sábado, 9 de enero de 2010

INVIERNO...

Sopla la brisa, vestigios el invierno que fue y se niega a morir… No mueras invierno, háblame de ella, de su andar de gracia, de su sonrisa bella y mágica, de su voz dulce…


Quédate a mi lado, ven y siéntate, se tú mi compañía, cansado estoy de esta soledad y sin fuerzas para abandonarla. Quédate y dibújame su rostro para soñar, para vivirla en mis sueños y burlar la distancia… Nunca me ha estorbado tanto la distancia, pero no tengo el valor para soltar la suerte y la inseguridad.

Invierno, si a donde vas tropiezas con ella, no toques su corazón cálido, acaricia su rostro, y dile que aquí estoy pensando siempre en ella. Aquí estoy, siempre amándola, destruyendo por ella lo que pudiera estorbar su andar, así como tú abres paso a quien te sigue… Hazla bailar entre las nieves que aquí no sueltas, congela el tiempo para ella que yo pago con mi vida y mis edades.


Dile que cada otoño envejezco para custodiar su juventud, que por ella no le temo a la muerte, que me entregaría a la muerte por ella así como me entrego a la vida por ella. Dile que desafío caminos para que su andar sea amplio, que si pretendo futuro (cuando lo hago) es porque ella es futuro…


Invierno, si tú te ausentas, yo seguiré caminando junto a mi soledad, amándola siempre…

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