo ir a Quebrada Honda, a Aroa, a Maracaibo, si de repente sería mejor aventurarme a Sabana de Mendoza, al Consejo de Ciruma, volver a Cabimas, a veces, en mi sueño, me quedo paralizado y al despertar siento la agonía de estar perdido aun. Algunas veces en mis sueños sencillamente me quedo vagando por las calles porque no sé en qué tiempo estoy y a dónde pertenezco. ¿Necesito un psicólogo que me escuche y diagnostique mi condición? ¡Lo he pensado!



Un desastre, es lo que soy. A veces quiero tener mejor memoria, envidio a quien puede recordar las fechas importantes en su trayectoria, tengo un amigo (Joel López, quien seguro leerá esta nota), él puede recordar fechas exactas sin problemas. Y no es que yo no he vivido momentos importantes y satisfactorios… ¡He vivido momentos que valen eternidades! Pero el problema es que soy un desastre y no tengo memoria.  Tengo amigos que pueden recordar nombres, escucho a veces a algunos decir cosas como: “yo supe a mis cinco años de edad que sería cantante, a esa edad ya sentía la música arder en mí…”. Los escucho y me asombro, entonces me pregunto “¿y yo? ¿A qué edad sentí las letras causando caos en mí?”. No lo recuerdo, pero sé que escribí un relato en mi niñez y aunque nunca lo guardé y no recuerdo de qué trataba ese primer relato, hay algo que no puedo olvidar: sentí satisfacción al escribirlo, tanta que no quería entregarlo a la maestra en el colegio porque sentía que era mío y sólo yo podía entenderlo. No sé cuántos relatos escribí después de ese, tal vez es bueno no recordar de qué trataba, cómo estaba escrito, cuál era su forma y fondo, pues quizás de recordarlo lo habría menospreciado en algún momento. Porque a veces somos duros con lo que hemos sido…  Recuerdo que mucho tiempo después volví a sentir satisfacción al escribir un bosquejo basado en la historia relatada en el evangelio según San Mateo 9:9. También recuerdo un relato que escribí una tarde en la facultad de humanidades de la Universidad del Zulia, el relato era para una linda chica de la facultad, a quien no volví a ver y no me alcanzó el tiempo para entregarle el relato. Y así, tengo recuerdos vagos de momentos en los que me reconocí prisionero de letras.



¡Pero en el año 2008 sucedió un milagro! No recuerdo el orden, pero tropecé en un mismo mes con Beatriz Perdomo, Isabel Fernández y Keila Ochoa. ¡Fue un milagro! Keila Ochoa resultó ser una escritora talentosa y de pluma fértil, una bendición. Llegué a su página y después de leer una leyenda de su novela “Palomas”, le envié un correo. Keila respondió mi correo dándome unos consejos y además me sugirió que abriera un blog y me dedicara a escribir tan seguido como pudiera, que expusiera mis letras a la crítica, que las soportara y creciera con ellas. Abrí un blog: “La vida no es corta”. Isabel y Beatriz me dieron la bienvenida a la blogósfera, visitaban mi blog continuamente y me dejaban comentarios y sugerencias en cada artículo publicado. Keila también aparecía y dejaba sus huellas, luego se sumó Patricia Ibarra, Nelly Escotto, Celeste del Rosario, Alejandro Vázquez, Anyul Led Rivas, Luisanna Jaimes, Roysa Socorro, Michel Ibarra, etc. Poco a poco aprendí a leer mejor, a escuchar mejor, me sentí en confianza y abrazado por un círculo de personas amables y agudas. Se sumó Enrique Crespo, Claudia Lama, Claudia González, Carolina García, Febe Mendoza, Zafiro, Salma Hassan. Y muchas personas más.



En el año 2008 encontré en un blog un ejercicio, un escenario para crecer y una solución a mi mala memoria y mi deseo de poder recordar fechas exactas de publicaciones y días importantes, y allí, en mi blog, está todo registrado. Allí hay huellas de mi romance loco con el cristianismo, de mis despechos, de mis alegrías, de mis melancolías, de mis nostalgias, de mis manías con algunos meses, de mis amistades; allí, en “La vida no es corta”, están registradas las fechas de mis logros e incluso de los fracasos más significativos, esos que me han permitido aprender con consciencia.



Sigo en mi afán de publicar de distintas maneras, he logrado pequeñas metas, progresivamente, como la publicación de mi relato La fe de mi padre, la próxima y cercana publicación de Rubia, la nominación entre finalistas y ganadores de algunos concursos, y la formulación de proyectos que me permiten definir mejor los pasos que siguen.



El día de ayer publiqué en formato digital y para descargas gratuitas una colección de treinta relatos bajo el titulo “Relatos de abril pronunciados en noviembre, relatos cortos escritos con mi mano izquierda”.  La publicación de ese volumen,  que reúne treinta relatos de los que he publicado desde el 2008 hasta abril del 2012, es una expresión de nostalgia, es un grito de mi melancolía, es un intento de dejar otra huella en mi blog, otra huella que me permita mañana mirar al pasado y sonreír. Algunos de esos treinta relatos ya han sido comentados en mi blog por estas personas que mencioné anteriormente;  otros de esos treinta han sido comentados por ti, que estás leyendo ésta nota, tal vez encuentres relatos que no alcanzaste a leer en mi blog. Algunos hablan de alegrías, otros de tristezas, de despechos o de romances, otros hablan de sueños y unos de pesadillas… Algunos fueron escritos durante el amanecer, otros fueron escritos en las noches más oscuras; estoy seguro que muchos de ustedes sabrán cuáles fueron escritos durante una tarde soleada, en una plaza, durante un viaje, en la montaña de mi abuelo, en el pueblo de mis padres, en una banca de alguna iglesia, caminando por las calles de una ciudad…



Si aun no lo has descargado te invito a hacerlo, y recíbelo como un regalo por la compañía durante estos años, meses, días u horas. Recíbelo como un regalo por los años que vendrán, o por los que seguirán incrustados en nuestros recuerdos, con fechas o sin fechas, con imágenes o sin imágenes… Creo, y tal vez con eso justifico ahora el desastre que soy, que vale la pena recordar al menos el sentimiento que brota de un encuentro,  y no importa si hay distancia entre lo dos, que las letras sigan acercándonos…




Para descargarlo presiona AQUÍ, y luego sigue los pasos... 

RELATOS DE ABRIL PRONUNCIADOS EN NOVIEMBRE


"...Se abren nuevos caminos, llamados noviembre, y voy con una vida aun sin estrenar; no quiero poderes, ni cielos azules, no quiero refugios... Yo ambiciono más, apunto más lejos...Yo quiero pronunciar en noviembre los cuentos escritos en tu alma una tarde de abril…"


En "Relatos de Abril pronunciados en Noviembre" Se presentan 30 relatos que son espejos de un alma atormentada por un futuro anhelado y un pasado que sigue siendo presente a través de los sueños. Desde las nostalgias de noviembre, entre los días de brisa y lluvia, el alma pronuncia los anhelos y sueños forjados en abril. Relatos que encarnan en letras las imágenes que todo ser humano guarda y esconde en sus memorias, incluso aquellas que algunos ya han olvidado en ese afán, a veces inevitable, de vivir de prisa...

Descárgalo gratis AQUI.

martes, 17 de abril de 2012

SANTÍSIMO DIOS...


No puedo generalizar, en mis treinta y un año de vida he pisado una gran cantidad de templos. Recuerdo, incluso, que a mis nueve años fui “un niño predicador” y eso me permitió pisar “los altares” de una gran cantidad de templos. Así que no puedo generalizar, he pisado algunos en los que se permite pensar, en los que uno puede expresarse, en los que la interacción es real y no conveniente. Pero sigue siendo mayor la cantidad de templos en los que la libertad sólo es un concepto conveniente que esclaviza.


No sólo la libertad es un concepto conveniente; en muchos lugares y a través de los labios de muchas personas, “dios” sigue siendo una idea, un instrumento, un método y hasta una credencial que acredita a sus portadores para validar las más retorcidas doctrinas que fomentan desigualdades y conflictos sociales…


Así que si hoy tuviera que iniciar mi oración con una frase como "santísimo dios", como condicionan en algunos templos, sería para decirle al dios de esos templos: 


"Santísimo dios, deja tus vestiduras santas en tu cielo y ven acá, ven dispuesto a ensuciarte mientras jugamos fútbol en alguna cancha abandonada, con los adolescentes de mi barrio o en algún terreno cubierto por la maleza, ven y juega con ellos que desesperados y en silencio anhelan un mejor porvenir... 


Ven y prueba nuestra versión del cielo, a lo mejor y te quedas aquí con nosotros. Sal de los templos un rato, míralos desde afuera, contempla la majestuosidad de esos templos y compáralos con los ranchos improvisados situados en esos lugares que con desprecio, muchos de los que entran a los templos, llaman “invasiones”. Si te llenas de ira, al comparar los lujos de esos templos y la pobre condición de muchos habitantes de las invasiones, prometo no juzgarte, no podría porque conozco la ira e incluso la impotencia. Pero si bajas de los cielos y sales de los límites de los templos quédate unos días y pasea por las calles de la América Latina, así podrás ver cómo el mundo está girando; tal vez escuches los gritos de los que dicen estar ofendidos, pero no te confundas, a ellos les ofende el hecho de que ya no podrán seguir abusando de las tierras que no son suyas, de la libertad que no puede seguir siendo administrada... 


Baja de los cielos, que a lo mejor te seducimos con el porvenir que vislumbramos, ven y junto a nosotros conviértete en prisionero de esperanzas...


Por un rato vístete de identidad latina y quédate en nuestras tierras a escuchar la lluvia bajo los techos de lata, quédate a escuchar a nuestros ancianos hablando de "aquellos tiempos", quédate y observa cómo el mundo va girando y nuestras tierras latinas van librándose de las cadenas y rastros del coloniaje... De paso, observa cómo vamos silenciando las voces de esos que dicen hablar en tu nombre, y que en tu nombre están saqueando los barrios, las familias, ven con nosotros a silenciar a esos que están robando con palabras santas el sustento de las familias, el salario que, con tanto trabajo, algunos adquieren... 


Ven y mira cuan absurdas se vuelven esas escatologías que se prenuncian en tu nombre... A lo mejor y termines brindando con nosotros mientras reímos de lo cruel que han sido quienes dibujan tu rostro... Conozco lugares en los que se puede estar tranquilo, en los que no importa si eres un dios o un mortal, no importa tu color de piel, no son templos, pero puedes sonreír y conversar hasta el amanecer… Siéntate un rato en una de nuestras plazas y admira cuán grandioso es ser humano, aunque muchos se obstinan en desconocer tal grandeza.


Ven y denunciemos juntos, acompáñanos a sabotearle el juego a quienes deberían fomentar el bienestar común y contrario a eso se aprovechan de sus posiciones para explotar y colonizar..." 

Esa sería mi oración y definitivamente no la pronunciaría dentro de algún templo, pues a veces pienso que en ellos dios está obligado a guardar silencio o a responder convenientemente...

domingo, 15 de abril de 2012

HISTORIAS DE ABRIL V.

A veces nos vamos perdiendo mientras creemos avanzar, nos obsesionamos con progresos, aventuras; nos adherimos a un estilo de vida ajustando el transitar a las analogías que creemos encontrar… Que la vida es una carrera, que es una batalla, que es un sendero y tantas cosas más… Vamos apegándonos a conceptos: libertad, independencia, éxitos… Conceptos que nos hacen esclavos y nos encajonan en una gama de juegos y así, sin darnos cuenta, somos la más tonta descripción de lo que es la vida...


Al cabo de un rato, un rato en el transcurrir del tiempo, creemos despertar; y de nuevo el afán por vivir de otra manera, y seguir rodando, transitando, huyendo o entregándonos, creyendo que ahora somos libres, pero ¿existe la libertad? Supongo que existe mientras la añoramos, porque en nuestra memoria hay recuerdos de aquella vez cuando tal vez sí fuimos libres… Antes de que existieran los conceptos e incluso las palabras…Y tal vez la libertad nunca más volverá a ser igual, porque nunca podremos olvidar las palabras, los conceptos, las analogías, porque nunca podrá la mente detenerse en el afán involuntario de pensarlo todo…


Él lo pensó, durante mucho tiempo… Jamás sería libre otra vez, porque eres esclavo de la sed y al saciarte eres esclavo de la satisfacción de no sentirla más… Se declaró esclavo, pero en su propio afán decidió que no sería esclavo de la esclavitud, sino de la independencia. Con arrogancia lo desconoció todo, se arrojó en contra de todo y en dirección contraria hizo de su andar un concepto. Se declaró no pertenencia, se alejó de los pueblos, andando por todos los senderos, negándose el recuerdo. Desafió los cielos y los infiernos, desafió sus dioses y sus demonios.


Hasta aquella mañana presumió su independencia, su nomadismo... Nunca antes dolió ser esclavo o libre, hasta entonces nunca sangró su alma forastera... Al ver sus ojos, quiso ser su pertenencia, quiso tener el valor de aceptar su cobardía disfrazada de coraje y rendirse frente a ella... La contempló religión y salvación, mientras la descubría como sendero y vida... Y entendió que su vida siempre fue aire esperándola, para ser aliento respirado por ella, esperando moribundo sin aliento...


Y conoció el infierno, al saber que hasta entonces su existencia había sido existencia sin ella... Y aunque después de verla se preguntó cómo podría seguir viviendo sin caminar a su lado no tuvo el valor… Algunos vicios terminan venciendo el alma…


Aquella mañana, por un momento, no existieron las dudas. No hubo espacio para las dudas, porque tampoco existió el espacio; no hubo tiempo para las dudas, porque aquella mañana ella ocupó el espacio de sus tiempos. No existieron los recuerdos, no existieron las palabras porque ella  fue su memoria, aquella mañana por un momento supo que la vida no es un concepto… 

viernes, 13 de abril de 2012

HISTORIAS DE ABRIL IV.

Ella sonríe, inmóvil, sentada. Su sonrisa es una burla, aunque no se burla mientras sonríe. Pero ofende a la lógica una simple sonrisa cuando la lógica espera argumentos. Ofende a la historia una sonrisa que desconoce el pasado mientras existe, que existe sin armonía con el presente y que ignora el futuro y sus conceptos.


Su sonrisa es llovizna perdida que danza en verano, que baila entre las veredas muertas construidas por la muerte, que burla las trampas vivas de la misma vida. Es río que abre camino con gracia y fuerza en los caminos inexistentes de los desiertos… Es objeto que desconoce la gravedad y sin senderos pasea por los mundos… Es burla y ofensa…

Es una burla a los dioses, dibujados por hombres sobre el lienzo de la historia y sus tiempos… Es como el alma que recién se asoma al nido de mundos que llamamos mundo; es deseo, deseo no deseado aun, deseo que navega en el día, deseo esperando la noche para ser ilusión de los sueños que todavía nadie sueña…

Su sonrisa no tiene memoria, burla los destinos del mismo destino… Acobarda la valentía de las sombras cobardes que desde el pasado se asoman al presente para oscurecer el futuro.


Ella sonríe y no me sospecha, tal vez no entiende qué sucede en mi mirada… Mi mirada se extiende y reposa en su sonrisa, y allí se cuelga. Mi mirada es suicidio que encuentra dulce descanso en su sonrisa… Su sonrisa es el dios de mi mirada, que se inclina ante ella, que encuentra refugio en ella, que ofrece su melancolía como ofrenda… Que anhela el bautismo en sus labios, para olvidar, para soñar, para perderse junto a ella…


Ella sonríe, inmóvil, sentada… Yo la miro, sonrío mientras la miro…

martes, 3 de abril de 2012

HISTORIAS DE ABRIL: III.


Durante mucho tiempo deseó no tener memoria del pasado. Le estorbaban sus errores, pensaba continuamente que de no haberlos cometido otra sería su vida. Pero sabía que no se puede retroceder en el tiempo y tomar otros caminos, aunque disfrutaba las ficciones desarrolladas en base a la idea de “volver al pasado” y había memorizado las leyes que predominaban y coincidían en todas  las ficciones cinematográficas. Eso fue en su juventud, pero ya lo años habían transcurrido y de su juventud sólo quedaban recuerdos. Malgastó los mejores años de su vida en lamentos, sin el coraje para extraer lecciones de sus errores, sin la valentía de asumir los fracasos como aprendizajes.


Muchas mañanas ejercitó su mente intentando hacerse hábil en lo que definió como el arte de la distracción; tal arte era el concepto con el que justificó su cobardía. Esquivó oportunidades pensando que así podría evitar la aparición de los fantasmas que, a pesar de su esfuerzo, seguían apareciendo con antojos propios. Cuando éstos aparecían desaparecía él; se le veía caminando como se ven las hojas secas llevadas por la brisa cualquier día de verano, se le escuchaba quejumbroso, excusándose con el pretexto de lo que nunca sucedió, diciendo que de haber sucedido él sería otro. Se perdió las oportunidades de cambiarle el rumbo a su vida, de transitar otros caminos; nunca pudo decidir otro destino porque nunca percibió los momentos en los que tuvo las opciones.


Fue una mañana, a sus setenta. Su cuerpo aun presumía de fuerza, sus ojos contemplaban sin desgastes, se levantó de la cama y se sintió desconocido; miró a su alrededor y todo era extraño. Se levantó y una extraña fatiga le hizo perder el equilibrio y por un par de segundos se apoyó en la pared, poco a poco fue reconociéndose, reconoció también las paredes, la cama, el lugar completo. Esa mañana sus dos hijos llegaron, con sus esposas e hijos. Los contempló, pensó que todo pudo ser mejor, que él pudo ser mejor para ellos. Así son algunos vicios: aprisionan la voluntad y disfrazan la alegría. Él no podía simplemente disfrutar. Notó, mientras transcurría el día que habían ciertos espacios vacíos en su memoria, intentó recordar ciertos momentos a los que sus hijos hacían referencia, pero fue inútil. Al anochecer supo que su memoria se desgastaba. Pasaron semanas, meses y algunos años. Su memoria iba despojándose con más rapidez de los recuerdos. Su deseo se había cumplido: olvidaba el pasado.


Poco a poco lo olvidó todo, y en el proceso lamentó cada detalle olvidado. En ocasiones deseó su memoria completa, reconoció que el pasado puede ser aliado del hombre y que algunos fantasmas son necesarios en la vida.


Creo que fue casualidad, acepté la invitación de visitar el Hospital Adolfo Pons de Maracaibo. Caminé entre algunos pasillos, entré a algunas de las habitaciones del hospital junto a un par de amigos. Entonces tropecé con él, lo vi acostado y me acerqué. Su rostro reflejaba su agonía, sus dos hijos estaban sentados a su lado, me le acerqué y él disimuló conocerme con una sonrisa, la misma con la que quizás intentaba engañar a sus hijos diciéndoles que los reconocía. Con su brazo me obligó a inclinarme a la altura de su rostro y me susurró al oído: “voy a morir sin pasado, sin saber quién fui o quién soy”.

lunes, 2 de abril de 2012

HISTORIAS DE ABRIL: II.


Lo comprendió al verla.


Esas cosas suceden a menudo, he sido testigo algunas veces, tal vez tú también; te pasas toda una vida argumentando, negando lo que consideras insostenible, y en un instante todos tus argumentos son ridículos.


A pesar de toda la angustia vivida su madre murió en paz, con una extraña convicción o una tonta ilusión: en algún momento él volvería a ser aquel hombre sonriente que una vez fue. Y así murió ella, sonriéndole a la vida, sonriéndole a él que también fue su vida.


La muerte anunciada le confirmó lo que él creyó descubrir quince años antes, cuando su padre murió en aquel trágico accidente en la autopista intercomunal de la ciudad. Renunció a su rutina dominical de asistencia a la iglesia y reconoció que su rutina no lo salvaría del único destino seguro del ser humano y de todo ser vivo.


Creyó absurda la ilusión que tantas veces lo llevó a pensar y asegurar la existencia de un dios;  afirmó en algunas conversaciones que si algún hecho o idea tenía caracteres superiores y divinos, era la muerte. Decidió jamás pensar en dios y por un tiempo mientras intentaba dejar de pensar en dios pensó más en el asunto, descubriendo que existen tantos dioses como lo suponen los seres humanos al creerlos ciertos. Se ejercitó para no darle vida a ningún dios con sus pensamientos, y en su aventura se volvió desconfiado y solitario, su vida insípida; a veces caía en cuenta de su aburrimiento, pero creía que su coraza lo mantendría un poco más alejado de la muerte.


Algunas noches lloraba la ausencia de su padre, o se excusaba en ella para llorarse a sí mismo; y cuando ya la ausencia de su padre no justificaba su llanto ocurrió lo de su madre.


En algún momento tomó  la decisión de sentarse algunas tardes en la plaza del parque La Bandera, allí lo conocí. Caminaba un rato y luego se sentaba y encendía un cigarrillo mientras a su alrededor una manada de humanos trotaban hacia todas las direcciones y por todos los senderos del parque. Al principio intenté convencerlo de mis ideas sobre un dios, también del supuesto sentido que le encontré a la vida, pero él sin intentar convencerme desarmaba mis argumentos dejándome cada vez con menos convicciones. En cada encuentro sus conceptos y el sabor amargo de la vida, que emanaba de su alma, se tornaban en néctar dulce para mí.


Conversando con él aprendí que la historia revela tantas identidades de dioses como tiempos y espacios han sucedido, y que cada concepto e identidad de los dioses en la historia refleja el concepto e identidad de la sociedad en cada escenario. Aprendí que tengo derecho a cuestionarlo todo, que puedo hacerlo, que puedo dejar de ser esclavo, constantemente, de las ideas que creyéndolas mías no son más que herencia histórica. Eso creí muchas veces hablando con él.


Fue una tarde, yo estaba sentado a su lado, él encendía un cigarrillo mientras conversábamos. Una chica se acercó a nosotros y sonriendo lo saludó y le pidió un cigarrillo. Lo vi en su rostro mientras respondía al saludo y extendía su mano con los cigarrillos. Ella le dio las gracias y se alejó mientras él sonreía, de nuevo sonreía. Volvió a mí para continuar con la conversación, sin importarle en qué habíamos quedado, sólo me miró y me dijo: “Tal vez de nuevo estoy equivocado, tal vez puede que exista un dios, y creo que lo vi en los ojos de esa linda chica”.

Se despidió y se fue fumándose su cigarrillo, y una vez más me quedé yo, allí sentado, pensando que todo es posible, que no existen convicciones tan seguras y firmes para no cuestionarse… No se si volvió a creer en algún dios, después de aquella tarde no pude volver al parque de aquella ciudad, pero tuvo razón su madre: él volvió a sonreírle a la vida.